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Sin miedo, sin esperanza

Fuentes: Educación

Otra vez oposiciones. Conozco bastantes personas que se presentan a ellas, unas estresadas porque se juegan el empleo, el proyecto familiar, etc., otras enfadadas porque apenas hay plazas y muchas aburridas por la recurrencia. La vida parece que se detiene y el tiempo lo ocupan los temarios, las prácticas, las programaciones, los resúmenes, los planes […]

Otra vez oposiciones. Conozco bastantes personas que se presentan a ellas, unas estresadas porque se juegan el empleo, el proyecto familiar, etc., otras enfadadas porque apenas hay plazas y muchas aburridas por la recurrencia. La vida parece que se detiene y el tiempo lo ocupan los temarios, las prácticas, las programaciones, los resúmenes, los planes de trabajo, las estrategias, etc.

La dureza de las oposiciones hace que el profesorado de la pública sea el más preparado en el momento del acceso a la función docente. Luego está la formación permanente y, sobre todo, el compromiso docente, algo difícil de medir por los tribunales. Pero las oposiciones siempre son problemáticas. Por una parte, porque se convocan menos plazas de las necesarias para mejorar la calidad de la enseñanza. Por otra, porque el sistema tiene defectos, ya que no es fácil encontrar el equilibrio entre conocimientos teóricos, formación didáctica y puesta en escena. Deberían hacer compatible experiencia y brillantez para que consoliden su empleo aquellos interinos que, a pesar de la precariedad, lo hacen bien, y puedan meter la cabeza los nuevos opositores más competentes.

¿Cómo ir a la oposición? Quizá como decía el viejo aforismo Nec Spe Nec Metu. Es decir, como un soldado que va a la batalla, haciendo bien su trabajo de preparación, sin ningún temor que le atenace y sin una expectativa desasosegante y que en caso de no cumplirse conduzca a la melancolía y deje heridas para obligadas citas futuras. Como no sirve de nada quejarse, un último consejo: afrontar la oposición de la manera más constructiva posible, y si no puedes hacer lo que te gusta, que te guste lo que haces (profundizar en conocimientos, desarrollar habilidades de comunicación…). Cualquier cosa menos quemarse o desmoralizarse.

Hay muchos interinos/as excelentes profesores, así como aspirantes a entrar en el sistema bien formados, con madurez personal y con vocación que no deberían quedarse fuera porque la escuela les necesita. No deben olvidar que hay cosas más importantes en la vida que la oposición, y tienen que tener claro que más vale interino entusiasta que funcionario amargado. Ánimo y suerte a todos.

Agustín Moreno es profesor de secundaria

Fuente: Revista Escuela, nº 3.862, 15 de abril de 2010, p. 16.