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Conversación con Moe Ali Nayel, periodista independiente

Refugiados sirios en el Líbano: Racismo, alianzas y miseria

Fuentes: Jadaliyya.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

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(Transcripción de la conversación: Samantha Brotman)

Moe Ali Nayel es un periodista independiente, facilitador y traductor. Vive en Beirut, Líbano, y en esta conversación abordará la cuestión de los refugiados sirios en ese país y de cómo les recibe el paisaje libanés. Además de sus puntos de vista y observaciones, Moe Ali nos ofrece anuncios, carteles, avisos y mapas de Beirut.

Moe Ali escribe en inglés para publicaciones internacionales y libanesas. En 2010 decidió cambiar sus tareas de facilitador por las de escritor, publicando su primera crítica. Posteriormente, en 2011, Nayel empezó a informar sobre los refugiados palestinos en el Líbano para Electronic Intifada. La mayor parte de sus trabajos pueden encontrarse en su blog   y en Twitter @MoeAliN.

Bassam Haddad es Director del Programa de Estudios sobre Oriente Medio y Profesor del Departamento de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad George Mason. Es también profesor visitante de la Universidad de Georgetown. Es autor, entre otros libros, de «Business Networks in Syria: The Political Economy of Authoritarian Resilience» (Stanford University Press). Es co-fundador y editor de Jadaliyya; co-productor y director del film «About Bagdad»; ha dirigido recientemente una película sobre los emigrantes árabes/musulmanes en Europa titulada «The ‘other’ thread», etc.

-Bassam Haddad (BH): Buenos días, Moe. Estamos muy contentos de que estés aquí con nosotros. Vamos a tratar de la cuestión de los refugiados sirios en el Líbano; nos gustaría comenzar con una visión de conjunto de su situación, de cómo les recibe el paisaje libanés y de cómo el ya complejo mapa del Líbano afecta a su distribución por las diferentes regiones del país.

-Moe Ali Nayel (MA): Buenos días, Bassam. Gracias por invitarme. Es un tema realmente importante. Me gustaría volver al principio de todo sólo un poco, a cuando se inició el conflicto militante en Siria y los refugiados sirios empezaron a huir hacia el Líbano. Fueron primero hacia el Líbano porque este país tenía una política de fronteras abiertas, a la que se acabó poniendo fin al no tener el Estado libanés una política o estrategia para abordar la enorme afluencia de personas que entraban en el Líbano. Así pues, tres años después, hay 1,3 millones de refugiados sirios desparramándose de forma caótica por el Líbano. El gobierno libanés no es capaz de decidirse a crear campos, ni de enviarles a ellos ni de elaborar una verdadera estrategia para gestionar la distribución de los refugiados sirios.

Por tanto, lo que pasó es que muchos refugiados de determinadas sectas acabaron yendo a las zonas que son conocidas en el Líbano por pertenecer a una determinada secta, con la esperanza de que quizá tuvieran familias o parientes allí. La inmensa mayoría de los refugiados procedían ya de zonas empobrecidas en Siria, llegaban con un estatus económico muy bajo y habían huido prácticamente con lo puesto. Y eso es lo que principalmente ha estado creando una especie de resentimiento entre los libaneses que también son pobres y que están abandonados a su suerte en esas zonas, el hecho de sentir que ahora hay más gente que compite con ellos por los trabajos y que están también recibiendo ayudas. Pero, en cierto sentido, no es un sentimiento realista. Porque los refugiados sirios empobrecidos no están compitiendo con los libaneses. Siguen haciendo los trabajos que los sirios solían hacer en el Líbano, que son los trabajos de baja estofa. Los empresarios libaneses están aprovechándose ahora de ellos contratándoles por muy poco dinero, algo que ha influido también en el aumento de los problemas económicos de la región.

