Los medios de comunicación occidentales suelen mostrar imágenes, dar a conocer declaraciones y escribir extensas editoriales destinadas a tratar de convencer a la opinión pública de los cinco continentes, que la Coalición Internacional de países autodenominada Contra EIIL – Daesh en árabe – CICD – y liderada por Estados Unidos, es el más efectivo grupo […]
Los medios de comunicación occidentales suelen mostrar imágenes, dar a conocer declaraciones y escribir extensas editoriales destinadas a tratar de convencer a la opinión pública de los cinco continentes, que la Coalición Internacional de países autodenominada Contra EIIL – Daesh en árabe – CICD – y liderada por Estados Unidos, es el más efectivo grupo de naciones a la hora de combatir y destruir a las fuerzas y movimientos takfirí que operan en Siria e Irak. Sin embargo, la cruda realidad ha demostrado, que tal objetivo dista mucho de ser una realidad.
Una coalición de papel
La Coalición Internacional Contra Daesh es un grupo heterogéneo, medio centenar de países cuyo accionar es digitado desde Washington y que suma a sus aliados europeos, agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN – con países como Francia, Inglaterra y Turquía, que tienen un status de relevancia. A Washington y a la organización militar europea se adiciona Israel, las Monarquías Feudales del Golfo Pérsico – Omán, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait, principalmente, y donde sobresale la Casa al Saud, que a través de la influencia de su doctrina Wahabita y el incesante apoyo financiero, han sido los grandes responsables del surgimiento, desarrollo y accionar de los grupos salafistas como Daesh, Al Qaeda y el Frente al Nusra. La CICD agrupa así a disímiles países, donde lo esencial ha sido los ataques aéreos contra las bases terroristas, pero sin llegar a mellar en su funcionamiento general.
Esa CICD se ha dedicado más bien a realizar algunos raid aéreos, que permitan mostrar imágenes de la destrucción de algunos sitios, aparentemente ocupados por Daesh pero, que en general y así lo han denunciado las autoridades sirias e iraquíes, han ejecutado acciones que destruyen las ciudades y pueblos, la infraestructura vial, industrial y petrolífera justamente de los países agredidos por el terrorismo takfirí. En promedio, según los informes militares entregados por las autoridades estadounidenses la CICD realiza una decena de operaciones aéreas por día contra posiciones de Daesh. Tres cuartas partes de esas operaciones son realizadas por aeronaves de combate estadounidenses y el resto por naves de Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y muy marginalmente alguna nave francesa – sobre todo después de los atentados de Paris el 13 de noviembre del 2015 – decidida a mostrar a su opinión pública que estaba dispuesta a combatir el terrorismo que se desató en su capital.
Todo esa operación aérea, de la cual los medios de comunicación y los mandos militares occidentales tanto alardean, a un costo estimado de 10 millones de dólares diarios, visualiza no sólo la modestia del compromiso aliado por erradicar a Daesh de Siria e Irak, sino que muestra con claridad, que el objetivo no ha sido jamás eliminar a estos grupos terroristas. Al cabo de dos años de operaciones su ineficacia devela el trasfondo político-estratégico de este aparente fiasco militar: no se quiere dañar a Daesh porque este grupo es un instrumento, una herramienta del objetivo mayor que tiene Estados Unidos, la OTAN y sus aliados de Oriente Medio en la perspectiva de influir en la correlación de fuerza que podría acaecer tras la hipotética caída del gobierno Sirio.
Efectivamente, el análisis fino de lo que los aliados, agrupados en la CICD pretenden, bajo la política exterior de Obama respecto a que sean otros lo que hagan el trabajo sucio – el Leading From Behind – es el debilitamiento y cerco de la República Islámica de Irán, restando fuerza a la influencia que este país milenario, a pesar de sanciones y ataques es capaz de tener sobre los países del área. Únase a ello el tratar de concretar un plan, ya fraguado desde aquella lejana operación Tormenta del Desierto del año 1991, que significó invadir Irak a manos de una Coalición internacional liderada por Estados Unidos y cuyos objetivos tampoco fueron los originalmente trazados.
El Leading From behind de Washington y sus socios más cercanos es, básicamente, el trabajar por implementar un modelo de rediseño geoestratégico para Oriente medio, que sirva de laboratorio para el Magreb y Asia Central. Este plan implica la fragmentación de Irak en tres zonas bien delimitadas: una zona bajo control Kurdo, una zona de influencia sunnita y la tercera zona, una región bajo control chiita, con desarrollo de áreas de influencia definidas por Estados Unidos, Francia e Inglaterra, fundamentalmente, dando tajadas menores a Turquía y Arabia Saudita y generando un aparente «campo de protección» a la entidad sionista.
