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¿Qué harían los israelíes si los palestinos desaparecieran de la noche a la mañana?

Fuentes: 972mag

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

En El libro de la desaparición, de Ibtisam Azem, los israelíes se despiertan un día en un país sin palestinos. Azem habla a +972 sobre cómo, con esta desaparición repentina del «enemigo», ella se enfrenta a algunos de los capítulos más oscuros de la historia de Israel.

Un oficial de la policía militar israelí verifica los permisos de entrada de los palestinos en un autobús que cruza el puente Allenby hacia Israel. (Moshe Milner / GPO)

¿Qué harían los israelíes si cada palestino entre el río y el mar desapareciera de una vez?

Esa es la premisa de una novela recién traducida, El libro de la desaparición, de la escritora palestina Ibtisam Azem (traducido por el novelista y traductor iraquí Sinan Antoon y publicado por Syracuse University Press). Originalmente lanzado en árabe en 2014, la historia de Azem está narrada principalmente por dos personas: Alaa, un joven palestino que está llorando la reciente muerte de su abuela atormentada por los recuerdos de la Nakba que compartió con él y sus consecuencias, y su amigo Ariel, un periodista israelí que lucha por conciliar su creencia de que la ocupación está mal con su convicción no examinada de que las circunstancias que rodearon la fundación del Estado fueron justas.

La novela de Azem es una obra de realismo mágico: utiliza el escenario imposible de millones de palestinos que desaparecen en un abrir y cerrar de ojos para tirar de los hilos sueltos de la mitología sionista sobre el establecimiento de Israel. En consecuencia, varias escenas misteriosas de la novela resultan familiares a cualquiera que haya leído sobre la Nakba: hogares con platos de comida sin comer en la mesa, televisores todavía encendidos, las llaves de la casa todavía colgadas junto a la puerta principal, habitaciones vacías que perturban de forma innata con su aspecto imperturbable, como si los residentes se hubieran alejado repentinamente en silencio.

Ese silencio también abundó en torno a la «desaparición» de casi un millón de palestinos en 1948 y Azem reconoce que esta forma colonial de pensamiento mágico, utilizado para explicar el vaciamiento de una tierra de su pueblo nativo, aparece en parte su libro. Sin embargo, su historia también es más que eso.

«La idea principal era mostrar lo que realmente está sucediendo [en Palestina]», dice a +972. «También quería pensar en lo que sucedería si Israel, o cualquier nación, de repente ya no tuviera su enemigo».

Esa repentina falta del enemigo provoca entre los israelíes un conjunto diverso de reacciones que se reflejan en la novela. Inicialmente hay confusión y enojo por los inconvenientes: los pasajeros quedan varados cuando sus autobuses no llegan, los periódicos no se entregan y la basura no se recoge. Maestros, doctores y dueños de cafés no se presentan a trabajar. Aquí, Azem parece estar señalando lo cruciales que son los palestinos para que el país funcione correctamente.

El libro de la desaparición, de Ibtisam Azem (SUNY Press, 2019)

Sin embargo, a medida que la escala de lo sucedido se vuelve clara, muchos están convencidos de que una conspiración masiva está en marcha y se refugian en la paranoia existencial. Otros creen que la desaparición es un acto de Dios. Y aún otros, como Ariel, no están seguros de qué pensar, pero se permiten gradualmente usar y luego hacerse cargo de las casas recién vacías, a pesar de su incertidumbre sobre adónde han ido sus vecinos.

Mientras tanto, el Gobierno declara un estado de emergencia y acordona las áreas palestinas del país. No obstante, los colonos religiosos armados de Cisjordania comienzan a inundar esos mismos lugares restringidos, incluido Jaffa, donde se pelean con los oficiales de policía israelíes y declaran su intención de apoderarse de las tierras y propiedades desiertas. Este paso finalmente vence el mito de la Línea Verde y encierra uno de los mensajes fundamentales de la novela de Azem: que hay poca distinción moral entre la Nakba de 1948 y la ocupación de 1967.

Azem, nacida en Taybeh, vive y trabaja en Nueva York como reportera de Al-Araby Al-Jadeed (The New Arab). Hablé con Azem sobre por qué escribió el libro, la inspiración para la historia, el pasado palestino, entre otras cosas.

La siguiente conversación ha sido editada por la extensión y claridad.

Tu libro especula sobre un escenario contemporáneo único, pero también hay una sensación de lo extraño que rodea la desaparición de cada palestino de todo el territorio bajo control israelí: recuerda una historia que es algo familiar, pero también reprimida vigorosamente. ¿Qué te dio la idea para la historia?

«Estaba en Nueva York en 2011 cuando tuve la idea por primera vez. Escuché una entrevista con el [ex] alcalde de Jerusalén [Nir Barkat] en la que decía que los palestinos en Jerusalén son iguales, que son ciudadanos y obtienen servicios [municipales], toda la propaganda que conocemos. No era nada nuevo para mí, pero estaba enojada por lo discutible que era.

