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Jerusalén pertenece a los palestinos y Palestina pertenece a los árabes

¿Qué es Jerusalén?

Fuentes: The Star

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

En EE.UU. un árabe o un musulmán puede escuchar a mucha gente esta protesta: «…los cristianos tienen el Vaticano, los musulmanes tienen la Meca; así que, ¿por qué no pueden tener los judíos Jerusalén?» La condena implícita en esa pregunta retórica convierte de manera natural a palestinos, árabes, musulmanes y simpatizantes de la causa palestina de todo el mundo en despreciables fanáticos, seguramente «antisemitas» que conspiran con el resto del mundo para negar al judaísmo un centro sagrado propio.

Por extensión, también se suele plantear la siguiente pregunta: ¿Por qué se indignan tanto los árabes y los musulmanes porque los judíos estén excavando buscando el templo de Salomón debajo de Al Aqsa y de la Cúpula de la Roca?. Léase: ¿qué tienen que ocultar?, ¿tienen miedo de que se encuentre el templo de Salomón demostrando con ello que los lugares sagrados árabo-islámicos y cristianos fueron construidos en propiedad judía robada por «una ocupación árabe»? Dejadles que busquen su hace tiempo perdido templo, por amor de Dios, y si no encuentran nada, ¿qué tenéis que perder?!

Por cierto, la excavación ha profundizado tanto y tan extensamente bajo la mezquita Al Aqsa que ha alcanzado la época cananea pre-judía que se remonta a varios milenios sin que se haya encontrado ni el templo de Salomón ni una pizca de judaísmo. Lo que es más importante, la tierra que hay bajo la mezquita de Al Aqsa ha sido removida de tal modo que ha dejado los cimientos tan inestables que una fuerte explosión interna o un terremoto podría hacer que el santo edificio musulmán se derrumbase como un castillo de naipes.

Usurpar la identidad árabe de Jerusalén

Por tanto, las personas afectadas ya no albergan ninguna duda al respecto del verdadero propósito de la excavación. La potente red subterránea de túneles, pasadizos, y sinagogas patrocinadas por el Estado tiene únicamente la intención de debilitar físicamente la mezquita del Al Aqsa y la Cúpula de la Roca, es decir, usurpar la identidad árabe de Jerusalén y crear historia judía de la nada. En consecuencia y contrariamente a lo que podría parecer a primera vista, esta cuestión no es un asunto puramente de religión sino que tiene que ver con la identidad de la tierra y si es árabe o no. Porque las cuestiones arqueológicas o religiosas dirimidas aquí no son más que un fino barniz que oculta una pregunta molesta contemporánea e internacional: Jerusalén, y por extensión, Palestina, ¿es árabe o judía?, ¿de quién es el derecho de nacimiento?, y, por tanto, ¿quién ha de quedarse con ella y gobernar sobre ella? Este es el quiz de la cuestión que individuos de mentalidad laica de Occidente y del Este pasan por alto cuando se quejan o refunfuñan sobre los «fanáticos de ambos lados» que se matan entre ellos por unos pedazos de tierra y piedras. Por ejemplo, en la película The Kingdom of Heaven (2005) de Ridley Scott, que muchos tomaron equivocadamente como una atípica película pro-árabe, el héroe Balian de Ibelin (interpretado por Orlando Bloom) se pregunta ante la comunidad invasora de los cruzados en Jerusalén cuando se prepara para el inminente ataque de los árabes: «¿Qué es Jerusalén? Tus santos lugares yacen sobre el templo judío que los romanos derribaron. Los lugares de culto musulmán yacen sobre los tuyos. ¿Cuál es más santo?… ¿el muro?, ¿la mezquita?, ¿el sepulcro?, ¿de quién es el derecho?, de nadie… todos lo tienen!,

Así que si nadie tiene derecho, los árabes, por supuesto, tampoco… Y si todos lo tenemos, sin duda los árabes no pueden sostener que Jerusalén es árabe. Al final, de lo que estamos hablando aquí es de quién ejerce el poder político y de la necesidad de justificar la presencia de invasores en Palestina como gobernantes, no como peregrinos que están de paso. Ciertamente no estamos hablando de libertad de culto (que estaba garantizado en Jerusalén bajo el dominio musulmán más que bajo ningún otro). Estamos hablando de falsificar la Historia para racionalizar las ocupaciones extranjeras. Si los árabes son una ocupación no deberían quejarse de otra ocupación que les reemplazó, especialmente si, según se afirma, la precedió.

Pero después de más de seis décadas de ocupación sionista no se ha hallado ningún templo judío, y si alguna vez existió uno en Palestina, ¿quién ha dicho que estuviera exactamente donde están ubicadas hoy la mezquita de Al Aqsa y la Cúpula de la Roca? No importa que los presuntos restos arqueológicos judíos que permanecen en la tierra sean muy escasos y sospechosos. No importa que ni siquiera de acuerdo con la Torá los cananeos existieran en Palestina mucho antes, durante y después que los hebreos llegaran al parecer. No importa el hecho de que los cananeos llegaran a la tierra desde la Península arábiga y que su lengua sea un árabe antiguo. Después de todo este no es un abstruso debate académico sobre Historia.