Es por ello que esta CICD es simplemente una Coalición de papel couché, bien adornada, presentada bellamente, ornamentada con palabras de buena crianza, apelando a la libertad de los pueblos, el combate al terror, la consolidación de la democracia pero con escaso peso específico, destinada a ser, en esencia, un montaje de una operación mayor. La Coalición Internacional Contra Daesh, liderada por Estados Unidos y sus fieles títeres europeos y de Oriente Medio, en su aparente combate contra el takfirismo no ha sido un fracaso, ni es un error, ni un fiasco premeditado. Es, una muy bien planeada operación de largo alcance, con el objetivo ya sostenido de derrocar el gobierno sirio, fragmentar a Irak, debilitar el poder regional de Irán e impedir el avance ruso hacia el sur y el oeste.
Occidente y sus aliados practican así ese peligroso doble juego, tan inmoral como suicida, que significa, por ejemplo, que Turquía sea hoy uno de los países por donde transita la mayor cantidad de combatientes extranjeros, que se unen a las filas de Daesh, atravesando para ello la permeable frontera turco-siria, sin que se haya tomado contra Ankara medida alguna de contención o que se haya determinado algún tipo de crítica por violar el derecho internacional, una resolución condenatoria del Consejo de Seguridad de la ONU o el establecimiento de sanciones por apoyar el terrorismo. Sin duda, el lucrativo negocio del contrabando del petróleo, robado desde los pozos de Mosul, Baiji, Mayadin, Deit al Zour o Al Raqa son un aliciente más que poderoso, para que el gobierno de Erdogan siga apoyando el terrorismo salafista, mientras dedica sus esfuerzos militares a combatir a las fuerzas kurdas o a ocupar militarmente amplias zonas del norte iraquí, en pos de su objetivo político neo-otomano.
Irán y Rusia en el centro del combate
Sin embargo, en la misma región, en el mismo escenario de conflicto, otros países, han dado pasos claros en defensa de la sociedad siria e iraquí, que sufren los embates del terrorismo takfirí. La Federación Rusa y la República Islámica de Irán, han derrochado recursos y esfuerzos humanos y materiales por ser efectivamente agentes de contención del terrorismo salafista en Oriente Medio y una labor de combate efectivo, real, concreto, con resultados. Para el trabajo de inteligencia y acoplamiento crearon, junto a los gobiernos sirio e iraquí un centro de información para coordinar la lucha contra el grupo terrorista Daesh – con sede en Bagdad. Recordemos que a fines del mes de septiembre del 2015 Siria, Irak, Irán y Rusia acordaron establecer en la capital iraquí un centro de inteligencia, conformado por militares de alto rango de las cuatro naciones, con el fin de recolectar y analizar la información proveniente de las zonas en conflicto y que permita así contrarrestar las amenazas de Daesh.
El análisis internacional, incluyendo en ello los provenientes de agencias de inteligencia, de medios de comunicación y los propios políticos occidentales han tenido que reconocer que frente a un panorama donde las fuerzas de la CICD destacan por su planificada inoperancia, los que llevan el peso de la contienda ya sea en el escenario sirio o iraquí, han sido los milicianos de Hezbolá, los Peshmergas, el Ejército Sirio, la Fuerza de Tarea Quds y las Fuerzas militares que responden al gobierno central de Bagdad. Son ellos los que han logrado recuperar pueblos y ciudades que estaban en manos de Daesh.
El Ministro de Asuntos Exteriores de Siria Al Walid al Moalen ha afirmado en innumerables oportunidades, así como el propio Presidente Sirio Bashar al Assad y su mandos militares, que los ataques aéreos rusos contra posiciones de Daesh y otros grupos terroristas en Siria, desde el 30 de septiembre a la fecha, han sido cinco veces más eficaces que las operaciones internacionales lideradas por Estados Unidos. Por su parte, el presidente Iraquí, Foad Masum ha agradecido a Irán su papel constructivo en el fortalecimiento de la seguridad en Irak y en lo específico su papel en la lucha contra Daesh «cuando el grupo terrorista EIIL – Daesh en árabe – invadió el territorio de Irak el primer país en enviar ayuda militar y humanitaria a la nación iraquí fue la República Islámica de Irán. Agradecemos la ayuda humanitaria, técnica y los asesoramientos de Teherán a Bagdad en su lucha contra el grupo takfirí Daesh. Somos vecinos y las relaciones entre ambos han sido buenas y los dos países comparten similitudes en los ámbitos históricos y culturales» concluyó Masum.