«Pensé en escribir un artículo y comencé una lluvia de ideas. Se me ocurrieron dos cosas: una fue cuando [en 1992] [Yitzhak] Rabin dijo como ministro de Defensa, que deseaba que el mar se tragara Gaza. Y la segunda fue una entrevista de 2004 con el historiador israelí Benny Morris en Haaretz, sobre la segunda edición de su libro sobre la Nakba [«El nacimiento del problema de los refugiados palestinos revisado»]. En la entrevista habla sobre el hecho de que deberían haber «terminado el trabajo» [de la limpieza étnica en 1948].

«Pensar en estas dos cosas me dio una idea: ¿qué harían los israelíes si todos los palestinos desaparecieran?»

Tu libro está teniendo una segunda etapa ahora, después de haber sido publicado en inglés cinco años después de su debut en árabe. ¿Puedes hablar un poco sobre la primera época del libro y el impacto que tuvo en 2014?

«El libro de la desaparición se publicó en el momento en que la Primavera Árabe todavía estaba en curso, pero comenzó a convertirse en una decepción, por lo que se prestó mucha atención a otros temas además de Palestina. Pero debido a que el libro habla sobre Jaffa y Tel Aviv, todavía había interés en él, particularmente, y más interesante para mí, de personas que habían leído el libro en Beirut o Bagdad, o de palestinos de todo el mundo, que me dijeron que sintieron que el libro les habló.

«Cuando hice algunas lecturas en Palestina (Ramallah, Nazaret y pequeños pueblos y aldeas en el área del Triángulo [en el centro de Israel] y Galilea), la gente dijo que la historia hablaba de sus vidas. Una persona dijo que de repente vio Jaffa bajo una nueva luz, lo que me conmovió. Quería escribir algo que hablara de cómo es crecer como ciudadano palestino de Israel, cuánto de doloroso es y cómo a veces hay tanto dolor que no se ven las microagresiones en la vida cotidiana.

«E incluso en el mundo árabe, aunque en las noticias se habla mucho de la cuestión palestina, no se abunda en detalles, incluido el hecho de que los palestinos tienen diferentes status políticos bajo diversos sistemas políticos, que influyen en su vida cotidiana de diferentes maneras. Para mí es importante no separar estas realidades y ver que están conectadas, así como comprender que tienen una fuente principal».

La memoria colectiva palestina es una presencia constante en el libro, a través del diario de Alaa que Ariel lee después de que su amigo ha desaparecido. ¿Qué intentabas decir sobre el pasado palestino con tu novela y cómo se relaciona con el presente?

«Quería traer una voz palestina independiente que pudiera hablar del pasado, mostrar lo que realmente sucedió y hablar de las ausencias y recuerdos de aquellos que sobrevivieron [la Nakba].

«Como ciudadanos palestinos de Israel, estudiamos la historia de Palestina desde la perspectiva sionista, incluso si estudiamos en escuelas árabes. Nunca vi nuestra historia reflejada en nuestras escuelas, lo supe por mis abuelos. Mi abuela materna era originaria de Jaffa, fue desplazada internamente de al-Manshiyyah [un gran vecindario de Jaffa que fue despoblado y ocupado por la Haganah en 1948 y fue demolido gradualmente] y llegó a Taybeh.

Ibtisam Azem, autora de El libro de la desaparición. (Cortesía de Ibtisam Azem)

«Ir a Jaffa con ella cuando era niña y escucharla hablar sobre sus vecinos me hizo ver una historia totalmente diferente. Ves todos estos nombres sionistas en la calle, lo que significa que nunca te ves en tu entorno cotidiano, todo ha sido borrado y cuando existe es un problema, un recuerdo o el pasado. Así que también quería redefinir nuestra relación con el lugar».

La cuestión de los nombres surge con frecuencia en la novela. Como en cualquier situación colonial la batalla por los nombres es emblemática de una lucha mucho mayor por la identidad, el control y la conexión con la tierra; en consecuencia, las escaramuzas sobre los nombres de lugares en El libro de la desaparición encapsulan los temas más grandes del libro. En una escena Ariel recuerda haber visto letreros de la calle que Alaa había recogido en su departamento, en los cuales borró los nuevos nombres hebreos y restauró los originales árabes. Más adelante en el libro, el Gobierno israelí comienza a borrar los topónimos árabes por completo, dejando solo hebreo e inglés. En una realidad posterior a la Ley del Estado de la nación judía, este aspecto de la novela es particularmente sorprendente.

Aunque Azem escribió el libro varios años antes de que el proyecto de ley del Estado-nación se convirtiera en ley, otra escena adquiere mayor peso a la luz de su aprobación, una entrevista con un soldado del ejército israelí que proclama su sorpresa por la desaparición de su colega druso y su incredulidad de que los drusos podrían estar «involucrados» con los palestinos. La Ley del Estado de la nación Judía expuso, una vez más, el vacío del supuesto trato igualitario de Israel a sus ciudadanos drusos, parte de una estrategia de divide y vencerás que Azem dice que quería destacar en esa escena. 

