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¿Réquiem por Israel?

Fuentes: Carta Maior

Está ocurriendo en Palestina la más reciente y brutal masacre del pueblo palestino cometida por las fuerzas ocupantes de Israel con la complicidad de Occidente, una complicidad hecha de silencio, hipocresía y manipulación grotesca de la información, que trivializa el horror y el sufrimiento injusto y transforma a los ocupantes en ocupados, a los agresores […]

Está ocurriendo en Palestina la más reciente y brutal masacre del pueblo palestino cometida por las fuerzas ocupantes de Israel con la complicidad de Occidente, una complicidad hecha de silencio, hipocresía y manipulación grotesca de la información, que trivializa el horror y el sufrimiento injusto y transforma a los ocupantes en ocupados, a los agresores en víctimas, la provocación ofensiva en legítima defensa.

Las razones próximas, a pesar de omitidas por los medios de comunicación occidentales, son conocidas. En noviembre pasado la aviación israelí bombardeó la franja de Gaza en violación de las treguas, Hamas propuso la renegociación de los controles de acceso a la franja de Gaza, Israel lo rechazó y todo comenzó. Esta provocación premeditada tiene objetivos de política interna e internacional bien definidos: recuperación electoral de una coalición en riesgo; un ejército sediento de vengar la derrota del Líbano; vacío de la transición política en Estados Unidos y la necesidad de crear un hecho consumado antes de la investidura del presidente Obama. Todo esto es obvio, pero no nos permite entender lo ininteligible: el sacrificio de una población civil inocente mediante la práctica de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad cometidos con la certeza de la impunidad.

Es preciso retroceder en el tiempo. No a los tiempos remotos de la Biblia hebrea, el más violento y sangriento libro alguna vez escrito. Basta retroceder sesenta años, a la fecha de la creación del Estado de Israel. En las condiciones en que fue creado y después apoyado por Occidente, el Estado de Israel es el más reciente (ciertamente no el último) acto colonial de Europa. De un día para otro, 750.000 palestinos fueron expulsados de sus tierras ancestrales y condenados a una ocupación sangrienta y racista para que Europa expiase el crimen hediondo del Holocausto contra el pueblo judío.

Una lectura atenta de los textos de los sionistas fundadores del Estado de Israel revela todo aquello que el Occidente hipócritamente todavía hoy finge desconocer: la creación de Israel es un acto de ocupación y como tal tendrá que enfrentar para siempre la resistencia de los ocupados; no habrá nunca paz, cualquier apaciguamiento será siempre aparente, una armadija a ser desarmada (de ahí que a cada tratado de paz tenga que seguirle un acto de violación que lo desmienta); para consolidar la ocupación, el pueblo judío tiene que afirmarse como un pueblo superior condenado a vivir rodeado de pueblos racialmente inferiores, aunque eso contradiga la evidencia de que árabes y judíos son todos pueblos semitas; con razas inferiores sólo es posible una relación de tipo colonial, por lo que la solución de los dos Estados es impensable; en su lugar, la solución es la del apartheid, tanto en la región, como en el interior de Israel (de ahí los colonatos y el tratamiento de los árabes israelíes como ciudadanos de segunda clase); la guerra es infinita y la solución final podrá implicar el exterminio de una de las partes, ciertamente la más débil.

Lo ocurrido durante los últimos sesenta años confirma todo esto, pero va mucho más allá. En las dos últimas décadas, Israel procuró, con éxito, secuestrar la política norteamericana en la región, sirviéndose para ello del lobby judío, de los neoconservadores y, como siempre, de la corrupción de los líderes políticos árabes, rehenes del petróleo y de la ayuda financiera norteamericana. La guerra de Irak fue una anticipación de Gaza: la lógica es la misma, las operaciones son las mismas, la desproporción de la violencia es la misma; hasta las imágenes son las mismas, siendo también de prever que el resultado será el mismo. Y no se fue más lejos porque Bush, mientras tanto, se debilitó. ¿No pidieron los israelíes autorización a los Estados Unidos para bombardear las instalaciones nucleares de Irán?

Es hoy evidente que el verdadero objetivo de Israel, la solución final, es el exterminio del pueblo palestino. ¿Tendrán los israelíes noción de que la shoah * con que su vice-ministro de defensa amenazó a los palestinos podría también convertirlos en víctimas? ( poderá vir a vitimá-los também?) ** ¿No temerán que muchos de los que defendieran la creación del Estado de Israel hoy se pregunten si en estas condiciones – y repito, en estas condiciones – el Estado de Israel tiene derecho de existir?

* Nota del traductor: catástrofe, holocausto. ** Nota del traductor: en un artículo del mismo Boaventura, pero publicado ayer martes, 13 de enero, por el diario argentino Página 12 , intitulado Continuidades , escribe en el último párrafo: «¿Habrán olvidado que las ‘soluciones finales’ terminan siempre con la eliminación de quienes intentan realizarlas?».

Traducción: Reinaldo Iturriza López

Publicado originalmente el 12 de enero de 2009 en: Carta Maior