Israel dice que es una organización «terrorista» y «extremista». George Bush decía que es una herramienta de Irán, y afirmaba que «ha matado a más estadounidenses que cualquier organización terrorista, excepto Al-Qaeda». Pero los líderes de los gobiernos que tratan de destruir a Hezbollah no son los únicos que lo condenan. Tanto Human Rights Watch […]
Israel dice que es una organización «terrorista» y «extremista». George Bush decía que es una herramienta de Irán, y afirmaba que «ha matado a más estadounidenses que cualquier organización terrorista, excepto Al-Qaeda». Pero los líderes de los gobiernos que tratan de destruir a Hezbollah no son los únicos que lo condenan. Tanto Human Rights Watch como Amnistía Internacional han acusado a Hezbollah de violaciones de los Derechos Humanos, y Robert Fisk, el periodista independiente que ha ayudado a exponer algunos de los peores crímenes de Israel y EE UU en Oriente Próximo, dice que Hezbollah «provocó la última guerra» en el Líbano, y es el responsable de «llevar a la catástrofe a sus correligionarios». Mientras tanto, sin embargo, Hezbollah ha ganado creciente apoyo en Oriente Próximo, mucho más allá de su base entre los musulmanes chiítas en el Líbano, por la sencilla razón de que es, en palabras de Aijaz Ahmad, en un artículo de la revista Frontline en India, «la única entidad que, a través de la resistencia armada, obligó a los israelíes a renunciar a cualquier territorio que el Estado judío haya capturado». ¿Qué tipo de organización es Hezbollah, y cómo debería verla la izquierda?
Hezbollah surgió a partir de un Líbano fracturado por la guerra civil. La región de Líbano siempre ha contenido diversas comunidades religiosas, pero el colonialismo francés dominó la zona a favor de los cristianos maronitas, convirtiéndose en la comunidad más poderosa una vez formado el Estado libanés. Según los términos de un pacto de 1943, a los maronitas se les ofreció la presidencia, y a los cristianos se les asignaron la mayoría de escaños en el Parlamento. El puesto de primer ministro se reservó para un musulmán sunita, y los musulmanes chiítas (que pasaron a ser el mayor segmento de población) se quedaron con la posición de portavoces, con poco poder en el Parlamento. Los dirigentes maronitas han sido tradicionalmente pro-occidentales y pro- Israel, mientras que los líderes musulmanes se han visto influenciados gradualmente por el nacionalismo árabe. Estas tensiones se encuentran en las raíces de la guerra civil, que se prolongó más o menos de manera continuada entre 1975 y 1990. Israel y los EE UU respaldaron a la derecha, agrupados en torno a la Falange cristiana.
Orígenes del movimiento
En 1978, Israel invadió una franja del territorio en el Sur de Líbano, y cuatro años más tarde, lanzó una invasión a escala total, con el objetivo de instalar una derecha cristiana en el Gobierno y echar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que contaba con combatientes en el país. EE UU envió a los marines como parte de una fuerza internacional para supervisar la retirada de la OLP y estas «fuerzas de paz» comenzaron a intervenir más y más abiertamente a favor de la derecha libanesa y de la ocupación de Israel. Alo largo del conflicto, el grupo que más sufrió fue el de los chiítas, entonces la comunidad religiosa mayoritaria, alrededor del 40 por ciento de la población, la más pobre, que vive en las chabolas de los suburbios del Sur de Beirut y las aldeas en el Sur de Líbano, el blanco perfecto de los ataques y las invasiones israelíes.
En 1982 surgieron varios grupos militares chiítas, muchos de ellos gracias a la financiación y la formación del nuevo Gobierno islamista de Irán, que tomó el poder tras la Revolución iraní de 1979 y estaba tratando de proyectar su influencia en Líbano en medio de las demás fuerzas rivales de la guerra civil. Las milicias apoyadas por Irán, aunque sólo estaban vagamente conectadas, se conocen en su conjunto como Hezbollah, que significa «Partido de Dios» en árabe. Las milicias chiítas participaron en pequeños pero devastadores ataques, incluido el bombardeo de la embajada de EE UU, y un atentado suicida con un camión en los cuarteles de la infantería de Marina en octubre de 1983 que mató a 241 marines. Estos ataques llevaron a Ronald Reagan a retirar las tropas. En 1985, los clérigos chiítas declararon la fundación de Hezbollah en una «Carta Abierta a los Oprimidos en el Líbano y el Mundo». Aún asociados, y contando principalmente con el apoyo de Irán, Hezbollah siguió la batalla para influenciar a los chiítas libaneses, incluyendo los enfrentamientos militares con la más moderada Amal, formada en los 70. Rápidamente, sin embargo, se hizo predominante en el ejército de resistencia a la ocupación israelí del Sur de Líbano. Los ataques de Hezbollah hacían uso de terroristas suicidas, pero en los 90 la balanza cambió hacia las operaciones de la guerrilla dirigidas a infligir daños sobre la fuerza de ocupación israelí. Se responsabiliza a Hezbollah de obligar a Israel a retirarse de Líbano en el año 2000. Después del 2000, Hezbollah siguió llevando a cabo operaciones militares para presionar a Israel para que abandonase Shebaa, la última astilla de territorio ocupado por Israel en Líbano, defendiéndose de las incursiones y repetidas provocaciones israelíes, y ganando la libertad de los prisioneros libaneses en manos de Israel. La captura el 12 de julio de ese mismo año por parte de Hezbollah de dos soldados israelíes (usada por el Gobierno israelí como pretexto para su guerra contra Líbano de ese verano) encaja con este patrón.
