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¿Quién teme a Georges Ibrahim Abdallah?

Fuentes: Vilaweb.cat

Traducido del catalán para Rebelión por Lucas Marco

Georges Ibrahim Abdallah es un comunista revolucionario libanés de familia cristiana maronita. Activista de las FARL (Fracciones Armadas Revolucionarias Libanesas), fue detenido en Lyon en 1984, acusado de llevar documentación falsa: un pasaporte argelino auténtico con identidad falsa. El gobierno argelino intercedió por él ante el gobierno francés. Los compañeros de Abdallah tomaron un rehén para hacer un intercambio. Francia aceptó. El rehén fue liberado. Abdallah, no. Francia traicionó el acuerdo. Posteriormente, y como justificación, aparecieron nuevos cargos contra él. Le acusaron, sin pruebas según su abogado Jacques Vergès, de haber dirigido los comandos que habían matado a un agente del Mossad y un militar de los Estados Unidos, veterano del Vietnam. Ronald Reagan presionó, personalmente, a François Mitterand. Le condenaron a cadena perpetua con un mínimo de quince años. Ya ha cumplido veintitrés, e interpone la séptima demanda de libertad condicional, cuya resolución tiene que hacerse pública el 17 de Abril.

Cada vez que pide la condicional, se la niegan. Siempre interviene en contra suya tres razones de Estado: la del Estado francés, la del Estado israelí y la del Estado norteamericano. Es un rehén de estos tres países, aunque no se le puede vincular al mundo del integrismo islámico. ¿Por qué no le conceden la libertad que le corresponde después de haber cumplido sobradamente la pena? ¿Veintitrés años no son suficientes? ¿Quién teme a Georges Ibrahim Abdallah? El año 2003 el Tribunal de Paz le otorgó la libertad, pero la fiscalía, a petición del ministro de Justicia, Dominique Perben, interpuso un recurso que ganó alegando «el impacto susceptible de provocarse en Francia, Estados Unidos e Israel a raíz de su liberación». ¿De qué impacto hablan? Además, «impacto» y «susceptible» no son términos jurídicos. Es evidente que la decisión es política y que la justicia se ha sometido por la fuerza, no por argumentos legales. También pesa la opinión policial, la de la DST (Direction de la Surveillance du Territoire, el contraespionaje francés) que, recientemente ha escrito de él: «Personalidad emblemática de la lucha antisionista, su liberación constituiría, sin duda, en Líbano, un acontecimiento. Probablemente, será recibido como un héroe cuando vuelva a su país, pero también por movimientos implicados en la lucha revolucionaria». «Impacto susceptible»… «Probablemente»… ¿Qué hay detrás de todo esto?

Su abogado es Jacques Vergès, un hombre brillante, controvertido y misterioso que ha defendido siempre casos muy complejos, y al mismo tiempo mediáticos, como los militantes del FLN de la guerra de Argelia, el superterrorista Carlos, y militantes de la extrema izquierda europea de la Baader Meinhof o de Action Directe. Ha sido polémico por haber asumido también la defensa del nazi Klaus Barbie, ‘el carnicero de Lyon’, o de Slobodan Milosevic. Vergès confiesa en el documental ‘L’advocat de la terreur‘ (2007), de Barbet Schroeder, que Abdallah es uno de los hombres que más respeto le merece, que se negó a declarar a la justicia y que le pidió, «por favor», que no hiciera tratos ni buscase atenuantes: o la libertad o la perpetua. Fue la perpetua. Y han pasado ya dos décadas. Jacques Vergès, durante su última intervención ante la justicia francesa, en Septiembre del 2007, titulada ‘Por Georges Abdallah, contra Georges Bush’, afirma que su defendido ha cumplido condena, que tiene que ser liberado, que las presiones de los Estados Unidos sobre la justicia francesa no pueden continuar, que Abdallah está inculpado por hechos que datan de 1982, no de después del 11 de Septiembre del 2001, que no se puede mezclar con la nebulosa de al-Qaeda o con las nuevas formas de terrorismo en Oriente Medio. Es urgente, dice, hacer cruz y ralla con los años de plomo. Resolver los casos de los que ya se han cumplido condenas de dos décadas. Lo ha hecho la justicia alemana en relación con los últimos presos de la RAF, y la francesa comienza a hacerlo con los de Action Directe y lo ha hecho, también, con Philippe Bidart, de Iparretarak. Falta Georges Abdallah. Una nueva negativa sería insostenible. Jacques Vergès acaba así su intervención: «El tiempo de los procuradores ha pasado. Ahora les toca hablar a los historiadores. Es por eso que pedimos que la justicia francesa siga el ejemplo de la justicia alemana, y hacer ver a nuestros condescendientes amigos americanos que Francia no es una mujer sumisa, en una palabra, una puta».

Enlace original: http://www.vilaweb.cat/www/mailobert?id=2802064