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¿Qué sucedió realmente en Gaza?

Fuentes: Proyecto de la nueva izquierda

El argumento oficial es que Israel lanzó la Operación Columna de Defensa el 14 de noviembre 2012, porque, en palabras del presidente Barack Obama, tenía «todo el derecho a defenderse». En este caso, Israel estaba supuestamente defendiéndose de los 800 ataques con proyectiles procedentes de Gaza desde enero de este año pasado. Los hechos, sin […]

El argumento oficial es que Israel lanzó la Operación Columna de Defensa el 14 de noviembre 2012, porque, en palabras del presidente Barack Obama, tenía «todo el derecho a defenderse».

En este caso, Israel estaba supuestamente defendiéndose de los 800 ataques con proyectiles procedentes de Gaza desde enero de este año pasado.

Los hechos, sin embargo, sugieren lo contrario.

Desde el inicio del nuevo año, un israelí había sido asesinado como consecuencia de los ataques de Gaza, mientras que 78 habitantes de Gaza habían sido asesinados por los ataques israelíes. El poder gobernante en Gaza, Hamás, estaba mayormente comprometido con la prevención de ataques. De hecho, Ahmed al-Jaabari, el líder de Hamás cuyo asesinato por parte de Israel desencadenó la actual ronda de combates, fue considerado por Israel como el ejecutor principal de las treguas periódicas, y estaba en el proceso de aplicación de otro alto el fuego justo cuando él fue liquidado.

Hamás hizo de vez en cuando la vista gorda, o se unió para evitar una escalada, cuando provocaciones israelíes resultaron en ataques de represalia por rivales islamistas de Hamás mas militantes. Fue señalado como colaborador de Israel en la imagen de la Autoridad Palestina.

Se ha especulado que Hamás estaba deseando una confrontación con Israel. Pero este pasado año Hamás ha estado en una buena racha. Su alma gemela ideológica, la Hermandad Musulmana, ascendió al poder en Egipto. El emir de Qatar viajó a Gaza con la promesa de $ 400 millones en ayuda, mientras que el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan estaba previsto que visitara Gaza poco después. En Cisjordania muchos palestinos envidiaban (con razón o sin ella) que a los habitantes de Gaza les estaba yendo mejor económicamente. Mientras tanto, la Universidad Islámica de Gaza llegó incluso a arrancar una conferencia académica a la cual asitió el renombrado lingüista Noam Chomsky.

La estrella de Hamás estaba poco a poco brillando mas, a expensas de la desventurada Autoridad Palestina. Lo último que necesitaba en ese momento era una confrontación inevitable y destructiva con Israel que podría poner en peligro estas ganancias dura y constantemente ganadas.

Por el otro lado, muchos israelíes cínicos especularon que el primer ministro Benjamin Netanyahu lanzó la operación con el fin de aumentar sus posibilidades de reelección en enero de 2013.

Como regla general, sin embargo, los líderes israelíes no dan rienda suelta a grandes operaciones militares para ganar elecciones en donde importantes intereses del Estado estén en juego. El hecho de que el ministro de Defensa Ehud Barak abandonase la política poco después de que terminase la última operación y su reputación popular (des)mejoró (sic), sugiere que la próxima elección no fue una consideración primordial para él. [1]

¿Por qué, entonces, Israel atacó?

En un sentido, Israel fue muy certero acerca de su motivo. Seguía diciendo, de manera creíble, que quería recuperar su «capacidad de disuasión», es decir, el miedo al mundo árabe / musulmán hacia la misma.

La verdadera pregunta, sin embargo, es la naturaleza de la amenaza que quería disuadir.

El último asalto a Gaza se desarrolló en el contexto más amplio de los sucesivos fracasos de la política exterior israelí.

Netanyahu trató de mover a la comunidad internacional para un ataque contra Irán, pero terminó haciendo el tonto mientras sostenía un dispositivo nuclear iraní «contrabandeado» dentro de las Naciones Unidas. Hezbollah se jactó de que un robot-volador (drone) lanzado por ella había penetrado el espacio aéreo israelí, y a continuación, se reservó el derecho a entrar en el espacio aéreo israelí a su antojo. Ahora, su advenedizo gemelo «terrorista» en Gaza fue ganando
respetabilidad mientras el mundo árabe / musulmán se burlaba de Israel en su narices.

Los nativos estaban cada vez más inquietos. Había llegado el momento de sacar de nuevo el mazo grande y así recordar a la gente quién estaba a cargo.

«En el corazón de la operación Pilar de Defensa,» observó el respetado Grupo de Crisis, «está el hacer un esfuerzo por demostrar que la nueva confianza de Hamás era totalmente prematura y que no obstante el despertar islámico, el Oriente Medio no cambiaría mucho.»

