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Recordando al mártir Khalil Ibrahim Al-Wazir (Abu Jihad)

Fuentes: Rebelión

El segundo comandante del líder mártir presidente Yasser Arafat y co-fundador del Movimiento de Liberación Nacional Palestino-Fatah, el mártir Khalil Ibrahim Al-Wazir (Abu Jihad), nació el 10 de octubre de 1935 en Ramla, Palestina y a los 13 años fue convertido en refugiado tras la ocupación sionista que permitió la ilegal creación de Israel sobre […]

El segundo comandante del líder mártir presidente Yasser Arafat y co-fundador del Movimiento de Liberación Nacional Palestino-Fatah, el mártir Khalil Ibrahim Al-Wazir (Abu Jihad), nació el 10 de octubre de 1935 en Ramla, Palestina y a los 13 años fue convertido en refugiado tras la ocupación sionista que permitió la ilegal creación de Israel sobre las tierras palestinas robadas en 1948.

Gran influyente en la revolución palestina y comandante de Al-Assifa, ala más leal al comandante Arafat, juntos diseñaron la resistencia a partir de la década del ’50. Exiliados en Túnez tras la invasión israelí al Líbano que asesinó a miles de libaneses y palestinos en 1982, los servicios secretos del Mossad y el Shin Bet, durante meses focalizaron en su mira no solo la muerte de Arafat sino también la de Abu Jihad, para abortar la resistencia y la Intifada (insurrección popular) generada por ambos a partir del 8 de diciembre de 1987 y convertida en una esencial amenaza para la potencia ocupante.

Agobiados por la Intifada que mostraba al mundo como niños palestinos con piedras en las manos lograban humillar al poderoso ejército de la ocupación, el ministro de Defensa Yizhak Rabin, enfurecido, el 13 de abril ordenó al jefe del Mossad, Nahum Admoni, preparar inmediatamente el asesinato de Abu Jihad. El primer ministro israelí Yizhak Shamir y otros 10 ministros fueron informados y aprobaron de urgencia la operación.

En el anochecer del 15 de abril de 1988, en pleno Mes del Sagrado Ramadán, desembarcó en las playas de Túnez la unidad elite de la marina israelí Sayeret Matkal a cargo de los comandantes Ehud Barak y Moshe Yaalon. Mientras otros siete comandos de la Mossad se sumaron sin ser advertidos por los controles tunecinos, que al parecer, estaban revestidos de una cómplice ceguera.

En las primeras horas de la madrugada del 16 de abril, Abu Jihad, regresó a su casa del barrio tunecino de Sidi Boa Said luego de una reunión con Yasser Arafat, Abu Iyad y Farouk al-Kaddoumi. Ya en el interior junto a su familia, uno de los grupos de comandos controló el exterior de la casa y el otro se filtró por el jardín matando con armas con silenciador a varios guardias de la ‘Fuerza 17’ para luego entrar violentamente en la casa. Abu Jihad, se encontraba en la planta alta y al escuchar el estallido de la puerta tomo su pistola y se asomó al borde de la escalera. Todo estaba dispuesto para el alevoso crimen. Fue masacrado de 75 balazos. Sin embargo, no les fue suficiente. Frente a la desesperación de su esposa Intisar al-Wazir (Um Jihad), el comando terrorista israelí entró en el dormitorio de sus hijos y baleó al ras la cuna de Nidal de 3 años, que salvó su vida por no pararse ante la curiosidad de los disparos.

La noticia del asesinato corrió como reguera de pólvora en las calles palestinas exacerbando la Intifada contra la fuerza ocupante. «…Ellos creyeron que podían apagar la llama de la revolución y la Intifada. Pero la sangre de nuestro mártir Abu Jihad, encenderá el fuego que los devastará», dijo Yasser Arafat.

Es cierto que las condenas verbales desde la ONU hasta los regímenes árabes se hicieron escuchar. Pero solo eso. Ninguno tuvo la osadía de llevar a los responsables israelíes del alevoso crimen a los tribunales internacionales de justicia ni salir al cruce de los prolíficos historiadores sionistas Benny Morris e Ian Negro relatando con un ego superior en el ‘Secret Wars Isreal’ que el accionar de la Mossad «fue una operación despiadada de brillantez técnica insuperable que completa la inteligencia combinada con una ejecución perfecta».

Luego de una furiosa batalla legal entre el principal diario israelí ‘Yediot Ahronot’ y la censura del poder militar ocupante que negaba el crimen, pudieron publicar en 2012 por primera vez los detalles del asesinato y las declaraciones del ex comando Nahum Lev, principal responsable de descargar su metralla sobre el cuerpo de Abu Jihad. Entrevistado en el 2000 antes de morir en un accidente de moto, Lev, sin ofuscaciones, reconoció el asesinato y dejó al descubierto la responsabilidad de Israel. «Abu Jihad estaba vinculado a actos horrendos contra civiles. Estaba marcado para morir. Le disparé sin dudar mientras estaba agonizando en el piso».

Con mayor desparpajo Lev, en sus tediosas declaraciones aseguró que «uno de los comandos se vistió de mujer y él lo acompañó simulando un paseo nocturno de una pareja que fingía llevar una caja de bombones en sus manos pero en su interior en vez de chocolates había una pistola con silenciador matando al primer guardia junto al jardinero que se encontraba en el lugar». Mayor estupor fue el cinismo de Lev, al confesar en la entrevista: «Lo del jardinero fue una pena, pero en operaciones como esta se tiene que asegurar de neutralizar toda posible resistencia».

El mártir Abu Jihad, al igual que los mártires Yasser Arafat, Abu Iyad, Ahmad Yassin y los miles de mártires palestinos, desde el más pequeño hasta el más anciano, sembraron con su martirio y su sangre la raíz del retorno sobre nuestra propia tierra usurpada en 1948 y 1967. Todos ellos viven en nuestros corazones y en nuestros pensamientos palestinos.

Suhail Hani Daher Akel fue el primer Embajador del Estado de Palestina en Argentina. Fue el primer Representante de la OLP en Argentina. Analista Internacional sobre la situación de Palestina.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.