Recomiendo:
0

Un Estado, dos Estados… ¿esta es la cuestión?

Fuentes: Rebelión

Si esta es la cuestión, entonces veamos sus tentáculos legales y reales. La idea nace con los «Acuerdos de Oslo», dichos acuerdos estaban condenados a la muerte por el sionismo. Nada iba a ponerse ante ellos y su ideal de colonialismo salvaje y feroz. Lo matan primeramente asesinando a uno de ellos, por el hecho […]

Si esta es la cuestión, entonces veamos sus tentáculos legales y reales.

La idea nace con los «Acuerdos de Oslo», dichos acuerdos estaban condenados a la muerte por el sionismo. Nada iba a ponerse ante ellos y su ideal de colonialismo salvaje y feroz. Lo matan primeramente asesinando a uno de ellos, por el hecho de haber salido del guion. Así sacrificaron a Isaac Rabín el 4 de noviembre de 1995, fue asesinado por Yigal Amir, un estudiante judío extremista de la Universidad Bar Ilán, perteneciente a la derecha «radical» israelí y opuesto a las ideas de entregar territorios a cambio de la paz. Al día de hoy al asesino se le atribuye planear el crimen por su cuenta. Ni se investiga las ramas «radicales» del sionismo, ni se busca a los cómplices ni al asesino ideológico.

El bebé (Dos Estados) se queda sin madre y le encargan su cuidado al asesino de su madre el sionismo, su cuidado son ¡de madre y muy señor mío! Aparentemente bien cuidado, con las fiestas de largo, en las mal llamadas «Conversaciones de paz». Allí encuentran a los más ingenuos de la política árabe y palestina, con luces de colores y puesta en escena que les hace la boca agua. Hasta que un palestino Yaser Arafat se da cuenta del teatro y empieza a moverse en la foto, entonces le mandan su brazo armado y le tienen secuestrado en la sede, que iba a ser temporal para luego trasladarse a Jerusalén Este con un acuerdo de compartir territorio y vivir en paz. El escándalo de tener a un presidente interlocutor válido para la comunidad internacional en las conversaciones, secuestrado, hacía imposible darle muerte directamente. Así inventan su envenenamiento y se lo encargan, (váyase Ud. a saber a quién) a un traidor de su entorno. Muerto el palestino vidente, encuentran a los deslumbrados y ansiosos de poder, quedándose ciegos con el lujo de visitar las sedes más importantes del poder mundial, por lo que continúan de largo en la fiesta del sacrificio del bebé (Dos Estados).

La legalidad de certificar el nacimiento de la idea, proyecto, de los dos Estados, nunca llega a registrarse en ningún aforo ejecutivo, solo se queda en asambleas, las buenas intenciones y el apoyo moral, unos por una razón y otros por otra y el bebé sin ser inscrito. Su partida de nacimiento es un papel virtual, es una bandera sin territorio ni Estado. El 10 de septiembre 2015, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución que autoriza el izado de la bandera de Palestina en la entrada principal del organismo mundial. La bandera palestina se izó el 30 de septiembre en todos los edificios de la ONU en todo el mundo. La resolución contó con 119 votos a favor, 8 en contra. Un simbolismo al servicio de un Estado virtual que esconde una realidad que solo los palestinos bajo la ocupación, la pueden describir y escribir en el libro de condolencias de la muerte de la conciencia mundial. Los gestos que muchos dejamos en telas de protesta, cubriendo con ellas el cadáver de esta conciencia maloliente, una realidad supera cualquier gesto de solidaridad para con el pueblo palestino, sometido a una dura y cruel persecución y aniquilación de su entidad nacional.

Dicho reconocimiento por parte de la Asamblea General de la ONU, entrañaba un futuro incierto si llega a materializarse el proyecto de Dos Estados, por múltiples razones: tanto en el terreno de la viabilidad de su aplicación sobre el terreno como por la proyección futura. Tomamos la primera y nos preguntamos lo siguiente:

  • ¿Cuál es el territorio que el nuevo Estado tendría como su zona geográfica?

La respuesta a esta pregunta tiene un sinfín de mapas trazados por las dos partes que no coinciden en ningún caso por el tema de los asentamientos, los recursos naturales, los accesos y sobre todo y el más enconado, el tema de la futura capital del nuevo Estado: Jerusalén del Este, ya que la parte sionista niega al futuro Estado su derecho a esta parte de la ciudad Jerusalén del Este, (fue ocupada por el Estado sionista junto a Cisjordania y la franja de Gaza en 1967, que la ONU reconoce como territorios ocupados), ciudad que cada día es menos árabe por las acciones de judaización de sus barrios y su entidad histórica por parte del ocupante.

  • ¿Cuál es el grado de su posible independencia como un Estado reconocido?

Un Estado no lo es si no tiene total independencia, donde sus ciudadanos eligen el modo de vivir y su política tanto nacional como internacional. Lo más destacado en este asunto es la parte socioeconómica y política, porque en ella se definen las relaciones entre ambos Estados en Palestina. Una relación que se presenta en muros que les separan no solo físicamente sino también ideológicamente para una convivencia en paz. Destacamos aquí el más grande como muro de separación y el más alto de todos ellos: el sionismo y su fundamento de ser un pensamiento racial y unicultural, aparte de ser dominante y expansionista a costa de los demás pueblos.

  • ¿Qué tipo de seguridad nacional tendría el nuevo Estado?