Sin embargo, Israel necesitaba un pretexto adecuado. Así, del mismo modo que sabía que la ruptura del alto el fuego en noviembre de 2008 matando a seis militantes de Hamás evocaría una respuesta masiva, debe haber sabido que matar a Jaabari evocaría una respuesta comparable.

El actual asalto israelí, sin embargo, difirió significativamente de la Operación Plomo Fundido (OPF) de 2008-9: fue cualitativamente mucho menos mortífero y destructivo. Por ello, muchos comentaristas dedujeron que Israel utilizó armas más precisas en esta ocasión y, concomitantemente, de que Israel había «aprendido las lecciones» de la OPF sobre la manera de evitar víctimas civiles.

De hecho, el 99% de los ataques de la Fuerza Aérea israelí durante la OPF dieron en el blanco con precisión, mientras que el objetivo de la OPF fue –en palabras del Informe Goldstone, el cual fue apoyado por los resultados de otros informes de derechos humanos– para «castigar, humillar y aterrorizar» a la población civil de Gaza.

Si la más reciente masacre de Israel resultó ser menos letal en comparación, fue a causa de las restricciones políticas sin precedentes impuestas sobre el mismo:

– Turquía y Egipto dejaron muy claro que no iban a quedarse de brazos cruzados si Israel lanzaba una repetición de OPF. Desde el principio, ambos trazaron una línea roja hacia un asalto terrestre israelí. Aunque ahora negado oficialmente, se informó de forma fiable en el momento que Obama, sin duda estimulado por estos actores regionales clave, aconsejó a Israel el no invadir.

– Israel tenía colgado sobre su cabeza el Informe Goldstone. Logró eludir, la primera vez, el enjuiciamiento en el Tribunal Penal Internacional y el ejercicio por varios países de la jurisdicción universal por sus crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, pero la segunda vez podría no ser tan afortunado.

– Gaza era un hervidero de periodistas extranjeros. Antes de OPF, Israel bloqueó Gaza desde el exterior con la cooperación de Hosni Mubarak, de Egipto. En la fase inicial de la ofensiva, Israel disfrutó de un monopolio casi total de los medios de comunicación. Pero ahora, los periodistas pudieron entrar libremente a Gaza y reportar en forma creíble las atrocidades israelíes en tiempo real.

A causa de este trío de factores, Israel tuvo como blanco, principalmente sitios que podrían ser considerados «legítimos». Cierto, unos 70 civiles palestinos fueron asesinados, pero que podría ser atribuidos a «daños colaterales».

Las muertes y lesiones de civiles durante el asalto israelí, aunque mucho menos que en las anteriores rondas del conflicto, recibieron cobertura de noticias gráficas en profundidad. Cuando Israel probó los límites de la legitimidad militar aparecieron problemas. Luego de aplanar las estructuras gubernamentales civiles en Gaza, el titular de la página web del New York Times decía: «Israel apunta a edificios civiles». Unas horas más tarde se transformó en «edificios públicos» (sin duda después de una llamada del consulado israelí). Aún así, la escritura estaba en la pared: la conducta israelí estaba siendo minuciosamente analizada por los extranjeros, por lo que sería mejor el andar con cuidado.

Las excepciones más destacadas se produjeron durante las negociaciones finales de alto al fuego cuando Israel recurrió a sus tácticas terroristas estándar con el fin de extraer las mejores condiciones posibles, y también cuando atacó a periodistas en el caso de que las negociaciones fracasaran y que tuviese que, después de todo, iniciar una invasión asesina.

La resistencia armada que Hamás opuso durante el asalto israelí de ocho días fue en gran medida simbólica. Aunque Israel aclamó el éxito de la Cúpula de Hierro, es casi seguro que no salvó muchas vidas, y tal vez ni siquiera una. Durante OPF unos 800 proyectiles y morteros y proyectiles aterrizaron en Israel matando a tres civiles israelíes, mientras que durante el reciente asalto israelí unos 1.400 morteros y proyectiles de aterrizaron en Israel matando a cuatro civiles israelíes.

Es poco probable que, en general, y teniendo en cuenta la excepción ocasional, Hamás utilizase muchas armas de tecnología mas avanzada en la última ronda. A través de su ejército de informantes y la vigilancia aérea de alta tecnología, Israel habría tenido acceso a grandes cantidades de armas sofisticadas de Hamás y habría destruido estos alijos antes o durante el primer día del ataque. También, es improbable que Netanyahu se habría arriesgado a un ataque justo en la víspera de una elección si Hamás poseía armas capaces de causar importantes bajas civiles. Un puñado de proyectiles de Hamás alcanzaron mas en profundidad dentro de Israel que antes, pero estos carecían de explosivos; un funcionario israelí los describió burlonamente como «tubos, básicamente.»

