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El proyecto nuclear franco-venezolano

¿Un atentado contra las generaciones futuras en la cuna de Bolívar?

Fuentes:

El pasado jueves 2 de octubre en París, los cancilleres de Francia, Bernard Kouchner, y Venezuela, Nicolás Maduro, ratificaron el interés de sus respectivos gobiernos de cooperar en proyectos civiles para el desarrollo de la energía nuclear en Venezuela. Según una nota de prensa publicada en la página Web de la cancillería venezolana, «El Ministro […]

El pasado jueves 2 de octubre en París, los cancilleres de Francia, Bernard Kouchner, y Venezuela, Nicolás Maduro, ratificaron el interés de sus respectivos gobiernos de cooperar en proyectos civiles para el desarrollo de la energía nuclear en Venezuela. Según una nota de prensa publicada en la página Web de la cancillería venezolana, «El Ministro Maduro precisó que en los diferentes acuerdos suscritos se logró el compromiso de apoyo de Francia para el desarrollo por parte de Venezuela de la energía nuclear con fines pacíficos. Indicó que ésta es una de las alternativas para el futuro de la humanidad y nuestro país, logrará apoyo en la formación y el desarrollo tecnológico en esta materia». De acuerdo con un cable de la agencia AP, «Bernard Kouchner dijo… que Francia ‘está dispuesta a trabajar junto con nuestros amigos venezolanos’ en la cuestión. Venezuela es un importante exportador de petróleo y Francia, donde opera la enorme firma nuclear Areva, es un prominente exportador de tecnología nuclear» (http://www.lostiempos.com/noticias/02-10-08/02_10_08_ultimas_int5.php).

Días antes, en Moscú, el presidente Hugo Chávez había hecho público su propósito de implementar un programa de cooperación nuclear con Rusia. Según el diario electrónico Aporrea, Chávez señaló: «Ciertamente estamos interesados en desarrollar la energía nuclear, por supuesto con fines pacíficos, con fines médicos, para generación de electricidad (…) Brasil tiene varios reactores nucleares, al igual que Argentina, nosotros tendremos el nuestro» (www.aporrea.org/energia/n121435.html).

Estas negociaciones con los gobiernos de Rusia y Francia resultan alarmantes porque revelan la firme determinación del gobierno revolucionario de Venezuela, de embarcarse en la construcción de plantas nucleares para la generación de electricidad en el país. Una preocupación más que justificada si se tiene en cuenta la nefasta trayectoria de una industria energética responsable del gran número de víctimas causado por el desastre de la central nuclear de Chernóbil en 1986, y la crisis suscitada en Francia por la contaminación radioactiva de la cuenca del Ródano en el presente año. Sin olvidar jamás, por supuesto, las más de 200.000 muertes provocadas por las bombas atómicas arrojadas en 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki por los Estados Unidos.

USOS PACÍFICOS SÓLO MATA GENTE

Los llamados usos «pacíficos» o «civiles» de la energía atómica no son menos peligrosos que sus aplicaciones militares, como lo demuestran los efectos de los accidentes sufridos por las centrales nucleares construidas en distintos países desde mediados del siglo XX. Según las cifras oficiales, en Ucrania, Rusia y Bielorrusia, por ejemplo, fallecieron al menos 50 personas y otras 4.000 quedaron afectadas con cáncer, leucemia y malformaciones congénitas como resultado de la radiación liberada por el accidente del reactor de Chernóbil; si bien cabe señalar que, de acuerdo con las investigaciones de Greenpeace, las cifras anteriores ocultan la verdadera dimensión de esta tragedia cuyas víctimas pasarían de cien mil. Pero éste no ha sido el único accidente grave, pues también tuvieron efectos nefandos el accidente ocurrido en 1979 en la central nuclear de Three Mile Island en los Estados Unidos, y el de la planta de uranio japonesa de Tokaimura en 1999, entre muchos otros.

