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¿Cumplirán los políticos el programa de sus plataformas electorales?

¿Qué necesitan los refugiados palestinos de las elecciones libanesas?

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández

(Campo de refugiados palestinos de Wavel, Valle de la Bekaa):

    «Mi trabajo aquí es muy difícil. Para ser honesto contigo, no hay un solo día en que no salga del trabajo completamente deprimido y a veces llorando. La cantidad de abusos contra los palestinos en el Líbano supera un nivel que no puedes siquiera imaginar a menos que vivas aquí. Al final del día voy a casa y me siento. Y pienso: ¿Cómo es posible todo esto? Pienso en ellos, en estas gentes palestinas, y los veo tan suaves y pacientes y ‘moderados’ comparados con lo que yo experimento. Trato de quedarme tranquilo pero lo que siento en mi interior es arrasador y no me resulta fácil describirlo. Este lugar está a punto de explotar».

      (Un trabajador social de una ONG europea de ayuda a los hijos de palestinos que no disponen de un documento de identidad en el campo de refugiados de Ein el Helwe)

El Casino del Líbano, al norte de Beirut, en Maameltein, que se asienta a la orilla del Mediterráneo, al norte de Jounieh, estuvo ofreciendo hasta las tres de la madrugada del sábado 9 de mayo de 2009, apuestas de dos a uno a que el Presidente estadounidense Barack Obama arrojaría del cielo a C. Rice y H. Clinton en el «Avemaría» de la onceava hora con tal de anotar un gol de última hora para Israel. Otra de las «rápidas visitas informales» estadounidenses con objeto de lograr que el «equipo gobernante estadounidense» se convierta en el «equipo ganador estadounidense» durante la próxima visita del Presidente Obama a la región.

¿Les saldrá bien la jugada?

Es difícil decirlo, pero los homólogos de David Hale, Michele Sison, Jeff Feltman, Madeleine Albright, Susan Rice, Alejandro Wolf (desde las líneas de banda), David Welch, John Burns y David Shapiro -varios USAID y otros funcionarios diversos- no parecen haber forjado lo suficiente su cuadrilla y las elecciones están a menos de un mes de distancia. Hay signos de desesperación que bajan flotando del Monte del Líbano y Awkar, el emplazamiento de la Embajada de EEUU.

George Mitchell y su ampliado séquito harán pronto un pase y quizá, según los rumores de esta mañana, también lo haga el mismo Presidente Obama, deus ex machina, ya que el Departamento de Estado sabe que él no es más popular entre árabes y musulmanes que la actual política estadounidense.

Mientras el Líbano se pregunta si el tan admirado «talentoso» aparecerá, el equipo de apoyo estadounidense insiste en que se ha tratado de no interferir en los asuntos internos de este independiente, democrático y soberano país, explicando a lo largo de una serie de entrevistas cuidadosamente seleccionadas en los medios, que antes de las elecciones ninguno de ellos se comprometerá y ni siquiera dialogará con el Hizbollah que dirige la Resistencia en Líbano ni con Hamas. Algunos aquí creen que después de las elecciones puede que se vean obligados a buscar reunirse con ambos.

La tarea de los funcionarios que han estado recientemente de visita es convencer a los votantes libaneses de que el eslogan de la Campaña del Primer Ministro Fuad Siniora «Nuestra política es negociar; la de ellos disuadir» (el énfasis lo pongo yo), mientras se presenta ante el votante para el Parlamento y cobra de la casa matriz de los ricos Hariri en Sidon, les dará votos. El problema es que muchos libaneses sienten que el Líbano está mucho mejor en la posición de disuasión contra la agresión israelí que con lo que Ali Khalil, Embajador por los Derechos Humanos, denomina «falsas negociaciones cuidadosamente diseñadas en Washington y Tel Aviv para no conseguir nada».

Cuando llegan, los asesores estadounidenses de la campaña están también expresando su alarma por la cifra de supuestos espías israelíes a los que se está atrapando, una media de uno por semana desde el pasado enero. La preocupación estadounidense no parece estar motivada por el hecho de que haya un horrible montón de espías israelíes en el Líbano, sino más bien por el hecho de que desde la guerra de julio de 2006, Hizbollah y las Fuerzas de Seguridad Interna Libanesas (ISF, por sus siglas en inglés) parecen estar trabajando bien conjuntamente y han modernizado la unidad de las ISF consiguiendo el primer equipo eficaz a la hora de pararle los pies a los espías israelíes.

