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Entevista con Ana Cairo

«Tenemos que ser una República»: historia del republicanismo cubano desde el siglo XIX

Fuentes: Sin Permiso

Las ideas republicanas en Cuba poseen una extraña novedad: cuentan con una larga data y, sin embargo, su análisis, sistematización y socialización es tema pendiente para la reflexión política cubana. Los debates sobre una Cuba republicana ni comenzaron el 20 de mayo de 1902 ni terminaron con el triunfo de la Revolución de 1959. Los […]

Las ideas republicanas en Cuba poseen una extraña novedad: cuentan con una larga data y, sin embargo, su análisis, sistematización y socialización es tema pendiente para la reflexión política cubana.

Los debates sobre una Cuba republicana ni comenzaron el 20 de mayo de 1902 ni terminaron con el triunfo de la Revolución de 1959. Los contenidos de las discusiones sobre lo que es república, y su expresión en prácticas concretas, recorren toda la historia política de la Isla – y sus conexiones con el resto de América y con Europa – y le plantean sucesivos desafíos, que alcanzan el presente.

Ana Cairo, profesora de la Universidad de La Habana, investigadora y erudita de nuestra historia, comparte en esta entrevista sus análisis sobre el republicanismo en Cuba. Las reflexiones que realiza al respecto plantean alcances inauditos al tema y abren infinidad de puertas para otras reflexiones que necesitan ser contemporáneas. La entrevista la realizó para Sin Permiso Ailynn Torres.

El republicanismo, como cuerpo de pensamiento y como práctica política, forma parte de la historia cubana en todos sus ámbitos -cultural, económico, social, jurídico, político-. ¿En qué momento llegan las ideas republicanas a Cuba? En el transcurso de varias investigaciones, he tenido que examinar las problemáticas del republicanismo y sus funciones para la evolución del pensamiento cubano. Se trataba de un problema clave y con pocas opciones: si éramos un país colonial y nuestra metrópolis era una monarquía atrasada, entonces la transgresión, la ruptura, la herejía, nos llevaba al mundo del republicanismo. Por lo tanto, nuestro pensamiento en la fase criolla, y luego en la fase propiamente cubana, tiene un fuerte componente republicano, prácticamente es un axioma: tenemos que ser una República.

¿Cómo llegan las ideas republicanas a Cuba? ¿Cuáles eran sus fuentes?

En el caso de Cuba se podrían identificar cuatro matrices o fuentes: la revolución francesa, el republicanismo estadounidense, la revolución haitiana y otras problemáticas latinoamericanas.

