Como introducción al problema judío-palestino basta saber que hebreo es un pueblo, judaísmo una religión, Israel un país y sionismo una ideología muy semejante a la nazi, aunque coloquialmente estos términos se reduzcan al de judío. Vale la pena notar que el 90% de los ciudadanos de Israel no son hebreos sino que descienden de los Khazaros, un pueblo de Asia Central que se convirtió al judaísmo en el siglo VII; ellos impusieron en Israel el sionismo como ideología de Estado.
Los palestinos, verdaderos dueños de sus tierras ancestrales, son sometidos a una cruenta limpieza étnica para arrebatárselas, igual se pretende eliminarles su cultura e historia. Los sionistas de Israel actúan criminalmente en Palestina, porque, mientras que para todas las culturas basadas en las religiones monoteístas, incluida la judía, la totalidad de los seres humanos somos iguales ante Dios, los sionistas y los nazis consideran que la vida de cualquier ser diferente a ellos vale un comino. Se da este extraño paralelismo entre ambos genocidios, el que practicaron los nazis contra los pueblos eslavos, gitanos y hebreos, y el que practican los sionistas contra los palestinos, porque ambos regímenes tienen en común la misma ideología, puesto que sionismo y nazismo son dos caras de la misma moneda racista.
Vladímir Jabotinsky, ideólogo y líder del sionismo, militar y fundador de la legión judía, lo explica mejor que nadie. Según él, “es imposible transformar pacíficamente a Palestina de árabe en judía, pues nunca la colonización de un país se da de acuerdo con la población nativa, que siempre luchará obstinadamente en contra del colonizador. Todo pueblo considera a su país como su hogar nacional, del que debe ser su dueño absoluto y nunca aceptará voluntariamente a otro dueño. Los palestinos miran a Palestina con el mismo amor instintivo y el auténtico fervor con que el azteca miraba a México o el indio sioux a su pradera. Los palestinos lucharán contra el colonizador mientras tengan un destello de esperanza de que pueden evitar la conquista y la colonización. Tal es la naturaleza de las cosas, es imposible cambiarla. Nuestra colonización debe desarrollarse desafiando la voluntad de la población nativa y puede continuar sólo bajo el escudo de la fuerza. Esa es nuestra ética, no hay otra. Mientras los palestinos tengan la mínima esperanza, no venderán esa esperanza por ningún bocado apetitoso, porque no tenemos que vernos con una chusma sino con un pueblo vivo y ningún pueblo hace concesiones tan enormes sobre cuestiones tan decisivas, salvo si no le queda ninguna esperanza”, concluye Jabotinsky.
En Palestina se lleva a cabo una guerra de exterminio en contra de los palestinos, lo mismo hace el régimen de Kiev con los rusos del sureste de Ucrania. Rusos y ucranianos fueron un sólo pueblo a lo largo de la historia, pero, según los nazis de Kiev, para ser ucraniano se debe matar lo ruso que hay en ellos, y eso lo están haciendo a la fuerza; de manera semejante, Israel realiza un genocidio en contra de los palestinos, porque, según el sionismo, esa es la única manera de colonizar Palestina.
La misma creación de Israel es toda una herejía, pues, según el Talmud, libro sagrado del judaísmo, primero debería llegar el Mesías y luego se podría retornar a la tierra prometida. El retorno prematuro judío produjo conflictos con los palestinos, que no podían aceptar la teoría sionista de que, en el nombre de la Tora, les arrebataran sus tierras. Luego de que la ONU decretó la partición de Palestina en dos estados, bandas sionistas expulsaron de Palestina a la población aborigen mediante genocidios, pues, para el sionismo “no existe absolutamente ninguna prohibición moral contra la matanza de civiles durante una masiva ofensiva militar… lo que incluye mujeres y niños”. Casi un millón de palestinos fueron desterrados de su patria.
En 1950, Israel, país que está constituido sobre la base de la limpieza étnica de los palestinos, repartió estas tierras “abandonadas” entre los judíos que emigraron a ese país, lo mismo que planifican hacer los nazis de Kiev con las tierras que arrebatarán a los habitantes del sureste de Ucrania. El rasgo común entre el nazismo y el sionismo es el odio y el desprecio por los demás pueblos; ambas doctrinas se parecen incluso en sus argumentos. Para Goebbels, Ministro de Propaganda nazi, “Alemania tiene derecho de defenderse”, lo mismo que sostienen Kiev e Israel.