Las implicaciones de esta cooperación entre la Mayoría y la Oposición son graves para la Casa Blanca. Si Hizbollah puede integrarse tan eficazmente e incluso combinar sus capacidades de inteligencia con las del gobierno libanés para atrapar espías israelíes, ¿qué pasaría si se vinculara la capacidad militar de Hizbollah por medio de una especie de adjunto al Ministerio libanés de Defensa? ¿Forzaría esa integración el fin del coro de que «Hizbollah tiene una milicia» que el equipo estadounidense e Israel repiten ad nausea?

«Díganle adiós a la carta estadounidense sobre la ‘Milicia de Hizbollah'», explicó Adham, un estudiante palestino lleno de energía de la Universidad Americana de Beirut que lleva a tiempo parcial un negocio de DVD y móviles (no sea que la poli le pille y le cueste pagar un soborno) vendiendo películas de Hollywood pirateadas (sólo por 2000 libras libanesas o 1,34 dólares cada una) en la Calle Hamra: «Estoy seguro que a Israel le encantaría hacerle al Líbano lo mismo que le hizo a Gaza. Si así lo hicieran, EEUU y la comunidad internacional dirían que destruir el Líbano fue una vez más ‘un acto inútil para el proceso de paz’. (Improperios borrados). Nuestro ‘proceso de paz’ es ahora la disuasión. Si el ejército libanés y Hizbollah se unieran y se mezclaran, podemos proporcionar nuestra propia seguridad y disuasión tras las elecciones».

Observando desde las líneas de banda

Mientras los libaneses se preparan para votar, más del 10% de su población, tres generaciones nacidas en el Líbano, espera, observa y escucha.

Sin haber conseguido aún casi ningún derecho civil, incluidos los de votar, la propiedad de una casa, el empleo, la educación estatal secundaria, los cuidados sanitarios, el carné de identidad, el registro de matrimonios, un lugar donde enterrar a sus bienamados cuando fallecen o la igualdad de protección por parte de las leyes libanesas, los refugiados palestinos tienen, sin embargo, un peso inmenso en los resultados de las elecciones del próximo mes. Son los 420.000 refugiados palestinos registrados por la UNRWA, más de la mitad de los cuales viven míseramente hacinados en doce campamentos y media docena de «reuniones», que sobreviven a duras penas en los horribles refugios creados por las limpiezas étnicas sionistas de 1947-48 y 1967. Son los supervivientes de diversas trasferencias ilegales de población, así como de las masacres de Sabra y Shatila (1982), Qana I (1996), Qana II (2006), Hula (Burg Shemali Camp, 1982), Campo Tel al-Zaayter (1975), por mencionar sólo algunas.

Si uno diera crédito, como Hadith o Gospel, a las campañas de los partidos políticos libaneses que han visto recientemente la luz, uno podría imaginarse escuchando cómo se tararea por los campos de refugiados palestinos libaneses «¡Los días felices han vuelto!», que también silbarían el menguante número de «niños de campo» que se molestan en recorrer penosamente cada día el camino hasta la escuela.

Si juzgamos por las optimistas respuestas ofrecidas por los posibles delegados parlamentarios que respondieron al Cuestionario de Candidatos de la Fundación para Sabra y Shatila el pasado mes, podría perdonársele a los palestinos del Líbano que se perdieran por el territorio de las fantasías y se pusieran a empaquetar mentalmente sus pertenencias. Quizá incluso que convocaran reuniones familiares y un día de ensueños pensando en cómo preparar el transporte hacia el sur para regresar a sus hogares en Palestina a través de la «línea azul».

Aguando esta euforia, además de las décadas de promesas rotas del gobierno libanés de «proporcionar dignidad y ayuda a nuestros hermanos palestinos», estarían las palabras en cinco ocasiones del Primer Ministro libanés Rafiq Hariri. Las fotos de los carteles para su ubicua elección me recuerdan uno de aquellos días en que, antes de su asesinato el 14 de febrero de 2005, Hariri decía en ocasiones a los votantes, acompañado de una amplia sonrisa: «En el Líbano, no creas nada de lo que te digan y sólo la mitad de lo que veas».

Es probable que el mártir Hariri hubiera incluido las actuales promesas de los partidos políticos a los refugiados palestinos en el Líbano.

¡Nuestra palabra es nuestra garantía!

Todos los partidos políticos libaneses afirman inequívocamente que tras las elecciones del próximo mes quieren garantizarles a los palestinos todos los derechos básicos. Todos los partidos rechazan el proyecto de Tawtin (naturalización) preparado por EEUU e Israel. Todos los partidos y candidatos prometen solemnemente que trabajarán para implementar el reconocido internacionalmente (Resolución 194 de la Asamblea General de Naciones Unidas del 11 de diciembre de 1948) Derecho legal al Retorno de los palestinos a Palestina (Haqq al-Awada):

    11. Resuelve que debe permitirse a los refugiados que deseen regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos, que así lo hagan lo antes posible, y que deberán pagarse indemnizaciones a título de compensación por los bienes de los que decidan no regresar a sus hogares y por todo bien perdido o dañado cuando, en virtud de los principios del derecho internacional o por razones de equidad, esta pérdida o este daño deba ser reparado por los Gobiernos o autoridades responsables;

Simultáneamente, todos los partidos culpan a sus oponentes de obstruir e impedir que se pueda realizar el fidedigno altruismo de su propio partido.

