En el Kurdistán sirio nace una nueva forma de hacer política y de organización. En una zona devastada por el Estado Islámico, pero que se mantiene liberada gracias a la lucha de la guerrilla del PKK junto al pueblo, ¿cuáles son los desafíos económicos? Desde hace más de cien días, la guerrilla kurda en el […]
En el Kurdistán sirio nace una nueva forma de hacer política y de organización. En una zona devastada por el Estado Islámico, pero que se mantiene liberada gracias a la lucha de la guerrilla del PKK junto al pueblo, ¿cuáles son los desafíos económicos?
Desde hace más de cien días, la guerrilla kurda en el norte de Siria, junto a pueblos de diversas nacionalidades, defienden un proceso revolucionario basado en la igualdad, la vida en comunidad, la lucha contra el machismo y la aplicación de políticas que se diferencian del nacionalismo árabe y el islamismo político, las dos grandes corrientes que marcan a Medio Oriente.
Las YPG y las YPJ, conformadas por milicianos y milicianas, combaten en Rojava, región siria fronteriza con Turquía que tiene una extensión de 18 mil 300 kilómetros cuadrados y está dividida en tres cantones (regiones): Kobane, Cezire y Efrin. En ese territorio, la agricultura (el trigo es el principal producto) y el petróleo son las fuentes de de mayores recursos.
Aunque la guerrilla kurda expulsó al Estado Islámico de Rojava, esa zona todavía se encuentra asediada por el grupo terrorista y las fuerzas militares turcas, ya que el gobierno de Ankara rechaza la autonomía que se impulsa en Kobane. Pese a todo esto, hace más de dos años los pobladores de Rojava proclamaron una revolución y una «tercera vía» comenzó a crecer. Kurdos, árabes, asirios, turcomanos y otros pueblos impulsan un nuevo sistema basado en la ideología del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PYD, en el norte de Siria). El «Confederalismo Democrático» (CD) se abre como posibilidad real, pese al estado de guerra y de un bloqueo económico y comercial sobre Rojava, aplicado principalmente por el Estado turco.
Meses atrás, las poblaciones de Rojava dictaron su Contrato Social (Constitución), en la cual estipularon que los «recursos naturales, situados por encima y por debajo de la tierra, son la riqueza pública de la sociedad. Los procesos de extracción, gestión, licencias y otros acuerdos contractuales relacionados con dichos recursos serán reguladas por la ley». En esa línea, decretaron que «los edificios y terrenos» son propiedad del nuevo autogobierno.
En el Contrato Social se indicó que todos los pobladores tienen «derecho al uso y goce de sus bienes privados. Nadie podrá ser privado de sus bienes, excepto mediante el pago de indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos y según las formas establecidas por la ley». Con respecto al sistema económico, se remarcó que «debe orientarse a proporcionar bienestar general y, en particular, la financiación se concede a la ciencia y la tecnología. Tendrá por objeto garantizar las necesidades diarias de las personas y para garantizar una vida digna. (El) monopolio está prohibido por ley. Los derechos laborales y el desarrollo sostenible están garantizados».
En una entrevista realizada a Amaad Yousef, ministro de Economía del cantón de Efrin, y publicada en Özgür Günden, se pueden descubrir algunas líneas sobre la economía en Rojava. El funcionario explicó que la región siempre estuvo caracterizada por la pobreza, porque desde el gobierno central «no permitieron abrir fábricas, o el desarrollo o cualquier forma de enriquecimiento de la región». Yousef recordó que «en Efrin fueron cerradas 200 plantas de procesado de olivas. Fuera de esto no había ni el más pequeño taller».
Ante una situación crítica, la administración de Rojava impulsa centros de desarrollo de la economía social en varias ciudades.
El antropólogo inglés y activista anarquista David Graeber -quien a finales del año pasado estuvo diez días en Cezire- detalló que ahora existe un sistema académico considerado «clave de la estrategia económica», que ofrece seis semanas de cursos intensivos en diversas especialidades, que anteriormente eran dictadas por el gobierno sirio. «Las (nuevas) academias económicas no sólo entrenan en conocimiento técnico sino que enfatizan la gestión cooperativa y tienen como objetivo difundir estos conocimientos a la mayor cantidad de población posible», expresó el antropólogo.
