Foto: La periodista Wafaa Aludaini junto a una manifestante palestina que recibió un disparo en un ojo durante la Gran Marcha por el Retorno en Gaza
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Wafaa Aludaini es testigo de muchas de las recientes tragedias acaecidas en Gaza y también de una resistencia interminable. Tuvo que experimentar la violenta ocupación israelí, el bloqueo posterior en la empobrecida Franja y varias guerras que provocaron la muerte y heridas a decenas de miles de palestinos.
Pero ninguna de las guerras de Israel impactó tanto en la vida de Aludaini como el feroz ataque de 2014 que Israel denominó “Operación Marco Protector”.
De las casi 18.000 viviendas destruidas, dos casas, una perteneciente a la familia de Wafaa y otra a sus suegros, acabaron también destruidas por las bombas de Israel.
La infraestructura de Gaza, que estaba ya en ruinas como resultado de las guerras anteriores y del prolongado asedio, quedó masivamente arrasada durante el bombardeo israelí de 51 días.
La más trágica de todas estas pérdidas terribles fue la de vidas humanas, ya que murieron asesinados 2.251 palestinos, resultando heridos más de 11.000, muchos de ellos mutilados de por vida.
Sin embargo, la guerra y el asedio no hicieron sino fortalecer la resolución de Wafaa a medida que iba involucrándose cada vez más en la cobertura de noticias sobre Gaza, con la esperanza de poder dar conocer verdades ocultadas durante mucho tiempo y desafiar las narrativas de los principales medios y los estereotipos populares.
Durante la “Gran Marcha por el Retorno”, un movimiento popular que comenzó el 30 de marzo de 2018, Wafaa se unió a los manifestantes y estuvo informando cada día sobre el asesinato y las heridas de jóvenes desarmados que acudían a la valla que separa a la asediada Gaza de Israel para exigir su libertad y derechos humanos básicos.
Los francotiradores israelíes, enfurecidos por los gritos diarios de los refugiados de “Fin del asedio”, “Palestina libre” y su firme insistencia en su “Derecho al Retorno” a sus aldeas originales en Palestina, étnicamente limpiadas durante el violento nacimiento de Israel en 1948, abrieron fuego. Según los informes de que se dispone, en los primeros dos años de la Marcha, más de 300 palestinos fueron asesinados y miles resultaron heridos.
Aludaini estuvo allí durante todo ese calvario, informando sobre los muertos y los heridos, consolando a las desoladas familias, y participando también en un momento histórico en el que toda Gaza se levantó y se unió detrás de un solo grito de libertad.
Aludaini no es la típica periodista a la caza de una historia en la valla, porque ella era asimismo la historia y la narradora.
“Soy periodista, pero también soy refugiada. Mis padres fueron expulsados de su aldea en Palestina, que ahora pertenece a Israel”, dijo.
“Ser periodista en Gaza no es fácil, porque todos los días corres el riesgo de que las fuerzas de ocupación israelíes te asesinen, te hieran o te arresten. De hecho, muchos periodistas han muerto asesinados de esa forma por fuego israelí”.
A la pregunta de por qué eligió el periodismo como carrera aunque estudiaba literatura inglesa en una universidad local de Gaza, Aludaini dijo que cuanto más conocía las informaciones de los principales medios de comunicación sobre Palestina más frustrada se sentía por la injusta representación de Palestina y de la lucha palestina.
“Los periodistas que introducen falsas narrativas sobre Palestina en los principales medios de comunicación están, de alguna manera, ayudando a la ocupación israelí a matar a más personas inocentes, en particular en la Franja de Gaza. Están fortaleciendo a quienes nos expulsaron en 1948, alentándolos a violar el derecho internacional”, dijo Aludaini.
“Por ello les pido que vengan aquí, a Palestina, que vean lo que sucede por sí mismos, que vean el muro del apartheid, que vean los puntos de control, que vean lo que sucede en las cárceles israelíes. Solo después de verlo con sus propios ojos pueden decir la verdad, porque los periodistas deben decir la verdad y defender a la humanidad, con independencia de la religión y de cualquier otra cosa”.
En un tono similar, Aludaini retó a los “defensores de la ocupación israelí” a que fueran a Palestina y “escucharan a las personas a las que les habían matado a sus hijos; a las que fueron expulsadas de sus hogares. Hay una historia de miseria en cada hogar palestino, pero nunca encontrarán estas historias en los principales medios de comunicación”.
