Es ineludible tratar hoy sobre el extraordinario rechazo de la comunidad de naciones de la América Latina y el Caribe a la tradicional política estadounidense de dominio de nuestro hemisferio a través de la resolución aprobada por aclamación por la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos el 3 de junio, en San Pedro […]
Es ineludible tratar hoy sobre el extraordinario rechazo de la comunidad de naciones de la América Latina y el Caribe a la tradicional política estadounidense de dominio de nuestro hemisferio a través de la resolución aprobada por aclamación por la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos el 3 de junio, en San Pedro Sula, Honduras, la cual deja sin efecto la resolución adoptada por esa organización en Punta del Este, Uruguay, en enero de 1962 -hace 47 años- por la cual se excluyó al gobierno de Cuba de participar en la OEA. Resolución que ha sido justificativa de la política de agresión permanente por los gobiernos de Estados Unidos contra el pueblo de Cuba desde entonces al presente.
Tan firme es la actual posición común latinoamericana y caribeña de rechazo a la tradicional política de dominio imperial estadounidense en nuestro hemisferio que el propio gobierno de Estados Unidos – requerido por esa misma realidad política a reformular su política de dominio con respecto a esta región- se vió en la extraña necesidad -después de mucho patalear- de sumarse al consenso hemisférico que aprobó esta resolución. El gobierno del presidente Obama lo explicó en un comunicado de prensa hecho público por la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, de la siguiente manera: «…se ha llegado a un consenso que se centra en el futuro y no en el pasado: ahora Cuba pudiera reintegrarse en el futuro a la OEA, si la OEA decidiera que su participación fuese acorde a los própositos y principios de la organización…».
Júbilosamente fue anunciada esta tardía aunque histórica decisión por Patricia Rodas, Ministra de Relaciones Exteriores de Honduras, país anfitrión de la reunión. Muchos de los gobiernos latinoamericanos y caribeños, entre los que se destacaron los de Venezuela, Nicaragua, Honduras, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina y Paraguay sostuvieron la posición común que dió al traste con la ignomiosa decisión tomada en contra de los fundamentales derechos del pueblo cubano en Punta del Este en 1962.
Esta decisión de la OEA cumple con la deuda histórica que los gobiernos latinoamericanos, miembros de la OEA –excepto el de México, único en no someterse a la voluntad imperial en 1962, en Punta del Este,– tenían con el pueblo de Cuba.
Aquí en Miami, muchas horas después que se hizo pública esta decisión, todavía retumbaba en los oídos de todos los que aquí vivimos, el estridente y lastimero aullido de las fieras dirigentes de la contrarrevolución cubana. Prevén su perecimiento. La congresista federal republicana, Iliana Ros Lehtinen, vocera de la ultraderecha cubano americana, consorte de terroristas, lamiéndose la herida recibida, dejó saber en un amargo comunicado de prensa: «En vez de resguardar los principios democráticos y libertades fundamentales los miembros de la OEA, encabezados por su Secretario General, no se podían mover suficientemente rápido para apaciguar a sus ídolos tiránicos en Cuba.» Pobrecita…
El gobierno de Cuba ha dejado saber, a través de los años y en meses recientes, que nunca se reintegrará a la OEA. Hace poco Fidel escribió sobre esta situación: «Cuba respeta los criterios de los gobiernos de los hermanos países de Amérca Latina y el Caribe que piensen de otra forma, pero no desea formar parte de esa institución».
Y en otra de sus recientes reflexiones explicó: «La OEA fue cómplice de todos los crímenes cometidos contra Cuba. […] En un momento u otro la totalidad de los países de América Latina fueron víctimas de las intervenciones y agresiones políticas y económicas. No hay uno solo que pueda negarlo. Es ingenuo creer que las buenas intenciones de un Presidente de Estados Unidos justifique la existencia de esa institución que abrió las puertas al Caballo de Troya que apoyó las Cumbres de las Américas, el neoliberalismo, el narcotráfico, las bases militares y las crisis económicas. La ignorancia, el subdesarrollo, la dependencia económica, la pobreza, la devolución forzosa de los que emigran en busca de trabajo, el robo de cerebros, y hasta las armas sofisticadas del crimen organizado fueron las consecuencias de las intervenciones y el saqueo procedentes del Norte. Cuba un pequeño país, ha demostrado que se puede resistir el Bloqueo y avanzar en muchos campos e incluso cooperar con otros países.»
Cuba ha triunfado. Sin la OEA ha ganado la pelea…