Vayamos entonces por pasos. Recorramos, en lo posible, cada una de esas fuentes. La república surgida de la Revolución Francesa de 1789 -la llamada primera república-, resultó esencial; fue como un sol, que iluminaba la problemática republicana en nuestro continente y de modo particular en Cuba. Siempre recomiendo la lectura de la novela El siglo de las luces (1962), en la que Alejo Carpentier (1904-1980) recreó escenas paradigmáticas y fijó símbolos al respecto. Habría que comenzar diciendo que la primera república francesa utilizó para legitimarse los imaginarios culturales asociados a la antigua república romana. De este modo, también se acrecentó la curiosidad por la historia y el pensamiento griego y romano. Particularmente, interesó la problemática de la esclavitud. La Revolución Francesa de 1848 posibilitó la segunda república francesa, que fue muy importante porque vindicó los imaginarios de la de 1789; la tornó en uno de los paradigmas universales de la modernidad ilustrada. La segunda república confirmó la libertad de culto e hizo definitiva la abolición de la esclavitud, porque no debería olvidarse que Napoleón Bonaparte la había restaurado. En la formación del ideario republicano se tomaron numerosos elementos del modelo francés. Pensemos en los tres colores de nuestra bandera, en la analogía intencional del Himno de Bayamo (después, proclamado como nuestro Himno Nacional) con La Marsellesa, en las procesiones cívico-patrióticas, en las abanderadas, etc. En ese sentido es fundamental la evolución de la problemática del laicismo. Entre 1899 y 1901 se desarrolló en Cuba un debate sobre el estado laico que no se había planteado en toda América latina. Simón Bolívar fue excomulgado por liderar las revoluciones independentistas; pero, la mayoría de los gobiernos republicanos surgidos de aquellas terminaron pactando con la Iglesia Católica Romana. El estado cubano (surgido el 20 de mayo de 1902) se definió como laico y tenía algunas posibilidades de facilitar una praxis diferente a la de los EEUU. Hasta donde conozco, allí no ha habido un presidente ateo, en más de dos siglos de vida republicana. En 1829, el político José Antonio Saco (1797-1879) vivía en Nueva York; allí, escribió el artículo Un domingo en los EEUU, dedicado a la libertad religiosa. Saco elogiaba que las personas podían elegir en qué dios querían creer. En comparación con el catolicismo obligatorio imperante en Cuba, este derecho resultaba extraordinariamente avanzado. Años después, Saco precisó que la libertad era mayor en Francia, porque las personas también podían optar el domingo por no practicar religión alguna e irse a un café, o a un paseo. La república estadounidense sirvió también de modelo a otros países de América latina. Para analizar dicha influencia en Cuba es preciso saber que, aunque tuvimos una ocupación militar (1899-1902), nuestros vínculos multilaterales se remontaban a 1762, cuando La Habana se convirtió en una ciudad bajo dominación inglesa. Realmente, la mayoría de los soldados vivían en las trece colonias; solo los oficiales eran ingleses. Por lo mismo, la relación persona a persona, pueblo a pueblo, fue con los vecinos de las trece colonias. Además, no debería olvidarse que hubo una parte del territorio de la península de de la Florida que fue español hasta las primeras décadas del siglo XIX y que la Luisiana pertenecía a Francia. Con ambos espacios, los nexos podrían rastrearse desde el siglo XVI. La Guerra de Secesión (1860-1865) en los EEUU tuvo implicaciones decisivas para el pensamiento cubano, porque incentivó los debates en torno a las modalidades anexionistas y liquidó la opción de una república con esclavitud. Entonces, surgió la admiración que los cubanos han mantenido por el presidente Abraham Lincoln, quien firmó el decreto para liberar a cinco millones de esclavos. Ha pervivido la fama de uno de los discursos de Lincoln al defender las formas de un gobierno democrático para y por el pueblo. Él permanece como una figura emblemática de las relaciones cubano-estadounidenses.

Durante el proceso de la primera ocupación en Cuba, se polemizó a favor y en contra de la modernización tecnológica y científica, el auge de las escuelas y la salud pública, la renovación pedagógica, la creación de nuevas carreras universitarias, etcétera.

En el tema de la discriminación racial, se estimaba que el manejo del problema en Estados Unidos no debería apreciarse como un referente. Las constituciones mambisas establecían principios democráticos más avanzados, provenientes de la matriz francesa. El hecho de que varios intelectuales negros fueron delegados a la Convención Constituyente de 1901 determinó que nuestra praxis política se juzgara como más progresista y audaz. Dicha creencia se mantuvo hasta más allá de la década de 1960. Algunos poemas de Nicolás Guillén, como laElegía a Emmett Till (1956), o el documental Now (1968) de Santiago Álvarez, o que exista el centro Martin Luther King, podrían ilustrar nuestra hermandad con los discriminados.

Los intelectuales debemos estudiar, utilizando la máxima información, el complejo proceso de nuestras relaciones con los EEUU que fueron cambiando al igual que nosotros.

La revolución haitiana tuvo una importante influencia en el pensamiento independentista de la región. Usted la mencionó como la otra gran fuente del republicanismo cubano. ¿En qué consistió esa influencia?

La revolución y la república haitianas fueron referentes permanentes de los movimientos de independencia al menos para Cuba. Tuvo partidarios y acérrimos enemigos, porque formamos parte de los escenarios geográficos cercanos de aquel proceso. Esa revolución, como la estadounidense, tuvo capítulos que se vivieron en Cuba y condujeron a cambios políticos, sociales, culturales, demográficos, tecnológicos, etcétera.