El pro-estadounidense Movimiento del Futuro 14 de Marzo (Tayyar al Mustaqbal) afirma en su programa en relación a Palestina: «Prometemos volver al papel tradicional del Líbano entre los países árabes contribuyendo a la causa de la solidaridad árabe, que es la primera condición para que los árabes tengan sus derechos, y nos comprometemos totalmente a apoyar la lucha del pueblo palestino y la unidad bajo el liderazgo de la OLP a fin de conseguir un estado palestino independiente con Jerusalén como capital, siguiendo la solución de los ‘dos estados’ y la ‘iniciativa árabe de paz'». Esto suena estupendo.

Continúa: «Nos hemos comprometido a rechazar el reasentamiento (Tawtin) de los hermanos palestinos en el Líbano y estamos a favor de una enmienda constitucional propuesta hace seis meses por los parlamentarios del 14 de Marzo sobre esta cuestión, que requiere la unanimidad del parlamento para que se pueda enmendar el artículo constitucional del reasentamiento (de los palestinos en el Líbano)». Tampoco está mal.

El Movimiento Patriótico Libre (FPM, por sus siglas en inglés), bajo el liderazgo del General Michel Aoun, aliado electoralmente con Hizbollah desde 2006, rechaza también el Tawtin y está a favor de la primordial cuestión del Derecho al Retorno, pero el FPM no es habla mucho en público de otras medidas en relación con los palestinos.

La posición pública del FPM (los operativos del partido hablan con más pasión en privado) está influida por el hecho de que los cristianos libaneses están fuertemente divididos por la mitad entre los seguidores del pro-estadounidense Movimiento por el Futuro de Hariri y la Oposición dirigida por Hizbollah. En consecuencia, el FPM de Michel Aoun necesita convencer más a los cristianos de derechas de que le apoyen. Comprometer al Partido con todos los derechos palestinos no va a lograr ese objetivo. Para algunos de esos votantes, la misma palabra palestinos les trae recuerdos de años amargos y pérdidas personales.

Aoun está también metido en una dura lucha electoral con los socios de los compañeros maronitas de las Fuerzas Libanesas de Samir Geagea (quienes, con el apoyo, mando, control e intento de encubrimiento, perpetraron la Masacre de Sabra y Shatila en 1982, algunos de ellos participaron con otras bandas en la carnicería de Tel al-Zaatar, e incluso animaron a algunas brigadas cristianas del Ejército Libanés a desertar y unirse a las organizadas guerras de campo sirias (1985-88) contra los campos de refugiados palestinos en el Líbano. Ese capítulo tan negro de la historia del Líbano fue dirigido por Nabih Berri, Portavoz del Parlamento durante un largo período, y su Milicia Amal, en la actualidad aliado con Aoun.

A algunos del FPM actual no les gusta recordar el hecho de que el asedio al campo palestino de Tel Al-Zaatar, que acabó convirtiéndose en masacre, fue la consecuencia de un plan trazado por el entonces líder del partido libanés del Movimiento Patriótico Libre y por ninguno más que por el líder actual del FPM, Michel Aoun, que en 1975-76 era el comandante del ejército en la zona.

En aquella época, la opinión pública de muchos libaneses se expresaba en los eslóganes y afirmaciones del Partido de la Falange, como los contenidos en los Comunicados del Partido de la Falange de septiembre de 1975 que atacaban ferozmente la presencia palestina en el Líbano e incluso defendían que el Líbano debería disociarse del arabismo. El partido de la Falange extendió sus mensajes expresando su odio mediante graffiti por todo Beirut.

Un eslogan popular de finales de la década de 1970 era: «Es deber de todo libanés matar a un palestino», reminiscencia del graffiti de hoy en día de «Muerte a los árabes» de algunos grupos sionistas.

El FPM no está por la labor de irritar a esos votantes restregándoles la sal de los derechos palestinos en sus heridas. Además, el FMP de Aoun está también batallando por los votos cristianos con el partido derechista de Amin Gemayal y los sesenta y un años de antipatía de su clan hacia los palestinos, especialmente puesta de manifiesto en Tel al Zaatar.