Si Israel cacareó tanto su Cúpula de Hierro, fue porque su supuesta eficacia fue el único logro del cual Israel podría apuntar en el cómputo final.

El punto culminante del asalto Israelí se produjo cuando fue incapaz de romper el espíritu de la población de Gaza. Por un lado, se habían agotado todos los objetivos militares planificados de antemano y, por otro, no podía dirigirse contra la población civil. Hamás tuvo éxito adaptando la estrategia de Hezbolá de disparar continuamente sus proyectiles, siendo el resultado psicológico de las cuales era que Israel no podía declarar que su capacidad de disuasión había sido restaurada, y por lo tanto la imposición sobre Israel de la necesidad de una invasión terrestre.

Sin embargo, Israel no podría lanzar una invasión sin sufrir pérdidas significativas de combatientes a menos que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) destruyesen a todos y a todo a la vista o no, mientras se abría paso en Gaza. Pero, debido a las nuevas circunstancias -la realineación regional después de la Primavera Árabe, Turquía bajo Erdogan, la amenaza de una «mega-Goldstone,» tal como un veterano comentarista israelí dijo, la presencia de un cuerpo de prensa extranjero «encamado» no en las FDI, pero entre la población de Gaza– Israel no podía lanzar una invasión terrestre al estilo Operación Plomo Fundido (OPF).

Israel fue atrapado así entre la espada y la pared. No podía someter a Hamás sin una invasión por tierra, pero no podía lanzar una invasión terrestre, sin incurrir en un precio políticamente inaceptable en cuanto al número de víctimas de las FDI y el oprobio mundial.

Es posible señalar el momento preciso en que el asalto israelí había terminado: el líder de Hamás, Jalid Mishal retó a Israel en una conferencia de prensa del 19 de noviembre: «Adelante, invadan!» Netanyahu entró en pánico. Israel estaba al descubierto, desnudo, ante el mundo entero. Lo que pasó después fue una repetición de la invasión israelí de 2006 al Líbano. En aquel entonces, no pudiendo detener los ataques con cohetes de Hezbolá, pero temiendo la posibilidad de una invasión terrestre que significaba meterse con el Partido de Dios, Israel llamó a la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, para negociar un alto el fuego. Esta vez, la Secretaria de Estado Hillary Clinton fue llamada para rescatar a Israel. Ni siquiera el atentado del 21 noviembre contra un autobús en Tel Aviv –el cual, con o sin un alto al fuego, normalmente habría provocado una respuesta masiva israelí– movió a Netanyahu en su determinación de terminar la operación de inmediato, antes de que Hamás reanudase sus burlas.

Los términos del acuerdo final marcaron una sorprendente derrota para Israel. Pidió una cese mutuo del fuego, no uno, como exigía Israel, unilateralmente impuesto sobre Hamás. También incluyó un lenguaje que implica que el asedio de Gaza sería levantado. Cabe destacar que no se incluyó la condición de que Hamás debía poner fin a su importación o producción de armas. No es difícil encontrar la razón. Según el derecho internacional, los pueblos que resisten a la ocupación extranjera tienen el derecho (o, como algunos abogados internacionales dicen con más cautela, licencia) de utilizar la fuerza armada. Egipto, que negoció el alto el fuego, no estaba dispuesto a aceptar una cláusula que concedía el derecho legal de Hamás. [2]

Israel sin duda esperaba que los EE.UU. utilizasen su influencia política para extraer mejores términos del alto el fuego de Egipto. Pero la administración Obama, colocando los intereses estadounidenses primero y por lo tanto el querer traer al nuevo Egipto bajo su ala, no estaba dispuesto (suponiendo que pudiera) a enseñorear sobre Egipto en nombre de Israel.

En caso de que cualquier duda se mantuviese sobre quién ganó y quién perdió en la última ronda, ésta se disipó rápidamente. Israel lanzó el ataque para restablecer el temor en Gaza hacia si. Pero después de la cesación del fuego y de que su contenido hubiese sido anunciado, los palestinos inundaron las calles de Gaza en una celebración, como si fuese una fiesta de bodas. En una entrevista de CNN con Christiane Amanpour, Mishal de Hamás exudaba la confianza de un líder mundial. Mientras tanto, la conferencia de prensa israelí en la que se anunció el alto el fuego, el triunvirato dirigente -Netanyahu, Barak y el ministro de Exteriores Avigdor Lieberman- se asemejaba a estudiantes de primaria que fueron llamados a la oficina del director, contando los segundos hasta que terminase la humillación.

Es probable que el alto el fuego se mantenga hasta que Israel puede encontrar la manera de prevalecer militarmente dado el nuevo entorno político. Los días de Plomo Fundido han terminado, mientras que una operación del tipo Pilar de la Defensa no disfrutará de los frutos de la victoria.

