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Un nuevo estudio para una vieja lucha: no a los transgénicos

Fuentes: Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Cultura

Es absolutamente crucial seguir organizándonos como sociedad para parar de una vez por todas el cultivo de OMG y el empleo de tóxicos en España, en la UE y en el Mundo. A lo largo de los últimos días del pasado mes de septiembre, la mayor parte de la prensa mundial recogía un estudio realizado […]


Es absolutamente crucial seguir organizándonos como sociedad para parar de una vez por todas el cultivo de OMG y el empleo de tóxicos en España, en la UE y en el Mundo.

A lo largo de los últimos días del pasado mes de septiembre, la mayor parte de la prensa mundial recogía un estudio realizado en Francia por el Comité de Investigación y de Información Independiente sobre Ingeniería Genética (Criigen) y publicado el día 19 por la revista norteamericana Food and Chemical Toxicology con el título «Toxicidad a largo plazo de un herbicida Roundup y de un maíz modificado genéticamente tolerante a Roundup». Esta publicación ha supuesto una verdadera bomba que ha relanzado el debate sobre la seguridad de los organismos modificados genéticamente (OMG) y sobre los muy deficitarios sistemas de evaluación, aprobación, control y etiquetado.

¿Qué se ha investigado?

El propósito de la investigación ha sido evaluar los riesgos de un maíz transgénico cultivado en EEUU y que Europa importa desde hace años, preparado para resistir aplicaciones de un herbicida específico, el glifosato.

Para realizar esta investigación se ha alimentado a 200 roedores con el maíz modificado genéticamente tolerante al herbicida glifosato (el llamado NK 603) de la multinacional Monsanto, así como con dos tipos de herbicida Roundup de la misma empresa y cuyo componente principal es el glifosato. Recordemos que el glifosato es el herbicida más empleado en el mundo y que sobre sus efectos sobre la salud humana existen multitud de informes y de testimonios relacionados con su fumigación masiva, por ejemplo, en los campos de soja de Sudamérica.

¿Cómo se hizo? Para realizar el experimento, los 200 roedores se han dividido en diez grupos de diez machos y diez hembras cada uno. El grupo de control ingirió maíz no transgénico. A otros seis grupos se les dió maíz NK 603 en distintas concentraciones (tratado con Roundup o no) mientras que otros tres grupos se alimentaron con maíz no transgénico pero se añadieron distintas concentraciones de Roundup en el agua de bebida.

Las principales conclusiones del informe son que tanto el maíz transgénico NK 603 como el herbicida Roundup han provocado patologías crónicas; la mortandad de las hembras es de dos a tres veces superior que en los grupos de control debido, fundamentalmente, a tumores mamarios y deficiencias en la pituitaria, acompañados por desarreglos hormonales. En el caso de los machos, se produjeron congestiones en el hígado entre 2,5 y 5,5 veces superiores, necrosis, grandes tumores (cuatro veces más tumores que en los grupos de control) y deficiencias crónicas muy significativas en los riñones (en este último caso los datos bioquímicos han confirmado que en ambos sexos, el 76% de los parámetros alterados estaban relacionados con los riñones), reduciendo ampliamente su expectativa de vida.

El informe apunta a la disrupción endocrina generada por el Roundup y a cambios metabólicos producidos por el transgen como orígenes de las patologías. Y termina exigiendo que todo nuevo pesticida sea sometido a estudios a largo plazo antes de ser aprobado.

Aunque no es la primera vez que se demuestran efectos de este maíz transgénico, lo realmente inédito de este estudio es que es el primero que se ha realizado a lo largo de toda la vida de un animal, es decir que el experimento se ha seguido a lo largo de dos años, un periodo mucho más largo que los estudios de algunas semanas que suelen presentar las empresas dueñas de los transgénicos. Los primeros síntomas detectados en la investigación aparecieron sobre los cuatro meses, es decir, algo que los informes de la industria nunca podrían constatar, pues sus estudios nunca superan los tres meses.

¿Comemos de este maíz estudiado?

Si bien está prohibido el cultivo comercial del maíz NK 603 en la Unión Europea, su importación está autorizada y es un hecho desde 2004, por lo que está incorporado en la dieta de los animales que consumen maíz importado que luego llega a nuestras dietas. Además en España, tanto el Gobierno nacional como los de determinadas Comunidades Autónomas, autorizan campos experimentales de esta variedad de maíz.

Un estudio atacado

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Por esos mismos motivos, desde su publicación, y como viene siendo habitual en materia de biotecnología, ha surgido cierta controversia sobre determinados aspectos del estudio. Por ejemplo, se afirma que la raza de rata elegida es especialmente sensible a las mutaciones y propensa a sufrir tumores, y por lo tanto una mala elección para este estudio; se dice que la muestra empleada no es suficientemente representativa, sobre todo en lo referido al grupo de control; y se alude a determinados fallos metodológicos o a ausencia de datos.

La propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha publicado una revisión del estudio del Criigen en la que afirma que «tiene un diseño inadecuado y por lo tanto es de calidad científica insuficiente para la evaluación de riesgos» por lo tanto, concluye que «no ve la necesidad de reabrir la evaluación de riesgos existente del maíz NK 603 y los cruces que lo contengan».

Inmediatamente, periódicos como El Mundo titularon: «La UE niega que el maíz transgénico sea perjudicial para la salud humana», o El País: «La UE desacredita el trabajo que relacionaba transgénicos y cáncer»; ¡como si la EFSA fuera la Unión Europea! No olvidemos que se trata de un organismo cuya vinculación con las multinacionales de la alimentación y cuya constante obsesión por no mejorar los antidemocráticos y acientíficos procedimientos de evaluación de riesgos de los OMG han sido repetidamente demostradas.

Es evidente que con el actual paradigma económico y político dominante en la tecnociencia, cuestionar el estudio del Criigen sin pedir al menos que se repita, subsanando sus supuestos errores; sin romper una pequeña lanza en favor del principio de precaución; o sin simplemente pedir una paralización momentánea de las autorizaciones, es lanzar un mensaje de supuesta «independencia política», cuando a mi juicio es todo lo contrario. El sentido común llevaría a cualquier persona que de verdad fuera independiente y neutra a exigir exactamente lo contrario ― paralicemos esta tecnología y sus aplicaciones hasta que haya más datos. Como han hecho dos ministras y un ministro franceses afirmando: «este estudio parece confirmar la insuficiencia de estudios toxicológicos en la regulación comunitaria en materia de autorización y comercialización de productos transgénicos».

En cualquier caso, la controversia generada por este estudio es infinitamente más pequeña que la que ha rodeado, desde hace más de una década, la aprobación de los Organismos Modificados Genéticamente y de muchas de las sustancias químicas empleadas hoy día por la agricultura industrial. Multitud de informes y documentos de organizaciones no gubernamentales, análisis periodísticos einvestigaciones académicas detallan como, desde que se aprobaron los primeros OMG en Estados Unidos, éstos se han vinculado a graves irregularidades: tráfico de influencias entre administración y empresas biotecnológicas, entregas de datos erróneos a las autoridades reguladoras, desaparición de datos importantes sobre impactos en el medio ambiente, etc.

Una investigación que suma

Conociendo de primera mano muchos de los indudables problemas sociales y ecológicos que supone esta tecnología,una parte importante de la sociedad civil, de la comunidad rural y de defensa del medio ambiente a escala global ha vuelto a exigir -por prudencia y por justicia- que se suspenda inmediatamente la autorización de este tipo de OMG; que se prohíba a escala global el uso del glifosato y de las formulaciones comerciales que lo contienen; y que se congele la renovación del permiso para el maíz insecticida MON 810 que se cultiva en España.

La que parece la lección más clara de este estudio es que hay cada vez menos dudas y más certezas sobre la no-salubridad de los OMG, por lo que sería profundamente aberrante continuar como si no hubiera pasado nada; emplear la técnica del avestruz en los niveles regulatorio, político, cientifico y agrario. Porque sobre lo que no existe duda alguna es sobre la absoluta ausencia de informes que demuestren que la humanidad necesita glifosato, maíz NK 603 o MON 810. No existe un solo dato que demuestre que merece la pena correr los riesgos que estamos corriendo; para que, mientras tanto, el modelo agroexportador que los usa, acabe con la agricultura campesina y siga siendo un inmenso motor de concentración de riqueza y de recursos en cada vez menos manos.

Hoy por hoy, la única solución probada y duradera a este desaguisado ambiental, político y social es la agricultura familiar, a pequeña escala, las producciones y los consumos locales, la investigación y los métodos de producción agroecológicos y el libre intercambio de semillas … precisamente aquellas sobre las cuales tan destructivo efecto tienen los OMG.

Es absolutamente crucial seguir organizándonos como sociedad para parar de una vez por todas el cultivo de OMG y el empleo de tóxicos en España, en la UE y en el Mundo.

Juan-Felipe Carrasco. Ingeniero Agronómo. Experto independiente en Agricultura y Biotecnología. GRUPO SALVIA

PARA SABER MÁS

Leer el informe completo: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0278691512005637

Revisión del informe por parte de la EFSA: http://www.efsa.europa.eu/en/efsajournal/doc/2910.pdf

Campañas contra el glifosato: Som Lo Que Sembrem: http://www.somloquesembrem.org/index3.php?actual=21&actual2=231

Fuente: http://revistasoberaniaalimentaria.wordpress.com/2012/12/15/un-nuevo-estudio-para-una-vieja-lucha-no-a-los-transgenicos/