Si nos fijamos, por ejemplo, en Monte Líbano, especialmente en la región d’Aley, la mujer de Walid Jumblat ha establecido un comité y una entidad de gestión para abordar la situación de los refugiados drusos que están llegando de Siria, repartirlos por las casas y cuidar de ellos. Esto es algo sin precedentes en todo el Líbano. Sólo en algunas áreas cristianas, la iglesia católica y la iglesia maronita han tratado de atender a los refugiados cristianos que tenían una situación económica apurada. El resto de los refugiados se reparte de forma caótica por todo el país, y es por eso que hoy nos encontramos con dos clases de resentimiento contra los refugiados: el resentimiento económico de los pobres que se dan cuenta que no están consiguiendo nada del Estado ni de nadie y que los refugiado sirios sí consiguen algún tipo de ayuda. Ahora hay algunas agencias de la ayuda humanitaria ayudando a la vez a las familias libanesas y a las familias sirias en las zonas empobrecidas.

Y, por otra parte, tenemos la situación de los sirios de clase media, de los profesionales sirios que pueden realizar trabajos técnicos, que han sido contratados por los empresarios libaneses despidiendo a los empleados libaneses porque la mano de obra siria era más barata y los libaneses podían contratar a dos sirios en vez de a un libanés. Esto ha creado también un resentimiento adicional entre los libaneses que ocupaban antes esos puestos de trabajo.

Así pues, nos encontramos con que todo se ha mezclado, tenemos -obviamente- las luchas que se producen en la frontera, en las que se está viendo implicado el ejército libanés, y algunos secuestros de soldados. También se están produciendo en estos momentos ataques contra los refugiados sirios que no son necesariamente de origen sectario sino más bien consecuencia de la situación disfuncional del Estado libanés. Porque los libaneses se sienten furiosos en estos momentos. Y han elegido al hombre del saco que tienen más cerca: los refugiados sirios.

-BH: Esto es algo que recuerda a otro tiempo en el que hubo también otro grupo considerado como el hombre del saco, independientemente del hecho de que había algunas diferencias importantes. Desde luego, estoy hablando de la cuestión…

-MA: [Ali le interrumpe] De la cuestión palestina.

-BH: De los palestinos en el Líbano.

-MA: Tienes razón.

-BH: Quizá lo de ahora sea un poco diferente, porque en realidad los palestinos estaban bien equipados, bien armados y organizados. Antes de continuar, ¿puedes hablarnos un poco de tu propia experiencia y de cómo, dentro de este contexto, has podido llevar a cabo tu investigación en el Líbano? ¿Y qué estás realmente haciendo respecto a tus propios objetivos como periodista?

-MA: Empecé hace ocho años como facilitador, trabajando con periodistas internacionales. Como quería aprender periodismo, me dirigí a la universidad libanesa y un tipo allí me dijo sencillamente: «Vete a buscar un enchufe para poder estudiar periodismo». Vistas las cosas, decidí aprender por mí mismo y empecé a trabajar para los periodistas como facilitador y traductor. Y a través de esas tareas, empecé a descubrir historias y zonas en el Líbano que aún no conocía. Esto me supuso un choque muy fuerte, sobre todo al descubrir los campos de refugiados palestinos, descubrir una realidad escondida a la sociedad libanesa en su conjunto; eso me abrió los ojos a la situación en el Líbano, a lo que pasa sobre el terreno y a cómo se informa de todo ello en los medios de comunicación occidentales y extranjeros. Mi experiencia y mi impulso proceden de lo vivido en EEUU. Permanecí allí unos cuantos años después del 11-S. Pero me encontré experimentando algo así como una especie de sensación engañosa sobre mi identidad, sobre de dónde procedía yo en medio de tantos estadounidenses, fuera y dentro de la universidad. Veías muchas tergiversaciones, muchas representaciones equivocadas del lugar de donde procedo.

