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Emigración

¿Quién creó la situación de crisis?

Fuentes: Rebelión

Tiene razón Felipe González Morales al calificar como sumamente preocupante la situación de los cubanos varados en Costa Rica; pero como Relator de los Derechos de los Migrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), debió exigir a Estados Unidos el cese de la sucia práctica de utilizar la migración como arma política contra […]

Tiene razón Felipe González Morales al calificar como sumamente preocupante la situación de los cubanos varados en Costa Rica; pero como Relator de los Derechos de los Migrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), debió exigir a Estados Unidos el cese de la sucia práctica de utilizar la migración como arma política contra la Revolución Cubana.

La CIDH, órgano de la Organización de Estados Americanos, OEA, exige a Cuba levantar las restricciones a los viajes al exterior de sus nacionales, pero no cuestiona la visión de ultraderecha que persiste a nivel regional (y global) en torno a la migración, como no reconoce que están contenidos en la política migratoria de Estados Unidos casi todos los elementos generadores de situaciones como la que se registra en Costa Rica.

González Morales parece desconocer que los cubanos que se encuentran en Costa Rica salieron con pasaporte legal y no son perseguidos políticos sino aspirantes a mejorar su condición económica en territorio estadounidense, donde muchos tienen familiares.

Los criterios clasistas de Estados Unidos para el otorgamiento de visado y la manipulación política del tema migratorio cuando se relaciona con Cuba, son reales restricciones.

El relator se limita a incluir a Estados Unidos entre los países a los cuales solicita adoptar las medidas necesarias para «garantizar los derechos humanos de los migrantes cubanos que se encuentren bajo sus respectivas jurisdicciones, en particular que se permita que estas personas puedan migrar de forma regular y segura».

¿No es el silencio sobre aspectos como el engañoso programa dirigido a atraer profesionales cubanos del área de la salud y la política «pies secos, pies mojados» una muestra de que la CIDH no tipifica como sucias estas prácticas?

Emigrantes y mercenarios

Entre febrero y mayo del año 2013, Eliécer Ávila Cecilia viajó a Suecia, Bélgica, Alemania, España, Francia, Holanda, Estados Unidos, República Checa y otros lugares, en gira financiada por una red social denominada La Cubanada, con sede principal en Suecia. No hay que mencionar los viajes a Estados Unidos y España de figuras como Bertha Soler, Guillermo Fariñas y Antonio Gonzales Rodiles para destacar que los dirigentes de los grupos contrarrevolucionarios radicados en Cuba no emigran por vías tortuosas a través de las fronteras latinoamericanas, viajan invitados por organizaciones de derecha y por determinados gobiernos.

Los diarios internacionales siguen publicando crónicas sobre los más de cuatro mil cubanos (las agencias afirman que llega a los 6 mil) varados en Costa Rica, desde donde no han podido continuar el viaje hacia Estados Unidos.

Los dirigentes de la contrarrevolución, sin embargo, viajan como observadores electorales (Ávila Cecilia, por ejemplo, visitó Guatemala en septiembre pasado en esa condición); reciben premios en el exterior, como es el caso de la bloguera Yoani Sánchez y de Guillermo Fariñas, y regresan a Cuba a disfrutar de sus premios y a poner en práctica las orientaciones que reciben en los centros donde es pautada la actividad de la derecha.

Participan, además, en cursos y talleres que se organizan con el presupuesto que asigna el Congreso de Estados Unidos para la subversión en Cuba (lo hace todavía, aunque a ciertos intelectuales y pseudointelectuales se les encarga la tarea de crear confusión diciendo que el bloqueo y otras formas de agresión han cesado), y visitan con frecuencia a sus financiadores en Miami, donde reciben instrucciones del gobierno de Estados Unidos.

Los migrantes varados en Costa Rica no son beneficiarios en la repartición de estos recursos, porque, como conjunto, no tienen el sello político de quienes aceptaron la oportunidad de viajar como parte de la mal llamada Operación Peter Pan, por ejemplo. Casi todas estas personas salieron del país con pasaporte emitido por su gobierno, cuyas autoridades han dicho que pueden regresar.

El Gobierno de Cuba reconoce que se trata de víctimas de una política migratoria anacrónica. La promesa de conseguir en el corto plazo ciudadanía y empleo con pago en divisas, los atrae hacia territorio estadounidense.

En un artículo publicado recientemente por Cubadebate, el investigador William M. Leogrande, califica como insostenible la política migratoria de Washington hacia Cuba. Señala que el peligro de los viajes en balsa mantuvo en un nivel manejable el flujo migratorio, que ha aumentado significativamente ante el temor de algunos de que sea descontinuada la política «pies secos, pies mojados» en el proceso de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

La CIDH habla de restricciones en Cuba y critica la actitud del gobierno de Nicaragua, pero no exige a Estados Unidos cumplir las promesas que se han constituido en efectivo factor de atracción hacia su territorio.

Hoy, más que nunca, procede exigir el levantamiento del bloqueo, la humanización de las políticas migratorias y el cese definitivo de las prácticas que definen la prepotencia imperialista… El poder hegemónico ha creado la situación que mantiene a millones de refugiados en condiciones de extrema vulnerabilidad en campamentos ubicados en distintos puntos de Europa, y ha impulsado también a miles de cubanos a viajar antes que el poder estadounidense retire las promesas que demagógicamente les ha hecho. ¿No le faltan, acaso, algunos párrafos al pronunciamiento de González Morales?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.