Con los sucesos en Haití, se aceleró el pensamiento de los criollos (y después de los cubanos) en torno a la esclavitud y a otro problema más amplio: el del negro en las estructuras políticas, económicas y sociales. Al ejecutarse la abolición de la esclavitud, la república haitiana le insufló a los grupos oligárquicos el miedo de lo que podía pasar si los negros (exesclavos o no) llegaban al poder. Era el miedo al fantasma de lo que no se quería. Por las distintas formas de la historia oral, los esclavos y los diversos estratos de negros libres supieron de lo acontecido en Haití. Movimientos conspirativos, como el de Aponte, y sublevaciones de esclavos, también se asociaron al otro fantasma de lo que debía hacer. La revolución haitiana resultó una clave para entender la compleja demora de la lucha por la independencia en Cuba.

Las tres matrices deberían justipreciarse para comprender cómo se desarrolla el pensamiento republicano en la llamada América latina, en la zona hispana de aquella y en Cuba. Sobre la influencia que tuvo cada una es posible dar cursos y escribir libros completos.

El ambiente republicano de América latina también generó amplias influencias en el curso de los procesos políticos e intelectuales en Cuba. ¿Cómo cuajó esa influencia latinoamericana en la Isla?

Las tres fuentes están presentes en la historia del republicanismo cubano, pero a ellas se añade la propia historia republicana de América latina, porque Cuba permaneció, junto con Puerto Rico, como colonia. Numerosos cubanos vivieron directamente la construcción de las repúblicas latinoamericanas e incorporaron dichas experiencias. Así lo atestiguan nuestras conexiones con México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Argentina, Chile, Santo Domingo y las naciones centroamericanas.

Después de la victoria en la batalla de Ayacucho (1824), con la liberación total de la América del sur hispana, estaba muy claro para Bolívar que hacer irreversible la independencia, suponía liberar a Cuba, entonces la principal retaguardia de España. Como aquí, no existían las fuerzas internas para liderar la independencia desde dentro, la variante debía ser una expedición a la cual se sumarían los interesados dentro de la Isla.

Se planearon desde Venezuela y también desde México, en las dos variantes existía la participación de cubanos. Aniceto Iznaga y varios amigos viajaron a Perú para entrevistarse con Bolívar y coordinar la invasión. José María Heredia estuvo involucrado en el proyecto expedicionario que gestaba el presidente Guadalupe Victoria. Félix Varela tradujo un manual de prácticas parlamentarias de los EEUU para contribuir a lo que pasaría en Cuba si era liberada por alguna de esas expediciones.

Ellos eran intelectuales liberales con una perspectiva de sistema-mundo. Sabían que debían estudiar y participar en todas las experiencias republicanas posibles. El proyecto cubano surgiría de la selección de las mejores variantes universales.

Después del Congreso de Panamá (1826), los planes invasores finalmente se abandonaron por la combinación de varios problemas: el gobierno estadounidense se oponía, porque deseaba que Cuba permaneciera como propiedad española hasta que pudiera comprarla. Bolívar no pudo conseguir los recursos económicos. En México, mataron a Guadalupe Victoria. López de Santa Ana también hizo intentos; pero, tuvo que enfrentar la invasión de EEUU.

El presidente Benito Juárez fue muy admirado como uno de los paradigmas del republicanismo en los siglos XIX y XX. Intelectuales cubanos, como Pedro Santacilia (yerno de Juárez) y Juan Clemente Zenea, vivieron con intensidad aquellos desafíos. José Martí no conoció personalmente a Juárez; pero, sí estudió los aportes de sus años de gobierno. El juarismo influyó en el proyecto martiano para la Revolución de 1895.

También los republicanos cubanos del XIX y principios del xx se interesaron por las experiencias educativas de la República Argentina. Consideraban muy importante la discusión sobre la buena calidad de la escuela pública y de la formación del futuro ciudadano. Domingo Faustino Sarmiento fue muy leído y en Cuba hubo escuelas con su nombre y con el de dicha nación.

Junto a esas inspiraciones latinoamericanas, proseguía un interés por todo lo que pasaba en Europa occidental. Carlos Manuel de Céspedes, el gestor de la Revolución de 1868, residió en Francia y viajó por Inglaterra. Por ello podía comparar el retraso de la monarquía española en el contexto del sistema-mundo europeo.