Por tanto, cuando regresé al Líbano ya no me complacía ese sueño americano que había ido a buscar y me dí cuenta de que quería contribuir al escenario internacional de forma directa con historias y narrativas que se producen ante mis ojos, y no desde los ojos de los periodistas extranjeros, que habitualmente acaban reduciendo toda la narrativa a sus motivaciones personales. Por tanto, hace ocho años que me metí en este negocio. Hace cuarenta años empecé a escribir y después fui ganando confianza; siento que estoy ahora en un buen momento para poder empezar a defender mis propias historias. Intenté mantenerme independiente porque me gusta centrarme en las cosas que no atraen mucho la atención. Me gusta profundizar en las historias y mirar más allá de lo obvio. Y como hablo la lengua, entiendo la cultura y como no estoy estrictamente metido en ninguna burbuja -ya sea secular o sectaria-, tengo acceso a la gente y no estoy ahí para engañar a nadie. Estoy ahí intentando hacer llegar mi voz, intentando entregar un mensaje lo más claramente posible. Mi pasión viene del amor a la escritura y del afán por defenderla.

-BH: Quería preguntarte por la situación en Arsal, en el Líbano, y el conflicto allí existente entre grupos militantes por una parte y el ejército libanés y Hizbollah por la otra. ¿Estamos viendo un microcosmos de lo que podría llegar después? ¿Es algo que hayas estudiado?

-MA : Claro que sí, llevo ocupándome de eso desde hace dos años, desde que empecé a ir a Arsal más a menudo que en el pasado. Descubrí Arsal en 2007-2008, durante la guerra de Faz al-Islam, y encontré lazos de Arsal con Nahr al-Bared, pero ese es otro tema. Y en los dos últimos años es cada vez más evidente que Arsal es una ciudad abandonada y marginada del Líbano. La economía de la ciudad depende mucho del trabajo de extracción de la piedra de las montañas que la rodean. La gente en Arsal ha hecho dinero a partir de la piedra. Quienes se fueron de Arsal se dirigieron a Beirut, para ocupar trabajos profesionales, o se marcharon del Líbano. Pero la mayoría de la gente en Arsal vive de la montaña que rompen y de la agricultura, cuyos frutos utilizaban para importar de Siria, pero en los dos últimos años ya no pueden hacerlo. Ha habido una afluencia masiva de refugiados hacia Arsal y ha habido muy poca atención o intervención por parte del gobierno libanés. Por otra parte, en Arsal, al ser una zona sunní en este mar de tribus y pueblos chiíes, se ha creado una especie de resentimiento debido a la división a favor y en contra del régimen sirio desde el principio. Últimamente se ha deteriorado todo mucho más tras el secuestro de varios soldados libaneses y a causa del resentimiento de los pueblos de los alrededores acusando a la gente de Arsal de ser colaboradores de los grupos militantes islámicos.

Lo que sucede es que en Arsal hay también gente que se siente engañada por sus líderes políticos, personificados hasta cierto límite por el Partido del Futuro. En los últimos tres años han perdido la fe en Saad al-Hariri y el Partido del Futuro y han adoptado la revolución siria como propia por muchas razones. Por razones económicas -el contrabando ha florecido mucho en estos últimos tres años- o por lazos fraternales con sus hermanos sunníes a través de la frontera. Porque Arsal ha sufrido mucho también históricamente a causa del régimen sirio. Hafiz al-Asad bombardeó Arsal en varias ocasiones en la década de 1980. Y durante la ocupación militar siria, Arsal sufrió realmente mucho más que el resto de las ciudades a su alrededor.

En estos momentos, la cantidad de refugiados que hay en Arsal se ha triplicado. Y tras la guerra en Qalamun, muchos combatientes han enviado a sus familias al mismo Arsal. Publiqué un artículo en Jadaliyya a principios de año sobre el tema. Mientras investigaba la historia, estuve en Arsal y se me acercaron unos cuantos barbudos en un campo de refugiados sirios, que me llevaron aparte y me dijeron: «Mira, queremos ir a combatir en Siria pero no podemos hacerlo porque tenemos que estar aquí para proteger a nuestras mujeres. Porque si nos vamos, al volver nos encontraremos con que están embarazadas». Así que también existe ese tipo de resentimiento entre los refugiados sirios como conjunto y el pueblo de Arsal. Todo se complicó aún más cuando el ejército libanés entró en la ciudad y estableció una especie de asedio, como la gente de Arsal lo llamó. La gente de Arsal veía también al ejército como un enemigo que venía a combatirles. No les veían como liberadores, y esto se debió a la propia conducta de ese ejército. Por otra parte, la gente allí cree que el ejército es un instrumento en manos de Hizbollah, esa es la visión que tienen del ejército libanés. Y eso es algo común no sólo en Arsal, también en muchas zonas interiores, en la montaña y en los pueblos del Líbano, piensan que el ejército no está allí para protegerles sino para mantenerles bajo control, para reforzar la ley en su contra en unos tiempos en que el gobierno libanés no existe realmente.

