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¿Quién mató a la adolescente palestina Ahed Tamimi?

Fuentes: Rebelión

Los filisteos (palestinos) pasaron a la historia como el pueblo del gigante Goliat, símbolo del poder bruto e ignorante, derrotado por la astucia del pequeño pastor David, pero el descubrimiento de un cementerio filisteo en Ascalón (Israel) da un vuelco a la historia y a la arqueología bíblica (…) ya que por los restos encontrados […]

Los filisteos (palestinos) pasaron a la historia como el pueblo del gigante Goliat, símbolo del poder bruto e ignorante, derrotado por la astucia del pequeño pastor David, pero el descubrimiento de un cementerio filisteo en Ascalón (Israel) da un vuelco a la historia y a la arqueología bíblica (…) ya que por los restos encontrados se deduce que era un pueblo sofisticado y cosmopolita. (Para más información pinchar en la noticia de El Mundo «La Verdad sobre los Filisteos»)

 

Parece que se la ha tragado la tierra. Que alguien la ha sellado la boca. Que ya no interesa la voz de esa adolescente que ocupaba las primeras páginas de la prensa internacional y que se había convertido en el icono de la resistencia palestina. Llevo varios meses ojeando los medios anglosajones, galos, latinos, e incluso Al Jazeera, y nadie dice ni mu de «la chica que valía más que mil hombres».

Lo último que leí sobre Ahed Tamimi fue un artículo publicado en Madrid por El Confidencial Saharaui, en septiembre de 2018, en el que aparece la heroína palestina junto al atleta saharaui Salah Eddin Medan, en una foto tomada en París. La chica, que acababa de pasar ocho meses en una cárcel israelí, realizaba entonces una gira europea buscando apoyos a la causa palestina, cual «alter ego» de su admirado Nelson Mandela.

Al parecer, la joven guerrillera provocó la cólera del rey de Marruecos, Mohamed VI (autoproclamado descendiente del profeta Mahoma) y el monarca, sus secuaces y la prensa alauita lanzaron una campaña para demonizar a Ahed Tamimi por fotografiarse junto a Salah Eddin Medan, miembro del Frente Polisario (FP), movimiento que aspira, al igual que Palestina, a recuperar sus tierras y vivir en un Estado libre e independiente.

(Ya sé que la historia de Palestina y El Sáhara Occidental (1) son muy distintas, pero comparten algunos puntos en común: la ocupación ilegal de sus tierras, las oleadas de refugiados que se convirtieron en apátridas, y el caso omiso que se hace de las resoluciones de la ONU -porque no gustan a EEUU- que exigen reparar las injusticias sufridas por palestinos y saharauis).

Los voceros marroquíes rebuznaron un montón de calumnias para denigrar a esa gran luchadora, cuyo liderazgo debe sentar como una bomba en las sociedades machistas, y llenaron las redes de propaganda bastarda aseverando que Ahed Tamimi, de 17 años, era «una agente, una espía de Israel» que engañó a su pueblo con la misma astucia que «la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en la Era de Yasser Arafat».

(Todos sabemos que Marruecos es como un perro de presa que hociquea en «los huevos» del Gobierno español, por lo que el tema saharaui en España es tabú (y en Palestina). Cualquier amago de Madrid de pedir justicia para los saharauis, llega pronto a los oídos del bulldog y los dirigentes íberos se cubren como locos, con el cinturón de castidad, el saco escrotal. Mohamed VI sabe como doblegar a España: abriendo las puertas para mandarnos avalanchas de emigrantes y prohibiendo a nuestros pesqueros faenar en «sus costas» (saharauis).

Al parecer, la mano de Mohamed VI es muy larga (a veces lleva un reloj con 1.075 diamantes valorado en un millón de dólares) y lo mismo da un toque de atención al palacio de la Moncloa como a la Muqatta, sede del presidente palestino Mahmud Abbas. Con especímenes así, cualquier idea que tengamos de libertad se rompe en pedazos, aunque eso poco importa a algunos exgobernantes, amigos del descendiente del profeta, como el exsocialista Felipe González, que se hizo con una lujosa mansión en Tánger (situada en primera línea de playa) valorada en unos 2,5 millones de euros.

