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Tomar distancia, o no

Fuentes: Progreso Semanal

En una entrevista que ofreció el poeta Roberto Friol hace años dijo algo como esto: «antes de ser escritor yo quiero ser persona». Antes también escuché decir al genio de Guillermo Cabrera Álvarez, -un ser que podía concretar imposibles y que entre otras cosas fundó y dirigió el Instituto Internacional de Periodismo José Martí- que […]

En una entrevista que ofreció el poeta Roberto Friol hace años dijo algo como esto: «antes de ser escritor yo quiero ser persona». Antes también escuché decir al genio de Guillermo Cabrera Álvarez, -un ser que podía concretar imposibles y que entre otras cosas fundó y dirigió el Instituto Internacional de Periodismo José Martí- que lo primero para ser buen periodista era ser buena persona. En realidad, cualquiera puede creer o no en estas cosas. Son axiomas de esos que les sirven a unos y no a otros.

¿Se escribe, se hacen fotos y videos o se recogen escombros? ¿Todas? ¿Cuál primero? El tornado que desmanteló varias comunidades habaneras el pasado domingo ha puesto a muchos profesionales a encarar este tipo de aprendizaje. Hay que hacerlo todo, así de simple. El orden, como la aquiescencia hacia axiomas, lo pondrá cada quien como estime. La inmensa red voluntaria de apoyo y solidaridad que ha emergido de forma espontánea en La Habana durante la última semana ha sido ante todo inspiradora para plantarse de frente al desastre con algo más que dudas. Ha dado, además, una esperanza contundente y de una sencillez brutal. Y fuerza, ha multiplicado la fuerza.

Es una cuestión meramente de esencias humanas, y simbólica si se quiere. Casi nadie de las personas que han entregado su ayuda cree que con esos granitos de arena se resuelven problemas estructurales que existían de antes. Pero qué tremendos granitos de arena para apaciguar las urgencias. Hay piedad, empatía, pero sobre todo ha sido participación ciudadana sin aguardar llamados. Y siendo que esto sucede en La Habana, Cuba, no hay «me encanta» (Emojis como los de corazoncitos) suficientes en todas las redes sociales del universo para abarcarlo.

«María del Carmen. 2 mujeres. 3 niños varones. 6, 11, 19 años. Derrumbe. Central # 8. Comida, agua, ropa». «San Agustín # 11. 1 hombre. 1 mujer. 1 adolescente. Derrumbe total. Comida, agua, ropa». Así dicen las «cartas de presentación» de cientos de damnificados del tornado EF4 que ha dejado La Habana en shock. Cada día estos papelitos viajan toda la ciudad en manos anónimas y dispuestas voluntariamente hasta el otro punto de estas cadenas productivas de solidaridad, donde se recogen y clasifican las donaciones que otros cientos de manos aportan cada día.

El damnificado tiene en Cuba varios niveles de afectaciones y carestías. Cada desastre natural no hace más que añadir nombres a una lista larga de por sí. Por lo cual hay incluso re-re-etcétera-damnificados; son miles de rostros. Lo que hasta el momento sí no habían tenido aquellos que han perdido su techo, más de una vez, es esta oleada masiva, desde dentro y desde fuera de la Isla, de manos laboriosas que han puesto sus vehículos, su fuerza de trabajo, sus recursos financieros y su capacidad de coordinación al servicio del prójimo, en la mayoría de los casos en coordinación con las autoridades locales.

Ha sido una lección de civismo, y de política, encontrarse con este potencial básicamente desplegado a ritmo de datos móviles. Ojo: El estado sigue cumpliendo un rol fundamental; sin su intervención directa no será posible recuperación alguna. Esta es su tarea y compromiso con la ciudadanía. Pero existe además el ejercicio de cada uno, de la ciudadanía, y ninguna ayuda está de más: la ayuda es intrínsecamente bienhechora. Lo demás es parafernalia, cada cual cargará con la suya, aunque no le pese… por ahora.

«Vinimos a ayudar», es una frase a punto de convertirse en mantra. La han dicho los grupos aparecidos en las comunidades afectadas para recoger escombros donde haga falta; los negocios privados que en la capital han acudido con numerosas iniciativas de alivio; los artistas, con su arte y sus recursos; la gente en toda su maravillosa espontaneidad.

Es bueno saber que no solo está el Estado con la protección que es ley en Cuba (y también con sus demoras, burocracias y limitaciones en cuanto a los recursos). Saber, como si nunca hubiera sido obvio, que Gobierno y Sociedad Civil, institucionalidad y ciudadanía no se suplantan, sino que pueden combinar sus acciones e iniciativas. Es maravilloso descubrir que entre los andares inciertos de este tiempo hay muchas manos con buena voluntad.

Como en Cuba son más las búsquedas que las soluciones parqueadas frente nosotros, no está de más resaltar este otro tornado. Es más, brindemos. Por la ciudadanía cubana toda. Sí, con aché meteorológico por favor.

Fuente: http://progresosemanal.us/20190205/tomar-distancia-o-no/