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Tsunami en Japón: Estados Unidos y el Protocolo de Kioto

Fuentes: Rebelión

Japón vive hoy uno de los desastres naturales más desoladores de la historia, con un saldo hasta el momento de miles de personas muertas y otro tanto de desaparecidas, sin poder contabilizar la realidad a partir de que el tsunami debe haber arrastrado con los cuerpos de otras víctimas. En la actualidad la amenaza del […]

Japón vive hoy uno de los desastres naturales más desoladores de la historia, con un saldo hasta el momento de miles de personas muertas y otro tanto de desaparecidas, sin poder contabilizar la realidad a partir de que el tsunami debe haber arrastrado con los cuerpos de otras víctimas.

En la actualidad la amenaza del calentamiento de los reactores nucleares y sus impredecibles consecuencias de no lograrse detener, mantiene bajo amenaza a los ciudadanos de esa nación y sus países vecinos, sin poderse predecir si los efectos pudieran ser iguales o superiores a los de Chernovil.

A pesar de los esfuerzos por evitar que continúe el calentamiento de los reactores afectados de la central de Fukushima mediante el vertido de agua desde helicópteros y la reactivación del servicio eléctrico, crecen las preocupaciones en torno a los escapes de radiactividad, detectada en alimentos y agua en varias zonas. La empresa Tokyo Electric Power Co., operadora de la planta, comenzó a estudiar el impacto de esta crisis en el mar en cuatro zonas frente a la planta, donde se detectó la presencia de sustancias radiactivas altamente concentradas en el agua de mar cerca de los puntos de descarga de ese líquido de la planta 1.Todas estas acciones con los correspondientes riesgos para la salud de los ciudadanos.

Las diversas explosiones de los reactores ya han dejado saldo de personas heridas y otras afectadas por distintos grados de radiación, fundamentalmente entre el personal técnico que opera en la zona.

Las imágenes de lo acontecido en Japón y los informes de los graves y posibles consecuencias del terremoto y el tsunami son alarmantes y deben hacer reflexionar a todos los gobernantes, particularmente de los países desarrollados, acerca de la necesidad apremiante de proteger el medio ambiente y no desafiarlo aún más.

Pero aún ante estos hechos, que no son teoría, hay países como EE.UU. que se niegan a suscribir el Protocolo de Kioto.

EE.UU. es un imperio en la esfera militar y económica, de ahí su predominio en el mundo sobre otras naciones, incluyendo a los que denomina sus aliados. Cuenta con gran desarrollo científico-tecnológico en una amplia gama de la vida ser humano. Pero, ¿puede creer seriamente alguien que todo ese poderío lo hará infalible a los fenómenos naturales que cada día son más severos?

Pero la arrogancia y tozudez del amo imperial, pone sus intereses de poder por encima de la vida de los seres humanos, incluyendo la de los propios ciudadanos norteamericanos.

¿Por qué las diferentes administraciones norteamericanas no han querido suscribir el Protocolo de Kioto en aras de cuidar el medio ambiente y la protección de la vida en el planeta tierra? Es precisamente EE.UU. uno de los principales emisores de sustancias que contaminan el ambiente, dado su nivel de desarrollo.

En el 2003, según declaraciones del entonces presidente George W.Bush, la firma del Protocolo de Kioto por EE.UU. «habría hundido nuestra economía».

Este protocolo sobre el cambio climático, sucesor de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que Estados Unidos se niega a firmar, es un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las emisiones de seis gases que causan el calentamiento global, en un porcentaje aproximado de al menos 5% entre 2008 y 2012, en comparación con las emisiones de 1990. Contiene los compromisos asumidos por los países industrializados de reducir sus emisiones de algunos gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. El Protocolo de Kioto, es uno de los instrumentos jurídicos internacionales más importantes destinado a luchar contra el cambio climático.

Ante los acontecimientos en Japón, Obama reafirmó el compromiso de los Estados Unidos con Japón para «poder reconstruir el país», compartiendo todos los recursos que sean necesarios, «van a tener toda la ayuda que necesiten para poder levantarse, y eso significa que podamos estrechar nuestros lazos».

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, intentó llevarle tranquilidad a los norteamericanos a través de un mensaje en el que advirtió que no hay posibilidades de que la nube radiactiva llegue a sus costas. No obstante, le pidió a la población que se encuentre «actualizada» sobre las últimas recomendaciones de su administración para evitar futuros inconvenientes.

¿Pero por qué mejor no firma el Protocolo de Kioto y así se compromete a realizar actividades concretas para evitar dañar más el medio ambiente y contribuir, como uno de los países mayores emisores de gases contaminantes, a dañar menos el planeta en que vivimos.?

Ah pero no les conviene, porque afecta sus intereses, no solo desde el punto de la economía industrial y comercial, sino por ser un país que basa su economía en la industria armamentista y promover las acciones bélicas. Actividades todas altamente dañinas al medio ambiente y a la vida en el planeta.

Como siempre, para tratar de dar una imagen de benefactor de la humanidad montaron el teatro de la Cumbre Copenhague e intentar proyectar una imagen de «buena voluntad» a esta situación emergente de cuidar el medioambiente. Finalmente todo concluyó, como expresó Fidel Castro, «en el caos político creado y el trato humillante a Jefes de Estado y Gobierno, Ministros y miles de representantes de movimientos sociales e instituciones, quienes llenos de ilusiones y esperanzas viajaron a la sede de la Cumbre en Copenhague, además de la brutal represión contra manifestantes pacíficos…Obama pronunció un discurso engañoso y demagógico, lleno de ambigüedades, que no implicaba compromiso vinculante alguno e ignoraba el Convenio Marco de Kyoto. Se marchó de la sala poco después de escuchar a algunos oradores más. Entre los invitados a usar de la palabra estaban los países más industrializados, varios de las economías emergentes y algunos de los más pobres del planeta. Los líderes y representantes de más de 170, solo tenían derecho a escuchar.»

El proyecto de acuerdo de Obama, desde sus inicios constituyó una acción clandestina, antidemocrática y sin propósitos honestos, al permitir en la participación para la aprobación del mismo solo a 27 países de los más de 170 representados en la Cumbre, porque daba por sentado que de participar todos, el documento no sería aprobado.

Trataron de imponer el documento por consenso, pero las voces de un grupo de representantes del Tercer Mundo se alzaron para denunciar la maniobra.

La esencia de la negativa a firmar el Protocolo de Kioto, está en la génesis y razón de ser del Imperio, es responsable en gran parte de la emisión de gases y de todo tipo de contaminación, por ser un país altamente industrializado, y obviamente las condiciones del Protocolo de carácter vinculante y obligatorio para todos sus miembros establece regular los procedimientos para disminuir la emisión de gases tóxicos y dar mejor tratamiento a la basura, lo mismo que utilizar apropiadamente los recursos no renovables en beneficio de la humanidad;

¿Por qué el Presidente Obama en lugar de ofrecer ayuda a Japón cuando ya han muertos miles de personas, no se compromete seriamente a contribuir a que estos eventos disminuyan? Si alguien debía sentir algún culpa ante estos eventos naturales y sus consecuencias, ese sería EE.UU., pero está claro que lo único que interesa al Imperio, son sus intereses para poder perpetuarse como tal. Todo lo demás que declare su Presidente, es pura demagogia que insulta la inteligencia y los sentimientos de quienes han perdido a sus seres querido.

La deuda de las diferentes administraciones de EE.UU. es con la humanidad incluyendo a su pueblo, que está a punto de extinguirse por actitudes mezquinas, irresponsables y prepotentes como las del Imperio norteamericano  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.