Sobre la Gran Marcha por el Retorno, Aludaini dijo que consistía en “una protesta popular por la que el pueblo de Gaza se reunía colectivamente ante la valla de separación entre Gaza e Israel” para manifestar diversas formas de resistencia principalmente centradas en la resistencia cultural.
Los manifestantes llevaron a cabo diversas formas de “actividades tradicionales, como bailar dabka, cantar viejas canciones, cocinar platos palestinos”, dijo Aludaini, señalando que las escenas más conmovedoras fueron las de los “ancianos palestinos que guardaban las llaves de sus hogares de donde fueron expulsados por la fuerza en 1948 durante la Nakba”, o la Gran Catástrofe.
“Este tipo de resistencia popular no es nueva para los palestinos, que siempre han utilizado todos los medios de que han dispuesto para luchar por sus derechos, para luchar contra la ocupación, contra el ejército israelí, como las protestas semanales ante la valla de Gaza o el acto simbólico de arrojar piedras. Incluso cuando los habitantes de Gaza recurren a la resistencia armada, el pueblo nunca deja de mostrar también formas populares de resistencia”.
Pero, ¿es este el final de la Marcha por el Retorno?
Aludaini dijo que la Marcha no ha terminado, aunque habría que reformular la estrategia para minimizar el número de víctimas.
“Después de casi tres años de protestas, el Alto Comité de la Gran Marcha por el Retorno decidió cambiar el enfoque de las protestas. De ahora en adelante, las marchas solo se llevarán a cabo en ocasiones nacionales en lugar de celebrarse semanalmente debido a que Israel utiliza fuerza letal contra manifestantes pacíficos y desarmados”.
Según Aludaini, el Ministerio de Salud de Gaza, totalmente desbordado por la carencia de equipos hospitalarios, electricidad y agua limpia, no puede ya hacer frente a la presión de tantas muertes y lesiones diarias.
La propia Aludaini pasó muchas horas en los hospitales de Gaza, entrevistando y consolando a los heridos. Nos habló de una madre de cuatro hijos en Gaza que participaba en la marcha todos los viernes sin falta. “Un día recibió un disparo en la pierna y le resultaba muy difícil caminar. Pero al viernes siguiente estaba de nuevo ante la valla. Cuando le pregunté por qué había vuelto a pesar de su lesión, ella me dijo: ‘Nunca permitiré que los israelíes roben mi tierra. Esta es mi tierra, estos son mis derechos y volveré para defenderlos una y otra vez’”.
Para Aludaini, es la resistencia de estas personas aparentemente sencilla la que la inspira y le da esperanza.
Otra historia es la de una muchacha de 19 años que imploró a sus padres repetidamente que le dejaran unirse a las protestas. Cuando finalmente cedieron, un francotirador israelí disparó a la joven en un ojo. Aludaini y sus camaradas se apresuraron a ir hospital para mostrar su apoyo a la manifestante, que acabó perdiendo el ojo, y la encontraron de buen humor, más fuerte y más decidida que nunca.
“Nos dijo que tan pronto como saliera del hospital, planeaba regresar ante la valla”.
Aludaini desafía la “propaganda israelí” que afirma que sus guerras y la violencia en curso en Gaza están motivadas por la autodefensa. Si ese es el caso, “¿por qué Israel está atacando Cisjordania, que está también sometida a la anexión y el apartheid?”, pregunta.
“Actualmente no hay resistencia armada en Cisjordania, pero el ejército de ocupación israelí sigue matando gente todos los días”.
Aludaini, que se siente frustrada por la falta de énfasis en los estudios audiovisuales en las universidades de Gaza, está decidida a continuar con su trabajo como periodista y activista, porque cuando los medios no exponen los crímenes israelíes en Gaza, profesionales como Wafaa Aludaini son quienes cambian las cosas.
Ramzy Baroud es periodista y editor de The Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros, el último de los cuales es These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons (Clarity Press, Atlanta). El Dr. Baroud es un destacado investigador no residente en el Center for Islam and Global Affairs (CIGA) de la Istambul Zaim University (IZU). Web: www.ramzybaroud.net
Romana Rubeo es una escritora italiana que es editora-jefa de The Palestine Chronicle. Sus artículos aparecen en muchos periódicos y diarios académicos digitales. Posee un Máster en Lenguas y Literatura Extranjeras, y es una traductora especializada en los ámbitos audiovisual y periodístico.
Fuente:
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