Por otra parte, incluso si la humanidad consigue evitar el uso militar de las armas nucleares y el invierno nuclear que en un breve lapso podría poner fin a la vida en el planeta, así como los accidentes nucleares que instantáneamente producen una terrible contaminación y hacen inhabitables a regiones enteras, sigue estando allí el irresoluble problema del manejo de los desechos radioactivos, cuyas emisiones letales perduran por miles y miles de años. El plutonio es particularmente peligroso por tratarse de un elemento químico producido artificialmente a partir del uranio, con una alta capacidad de fisión que lo hace idóneo para su utilización en bombas nucleares, y que permanece activo por quinientos millones de años (Capra, 1982; Eichler, 1987a, 1987b). El plutonio es tan poderoso como cancerígeno que medio kilo uniformemente repartido sería susceptible de provocar cáncer pulmonar a toda la humanidad (Capra, 1982). Una vez producidos el plutonio y otros desechos provenientes de los reactores nucleares, no hay manera de aislarlos permanentemente del ambiente; de ahí que durante su inmensamente larga vida lo más probable es que terminen diseminándose por la ecosfera. Uno de los métodos más populares de almacenamiento es enterrándolos, pero el resultado ha sido la contaminación del agua de las capas freáticas. En los años 80, los estadounidenses los almacenaron en barriles que echaron al océano, lo cual hará que en el futuro haya que rastrearlos para impedir que el deterioro de los barriles haga que se mezclen con las aguas.

Ahora bien, el problema del plutonio, incluso en su uso «pacífico» y en ausencia de accidentes, no es sólo a largo plazo. Se ha estimado que si la industria estadounidense pudiese aislar del medio ambiente su plutonio con una efectividad del 99,99% -lo cual constituiría un milagro tecnológico- el plutonio que esa industria inyectaría en la atmósfera sería responsable, sólo en los EE.UU., por 500.000 casos fatales de cáncer pulmonar al año a partir del año 2.020, incrementando la tasa de mortalidad de ese país en un 25% (Nader y Abbotts, 1977; Capra, 1982).

Frente a este panorama desolador, los promotores de la energía nuclear en Venezuela pueden argumentar que actualmente se está negociando con un país, como Francia, con un amplio récord de seguridad en el manejo de sus reactores. ¿Pero es cierto que lo tiene?

FRANCIA AL BORDE DE UN DESASTRE NUCLEAR

En las semanas previas a la reunión ya mencionada entre los cancilleres Maduro y Kouchner, se han producido en Francia numerosos derrames de uranio radioactivo en el complejo nuclear de Tricastin, que fueron a parar a las aguas de los ríos de La Gaffière y de Auzon, en la cuenca del Ródano. El complejo nuclear de Tricastin es una instalación que cuenta con 4 reactores, una planta de producción de fluoruro de uranio, una planta de reprocesamiento, y una planta de enriquecimiento de uranio. Se trata de uno de los complejos nucleares más importantes de Europa, perteneciente a la compañía pública francesa AREVA -la misma que está ofreciendo sus servicios a Venezuela- y Electricité de France (EDF), la empresa encargada de generar la electricidad francesa.

Estos derrames obligaron a las autoridades a tomar medidas de emergencia como la evacuación de algunos lagos frecuentemente visitados por los turistas, la prohibición de riego de los cultivos de la zona y el ofrecimiento de indemnizaciones a los agricultores afectados. Según el diario electrónico «Público.es», importantes productores de vino de la región, tras constatar que sus ventas se habían venido a pique por el temor de los consumidores a ingerir productos contaminados, han llegado al extremo de solicitar al Instituto Nacional de Denominaciones de Origen de Francia (INAO) que les permita modificar las etiquetas de sus vinos para poder venderlos (http://www.publico.es/ciencias/medioambiente/151825/atomos/envejecidos/tricastin/nuclear/francia/rodano).