«Otros palestinos con los que hablo, especialmente en Cisjordania y Gaza, dicen lo doloroso que es para ellos ver a los soldados drusos en el ejército israelí y la potencia ocupante», dice. «La cuestión drusa es muy difícil y quería abordar un tema muy delicado, si aspiras a la libertad, la igualdad y la justicia social, también tienes que lidiar con tus propios problemas, especialmente en una lucha que ha estado sucediendo por mucho tiempo.

Ancianos de la comunidad drusa israelí en una protesta masiva contra la Ley del Estado Nación judío en la Plaza Rabin, Tel Aviv, 4 de agosto de 2018. (Gili Yaari / Flash90)

«Cuando escuchas a los israelíes hablar sobre los drusos es sorprendente, si vas a las aldeas drusas su situación, a pesar de unirse al ejército, no es mejor que la de los ciudadanos palestinos de Israel. Ellos todavía enfrentan la discriminación».

Mientras hablamos de mitos en la sociedad israelí, también quería hablar del personaje de Ariel. Es un israelí de izquierda muy estereotipado, autodefinido, que cree que los asentamientos están equivocados, pero también se insiste repetidamente a sí mismo que las circunstancias del establecimiento de Israel fueron justas. Muy explícitamente en el libro, se deja llevar por el papel de ocupante y se muda gradualmente al departamento vacío de Alaa. Parece que está diciendo que incluso los israelíes que están en contra de la ocupación están compartimentando lo que está sucediendo en la Línea Verde y no pueden, o no quieren, hacerse las mismas preguntas sobre el suelo debajo de sus pies. ¿Puedes decir más sobre esta evaluación de 1948 versus 1967 en las actitudes israelíes de izquierda?

«Esto se basó en mi experiencia, estuve activa durante años en grupos que organizaron reuniones entre ciudadanos palestinos de Israel y judíos israelíes y una de las cosas que me llamó la atención en nuestras discusiones es que no quieren hablar de qué sucedió en el 48. Pero todo el asunto es 48 e incluso antes de eso, con la fundación del movimiento sionista.

«Tenemos que hablar de eso. También me sorprendió lo mucho que los israelíes quieren ser europeos y occidentales y no aceptan ser parte de Oriente Medio. Hay mucha negación, porque una vez que comienzas a hacerte estas preguntas, también debes comenzar a preguntarte qué significa estar en Palestina. Pero este es el tipo de preguntas que debes hacer si quieres vivir en paz real».

Mencionaste a tu abuela antes. ¿Cómo influyeron sus recuerdos en tu novela?

«El personaje de la abuela de Alaa se basa en mi abuela, aunque había otras personas de Jaffa a las que entrevisté que también entraron en la historia. Para mí era importante que el personaje que narra el pasado palestino sea una mujer y que sea miembro de una generación que perdió todo [como resultado de la Nakba], incluso si se quedaron».

¿Por qué fue importante para ti que el narrador principal del pasado fuese una mujer?

«Mis dos personajes principales son hombres, pero los personajes femeninos son mujeres fuertes que toman decisiones cruciales. Si miras la historia palestina a lo largo, antes y después de la Nakba y durante la primera y segunda intifadas, el papel que desempeñaron las mujeres, incluso en una sociedad patriarcal, siempre fue importante en la lucha y en la vida cotidiana. Las mujeres en mi vida personal, tías y abuelas, eran muy fuertes. Eso no quiere decir que no sufrieran problemas patriarcales, pero aún así vivieron sus luchas a nivel político y social. Quería dar vida a estos personajes, para mostrar que existen y que hay muchas de ellas».

Los personajes femeninos serán aún más centrales en el próximo libro de Azem, una novela sobre Jaffa cuyos tres protagonistas principales son las mujeres.

«Se trata de la historia de una familia de Jaffa que vive allí y todavía tiene parte de su tierra, pero todos los hombres de la familia de la generación Nakba han sido asesinados en diferentes circunstancias», explica Azem. «Las mujeres están contando la historia desde su perspectiva, hablando sobre temas de política y drogas, y los tipos de problemas que tienen en Jaffa, Jerusalén, Lod, Ramle y otras ciudades donde viven los palestinos».

Azem planea terminar el libro el próximo año. Mientras tanto, espera que El libro de la desaparición inspire tanto el debate político como el cultural.

«El libro está despertando muchas preguntas que la gente no quiere escuchar», dice ella. «Pero espero que los lectores estén abiertos a escuchar lo que significan la ocupación y el colonialismo en la vida diaria y cómo las personas viven sus vidas en esa situación.

«Espero que la gente lo aborde como una obra de ficción, porque a pesar de la política, al final es una novela que trata de abordar las cuestiones sociales y políticas que no aparecen en las noticias. Y con suerte también, ayudará a abrir un mayor interés en la cultura palestina y otros escritores palestinos«.

Fuente: https://972mag.com/ibtisam-azem-book-nakba-israel/144351/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.