Todos los Estados tienen una política de seguridad que les hace viables para sobrevivir a los peligros tanto internos como externos. Pues bien, el pretendido futuro Estado no la podrá tener debido a las restricciones que tanto el Estado sionista como la situación geopolítica de la zona les van a poner. Un Estado sin este requisito no tendrá independencia y se convertirá en un cantón dentro de la zona sin presencia real y por lo tanto no podrá dar a sus ciudadanos las mínimas condiciones de vivir en paz y progreso y eso genera, como es archiconocido, conflictos sociales y políticos y sobre todo una inestabilidad en la zona, es decir ¡VUELTA A EMPEZAR!.

¿Un Estado, dos Estados, dos en uno…?

Las ofertas del mercadillo político y de opinión publicada encaminadas para dar solución del mal llamado «conflicto israelí-palestino», surgen a modo a veces de buena fe y muchas más de mala fe, de tinte sionista promovidas por los secuaces del ocupante para dejar claro que Palestina nunca será libre ni será un Estado independiente.

En los acuerdos de Oslo se hablaba y dejaba bien invocado el derecho de los dos pueblos a vivir en paz y en vecindad de mutua colaboración para llegar a instrumentalizar la fórmula de dos Estados, a fin de llevarla a la realidad en pocos años. Dichos acuerdos ponían en manos de la comunidad internacional un instrumento llamado «Cuarteto para Oriente Medio». El cuarteto lo formaban: los Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y las Naciones Unidas. El grupo fue fundado en la ciudad de Madrid en el año 2002, Tony Blair es el enviado especial del Cuarteto. Este instrumento utilizó lo que vino llamándose «conversaciones de paz», ¡como si de guerra se tratase!, esta fue su primera falacia para con la causa palestina, puesto que es bien sabido que la cuestión es de una ocupación y no de guerra. La mejor expresión para definir estas conversaciones mal llamadas de paz, es la árabe مكوكيه «Makukieh» es decir de ida y vuelta y más de lo mismo, sin moverse del eje central. Nunca una expresión dio en el clavo para definir una acción como en este caso.

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Al igual que hoy, las amenazas de los políticos palestinos de romper la baraja, se convirtió en el cuento ¡Qué viene el lobo! La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) sopesaba la posibilidad de declarar nulos los Acuerdos de Oslo, firmados con Israel 1993 y que tenían entre sus objetivos la declaración de un Estado palestino. Así lo manifestó en 2012 el negociador jefe palestino Saeb Erekat, miembro del Comité Ejecutivo de la OLP en un comunicado de prensa remitido a los medios, en el que precisa que el liderazgo palestino estudia seriamente cancelar los citados acuerdos. ¡Tan seriamente! que al día de hoy solo repiten la misma amenaza, sin atreverse a realizarla.

Muchas ilusiones, muchos esfuerzos, muchos sacrificios, muchos avatares políticos y muchos sueños, se van al garete con estos acuerdos que en vez de avanzar en la paz y el entendimiento entre las dos comunidades de Palestina en su formación política de dos Estados, se han convertido en obstáculo para conseguirlo y por qué no, también socialmente. Esta última, era y sigue siendo una aspiración que los palestinos, llevan desde décadas; verse viviendo y conviviendo con unos seres que socialmente han de aceptar en Palestina para ir avanzando en una vida en común. Pero esto no le agrada ni entra en el proyecto racista del sionismo, este mal que nos tocó vivir, es una zanja infranqueable para que los habitantes de Palestina, de todas las fracciones sociales, religiosas y étnicas vivan en paz y armonía, como lo que fue este territorio durante siglos.

Al palestino le toca ya quitarse esta carga pesada de Oslo y mirarse al espejo y ver cómo está su espalda doblada y ponerse a curar esta curvatura para estar erguido ante las amenazas que le lloverán, si al final dan por muertos estos acuerdos, desde EEUU, Israel y EU. Solo le queda buscar ayudas por todas partes del mundo que falta le va a hacer, y sobre todo sepa que el chocolate que está recibiendo hoy en día de la mano del «Dr. Muerte» está envenenado y si sigue comiéndolo, pronto será un vecino más en el cementerio de los incautos.

Llegamos a la conclusión de la mano del padre del bebé (Dos Estados) la comunidad internacional, que se declara incapaz de inscribir al bebé y se lava las manos dejando al sionismo y a su padrino EEUU. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dijo que aceptará una solución de uno o dos Estados, la que prefieran los israelíes y palestinos. «Puedo vivir con cualquiera de las dos soluciones, afirmó Trump durante una conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca. Bueno, la indefinición en su puro estado. Al respecto, el analista en temas del Medio Oriente, Mauricio Meschoulam, destacó que el tema claramente marca una enorme diferencia con sus antecesores, «y es un cambio de postura del mandatario estadounidense ante algo que era marcado como la postura oficial en todas partes». En una entrevista para el programa «Atando Cabos», destacó que el decir que dos Estados ya no es la opción «o más bien dejarlo como una alternativa, hay que entender que si no son dos Estados, pues es un Estado». En ese sentido, indicó que si Israel y Palestina se convierten en un solo Estado, «en las condiciones actuales se estaría hablando de una gran cantidad de individuos que no son ciudadanos de ese Estado y es enormemente delicado que se haga oficial». Refirió que en la extrema derecha de Israel hay un enorme regocijo por este cambio de postura y esto tiende a complicar más las cosas, «que no ayuda para efectos de la paz y las consecuencias que puede significar en términos de grupos que defienden a los palestinos».

Con esta postura ambigua, Trump en la escena de la política internacional, se pone ante el público sobre los tablones, el cráneo del cadáver de los acuerdos de Oslo en mano, diciendo: «Un Estado, dos Estados… ¿Esta es la cuestión?»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.