José Martí vivió experiencias republicanas en España, México, Guatemala, Venezuela, Estados Unidos, Santo Domingo. Quizás sea la personalidad más fascinante para estudiar la conjunción de las matrices en el republicanismo cubano. Él escribió en el ensayo Nuestra América (1891) que algunas repúblicas en el continente eran variantes de las antiguas colonias, pues se había cambiado una élite de poder por otra: la de las metrópolis por las oligarquías nacionales, de ahí su conciencia de la necesidad de construir un proyecto republicano que no repitiera dichos errores. Esas influencias distintas se expresan, también dentro de Cuba, en modelos republicanos distintos, a veces en contradicción, presentes en todo el proceso de luchas por la independencia. ¿Se puede hablar de distintos republicanismos también dentro de Cuba? ¿Qué consecuencias tiene eso?

Tenemos que comprender que en Cuba, como en los EEUU, ha habido varios modelos republicanos. Siempre hay que hablar de distintos republicanismos.

La complejidad de fuentes, de tendencias, de puntos de vista que ya mencioné, hicieron posible la Revolución de 1895, que era la revolución martiana, pero también existían otras tendencias republicanas, presentes en figuras importantes y trascendentes. Antonio Maceo pensaba diferente a José Martí. Estaban enfrentados y eso multiplicaba las opciones de mejores debates en el propio campo de la revolución. Todos no veían la revolución igual ni querían lo mismo, y detrás de la palabra República se estaban ocultando en ese momento distintos modelos.

Durante la Revolución de 1868 había ocurrido algo parecido. Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte tuvieron puntos de discrepancia en cuanto al diseño institucional de la República en Armas. Podría hablarse incluso de que ellos significaban experiencias políticas diferentes (en cuanto a la perspectiva generacional e individual). La Constitución de Guáimaro plasmó los puntos de consenso después de álgidos debates. Céspedes no cambió sus ideas; solo acató ejemplarmente las decisiones que sobredimensionaron las funciones de la Cámara de Representantes y que facilitaron la componenda ulterior para su destitución como Presidente.

Insisto en que deben rechazarse las convicciones maniqueas sobre la historia. Hay que abandonar la idea de que hay un único modo de entender y de contar lo que pasó. Es como creer que, en los debates de la actualidad no fluyen las contradicciones, los conflictos, hasta que se alcanzan ciertos puntos de consenso; y después, se continúa polemizando en torno a las divergencias. Después de la guerra de independencia que termina en 1898, y al término también de la intervención norteamericana, Cuba es declarada, en la Constitución de 1901, una República, un estado nacional con reconocimiento internacional. ¿Cuáles son los núcleos y contenidos más importantes del pensamiento republicano en Cuba a partir de esa fecha?

La lectura de las actas de las sesiones de la Convención Constituyente de 1901 es fascinante, porque se confirma cómo se ha desarrollado la cultura de los debates. Los delegados discutieron en torno a los mejores modelos republicanos liberales del mundo.

La república burguesa inaugurada en mayo de 1902 era una neocolonia con los atributos de soberanía muy mermados por los artículos de la Enmienda Platt; se trataba de una república dependiente, como había muchas otras. La variante cubana estuvo presente en el diseño estadounidense para crear la nación panameña.

Esta república burguesa, neocolonial, contaba también con un amplio reconocimiento internacional. Esto facilitaba que pudiera ingresar, o participar, en asociaciones, que ayudaban a fomentar una cultura democrática y modernizadora. Los puntos de la Enmienda Platt generaron entre 1901 y mayo de 1934 (cuando quedó derogada) un amplio debate que multiplicó las aristas del pensamiento republicano. Pudiera decirse que se construyó la plataforma conceptual de luchar por el desarrollo de un estado nacional con plena soberanía. Estas preocupaciones sobrevivieron a 1934y podrían rastrearse hasta la Convención Constituyente de 1940. Creo que el atributo de la plena soberanía para el estado cubano continúa siendo un rubro de máximo consenso para nuestro pueblo.

La ocupación estadounidense determinó que finalmente el modelo constitucional adoptado fuera el de los EEUU. En la Constitución de 1901 se aprobó un diseño legislativo bicameral y la prevalencia política del gobierno. Se favorecía el presidencialismo. No obstante, se actualizaron los saberes sobre los republicanismos europeos. Resultó evidente en la discusión sobre el estado laico y el derecho al sufragio de las mujeres, el cual no se consiguió por unos pocos votos. En la reforma constitucional de 1928 ya estaba incluido. Sorprendió la organización de una Secretaria de Salubridad y la redefinición de la Secretaría de Instrucción Pública para incluir las Bellas Artes (1909).