Por tanto, lo que estamos viendo en estos momentos es realmente crucial. Se han producido algunos secuestros en los últimos días de gente de Arsal tras el asesinato del tercer soldado, Muhammad Hamiyah. Y ha habido acusaciones directas contra Arsal como pueblo, al que se está responsabilizando de la sangre de los soldados que están siendo secuestrados. Esta situación no va a poder mantenerse mucho tiempo porque Arsal está muy militarizada. De momento, por las infiltraciones de grupos de combatientes, como el de Abu Hasan al-Filistini, que en realidad es un tipo libanés que se fue a Siria y luego regresó a la región de Qalamun, abrió su propia tienda, juró lealtad al Estado Islámico y después, finalmente, reclutó a otro hombre de Arsal. En realidad, está implicado en el negocio del contrabando y el crimen organizado. Y estaba proporcionando potencial y una especie de economía, algún tipo de ingresos para muchos desempleados de Arsal que antes trabajaban en la extracción, en la partición de la piedra y en su venta. Ese negocio está ahora paralizado. Y por tanto, se añade al resentimiento que Arsal sentía ya hacia Hizbollah y hacia el ejército libanés; la gente en Arsal está en una situación tan desastrosa que siente que tiene a todo el mundo en contra suya, lo que sólo puede llevar a una explosión sin precedentes en la región entre Arsal y sus áreas circundantes.

-BH: ¿Puedes hablarnos un poco de Arsal respecto a su situación demográfica, a su ubicación, sólo un breve apunte de lo que es Arsal para todos aquellos que no conocen bien esa zona?

-MA: Si vas hacia la Beqaa y pasas Baalbeq, atraviesas la zona de al-Labwe y luego de repente giras hacia la derecha, subes la montaña y después la bajas, te encuentras con una ciudad completamente aislada de su entorno. En realidad está más cerca de Siria que del Líbano, a nivel demográfico y geográfico. La gente de Arsal ha ido históricamente a Siria en muchas ocasiones en búsqueda de educación, atención médica o a hacer compras. Tienen menos relaciones con Beirut o el Líbano que las que tienen con Siria. Y sucede que a Arsal se le está pidiendo hoy que muestre su patriotismo y nacionalismo como ciudad libanesa, pero en realidad la ciudad no se siente tan libanesa, siente que está mucho más cerca de la región siria. Si miras en el mapa, se la ve incluso un poco separada del Líbano. Parece que se extiende hacia Siria. Es un área con 35.000 habitantes. Y tiene, en estos momentos, más de 100.000 refugiados sirios.

-BH: Vamos a abordar otra cuestión sensible, referida a los sentimientos y actitudes de muchos en el Líbano hacia los refugiados sirios. Ha habido una escalada de la violencia, una escalada de la tensión que muchos atribuyen al racismo o al clasismo y es probable que veamos más actitudes chovinistas de ese tipo en el ámbito de la opinión pública y también en el ámbito del Estado. ¿Puedes contarnos algo de esa situación? ¿Y qué podría realmente suceder si llegan más refugiados y la tensión sigue creciendo? ¿Qué riesgos pueden presentarse que aún no hemos visto?