A diferencia de los bombardeos indiscriminados de Israel, Hezbollah tenía como objetivo principal las fuerzas militares israelíes. La mayoría de las bajas israelíes durante el ataque fueron soldados, mientras que la gran mayoría de libaneses muertos por mísiles y bombas israelíes eran civiles.
Apoyo popular
Hezbollah es un partido político que dirige una red de escuelas, clínicas y otros servicios de los que dependen muchas personas para llenar el vacío de lo que no puede proveer el Gobierno libanés. También controla una serie de empresas, incluidas panaderías, bancos, fábricas y una línea de ropa islámica, así como una estación de televisión por satélite y una estación de radio. Organizó las actividades de socorro para el Sur de Líbano tras los bombardeos israelíes de 1993 y 1996, y actualmente ofrece dinero para los alquileres y mobiliario para aquellos cuyos hogares fueron destruidos en los ataques de ese verano.
A partir de comienzos de los 90, Hezbollah decidió tomar parte en la política, en primer lugar para ganar las elecciones al Parlamento en 1992. La organización ha llegado a tener 12 miembros en el Parlamento y dos en el Gabinete. Lleva un bloque parlamentario en el que otras fuerzas, incluidos los partidos seculares y los no musulmanes, están implicados. La lista de candidatos a esta alianza incluía no sólo a los chiítas, sino también a los cristianos, musulmanes sunitas y drusos. Hezbollah recibe ayuda y apoyo (incluido el militar) de Irán y Siria. Pero no es una marioneta de estos gobiernos, como insistió en su momento el Gobierno de Bush. Mientras que Irán tuvo una decisiva influencia durante los primeros años de Hezbollah, la organización ha desarrollado su propio consejo elegido y una estructura de mando para las decisiones políticas y militares. Según un informe posterior al alto el fuego, del principal analista político Anthony Cordesman, «ningún servicio oficial de Israel, oficial de inteligencia u otro oficial militar consideró que Hezbollah hubiese actuado bajo la dirección de Irán o Siria.» Más en general, Hezbollah es visto como una organización legítima de resistencia nacional, entre chiítas y no chiítas, en gran parte de la sociedad libanesa. Incluso antes de la última guerra entre Israel y Líbano en el verano de 2006, una encuesta del Centro de Estudios Estratégicos reveló que tres cuartas partes de los cristianos libaneses (base tradicional de la derecha) identificaban a Hezbollah como grupo legítimo para desafiar las agresiones israelíes. Algunos miembros de la izquierda se centraron en el compromiso de Hezbollah con el fundamentalismo islámico, para minimizar su importancia política, como en una carta a la revista Socialist Worker, en la que se señalaba a Hezbollah como «un movimiento parcialmente similar a nuestra derecha fundamentalista».
Es necesario entender correctamente el islamismo de Hezbollah. Por ejemplo, si bien acepta los prejuicios predominantes en el Islam en contra de la mujer (y el cristianismo, para el caso) la ideología chiíta de Hezbollah no es tan reaccionaria como, por ejemplo, los wahhabistas de los talibanes de Afganistán y los gobernantes de Arabia Saudita. Así, son muchas las mujeres que lideran los proyectos sociales de Hezbollah, aunque están excluidas de ser dirigentes políticos y militares.
Hezbollah mantiene actitudes homófobas, muy comunes en muchas corrientes del islamismo, y algunos de sus dirigentes han utilizado insultos antisemitas al describir su oposición a Israel. Por otro lado, a diferencia de sus patrocinadores en la política iraní, Hezbollah no tiene como meta la creación de un Estado islámico, al menos en Líbano. El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, dijo: «Líbano es un país plural. No es un país islámico». Esto saca a la luz por qué Hezbollah ha sido capaz de obtener el apoyo más allá de los chiítas, dentro de Líbano y más ampliamente en todo Oriente Próximo. El principal recurso de Hezbollah radica en su voluntad de impugnar la agresión israelí y el imperialismo de los EE UU, y no en su ideología islamista y los elementos traseros de su programa social y político. Al impedir satisfactoriamente que Israel pudiera cumplir con sus objetivos durante la última guerra de 2006, Hezbollah dio un ejemplo de resistencia que habría podido inspirar nuevas luchas por todo Oriente Próximo, abriendo potencialmente el camino para una alternativa de izquierda y secular que pueda echar raíces y crecer.
Jon Van Camp escribe para Socialist Worker. Este artículo ha sido publicado en el nº 38 de la edición impresa de Pueblos, julio de 2009, especial Oriente Próximo. Ésta es una versión recortada del artículo original, editada para adaptarse a los criterios de la revista Pueblos. Para leer el artículo original en inglés, se puede visitar: COUNTERPUNCH. Traducido para Pueblos por Mireia Gallardo Avellán.