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Un nuevo «acuerdo de paz» que garantiza la colonización de tierras palestinas

Fuentes: Rebelión

El pasado 28 de enero el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, presentó un supuesto acuerdo de paz para el conflicto palestino-israelí. Históricamente esto ya sucedió en otras ocasiones, dejando ver que hay un solo beneficiado: Israel, aliado político de Washington.  El «Acuerdo del siglo» fue el nombre con el que se presentó la […]

El pasado 28 de enero el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, presentó un supuesto acuerdo de paz para el conflicto palestino-israelí. Históricamente esto ya sucedió en otras ocasiones, dejando ver que hay un solo beneficiado: Israel, aliado político de Washington. 

El «Acuerdo del siglo» fue el nombre con el que se presentó la propuesta del presidente estadounidense, auspiciada junto con el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Lo paradójico es que ninguna autoridad palestina estuvo en la presentación como tampoco aceptó la proposición. Esto se debe al simple hecho que, una vez más, desde Washington se plantea algo que solo beneficia a Israel y mantiene la colonización de tierras palestinas.

¿Qué propone el «Acuerdo del siglo»? Se pretende la formación de dos Estados, pero sin considerar la petición palestina de volver a las fronteras de 1967. Recordemos que este pedido es avalado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con la Resolución 242, ya que en la «Guerra de los seis días» Israel ocupó Cisjordania, una parte de la Franja de Gaza, los Altos del Golán, Península de Sinaí y Jerusalén. En este nuevo plan presentado por Trump, Israel no cede ningún territorio palestino que tiene bajo su control y se mantiene la ilegalidad de los asentamientos judíos dentro de Cisjordania. Lo que aceptaría el Estado de Israel es detener la formación de nuevos asentamientos en tierras palestinas, pero solo por cuatro años. El gobierno israelí tendría que ceder tierras que actualmente se encuentran desiertas o despobladas y otras con mayoría árabe.

Por otro lado, Jerusalén quedaría en manos de Israel oficialmente, a excepción de una zona periférica para que Palestina declare allí su capital. Todas las fronteras que tuviese el Estado palestino, tanto terrestres, marinas como aéreas, serían controladas por el ejército sionista de Israel, reduciendo la soberanía política del país árabe. En materia económica, dentro de la Franja de Gaza se instalarían industrias para generar puestos de trabajo, pero las mismas serían de origen israelí.

De esta manera, el Estado Palestino no sería compuesto en sus territorios ya que se presenta como una serie de tierras fragmentadas que se deberían unir mediante túneles, los cuales también serían controlados por el ejército sionista ya que atravesarían por tierras de Israel. El retorno de los palestinos desplazados desde 1947, es un tema que no se trata en el plan presentado, exponiendo que los propios palestinos son responsables de resolver ese conflicto.

Por último, se le prohíbe al Estado palestino tener ejército propio, aceptando que solamente pudiese tener policía local con aprobación por parte de Israel.

¿Cómo respondieron las autoridades palestinas? Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), expresó su rechazo total a dicho plan, rompiendo relaciones diplomáticas con Israel y los Estados Unidos. Públicamente se comprometió a dirigirse al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidad para tratar el tema. El Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS), agrupación con mayor importancia política en la Franja de Gaza, también se manifestó contra el plan llamando a defender los derechos del pueblo palestino. El rechazo palestino fue respaldado por «La liga árabe», sosteniendo que un acuerdo de paz bajo esas condiciones no puede ser aceptado ya que no es justo para los y las palestinas. También, en varias ciudades del mundo como Londres y Roma, se produjeron concentraciones públicas para manifestar la desaprobación del plan estadounidense-israelí.

¿Nuevamente las mismas propuestas? No es la primera vez que se presenta a nivel global un plan de paz, con la particularidad que todos se caracterizaron por el hecho que solo benefician al Estado de Israel.

En 1978 sucedieron los Acuerdo de Camp David, que venían a garantizar la paz luego del conflicto árabe-israelí de 1973, conocido como «La guerra de Yom Kipur». En esa oportunidad, el presidente estadounidense Jimmy Carter fue la cara visible de dicho proceso. Se certificó la paz entre Israel y Egipto, pero no así con Palestina. Las autoridades árabes reclamaban la devolución de los asentamientos en Cisjordania y parte de la Franja de Gaza, basándose en las fronteras de 1967 previas a la «Guerra de los seis días», cuestión que fue negada.

En 1993, con Bill Clinton a la cabeza, se firmó el «Acuerdo de Oslo» donde hubo presencia de Israel como palestina. En aquella ocasión, Yasser Arafat fue el representante de la Organización para la Liberación Palestina (OLP), quien también participó en los «Acuerdos de Oslo II» en 1995. Dicho plan establecía a Israel como garante de las fronteras palestinas, la creación de gobiernos palestinos para los territorios de Cisjordania y Gaza de la mano de la formación de la ANP, se establecieron tres zonas distintas de autoridad y se mantenía a la ciudad de Jerusalén como parte de Israel. Firmando este conjunto de leyes, la OLP aceptó acuerdos con respecto a la nacionalidad basados en las zonas establecidas, dejando al pueblo palestino en las puertas de un apartheid por parte del sionismo gobernante en Israel. Si bien los «Acuerdos de Oslo» plantearon la aplicación de la Resolución 242 de la O.N.U. (la cual refiere volver a las fronteras de 1967), esto nunca fue puesto en práctica y el plan solo sirvió para que Israel reafirme su ocupación en territorio palestino.

¿Se vislumbra un proceso de paz? En conclusión, un nuevo acuerdo de paz presentado por Estados Unidos y avalado por Israel no garantiza la paz, sino todo lo contrario. Nuevamente se reafirma la autoridad de Israel en la región, el control fronterizo y económico, el desarme palestino y, sobre todo, la colonización continua de las tierras palestinas acompañada del apartheid sobre su población. Una vez más, la voluntad palestina fue totalmente ignorada, como ya sucedió en Camp David y Oslo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.