Por su parte, Hassan Rammo, en el artículo «La autogestión hacia un cambio democrático: La revolución del 19 de julio», destacó que en septiembre de 2013 el gobierno de la región «emitió una decisión de reducir los precios de los combustibles», como también entregó semillas de trigo y combustible a los agricultores mediante préstamos a pagar «después del final del ciclo de cultivo».
En «Rojava: una revolución en la vida diaria», la periodista Rebecca Coles apuntó que la «nueva Administración tomó la tierra y distribuyó partes de ella a cooperativas autoorganizadas que están trabajando para expandir la ganadería y para aumentar y diversificar lo que se planta». Coles explica que se continúa «extrayendo algo de petróleo y lo refinan en diésel de baja calidad para venderlo en el cantón y distribuirlo a las cooperativas y otras instituciones. Lo que producen las cooperativas se vende o a la Administración o a precios controlados por la Administración. La Administración proporciona a cada hogar una ración de pan. El contrabando es alto».
Yousef aseguró que en Efrin ahora el empleo es pleno, por lo cual la población aumentó de 450 mil personas a un millón, entre ellos 200 mil árabes.
Pese a la inestabilidad de la zona, el funcionario enumeró que en el cantón ya funcionan «50 fábricas de jabón, 20 fábricas de olivas, 250 plantas de procesado de olivas, 70 fábricas de fabricación de material de construcción, 400 talleres textiles, 8 fábricas de calzado, 5 fábricas de producción de nylon, 15 fábricas de procesado de mármol», a lo que se suman dos molinos (para procesar trigo) y dos hoteles. «Estamos haciendo todo esto en los pueblos para que la gente pueda volver (…) se construyó una presa para proporcionar agua para beber -destacó-. Creamos la marca ‘hecho en Efrin’. Prohibimos la fundación de otras fábricas de olivas desde una perspectiva ambiental. También prohibimos los talleres de fusión de plomo para proteger la salud humana».
Entre otros aspectos económicos, el ministro de Efrin detalló que todavía utilizan la moneda siria (libra) y el interés fue prohibido. «Aquellos que lo hacen son enviados a juicio y se enfrentan a las consecuencias», remarcó. Además los bancos estatales no operan, pero fueron fundadas entidades bancarias en los cantones, aunque Yousef reconoció que «la gente ahorra guardando su dinero bajo la almohada». Como sistema de impuestos, relató el funcionario, se está analizando el aplicado en la Región Autónoma Vasca. En la actualidad, explicó, «se recaudan impuestos y éstos son distribuidos a los ministerios dependiendo de sus necesidades. Hay transparencia en cuando a estas cuestiones. Los ciudadanos saben donde se van a utilizar los impuestos que pagan. Sin embargo aún no podemos decir que este sistema está totalmente establecido».
En declaraciones a medios alternativos, Graeber describió que además del sector de colectividades y cooperativas «hay un sector de ‘economía abierta’ que incluye la economía de bazar existente, la cual, sin embargo, ahora está bajo la autoridad de las comunas locales, las cuales intervienen imponiendo precios máximos a cualquier cosa considerada bien esencial».
Sobre otros aspectos, el antropólogo inglés manifestó que «algunos capitalistas autóctonos sí existen y no han sido expropiados; algunos incluso son parte del gobierno ‘auto-organizado'». Según Graeber, la explicación de esta situación es que «la revolución tenía como objetivo ‘cambiar el suelo bajo el que operaban’ cambiando la forma en que la economía funcionaba como un todo, y cambiar la estructura del poder político para así hacerles imposible el traducir la ventaja económica a influencia política, y por lo tanto en última instancia, continuar operando como capitalistas a largo plazo».
Por último, al referirse al capital privado Yousef aseveró que «no está prohibido pero está de acuerdo con nuestras ideas y sistema. Estamos desarrollando un sistema en torno a las cooperativas y las comunas. Sin embargo, esto no prueba que estemos en contra del capital privado. Se complementarán entre sí. Creemos que cuando el sistema de cooperativas esté desarrollado, se puede añadir capital privado moral a ciertas partes de la economía. La sociedad de Rojava funcionará mejor de esta manera y alejándose del sistema liberal. En el sistema liberal el pez gordo se come a los peces pequeños y no hay moralidad. En nuestro cantón se fundó una Organización del Comercio y la Industria y tiene 7.000 miembros. Aquí sólo hay una cosa prohibida y es el capital financiero».
Fuente original: http://barometrointernacional.bligoo.com.ve/por-leandro-albani-la-economia-en-rojava-realidades-y-desafios-en-la-lucha-kurda