La Plataforma del FPM pide que los palestinos entreguen sus armas (i.e. ciertos grupos palestinos armados, tales como Fatah Intifada y el Frente Popular para la Liberación de Palestina-Mando General de Ahmad Yibril (arco enemigo de las cada vez mejor armadas Kataeb-Fuerzas Libanesas-Falange y milicias drusas) y, presumiblemente, los grupos armados dentro de los campos de Bedawi y Ein el Helwe. Finalmente, el FPM promete a los palestinos, medio bondadosamente, el derecho a trabajar, que se les «dará sobre la base de lo que las necesidades económicas del Líbano requieran».

Algunos analistas en Líbano sienten que los recuerdos y heridas de la era de la guerra civil no han curado aún aquí y que mientras el pueblo apoya por lo general a los palestinos, hay fuertes sentimientos anti-palestinos aún enconados bajo la piel de algunos poderosos políticos libaneses y sus muy extendidas familias. Esto puede ser parte de la razón por la que durante tantos años no han hecho nada para aliviar el sufrimiento palestino. Uno no puede visitar los Campos y dejar de asociar a la generación actual más joven de los mismos con el sentimiento de que, aniquilados por la desesperación, están pagando trágicamente de forma muy costosa por las cuentas pendientes de los mayores.

¿Es Hizbollah la última y mejor esperanza de los palestinos o deben los refugiados continuar con su soledad?

Es bien conocida la posición política de Hizbollah hacia Palestina y el apoyo de los palestinos libaneses es fuerte dentro de todas las nueve facciones de la OLP que aún existen aquí. Incluso aunque no puedan ofrecer ningún voto en las elecciones de junio, los palestinos laicos quieren que el Partido de Dios haga mucho más por ellos si llega a formar el próximo gobierno.

Hizbollah trata de liberar Palestina y acompañar a casa a los palestinos del Líbano. Esa es la única razón de que siga estando en la lista de organizaciones terroristas políticas de EEUU. Si abandona la causa palestina, saldrá inmediatamente de la lista, teniendo en cuenta el creciente número de diplomáticos occidentales que buscan dialogar con el Partido de Dios.

La plataforma del Partido de Hizbollah se centra en mejorar y desarrollar servicios sociales para los ciudadanos libaneses y los refugiados palestinos.

Mohammed Ra’ad, jefe del bloque parlamentario de Hizbollah, presentó la plataforma a las elecciones el 3 de abril de 2009:

«La resistencia está resuelta a completar la liberación de las restantes tierras ocupadas, especialmente de las Granjas de la Shebaa y de las colinas de Kfar Shuba. Creemos que cualquier estrategia de defensa debe integrar las actuales aptitudes de la resistencia y las aptitudes del ejército libanés, lo que les capacitaría para hacer frente a las aspiraciones israelíes sobre nuestras tierras y recursos acuíferos. Afirmamos nuestra enemistad con Israel, nuestro apoyo y asistencia a nuestros hermanos palestinos para liberar su tierra y los lugares sagrados…»

«A la luz de nuestra convicción de que el estado no puede eludir su papel solidario ni comportarse de forma indiferente ni mostrar apatía hacia las necesidades de los ciudadanos, es el deber del estado mejorar los servicios en las áreas de la sanidad, educación, vivienda y asistencia social».

Hizbollah intenta que los refugiados palestinos reciban esos servicios sociales y promete «universalizar el principio de la asistencia sanitaria y la medicina preventiva», que son una necesidad urgente en los campos palestinos a pesar de los nobles esfuerzos de la UNRWA, que cada vez cuenta con menos financiación y recursos.

La plataforma electoral de Hizbollah promete también «apoyar los esfuerzos para desarrollar y reformar el Fondo Nacional para la Seguridad Social y ampliar el círculo de sus beneficiarios». Los trabajadores sociales e investigadores palestinos del Campo palestino de Mar Elias en Beirut, incluido el acreditado experto palestino Dr. Samer Suheil, subrayan que incluir a las poblaciones de los campos en el sistema de la seguridad social libanesa es esencial para ayudarles a mantenerse hasta que puedan regresar a Palestina.

Hizbollah ha mostrado su acuerdo y ha prometido llevar a cabo cuanto aparece recogido en la plataforma de su partido.

Franklin Lamb es un investigador de la Universidad Americana de Beirut. Es autor de varios libros, entre los que se cuentan «Hizbollah: A Brief Guide for Beginners» y «The price we pay: a quarter-century of Israel’s use of American weapons against civilians in Lebanon (1978-2006)». Participó en la investigación de la Comisión Kahan sobre la masacre de Sabra y Shatila. Puede contactarse con él en: [email protected]

Enlace con texto original:

http://www.counterpunch.org/lamb05122009.html