El rabino Weissmand, dirigente judío que propuso una serie de medidas para salvar a los judíos del exterminio en Auschwitz, se quejaba amargamente de la inactividad sionista mientras se asesinaba a seis millones de judíos: “Vosotros también sois asesinos porque estáis sentados sin hacer nada para detener el asesinato de judíos. ¿No sabéis el infierno que nos rodea? ¿Para quién guardáis vuestro dinero? ¡Asesinos, locos!” Einstein dijo sobre los gobernantes sionistas de Israel: “Son un partido político estrechamente emparentado con los partidos nazifacistas por su organización, sus métodos, su filosofía política y su demanda social”. Así son los gobiernos de Israel y Ucrania, que hoy exterminan a palestinos y rusos.
La colaboración entre nazis y sionistas era tan extensa como el tejido de Penélope y tan vieja como la sarna. En junio de 1933, los sionistas alemanes comunicaron al Partido Nazi que “un renacimiento de la vida nacional como el que se da en la vida alemana, también debe tener lugar en el grupo nacional judío”. El Congreso Sionista Mundial de 1933 rechazó por abrumadora mayoría una resolución para actuar contra Hitler, rompió el boicot judío y se convirtió en el principal distribuidor de productos fabricados por los nazis en el Oriente Medio y en Europa; como retribución, Hitler anunció un acuerdo destinado a recibir capitales judíos para el Banco Anglo Palestino.
Posteriormente, los sionistas invitaron al barón Von Mildenstein, miembro de la Seguridad de las SS, para que visitara Palestina en apoyo al sionismo. Goebbels, Ministro de Propaganda de Alemania Nazi, en conmemoración a esta visita acuñó una medalla con la svástica en un lado y la estrella de David en el otro. Heydrich, jefe Seguridad de las SS, escribió que los sionistas “cuentan con nuestros mejores deseos y con nuestra buena voluntad oficial.” Adolf Eichmann fue invitado a Palestina como huésped de las Haganah, donde se le informó que “los círculos nacionalistas judíos estaban muy complacidos por la política radical alemana”, que permitía a la población judía de Palestina llegar a tener superioridad numérica sobre los árabes.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Isaac Shamir, quien fue Primer Ministro de Israel, propuso un pacto militar entre el Irgun, grupo de represión sionista, y el Tercer Reich. En esta propuesta se dice que es conocida la buena voluntad del gobierno alemán con la actividad sionista en Alemania y que hay intereses comunes para la instauración de un Nuevo Orden en Europa, según la concepción alemana; que el establecimiento del “Estado judío histórico sobre una base nacionalista y totalitaria y unida por tratados con el Reich alemán, estaría en el interés de mantener y fortalecer la futura posición de poder de Alemania en el Medio Oriente”. A partir de estas consideraciones, “el Irgun se ofrece a participar activamente en la guerra del lado de Alemania”.
Es que el objetivo sionista nada tenía que ver con salvar a los judíos del Holocausto, muy por el contrario, sabían que el judío europeo, una vez a salvo, se instalaría en cualquier lugar menos en el Medio Oriente; por eso veían cualquier esfuerzo en esa dirección como un amenaza a su proyecto de conquistar Palestina. Sólo necesitaban del Holocausto para convencer a los sobrevivientes de retornar a Sión, y así pasó.
Einstein, en una carta abierta suscrita por prominentes judíos de EEUU, acusó a los sionistas de preconizar en el seno de la comunidad judía una “mezcla de ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial”, signo indudable de un partido fascista para el cual el terrorismo “es un medio para alcanzar su objetivo de ser un Estado líder”, y se asombró de que todavía hubiera quienes, correctamente informados sobre el pasado criminal del sionismo, pudieran apoyar a este movimiento.
Lo que en la actualidad hace Israel con los habitantes de Gaza se semeja al levantamiento, entre el 19 de abril y el 16 de mayo de 1943, de los judíos del gueto de Varsovia contra las tropas de Alemania. De igual manera, los nazis arrasaron el lugar y asesinaron a niños, mujeres y ancianos, matándolos de hambre y de sed.
Ojalá, estos retazos de historia ayuden a detener el genocidio contra los palestinos, que se ejecuta desde hace ya tres cuartos de siglo, y a entender la complejidad de un conflicto, que si no se detiene, se va a extender al resto del Medio Oriente y al mundo entero, complicando más todavía la peligrosa situación existente, que no se resuelve por la fuerza, sino aplicando el dictamen de la ONU de 1947, que resolvió la creación de dos Estados, Palestina e Israel, resolución que es de obligatorio cumplimiento.
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