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Sin opción pública no hay reforma de los servicios de salud

Fuentes: Progreso Semanal

El proceso ha sido complicado, pero aún hay mucho qué aplaudir en la batalla por la reforma de los servicios de salud. Después de hablar acerca de servicios universales de salud durante más de 60 años, desde que Franklin D. Roosevelt pensó en hacerlos parte de la Seguridad Social, el Congreso está más cerca que […]

El proceso ha sido complicado, pero aún hay mucho qué aplaudir en la batalla por la reforma de los servicios de salud. Después de hablar acerca de servicios universales de salud durante más de 60 años, desde que Franklin D. Roosevelt pensó en hacerlos parte de la Seguridad Social, el Congreso está más cerca que nunca de conseguirlo. Por primera vez, un comité congresional ha aprobado una legislación para reformar los servicios de salud. Es más, cinco comités han apoyado versiones del proyecto de ley de este año. En 1993, Bill Clinton no pudo obtener siquiera una sola audiencia congresional. Por primera vez, una legislación ha llegado al pleno de ambas cámaras del Congreso y ya ha sido aprobada por una de ellas.
 
No solo eso, sino que ambos proyectos de ley son dignos de pasar a votación. Aunque desafortunadamente ninguno de los dos es un plan de un solo pagador, ambos son mucho mejores que el actual status quo, en especial el proyecto de la Cámara de Representantes.  Pero incluso el proyecto del Senado contiene muchas disposiciones importantes.  Revísenlo. Encontrarán un vínculo para todo el proyecto de 2 074 páginas en mi sitio Web www.billpressshow.com.
 
En la página 16 del proyecto del Senado, verán que se prohíbe a las compañías de seguros abandonar su cobertura o minimizarla cuando ustedes se enfermen y más la necesiten. En la página 17 encontrarán que los servicios preventivos, como mamografías, colonoscopías y chequeos anuales serán totalmente gratuitos, con ningún costo compartido. En la página 18 se extiende la cobertura familiar a los jóvenes norteamericanos hasta los 26 años. En la 78, a las compañías de seguros se les prohíbe negarse a vender un seguro debido a una afección pre-existente. Y en la página 307 se ofrecen créditos de impuestos a pequeños negocios para ayudarlos a que puedan pagar seguro para sus empleados.
 
¿Ven lo que les digo? Muchas cosas buenas aquí, incluso en el proyecto de ley del Senado. Y esa es la buena noticia. Pero he aquí la mala. Una vez que el debate comience en el pleno del Senado, el proyecto corre el riesgo de ser mucho más débil, gracias a la actitud alejada de la realidad de los senadores Blanche Lincoln, Ben Nelson, Mary Landrieu y Joe Lieberman, todos los cuales han jurado votar en contra o incluso obstruir el proyecto final si aún contiene cualquier versión de una opción pública.
 
Muy bien, comencemos ahí mismo. Independientemente de cuán equivocado esté, cualquier senador tiene derecho a votar en contra de la reforma de los servicios de salud si decide hacerlo. Pero que cualquier senador obstruya el debate y evite que otros senadores participen en la votación es abiertamente anti democrático y anti norteamericano -y cualquier senador demócrata o independiente que lo haga (léase Joe Lieberman) debe ser expulsado inmediatamente del caucus demócrata y expulsado de su cargo en las próximas elecciones.
 
Aparte de eso, cualquier senador que se oponga a la opción pública está totalmente equivocado. Y de hecho está haciéndole el juego a las compañías de seguros, en vez de luchar por el pueblo norteamericano.
 
No hay que ser un genio para entenderlo. El problema en la actualidad con el seguro de salud es que las compañías privadas de salud tienen un monopolio total de la industria.  Pueden cobrar lo que deseen. Rechazar o deshacerse de quien quieran. Pueden aumentar las tasas, y lo hacen, siempre que quieran. Están más interesadas en las ganancias que en los servicios al paciente, son la razón número uno por la cual el costo de los servicios de salud está hoy fuera del alcance de la mayoría de los norteamericanos.
 
Como entiende el presidente Obama, aparte de la solución de un pagador único, la única manera de impedir que sigan aumentando desenfrenadamente los costos de los servicios de salud es obligar a las compañías privadas de seguros a competir. La competencia en los servicios de salud es tan vital como la competencia en el servicio telefónico. Y eso significa ofrecer a los consumidores una opción entre cualquiera de los miles de planes privados de seguro y uno público patrocinado por el gobierno, basado en Medicare.
 
Sin la opción del plan público, ningún plan de reforma de los servicios de salud vale la pena, porque de hecho no significaría más que una enorme ganancia caída del cielo para las compañías privadas de seguros. Piensen en ello. El proyecto de ley de la Cámara extendería la cobertura a 36 millones de norteamericanos que actualmente no poseen seguro; el proyecto del Senado a 31 millones. Pero ninguno de los dos incluye un límite a cuánto pueden aumentar las tasas anuales las compañías de seguros. Así que sin una opción de plan público -sin brindar a los consumidores la opción de comprar un plan público más barato y rentable- la legislación para la reforma de los servicios de salud no sería más que un enorme despilfarro a favor de las compañías de seguros: les daría más de 30 millones de nuevos clientes que esquilmar.
 
A menudo en la legislación, media barra de pan es mejor que nada… pero no en esta oportunidad. Sería preferible que no hubiera ley a una sin la opción de un plan público.
 
Bill Press es el anfitrión de un  programa diario de radio distribuido nacionalmente, y autor de un nuevo libro, Descarrilamiento: El fin de la revolución conservadora (ya era hora).  Pueden escuchar «The Bill Press Show» en su sitio web www.billpress.com. Su correo electrónico es [email protected] This e-mail address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it .