El estado laico fue y es una de las grandes conquistas del republicanismo cubano y siempre lo deberíamos realzar. El laicismo influyó en los modelos educacionales, en la defensa de una escuela pública de calidad, actualizada, que no se dejaba sobrepasar por la escuela privada, e incluso se dictaron regulaciones para que la escuela pública fiscalizara a la escuela privada.

Otro de los elementos republicanos importantes del siglo XX cubano fue la libertad de cultos, que sustituyó al reaccionarismo de una iglesia católica defensora de la monarquía en la colonia. A partir de 1899 se comenzó a reconocer la libertad de cultos, los derechos de las fraternidades como la masonería, que también compartimos con Francia, España, Hispanoamérica y los EEUU. La masonería alcanzó desarrollo y legitimidad asociada a las luchas republicanas. Desde las guerras de independencia, se expandió la práctica masónica, asociada a un linaje patriótico, que se consolido en el xx.

La libertad religiosa fue parcial y discriminadora. Crecieron, o surgieron, las iglesias cristianas reformadas, impulsadas por emigrados. Llegaron misioneros estadounidenses. Se multiplicó el espiritismo. Sin embargo, los practicantes de la santería y el palo monte, los miembros de las potencias abakuás, siguieron perseguidos.

Y durante ese mismo período, el siglo XX, ¿cómo el republicanismo cubano se siguió conectando con América latina y Europa?

En ese sentido fue muy importante para Cuba la Revolución Mexicana de 1910 y sus debates, que nos llegaron a través de los políticos de todas las tendencias que pasaron por aquí: antiporfiristas, maderistas, huertistas, carranzistas, obregonistas, etc. Durante esa segunda década fueron esenciales los debates mexicanos en torno a la constitución, al problema agrario (formas y tipos de propiedad, latifundios, derechos de los campesinos y trabajadores rurales), las playas y los espacios púbicos, los derechos ciudadanos, laborales, educacionales, culturales. La creación en 1921 de la Secretaría de Educación Pública en México inspiró la organización de una Dirección de Cultura cubana en 1934.

Los estudiantes se convirtieron en una fuerza política estratégica de la vida republicana. El 20 de diciembre de 1922 se fundó la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Esto nos unió con el movimiento de reforma universitaria en la Argentina, Perú y México. En el siglo XIX cubano, el estudiante no era un sujeto político autónomo, pero sí llegó a serlo a partir de 1922. Cuando estalló nuestro movimiento de reforma universitaria (enero de 1923), progresivamente se fueron produciendo alianzas políticas entre el movimiento estudiantil y otros sociales (feministas, sindicales, cívicos). A partir de 1925 hasta agosto de 1933, se enrolaron en el combate contra la satrapía de Gerardo Machado. Desde 1923, se comenzó la articulación de los universitarios con los de los institutos de segunda enseñanza y las escuelas normales. Esto implicó que la edad del ingreso a la vida política de los jóvenes se adelantó.

El médico José Ingenieros era conocido en Cuba por su libro El hombre mediocre (1913). Cuando pasó en 1917 por La Habana, los intelectuales le hicieron un homenaje. Antes de que se desencadenara el movimiento de reforma en la Universidad de Córdoba, algunas personalidades ya eran conocidas en Cuba. El grupo gestor de la reforma universitaria en La Habana se llamaba Renovación, que era también el nombre de un boletín argentino. La mayoría de nuestro Grupo Renovación pertenecía a la Facultad de Derecho. Así, surgió un espacio de aprendizaje político que se mantendría desde los tiempos de Julio Antonio Mella hasta los de Fidel Castro.