Por si fuera poco, el 8 de septiembre se produjo un accidente tan grave que se está pensando en mudar a la población de las aldeas aledañas a otras zonas. Durante una operación de colocación de combustible, dos barras de uranio enriquecido, grafito y metal, se quedaron colgadas de la tapa de la cuba del reactor Nº 2 de Tricastin. Desde entonces, las dos barras están suspendidas sobre las otras 155 piezas de combustible que constituyen el corazón del reactor. De acuerdo con la Red «Salir de lo nuclear», «estas barras pesan cada una alrededor de 800 kilogramos y amenazan con caerse en cualquier momento. En ese caso podrían romperse, y si los pedazos se deslizan entre los otros conjuntos de piezas [de combustible], podrían eventualmente desencadenar una reacción nuclear [en cadena] incontrolada. Un espantoso accidente sería entonces posible. E incluso si esta reacción nuclear no se desencadenara, las operaciones de limpieza serían prácticamente irrealizables. En este momento, el reactor podría estar definitivamente condenado, a la espera de que las generaciones futuras encuentren una solución. Este escenario catastrófico es realmente posible. Un accidente del mismo tipo se produjo, en 1999, en la central de Nogent-sobre-el-Sena, con la diferencia de que un solo conjunto de piezas fue la causa. E hizo falta un mes para resolver el problema. La situación del Tricastín es mucho más peligrosa: hay dos barras en juego. Intentando recuperar una de ellas, se podría hacer caer a la otra. Hasta ahora, la Electricidad de Francia permanece muda con respecto a la composición del combustible de estas piezas, y es posible que las mismas contengan plutonio, lo que agravaría considerablemente los riesgos para la población. La Red ‘Salir de lo nuclear’ se ha dirigido por escrito a la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN), así como al Presidente de la República y al Primer Ministro para pedirles que digan la verdad acerca del accidente en curso». (http://www.sortirdunucleaire.org/index.php?menu=actualites&sousmenu=dossiers&soussousmenu=tricastin&page=index#).

UNA INDUSTRIA INSOSTENIBLE EN BUSCA DE NUEVAS VÍCTIMAS

Después de los accidentes de este verano, las dificultades financieras y técnicas enfrentadas por los dos Reactores Presurizados Europeos en construcción, y la lucha armada iniciada en el Níger entre el gobierno de ese país y 3.000 tuaregs bien armados que se oponen a la extracción de uranio en su territorio, está claro que la empresa nuclear francesa Areva y el gobierno francés se encuentran en una posición más que delicada.

Europa avanza hacia un proceso de desnuclearización, mientras que Francia es uno de los pocos países empeñados en mantener el uso de la energía nuclear. Ahora los accidentes podrían obligar al gobierno a dejar de apostar por la industria nuclear en su territorio, por lo cual el gobierno francés espera compensar a las compañías de su país obteniendo para ellas contratos en el extranjero, desplazando a otras regiones los riesgos de la energía atómica.

El manifiesto del grupo ambientalista francés «Salir de lo nuclear», señala que «Un accidente nuclear equivale a toda una región que se vuelve inhabitable durante miles de años y a innumerables víctimas. ¿Podemos permitirnos correr un riesgo tal? No existe posibilidad alguna de eliminación de los desechos radiactivos: son peligrosos hoy y por decenas de miles de años. El costo real de la electricidad nuclear está subevaluado. Ella es en verdad muy cara si se toma en cuenta la totalidad de sus costos: investigación financiada públicamente, desmantelamiento de las centrales, gestión de los desechos durante miles de años. La energía nuclear produce poco gas de efecto invernadero, es cierto, pero contamina la tierra por millones de años. No es imperativo escoger entre la peste bubónica y el cólera. Ni lo nuclear, ni el efecto invernadero: ése debe ser el objetivo de una política energética responsable. Vivimos en la Francia nuclear, el país más nuclearizado del mundo. Pero esta dependencia frente a lo nuclear es una excepción francesa. Países cercanos como Italia, Alemania o Bélgica ya han decidido salir de lo nuclear. ¡Salir de lo nuclear, es posible! Lo nuclear no es el único medio de producir electricidad, Es urgente desarrollar alternativas energéticas. Y además, ¿necesitamos tanta electricidad para vivir bien?».