-MA: Bien, para empezar, lo que está sucediendo en estos momentos en el Líbano es algo muy clásico, muy libanés, que hemos visto muchas veces en el pasado. Es una ironía que después de tres años de conflicto sirio y de refugiados sirios en el Líbano, todo transcurriera en diferentes escenarios. De momento, como el Líbano no tiene agua, los hoteles de Hamra, por ejemplo, están llenando sus tanques en el mar. En Hamra, todo es agua salada, cualquier restaurante al que vayas, vas a lavarte y es agua salada, no hay apenas electricidad. Los cortes de electricidad en Beirut duran en ocasiones hasta catorce horas al día. La situación de la seguridad se va deteriorando, todo el mundo está comprando armas, no hay seguridad en las calles, etc.

Los políticos libaneses han cogido todas esas situaciones y las han empaquetado y presentado como si fueran consecuencia de la presencia de los refugiados sirios. Pero el Líbano siempre ha sido así. Y me gustaría tocar un punto al que se han referido mucho los medios: que el conflicto sirio estaba derramándose hacia el Líbano. Estoy un poco en contra de esa analogía. Creo que es el Líbano el que se ha derramado hacia Siria desde el principio. Porque el Líbano ha sido siempre disfuncional, está dividido en líneas sectarias, es un país sin Estado al menos desde los últimos treinta y cinco años. Pues todo eso se está volcando actualmente sobre los refugiados sirios.

La situación socioeconómica en el país es también disparatada. Muy mala en estos momentos, con un coste de vida muy alto. Y por eso lo que vemos en las calles presenta dos aspectos: Hay agitación contra los sirios que está impulsada por la realidad laboral y los discursos de los políticos y sus departamentos en los medios; y, por otra parte, tenemos el hecho del secuestro de soldados libaneses por grupos que vienen de Siria, que se originaron en Siria. Y de repente va y estalla todo ese nacionalismo en contra de los sirios. Incluso comunidades que apoyaban muchísimo a los refugiados sirios y a la revolución siria, se están volviendo ahora en su contra. Vemos llamamientos, como por ejemplo en Sin al-Fil, que postulan: «Eliminemos el zoco de al-Ahad porque es un escenario donde se acumulan muchos sirios, muchos hábitats no deseados». Y se producen ataques contra esas formas de vida. Por ejemplo, cada noche hay ataques de matones contra los transportistas, que resulta que son sirios. Así pues, hay ahora todo un estallido de violencia dirigido totalmente contra los sirios. Y el Estado libanés no está haciendo nada para contrarrestar eso ni hay ninguna narrativa política que diga otra cosa. Es muy peligroso, porque ese tipo de manifestaciones violentas de los libaneses, yo no diría racistas, sino más bien clasistas, chovinistas, contra los empobrecidos sirios es terrible porque está sucediendo a nivel de Estado y a nivel ciudadano.

Los sirios podrán aguantar pero puede llegar un momento en que se radicalicen e intenten vengarse. Y cuando se radicalicen, otros necesitados, como los sunníes pobres, que han estado mostrando resentimiento en los últimos dos años y se sienten hoy muy impacientes, podrían ser una fuerza emergente. Podría pasar algo parecido al sin sentido al que aludiste al principio, cuando los palestinos y Fatah fueron utilizados en el pasado por los sunníes para combatir a los maronitas; los resentimientos de los sirios podría ser aprovechados por oportunistas para utilizarlos como carne de cañón. Pero creo que hemos llegado a un punto donde algo hay que hacer para impedir que eso ocurra. Si no, lo que podríamos ver en el Líbano es la continuación de la larga guerra civil de quince años que está justo ahora tomando forma en las calles. Tienes que pensar que en Beirut, por ejemplo, está volviendo de nuevo la figura del jefe del barrio y se está volviendo a la venganza y se está reclutando a hombres en paro, sirios y libaneses. Todo eso sólo puede llevar a una explosión masiva en un momento en el que el Líbano no está precisamente en las mejores condiciones como para mantener al Estado unido o mantener unidas a sus comunidades. Hay patrullas de barrio fuera de Beirut que están precisamente atacando a los sirios y que están totalmente integradas por ciudadanos normales y corrientes.