Palestina es árabe

Sin embrago, cuando afirman que Palestina no pertenece a nadie, tenemos que insistir que ha sido árabe desde tiempos inmemoriales frente a todas las ocupaciones transitorias extranjeras y que tenemos los lazos históricos y culturales para demostrarlo, incluyendo la mezquita de Al Aqsa y la Cúpula de la Roca.

Palestina no es una tierra sin identidad como no es una tierra sin pueblo. Jerusalén pertenece a los palestinos y Palestina pertenece a los árabes tal y como el Sena pertenece a los franceses y Sangay a los chinos. Además, cuando quienes nos dicen que Jerusalén no pertenece a nadie declaren que sus propios países no pertenecen a nadie sino a todo el mundo, entonces prometemos solemnemente considerar sus propuestas sobre Jerusalén seriamente.

Dejando a un lado las cuestiones históricas y de identidad, el caso es que Jerusalén, en la época moderna se ha convertido en un lugar de enconadas contradicciones políticas a muchos niveles. Para los árabes, Jerusalén es un símbolo de la derrota árabe ante el colonialismo occidental. Para los palestinos que viven bajo la ocupación y para los de la diáspora, representa la esencia del conflicto con el movimiento sionista sobre el derecho de propiedad de la tierra aquí y ahora. Para el mundo musulmán, Jerusalén significa otra incursión cruzada a nivel cultural y religioso. Finalmente, para los antiimperialistas del mundo, Jerusalén se inserta en la lucha de liberación contra el sionismo y el imperialismo en el mismo frente en que el monstruo de dos cabezas ha volcado toda su fuerza colosal. Aunque Jerusalén signifique más o menos según las personas, no cabe duda de que la desaparición de Israel y la liberación de Palestina marcará un hito en la historia de la humanidad porque contribuirá al fin del orden imperialista en todas partes.

Seguramente Jerusalén no es un sustituto de Palestina. Es solo el símbolo de la causa de la liberación de Palestina. Tampoco la mezquita Al Aqsa y la Cúpula de la Roca son sustitutas de Jerusalén. No son más que las joyas de la corona junto a otros lugares sagrados musulmanes y cristianos de la ciudad. El muro suroccidental de Al Aqsa, el supuesto «muro de las lamentaciones», que nosotros llamamos en árabe el muro «Al Buraq», no es definitivamente un sustituto de la mezquita de Al Aqsa tampoco.

Por tanto, no es de extrañar que en la víspera de la ocupación en 1967 del sector oriental de la ciudad, donde se encuentra Al-Aqsa, Moshe Dayan, un ex ministro de Defensa israelí abiertamente anti religioso, llevase a un grupo de rabinos a rezar al muro Al-Buraq: comprendía bien que la importancia de ese muro era más que religiosa ya que condensa los fragmentos de la lucha árabe-sionista en un solo bloque literalmente.

Proceso de «judaización» forzada

Para destacar la conexión señalada anteriormente, debe subrayarse que la totalidad de Jerusalén y sus alrededores en la actualidad, no sólo Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, está siendo sometida a un proceso de judaización forzada. El infame «Muro de separación» que serpentea por Cisjordania ha separado de hecho Jerusalén de Cisjordania y ha subdividido a los árabes dentro de la ciudad en tres cantones semiaislados. El muro ha separado a la ciudad de las aldeas árabes de los alrededores y ha cortado los barrios árabes de Jerusalén Oriental de la Ciudad Vieja, donde se encuentran Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca. Mientras tanto, cientos de habitantes de Jerusalén obtienen sus tarjetas de identidad de las autoridades sionistas de ocupación cada año. Decenas de casas árabes son confiscadas o destruidas mientras que se da a los lugares nombres hebreos en lugar de los árabes, por ejemplo «Har Homa» por Mount Abu Ghnaim.

Igualmente, siguen expandiéndose y creciendo los asentamientos y las construcciones sionistas en la ciudad a expensas de los árabes, como ha venido sucediendo desde la primera mitad del siglo XX. Como resultado, se ha evacuado eficazmente a los árabes cristianos quedando tan solo unos pocos de miles. Ahora, los sionistas están trabajando en la disminución de los árabes musulmanes. Por ello, preservar la identidad árabe de la ciudad requiere que todos los comprometidos apoyen a los jerusalemíes para que permanezcan firmes en su ciudad, por lo menos hasta que llegue la liberación.

Ibrahim Alloush es profesor de Economía en la Universidad Zaitunah de Jordania.

Fuente: http://www.star.com.jo/main/index.php?option=com_content&view=article&id=16706&catid=17:op-ed&Itemid=111