ENERGÍAS LIMPIAS PARA EL ECOSOCIALISMO DEL SIGLO XXI

Los ecosocialistas venezolanos y franceses estamos contentos de que se hagan intentos por reducir las desigualdades y establecer el socialismo en los países de América Latina. Pero para que ello dé sus frutos, las poblaciones locales deben gozar de buena salud y un ambiente sano. Debemos evitar dar un paso que podría tener trágicas consecuencias para la patria de Bolívar y la salud de sus habitantes (y no sólo para éstos, sino para la humanidad en su totalidad). En vez de ello, debemos construir una sociedad igualitaria y sustentable, basada en el uso de energías limpias, en la que los mayores intereses sean la protección de la salud de los ciudadanos y de la ecosfera de la que somos parte y de la que depende nuestra supervivencia.

Por todas estas razones, consideramos que una iniciativa como ésta debería someterse a un amplio debate nacional y, llegado el momento, a un referéndum consultivo para que sea el pueblo quien decida si vale la pena o no embarcarse en una empresa de tan graves implicaciones para las generaciones presentes y futuras. Una consulta pública sobre el tema nuclear no sería, por cierto, ninguna novedad; pues hace ya varios años que países como Austria (1978), Suecia (1980) e Italia (1987), llevaron a cabo referendos en los que, gracias al voto mayoritario de sus ciudadanos, se decidió el abandono de la energía atómica. Para la Revolución Bolivariana, poner en manos del pueblo la elección consciente del modelo energético más apropiado para nuestro desarrollo, constituiría una evidencia ejemplar de la vitalidad de la democracia participativa, y una prueba irrecusable de que el Socialismo del Siglo XXI ha asumido en serio los inmensos desafíos de construir una sociedad más justa y salvar a la especie de su autodestrucción.

¡SOCIALISMO, SÍ, PERO SIN LA BASURA NUCLEAR!

REFERENCIAS: Capra, F. (1982). The Turning Point. Nueva York: Bantam New Age Books. Eichler, A. (1987a). El mayor crimen de la historia: la radiación atómica. En Eichler, A. (1987), S.O.S. planeta tierra, pp. 159-161. Caracas: Guardia Nacional de Venezuela. Eichler, A. (1987b). Radiactividad letal para milenios. En Eichler, A. (1987), S.O.S. planeta tierra, pp. 163-166. Caracas: Guardia Nacional de Venezuela. Nader, R. y Abbotts, J. (1977). The Menace of Atomic Energy. Nueva York: Norton.

FIRMANTES:

Gustavo Fernández Colón, Universidad de Carabobo, Venezuela. Martha Cecilia Santos, Universidad de Carabobo, Venezuela. Elías Capriles, Universidad de los Andes, Venezuela. Yannick de la Fuente, Universidad de Montpellier, Francia. Claude Llena, Universidad Paul Valéry de Montpellier, Francia. Carlos Molina Velásquez, Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas», El Salvador. Mayda Hocevar, Universidad de Los Andes, Venezuela. Sirio Lopez Velasco, Universidade Federal do Rio Grande, Brasil. Antonio Salamanca Villalba, Colegio de Abogados de Madrid, España. Mariano Crespo, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela. Ricardo Molina Meza, Universidad de El Salvador, El Salvador. Rodolfo Táriba Santaella, Universidad Católica Cecilio Acosta, Venezuela. Julio Alexander Parra, Docente, Mérida, Venezuela. Oscar Gutiérrez, Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. Ricardo Melgar Bao, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Isabel Villarte, Geografía Viva, Venezuela. Nelson Lucena, Universidad de Carabobo, Venezuela. Gustavo Claret Vásquez, Abogado, Venezuela. Norbert Molina, Universidad de Los Andes, Venezuela. Lenin José Ramírez Ramírez, Universidad de Los Andes, Venezuela. Edgar Mendoza, Docente, Venezuela.

Los interesados en apoyar esta declaración pueden notificarlo a la siguiente dirección: [email protected]