Tanto el gobierno ruso como el iraní han hecho innumerables llamados a la unidad de acción contra Daesh, el Frente al Nusra y otros grupos terroristas de la zona, algunos de ellos sindicados por Estados Unidos y su aliados como «rebeldes moderados» y sujetos, por tanto, a nuevas ayudas financieras y militares, canalizadas a través de Turquía, Arabia Saudita y la entidad sionista. El gobierno de Teherán ha sostenido permanentemente que la CICD con estas ideas y el tratar a algunos de terroristas y a otros grupos como rebeldes moderados o invitarlos a Riad donde se reunieron más de 60 agrupaciones invitadas por la Casa al Saud y el beneplácito estadounidense, lo que pretende es incitar las divergencias en la región, con el objeto de sacar provecho y contribuir al logro de sus intereses económicos y en ese plano de crisis es imprescindible la colaboración de todos, si lo que efectivamente se persigue es la paz.
Para el gobierno ruso la CICD «actúa con un enfoque totalmente politizado que contradice el derecho internacional. No estaría mal que la coalición dé a conocer al mundo lo que está haciendo en la región – Siria e Irak – ya que es casi imposible entender dónde los países actúan en el marco de la coalición y dónde en sus propios intereses Francia, el Reino Unido y Alemania, que se han sumado hace poco a los ataques aéreos contra Daesh deberían realizar acciones efectivas que aboguen por una lucha real contra el terrorismo».
En una encuesta llevada a cabo hace pocos días el Consejo Europeo de la revista Estadounidense The Politico – www.politico.com , el 53 % de los expertos encuestados calificó de relevante el papel desempeñado por la Federación Rusa y la República Islámica de Irán en el proceso de paz para Siria, así como las acciones tendientes a erradicar a grupos terroristas como Daesh. El sondeo, según informó el portal de noticias Hispantv contó con la participación de 76 diplomáticos y expertos en asuntos de Europa y Estados Unidos, que participaron en la encuesta con la condición de permanecer en el anonimato. Uno de los encuestados catalogó de ineficaces los ataques aéreos contra Daesh, sino se era capaz de coordinar con Rusia e Irán operaciones de mayor envergadura y resultados. Esto lleva a la necesidad de conformar una Coalición internacional contra Daesh que facilite una intervención directa más allá de los ataques aéreos, con tropas terrestres y ocupación de aquellas áreas que estaban en poder de los movimientos terroristas.
Estos llamados han chocado contra una pared, lo mismo que aquellos efectuados desde Moscú, que a través de sus operaciones aéreas, iniciadas tan sólo hace tres meses, ha tenido resultados positivos, apreciables y que claramente disminuyen la capacidad operativa de Daesh, a diferencia de aquellas operaciones realizadas por la CICD. Lo mismo Teherán que a través de la labor desarrollada por el general de Brigada Qasem Soleimani ha implementado una política de apoyo a las milicias iraquíes de raíz chiita e incluso cuerpos de voluntarios que combaten a Daesh. En Siria ese apoyo se vislumbra a través de Hezbolá quien recibe apoyo logístico y armas desde Teherán.
En estas últimas semanas, la participación rusa en el conflicto en Siria ha acaparado la atención de los medios de comunicación pero, existe un papel que suele ser desconocido por los medios y que puede ser recogido a través de las declaraciones de políticos iraquíes, sirios e incluso en la lectura ocasional de algunos medios occidentales, que coinciden en que la reconquista de varias zonas del país árabe que estaban bajo el control de Daesh ha sido gracias a la ayuda táctica brindada por Irán. Con la ayuda de asesores iraníes, se expulsó a Daesh de grandes territorios en el norte y oeste de Irak. El gobierno iraquí no escatima elogios a los esfuerzos que el país persa ha hecho para devolver la estabilidad a Irak. Los integrantes de las fuerzas de la organización Badr son una valiosa ayuda y ha conseguido responder con más rapidez a la amenaza takfirí que otros grupos o el propio Gobierno iraquí, sostienen los políticos locales.