Entre 1933 y 1945, Franklin Delano Roosevelt gobernó los EEUU. La construcción de una modalidad del «estado de bienestar» impactó muchísimo en América Latina. En 1936, Eduardo Chibás resaltó la importancia de que él fuera reelecto para un segundo mandato. Con los tópicos del llamado Plan Trienal (1937) en Cuba, podría ilustrarse cómo algunos principios de políticas sociales ya estaban generalizados. En noviembre de 1940, el adolescente Fidel Castro escribió una carta admirativa hacia la gestión de Roosevelt, quien se preparaba para un tercer cuatrienio. Me parece que Fidel ha continuado honrando su perspectiva juvenil. Los masones cubanos le rindieron honores con motivo de su fallecimiento en las logias. Fernando Ortiz pronunció un discurso famoso en el que validaba su contribución humanista. El rooseveltismo, como praxis de un estado de bienestar, influyó en los imaginarios republicanos más audaces de los pensadores antimperialistas, socialistas y marxistas (no afiliados al stalinismo). En la Europa de esos años está sucediéndose todo el movimiento contra Primo de Rivera y luego contra Franco, y toda la experiencia de la segunda República Española. ¿Cómo ello estuvo presente en la práctica cultural y política cubana, y en el curso de su pensamiento republicano?

No se podría hablar de la segunda república española(1931-1939) sin hablar de que La Habana de los años veinte estaba llena de exilados políticos contra el general Primo de Rivera, y que los conferencistas que por aquí pasaban, como el gran jurista socialista Luis Jiménez de Azúa, eran sus enemigos. Cuando en 1931 surgió la segunda república española, aquí se decía: nuestros amigos están en el poder. Pero también hubo una combatividad previa a la segunda república española, y muchos de los exilados contra Machado fueron a dar a España porque eran hijos de españoles y tenían la ciudadanía.

Hubo otro tipo de complicidades. Cuando Primo de Rivera le iba a hacer un monumento a Gerardo Machado en el parque del Retiro, los intelectuales cubanos escribieron a los intelectuales españoles (hay un manifiesto que está publicado alrededor del suceso) para impedir aquel monumento y sustituirlo por uno a José Martí.

Además, del lado de España, centenares de cubanos formaron parte del ejército regular español, y la cifra pudo haber alcanzado los mil. Algunos de ellos estuvieron en el batallón Lincoln, porque viajaron desde los EEUU. La presencia cubana en España fue múltiple en cuanto a funciones. Juan Marinello (1898-1977) era hijo de un catalán y hablaba esa lengua; cuando fue al congreso de intelectuales en defensa de la cultura y contra el fascismo (1937) sirvió como vocero de las delegaciones hispanoamericanas y terminó recorriendo los frentes de combate y pronunciando discursos en catalán. Se trataba de honrar una hermandad. En el año 1930, en la Universidad de La Habana se hizo un acto de solidaridad del Directorio Estudiantil antimachadista con los alumnos españoles contrarios a Primo de Rivera.

Hubo algunos problemas que fueron importantes para España en el momento de la segunda república española que ya no lo eran para Cuba. Aquí, se ejercitaron algunos derechos antes que en España. El sufragio universal ya estaba en la Constitución de 1901; provenía de las constituciones mambisas como un principio del republicanismo cubano. La ley de divorcio databa de 1918. Por supuesto, subsistieron las interrogantes sobre cómo se implementaban: ¿hasta qué punto en un país con altas cifras de analfabetos ese sufragio era realmente universal? ¿qué niveles alcanzaba la corrupción por compra y venta de los votos? ¿Cómo funcionaban los prejuicios sociales, familiares y de género ante la opción del divorcio?

Las organizaciones de mujeres, estudiantes, obreros, campesinos, se habían coordinado. A partir de 1934, con la fundación del Partido Auténtico, se comenzaron a gestar los grupos funcionales, a través de los cuales interactuaban dentro de cada partido los jóvenes, las mujeres, los obreros, los campesinos, los profesionales, etc.. La iniciativa de los grupos funcionales en el Partido Auténtico, probablemente tuvo alguna relación con la asesoría que ofrecía el peruano José Bernardo Goyburu (miembro del partido aprista y residente en Cuba desde 1928 hasta su muerte en 1947). También, suele mencionarse el influjo de las estructuras del PRI mexicano en los años de gobierno de Lázaro Cárdenas.

