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Una cárcel al aire libre de 365 kilómetros cuadrados

Fuentes: Comité Democrático Palestino - Chile

¿Qué hay detrás de la celebrada evacuación de la Franja de Gaza por parte de Israel? Un muro impenetrable de prohibiciones convierte a esta tierra en una jaula para sus habitantes, una prisión dentro de la que se podrán mover, pero de la que no pueden salir. Ni por tierra, ni por aire, ni por […]

¿Qué hay detrás de la celebrada evacuación de la Franja de Gaza por parte de Israel? Un muro impenetrable de prohibiciones convierte a esta tierra en una jaula para sus habitantes, una prisión dentro de la que se podrán mover, pero de la que no pueden salir.

Ni por tierra, ni por aire, ni por mar. El millón trescientos mil palestinos que sobreviven en la Franja de Gaza verán desaparecer por fin de su mapa 14 controles militares y 21 asentamientos judíos después de 38 años de ocupación. Pero el «Gran Hermano» Ariel Sharón seguirá decidiendo qué hacer con sus vidas desde Jerusalén. Así es la llamada «liberación» de Gaza.

Que nadie se mueva

Los palestinos no pueden ni entrar ni salir de la Franja de Gaza o de Cisjordania sin el permiso de Israel. Ya sea para ir de uno a otro territorio, o para visitar otros países, incluido el vecino Egipto, todo depende de la voluntad del Gobierno de Sharón, que es muy poca: sólo el 30 por ciento de las solicitudes reciben licencia. Si la petición es de un ciudadano de Gaza, el 90 por ciento son rechazadas, prácticamente de forma automática si se es varón de entre 18 y 35 años de edad. No hay libertad de movimientos, Israel es el dueño de las fronteras, y ese muro se suma al de hormigón.

No hay salida por tierra …

Israel tiene en sus manos toda la economía de los territorios palestinos mediante el control del transporte por tierra de las mercancías que compra o vende. Sólo hay un paso permitido, la terminal de Karni, y en ella un camión palestino puede estar retenido arbitrariamente días, semanas o meses. Sólo una media de 50 camiones cruza la barrera cada jornada, y a cambio, en la Franja entran más de 300 con productos israelíes no sujetos a restricciones. En consecuencia, las tiendas y negocios en Gaza se nutren de importaciones procedentes del mismo Estado que les asfixia: a su llegada a los mostradores, son los más baratos.

… Ni por aire …

Israel también mantiene el control exclusivo del espacio aéreo palestino, incluidos los servicios de telefonía móvil y la tecnología por satélite. En el año 2000, el Ejército israelí cerró el único aeropuerto de la Franja de Gaza, el «Yasser Arafat» -construido, entre otras, con ayuda española-, y meses después bombardeó su pista de aterrizaje y la torre de control. Rehabilitarlo costará 26 millones de dólares: es una de las prioridades de la Autoridad Nacional Palestina tras la liberación de la Franja, y ya hay permiso de Sharón… aunque ninguna garantía de que después haya autorización para operar en él. Israel, por el momento, no quiere despejar la incógnita.

… Ni por mar

El uso de la soberanía de los palestinos sobre sus aguas territoriales y los 44 kilómetros de costa de la Franja de Gaza es una falsedad. Los pescadores sólo pueden faenar en un tramo y adentrarse a un máximo de 7 kilómetros. Detrás, las patrulleras militares israelíes apuntan día y noche sus barcos. En julio de 2000, en virtud de los acuerdos de Sharm el-Sheij, empezó a construirse el primer puerto, pero en octubre hubo que parar: Israel prohibió transportar hasta la Franja los materiales precisos para la obra. Reanudarla es otro gran sueño, pero Sharón también calla sobre si permitirá que funcione alguna vez.

El secuestro de los recursos

El secuestro de los recursos básicos de los palestinos es absoluto. Israel ha sobreexplotado los acuíferos costeros de la Franja de Gaza hasta el punto de que las reservas han caído bajo el nivel del mar y se han contaminado de sal. Hay grandes bolsas de gas natural en la costa, pero no pueden explotarlas: con el mercado local no hay rentabilidad posible, y las continuas operaciones militares navales de Israel y el cierre de las fronteras impiden venderlo. Este comercio permitiría que la Franja desarrollara su hoy inexistente infraestructura eléctrica, pero no es el caso: deben comprar los kilowatios al monopolio israelí, que no permite tal trato con el vecino Egipto ni ningún otro país. Con el fuel, la misma canción triste.