Por tanto, el Líbano no está hoy como para poder revertir la situación a como estaba hace tres años. Estoy preocupado porque lo que presencié hace poco en las calles de Beirut es algo realmente muy peligroso. Por ejemplo, alineaban a los sirios en la calle y les golpeaban; todas esas cosas están haciendo que los sirios se queden ya en su país. Esta situación afecta a todas las clases, a los pobres y también a la clase media y alta que había estado invirtiendo su dinero en la economía libanesa, que habían depositado su dinero en los bancos libaneses, que habían estado llenando sus hoteles en viajes de turismo. Se están viendo amenazados y están sintiendo que «no es un país donde uno pueda desear llevar sus inversiones y su dinero». Por tanto, también tenemos que contar con ese aspecto.

Al final, es la ley de la selva. Tenemos también el resentimiento de las familias de los soldados secuestrados que, a su vez, están secuestrando sirios. Y todo eso combinado da una ecuación muy negativa y muy peligrosa que sólo puede producir más caos y más ataques contra los sirios.

-BH: ¡Guau! Lo que cuentas es por supuesto terrible y desafortunado y también veo en todo ello los vestigios de una vieja época que se repite de nuevo.

-MA: ¿Sabes lo que resulta chocante, Bassan? Que justo ahora, en los canales locales, incluso entre aquellos considerados como liberales, la broma racista informal resulta tan aceptable que está llegando a normalizarse. Por ejemplo, hubo un show en la cadena Al Yadid TV en el que el presentador se fue a la calle y se puso a hablar con los libaneses preguntándoles: «¿Cómo se siente respecto a los sirios? ¿Cree que nos están molestando?» A propósito, es un programa satírico. Y la gente iba manifestando su resentimiento de la forma menos halagüeña posible. Luego se acercó a una mujer siria y le preguntó: «¿Cómo se siente en el Líbano?». Ella respondió: «Mire, los libaneses no son amables con nosotros. No les hemos hecho nada malo. Cuando nos necesitaron, les acogimos». Y el tipo explotó diciendo: «No puedo creer que estés diciendo eso. Os estamos acogiendo. ¡Qué vergüenza! Os abrimos nuestras casas, ¿dónde piensas que estás? Esto es el Líbano, esto no es Siria». Se suponía que la cosa iba a ser divertida. No lo fue en absoluto. Fue realmente deprimente. La narrativa pública actual hacia los sirios está realmente galvanizando a mucha gente a considerar a los sirios como esa persona que acaba de llegar y se lleva todo lo que tenemos, aún sabiendo que en el pasado no teníamos nada.

Me gustaría añadir un pequeño incidente que sí resulta divertido. Tengo un amigo que procede de una familia de clase alta. Nunca trabajó realmente, siempre está de cacería y cosas así, vive del dinero de su familia. Estuve hablando con él recientemente y le dije: «Ahmed, ¿cómo te va? ¿Qué está pasando?». Me dijo: «Salameh, no hay trabajo. Los sirios cogen todos los trabajos. No puedo encontrar un empleo». Me eché a reír. Le dije: «Ahmed, tu no habías trabajado nunca antes de que los sirios llegaran al Líbano. ¿Cómo te atreves a culpar a los sirios de tus historias? ¿Cómo es posible que seas capaz de hacerlo?» Y se quedó prácticamente sin saber qué decir, porque esa es la realidad. Pero hay una deriva peligrosa en estos momentos. Si te peleas con tu mujer, la culpa la tienen los sirios; si te duele el estómago, la culpa es de los sirios…

-BH: No es por hacer de abogado del diablo, pero tienes también que considerar las cifras, el gran número de sirios en el Líbano y el hecho de que el Líbano, el Estado libanés, ha sido incapaz de satisfacer las necesidades de su pueblo y cuando lo ha hecho ha sido de forma desigual. Incluso bajo otras condiciones, con un público que no esté preparado o predispuesto hacia ese tipo de sesgos, ¿no crees que es legítimo que se produzcan tensiones ante unos desarrollos tan graves? Si puedes, háblanos un poco de la demografía -como mencionaste al principio-, porque no todos los sirios que hay en el Líbano son «refugiados».