En una crónica anterior donde daba a conocer el relevante papel que cumple Irán en la estabilidad regional sostuve que, efectivamente, la Brigada Badr, Hezbolá, Asaib Ahl Al Haq y la Brigada As Salam de Muqtada al-Sadr Muqtada al Sada, apoyadas por la Fuerza de Tarea Quds de Irán – dirigidas por el general de división Qasem Soleimani, han tenido un papel relevante – incluso en el rescate del piloto ruso abatido en la frontera turco-siria e inicios del mes de diciembre del 2015 – Soleimani es visto por occidente como el hombre capaz de enfrentar las amenazas contra su país con éxito y su mano se ha visto en las recientes derrotas de Daesh, reconquistando pueblos y ciudades, asegurando la línea del frente de batalla y reforzando al asediado Ejército iraquí, sobre todo en la ruta estratégica de Samarra a Bagdad.
En su momento, el carismático General Soleimani señaló «Teniendo en cuenta las fuertes derrotas recibidas por Daesh y otros grupos terroristas, estamos seguros de que estos grupos se acercan a su fin la provocación y la organización de la corriente takfirí es la última medida de la hegemonía mundial para dañar la imagen del Islam y avivar el fuego de intrigas y conflictos internos entre los musulmanes». Occidente ante la presencia rusa y especialmente ante el papel que cumple irán en la lucha contra Daesh le resulta políticamente complejo condenar la presencia de voluntarios iraníes, la presencia de Soleimani o criticar el resurgimiento de milicias chiíes, si los objetivos militares son los mismos que dicen sostener los miembros de la CICD.
La diferencia fundamental radica en que las batallas en el terreno – donde la CICH no tiene presencia alguna – la están dando estos milicianos y no los países que forman parte de la Coalición. El secretario general de la organización iraquí Badr, Hadi al-Ameri ha señalado que el apoyo de Irán fue el decisivo para impedir la caída de Bagdad a manos de Daesh «reconocemos en esta labor la presencia de fuerzas amigas iraníes al mando del Comandante de las Fuerzas de Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución islámica de Irán, el general Qasem Soleimani , en la lucha contra los takfiríes y las operaciones del ejército iraquí, para reconquistar los territorios los territorios en manos de Daesh».
Con la Federación Rusa en el plano aéreo en territorio sirio, y el papel de apoyo de la República Islámica de Irán a la lucha del Ejército Sirio e iraquí en el plano terrestre, queda claro quién es quién en materia de combate al terrorismo takfirí. Quién de verdad desea eliminar la plaga del terrorismo salafista y quienes están por que se maquille la conducta terrorista en pos de objetivos hegemónicos, donde el petróleo, el gas, los pasos de oleoductos y gasoductos y los afanes de expansión están jugando un papel esencial.
Hoy más que nunca las palabras del general Soleimani revisten importancia al sostener hace algunos meses en la ciudad de Kerman que la coalición internacional anti-EIIL, liderada por Estados Unidos carece de toda voluntad en la lucha antiterrorista, porque la economía del grupo terrorista se nutre de los pozos de petróleo en Kirkuk – norte de Irak – cuyo crudo es transportado por los petroleros de los países que encabezan la coalición en un contrabando inmoral, que cuenta con pruebas y que explica las razones del papel miserable cumplido por Turquía en la agresión contra Siria e Irak. Mismo petróleo comprado por Israel y Jordania y cuya trazabilidad podría dar luces respecto a su comercialización en el mercado europeo.
Para Soleimani «Daesh es un gran complot contra el mundo islámico y si alguien lo niega habrá negado su lógica y en ese plano el único que le ha plantado cara a Daesh es la República Islámica de Irán». Nobleza obliga y en ese sentido se ha sumado a la lucha contra el terrorismo la federación Rusa en el plano de apoyo al gobierno sirio a través de presencia militar aérea con operaciones de bombardeo que han ido minado el accionar de Daesh. Lo que se espera ahora es que a ese trabajo efectivo de combate y destrucción a los grupos salafistas se unan los que llevan predicando largos años, pero cuya práctica ha sido más bien de complicidad.
Francia e Inglaterra han afirmado que quieren avanzar en esa dirección pero, sus declaraciones se han quedado sólo en las buenas intenciones pero, una mano invisible al parecer los detiene en esta necesaria conformación de una amplia coalición contra el terror, no ´solo por lograr la paz en l región, sino que se requiere para detener la orgia de sangre que ha significado, sólo en l caso sirio la muerte de 280 mil de sus ciudadanos, desde el inicio de la agresión contra el país levantino, 7 millones de desplazados internos y cuatro millones de refugiados, junto la destrucción de su infraestructura vial, sanitaria y de servicios básicos.
Artículo del autor cedido por Hispantv.
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