Ahed Tamimi, la chica de la aldea de Nabi Saleh, sita en la Cisjordania ocupada, pasó ocho meses en prisión (diciembre 2017-julio 2018) por abofetear a un soldado israelí en el patio de su casa. En la cárcel sufrió torturas psicológicas (constantes amenazas contra su familia y amigos), acoso sexual e interrogatorios violentos e interminables para quebrar su voluntad y exponerla al mundo como un ángel negro «con las alas partidas».

¿Su desaparición se debe sólo al caso saharaui o hay otras causas? ¿Acaso molesta que una chica adolescente, carismática, con voz en los foros internacionales, haga temblar con su palabra a Israel y «ondee la bandera palestina en las cumbres más altas» dejando en un segundo plano a políticos mediocres, con ideas trasnochadas, que se niegan a dar paso a las nuevas generaciones, a pesar de que sus políticas fracasan estrepitosamente?

Ahed Tamimi es una adolescente que transpira coraje, inteligencia, nobleza, honestidad e integridad. Malas cualidades en una Palestina donde hay indicios de una grave corrupción en el seno de la ANP, por una parte, y tal desesperación en la Franja de Gaza (feudo de Hamás), por otra, que «sus guerrilleros y guerrilleras» se entregan a la muerte atravesando cegadoras lluvias de balas «con la ilusión» de saltar las alambradas y regresar a su patria histórica, esa que se remonta a los primeros filisteos, pueblo refinado, culto y elegante que posiblemente absorbió el humus de la civilización minoica.

Israel, que ocupa Cisjordania y Jerusalén Este (Judea y Samaria para los sionistas) desde la guerra de los Seis Días (1967), es una especie de búnker yanqui que dispone de un imponente arsenal de bombas atómicas que amenaza -en caso de que sus planes se tuerzan- con provocar una Tercera Guerra Mundial. De eso ya nos advirtió, siendo casi fulminado por ello, Günter Grass, convertido durante décadas en la molesta conciencia de Europa, cual hermano de sangre de Eduardo Galeano, al otro lado del charco.

La ausencia de Ahed Tamimi, que desea estudiar derecho con la determinación de ganarse el apoyo internacional para establecer el Estado palestino, coincide con inquietantes noticias de que Israel está comprando, mediante intermediarios, numerosas casas de palestinos que viven en Jerusalén Este.

Con esa táctica, los sionistas van apoderándose, sin meter mucho ruido, de la ciudad que debería ser la capital del Estado palestino. Algunas fuentes dicen, «que algunos agentes inmobiliarios», que conminan o presionan a los palestinos para que vendan sus viviendas, son árabes o «incluso traidores» de su pueblo sin escrúpulos morales.

Israel ya compró tierras a campesinos pobres o a terratenientes palestinos, a finales de la década de años 40 del siglo pasado, para «agrandar sus fronteras». ¿Alguien se imagina por ejemplo a ciudadanos británicos comprando fincas en España que automáticamente pasan a formar parte del Reino Unido? Como dice el refrán, todos cortan leña del árbol caído.

Desde 1947 hasta nuestros días, Palestina ha perdido el 85% de su territorio. La mitad de los catorce millones de palestinos que hay en el mundo, siete millones, son refugiados o descendientes de refugiados. Los palestinos más preparados: ingenieros, arquitectos, intelectuales, médicos, físicos, etc., han ido abandonando ese «páramo», donde todavía hay niñas, como Ahed Tamimi, que intentan demostrar que ella, y la joven generación que la apoya, de mentalidad abierta y progresista, pueden conseguir lo imposible y dar una lección al mundo.

Nota:

(1) La escritora china San Mao (1943-1991) retrató las turbulencias del Sáhara, poco antes de que Marruecos invadiera el territorio con la famosa Marcha Verde, en una obra de gran valor histórico y literario: «Memorias de El Sáhara». Siempre he lamentado que ningún director de cine español haya llevado a la pantalla «esa crónica tan excepcional» que, sin duda, tendría una gran proyección internacional. Para saber más sobre San Mao, quien vivió en el Sáhara con su marido español José María, pinchar en este enlace: San Mao salva del olvido al muy noble Pueblo Saharaui.

Blog del autor: http://m.nilo-homerico.es/reciente-publicacion/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.