-MA: Por supuesto. Empecemos por las cifras de refugiados, según el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), hay 1,3 millones de refugiados. La cifra total de sirios es de 1,5-1,6 millones, las estimaciones varían. Sí, tienes todo el derecho a pensar que sí, que es una inmensa carga para que un Estado disfuncional pueda realmente afrontarla. Pero hay algo que estamos soslayando también, que son las cosas buenas que los refugiados sirios han llevado al Líbano y que no se están reconociendo. No olvides que con los refugiados sirios han llegado miles de millones de dólares que se están gastando en el Líbano, cientos y cientos de libaneses están ahora trabajando en ONG internacionales, en diversas profesiones, desde guardias de seguridad hasta gerentes generales. Y aparte de todo eso, el ACNUR ha contratado a pequeños supermercados y a empresas libaneses de poca monta y, en algunos casos, hay tiendas que están vendiendo por valor de hasta 30.000 dólares al mes, fuera de los contratos que el ACNUR les ha proporcionado. Por eso hay gran cantidad de moneda y gran cantidad de empleos que los refugiados sirios han proporcionado, sabiendo que a ellos sólo les llega una pequeña porción de todo eso. Hay también una enorme afluencia de mano de obra que ha llenado todas las obras en construcción que había en el Líbano en esos momentos. Además, hace tres o cuatro años, el salario de la mano de obra era de 20-25.000 libras libanesas. Eso es entre 13 y 17 dólares. Hoy es de 5.000-10.000, es decir, entre 3 y 7 dólares por un trabajador de la construcción. Por tanto, puedes ver cómo la cuestión de los refugiados sirios ha beneficiado en muchos aspectos al Líbano. El problema es que ahora todo es más visible. Por parte del Estado libanés no ha habido estrategia, como dije al principio, para gestionar la situación de los refugiados sirios, para crear campamentos, para poder atenderles.

Esto me recuerda, de hecho, al Líbano durante la época de la hegemonía militar siria sobre el país, cuando se hicieron unas estimaciones, si no me equivoco, de que el país había en total 1,2 millones de sirios. Y la población libanesa era menor que ahora, creo. Y volviendo a entonces, no se oía ninguna queja. Sí, la mujabarat siria era extremadamente opresiva, por eso nadie se atrevía a quejarse de los sirios en el país. Pero se percibía al nivel social en el que se percibe ahora. Por tanto, creo -porque el Líbano es una extensión natural de Siria- que era totalmente previsible que en el Líbano se iba a producir esa afluencia de refugiados. Era totalmente previsible que el Líbano iba a necesitar toda una estrategia para lidiar con eso. Y como en tres años no se ha hecho nada, el problema se les ha ido de las manos.

El otro día por la noche estuve pensando que a causa de los muchos ataques acaecidos en las calles, perpetrados por las fuerzas de seguridad o por la gente, el número de mujeres sirias que se sientan en la calle con sus niños, es decir, las mendigas sirias, o las familias sirias que pasean por la Corniche, han disminuido mucho, y yo pensaba: «Si nos despertamos un día y vemos que todos los sirios han desaparecido, se han vuelto a Siria o quién sabe dónde». ¿Cómo nos sentiríamos como libaneses? Pues estoy seguro que les echaríamos de menos porque la basura se amontonaría en las calles, los lugares en construcción se pararían, estoy seguro que todos los trabajos de ínfima categoría que no hacemos en el Líbano pero que hacemos en Europa y en EEUU y que los sirios hacen en el Líbano, tendremos que hacerlos nosotros. Pienso que si ese día llega, probablemente, como libaneses, apreciaríamos la generosidad siria en ese sentido.