El mayor impacto de la segunda república española podría localizarse en algunas creencias del pueblo cubano. Se consideraba que teníamos una relación de familia extendida. Se reiteraba la vieja tesis de las dos Españas (la buena y la repudiable), que José Martí ya había utilizado en El presidio político en Cuba (1871) yLa República Española ante la Revolución Cubana (1873). Miles de españoles encontraron aquí una comunidad ideológica y afectiva. Algunos proyectos culturales de la segunda república española se enriquecieron aquí. Esto se apreció mucho mejor después de la victoria revolucionaria del 1 de enero de 1959.

Cuba, entre ese año y 1975 fue una de las retaguardias mundiales del antifranquismo. Se le puso el nombre de Federico García Lorca, a uno de los teatros habaneros. Se publicaron decenas de libros, comenzando por las obras del propio Lorca, Antonio Machado y Miguel Hernández. Se distinguió Herminio Almendros al asumir la creación de volúmenes para niños y jóvenes.

La República cubana comprendió múltiples frustraciones a lo largo de esa primera mitad del siglo XX, y las sucesivas administraciones se alejaron continuamente de los ideales republicanos que habían inspirado el recorrido político de las revoluciones en Cuba. A la altura de 1940, tiene lugar un proceso constituyente que es un parte aguas en la historia de la república cubana. Podría, por último, comentarnos lo que significó esa constitución de 1940? ¿En qué medida sintetizó las luchas republicanas cubanas hasta entonces?

La república burguesa podría ser explicada con mayores precisiones. Suelo utilizar la terminología proveniente de la experiencia francesa, ya latinoamericazada. La primera república neocolonial, comprendió desde mayo de 1902 hasta mayo de 1934, cuando fue derogada la Enmienda Platt. Desde meses antes, con el Gobierno Revolucionario de los Cien Días (septiembre de 1933- enero del 34), había comenzado a delinearse la Segunda República neocolonial, con mayor soberanía después que se abrogó la Enmienda Platt. Se trataba de un proceso de acelerada modernización, cuyos principios republicanos actualizados quedaron recogidos en la Constitución de 1940. Sin embargo, la mayoría de sus contenidos no eran totalmente nuevos. El voto femenino, por ejemplo, ya se había incluido en la reforma constitucional de 1928.

La Constitución de 1940 fue el resumen de un modelo republicano liberal moderno, progresista y siempre paradigmático en la historia de la sociedad cubana. En ella se observa la huella mexicana y también la huella francesa. El republicanismo cubano tiene en la Constitución del 40 una expresión de su momento más avanzado, que explica por qué ha habido a lo largo del resto del siglo XX un modelo republicano audaz, de incorporar derechos sociales, de diálogo público, de tener en cuenta las opiniones de la gente. La Constitución de 1940, y su frustración en la práctica, definieron mucho de lo que pasaría después.

La Tercera República, antimperialista, ¡por fin! con plena soberanía, surgió con la victoria revolucionaria del 1 de enero de 1959. Se radicalizaba cada mes. Nacionalizó las propiedades extranjeras, con lo que se liquidó el estatuto neocolonial. Con la victoria militar en Playa Girón, que derrotó la invasión mercenaria financiada por los Estados Unidos, comenzó la extinción de esta tercera y simultáneamente nacía la Cuarta República, con una orientación socialista, por la que todavía se transita.

Los fundamentos republicanos de la Constitución de 1940 estuvieron vigentes hasta 1976. Uno de los primeros actos del Gobierno Revolucionario en enero de 1959 fue el realce de dicha constitución, que Batista había derogado después de su golpe de estado de 1952 y que luego había restablecido en 1954.

El Gobierno Revolucionario revalidó la ley de leyes e hizo adecuaciones justificadas, como la de asignar las funciones legislativas al Consejo de Ministros. El alcance modernizador se diversificó con la promulgación de leyes constitucionales: la educación gratuita y pública, la reforma agraria, la reforma urbana, etcétera.

Para finalizar, te diría que el republicanismo fue y es un valor esencial de la historia política cubana; que los modos en que se han resuelto, o no, las ideas y prácticas republicanas, definen las aspiraciones y frustraciones de cada momento. De ahí la necesidad, y la importancia, de analizar nuestra historia republicana para entender el presente y pensar el futuro.

Ana Cairo es profesora de la Universidad de La Habana www.sinpermiso.info, 11 de noviembre de 2012