Es poco probable, sin embargo, que Israel cumpla con los términos del acuerdo final para levantar el sitio de Gaza.

Durante las deliberaciones sobre la conveniencia de aceptar el alto el fuego, Barak ya había rechazado cínicamente la letra pequeña, diciendo: «Un día después del alto el fuego, nadie recordará lo que está escrito en ese esbozo».

Es igualmente improbable que Egipto presione a los EE.UU. para hacer cumplir los términos del alto el fuego a Israel. Los intereses respectivos del nuevo Egipto y de Hamás divergen mas que convergen. Egipto necesita desesperadamente subvenciones estadounidenses, y actualmente está negociando un préstamo de $ 5 billones del Fondo Monetario Internacional, donde el voto de Washington es decisivo. La popularidad del gobierno del presidente Mohamed Morsi en última instancia, dependerá de lo que él otorgue a los egipcios, no a los habitantes de Gaza.

Mientras tanto, las élites políticas estadounidenses están alabando a Morsi a niveles del alto Cielo, acariciando su ego, y especulando sobre la «relación especial» que ha cultivado con Obama.

Quienes están familiarizados con las manipulaciones psicológicas de los EE.UU. cuando se trata de los líderes árabes, en particular, los despreciablemente mediocres como Anwar Sadat, no se sorprendió por el actual romance entre Morsi y los EE.UU.

También es poco probable que Turquía se esfuerce por Hamás. Ahora mismo está resentido por el desaire de Obama de designar a Egipto como principal interlocutor en la negociación de un alto el fuego. Turquía fue descalificado al parecer porque etiquetó a Israel como «Estado terrorista» durante el asalto, mientras que Egipto «sólo» acusó a Israel de «actos de agresión, los asesinatos y derramamiento de sangre.»

Sin embargo, aspirando a ser el socio principal regional de Estados Unidos, y calculando que el camino a Washington pasa por Tel Aviv, Turquía ha reanudado negociaciones con Israel para poner fin al impasse diplomático después de que Israel mató a ocho turcos a bordo de un barco humanitario rumbo a Gaza en 2010. Por otro lado, su reciente operación ha hecho entender a Israel que el alienar a sus aliados históricos en la región, Egipto y Turquía, no es una política prudente, por lo que una reconciliación para salvar la cara entre Ankara y Tel Aviv (el gobierno turco está formalmente exigiendo una disculpa, la compensación monetaria, y el fin del asedio de Gaza) está, probablemente, en el horizonte.

En resumen, incluso en la nueva etapa que se ha abierto, existen límites muy definidos en cuanto al apoyo regional que los palestinos puedan esperar cosechar en forma realista.

Parece que muchos palestinos han concluido desde la estrepitosa derrota infligida a Israel de que sólo la resistencia armada puede y va a poner fin a la ocupación israelí. De hecho, sin embargo, la resistencia armada de Hamás operaba en su mayor parte sólo en el nivel de las percepciones -los proyectiles que se dirigieron hacia Tel Aviv si lograron inquietar a los residentes de la ciudad- y es poco probable que los palestinos nunca puede reunir suficiente equipo militar para obligar a una retirada israelí de la Ribera Occidental (Cisjordania).

Pero la firmeza de Gaza hasta la última hora del asalto israelí demostró la voluntad indomable del pueblo de Palestina. Si esta fuerza potencial puede ser aprovechada en una campaña de resistencia civil (pacífica) masiva, y si los partidarios de los derechos palestinos en todo el mundo hacen su trabajo de movilización de la opinión pública y cambiando políticas de gobierno, entonces Israel puede verse obligada a retirarse, y con un menor número de vidas palestinas perdidas que en una resistencia armada.

Este artículo se benefició de muchas conversaciones con el analista político palestino Mouin Rabbani y con Jamie Stern-Weiner haciendo de abogado del diablo.

Norman Finkelstein es autor de muchos libros sobre el conflicto Israel-Palestina, más recientemente, «Saber demasiado: ¿Por qué el Romance American Jewish con Israel está llegando a su fin», y actualmente está trabajando en un libro con Mouin Rabbani sobre cómo resolver el conflicto.

Notas

[1] También se ha especulado con que la coalición de gobierno tenía que hacer algo para aplacar la indignación popular por los ataques de Hamás. Pero, de hecho, estos ataques apenas se habían registrado en el radar político de Israel el año pasado, el foco está principalmente en Irán y cuestiones internas.

[2] En una nota diplomática hacia Netanyahu, Obama prometió vagamente a «ayudar a Israel a hacer frente a sus necesidades de seguridad, especialmente en el tema del contrabando de armas y explosivos en Gaza.»

Traducido para Rebelión por John Correa.