Y quiero añadir también que algunos amigos sirios en el Líbano están tan desmoralizados por las acciones contra ellos desde hace tres años, que todos sus sentimientos de bonhomía se están esfumando. Es un sentimiento defensivo, un sentimiento de odio, diría yo, por la forma en que el Líbano les está tratando. Siempre me comentan: «En 2006, os acogimos en nuestras casas. ¿Cómo podéis estar haciéndonos esto?» Es crucial atajar esta situación, por la demografía entre el Líbano y Siria y por cómo pueden evolucionar las cosas en el futuro. Lo que está sucediendo en este momento, en las zonas sectarias, es que los refugiados sirios de la secta de la zona que se queden en silencio, no están siendo atacados siempre y cuando respeten el toque de queda. Al resto, a los que no son de la misma secta de la zona, se les está gravando con impuestos de hasta cien dólares al mes para poder quedarse o los están expulsando. Pero el Líbano es demasiado pequeño, será interesante ver cómo va a evolucionar todo esto en una segunda fase.

-BH: Antes de dejarte ir, quiero decir algo sobre los libaneses que se están beneficiando. Seguro que ha habido inmensos beneficios y eso ha sido así durante años y quizá décadas por la afluencia y presencia de trabajadores sirios. Pero, especialmente en los últimos años, ¿no está yendo a parar este beneficio de forma desproporcionada a los tenderos y a las clases medias, a las clases educadas, que trabajan con las ONG, etc.? Y la mayoría de los libaneses, demográficamente, están fuera de esas clases o grupos. Por tanto, eso no le afecta al libanés medio que no se halle en esos supuestos. Esto, de nuevo, no justifica realmente nada de lo que está sucediendo, pero es una fuente real de presión para esa situación demográfica.

-MA: Por supuesto que sí.

-BH: ¿Lo es o no?

-MA: Claro que lo es, realmente es así. Para demostrártelo, estaba yo en Trípoli el otro día y fui precisamente con unos cuantos trabajadores de una ONG que tienen un proyecto justo ahora en la zona de Bab al-Tibani, donde ayudan a una familia libanesa al mismo tiempo que ayudan a una familia siria. Es ese tipo de comunidades que siempre se han visto afectadas por el abandono del gobierno libanés. Antes de este año, los refugiados llegaban y el aumento de población en esas zonas desfavorecidas creaba obviamente mayores presiones sobre los libaneses que viven allí. Porque con los sirios llegando, ten en cuenta que los precios subían, los alquileres subían. Antes, hace tres años alquilabas un apartamento de dos dormitorios en Bab al-Tibani por 150 dólares. Hoy cuesta entre 300 y 400 dólares porque siguen llegando refugiados sirios. Pero, repito de nuevo, no hay que culpar necesariamente a los sirios, a los refugiados sirios. Es responsabilidad del gobierno libanés que siempre ha tenido abandonadas esas áreas empobrecidas.

Las causas son unas determinadas políticas económicas, que los ricos sólo se preocupan de hacerse cada vez más ricos y que los pobres están cada vez más olvidados y maltratados. Y los sirios pueden encarnar esa figura de «Estás cogiendo lo que es mío o estás compartiendo lo que antes sólo compartía con mi familia», ese tipo de cosas. Sí, esas comunidades se han visto brutalmente afectadas, por lo que el Estado libanés debería atenderlas cuanto antes porque están en un momento en que la vida se ha vuelto muy difícil debido a la subida de los precios provocada por la presencia de los refugiados sirios y por al aumento de la demanda. Hoy día, esas comunidades te dicen: «En primer lugar, no queremos a los sirios aquí. En segundo lugar, queremos gobernarnos nosotros mismos. Queremos dirigir nuestros barrios. Queremos dirigir nuestros negocios. No queremos más Estado libanés. No queremos más ningún político libanés. Queremos que alguien fuerte nos proteja y podemos establecer alianzas a tal fin». Y eso es peligroso.

-BH: Muchas gracias, Moe. Ha sido tremendamente esclarecedor. Espero poder contar contigo de nuevo.

-MA: Muchas gracias. Me siento muy honrado de poder estar aquí. Gracias por llamarme y estaré encantado de volver cuando lo desees.

Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/20209/syrian-refugees-in-lebanon_racism-alliances-and-mi