Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Muchos países democráticos tienen mecanismos para remover de sus escaños a los representantes elegidos, pero esos países no tienen historias tan sustanciosas como la de intentar vetar a los políticos de un grupo étnico. Y sus leyes no se diseñaron tomando como objetivos específicos a esos «políticos impopulares».
Haneen Zoabi expulsada por la seguridad de la Knesset, el 8 de febrero de 2016. (Hadas Parush / Flash90)
A la vista de lo anterior no habría nada malo en la «Ley de Expulsión» aprobada por la Knesset israelí en la madrugada del miércoles. Muchos otros parlamentos cuentan con mecanismos para expulsar a representantes elegidos. En el Congreso de Estados Unidos todo lo que se necesita es el voto de dos tercios para determinar que un miembro es culpable de «conducta irregular».
Lo que pasa con la nueva ley de Israel es que el blanco es una parlamentaria en particular y su partido, que tiene representantes elegidos para la Knesset por los ciudadanos palestinos de Israel.
De acuerdo con la nueva ley, 70 parlamentarios (de un total de 120 miembros de la Knesset, entre ellos 10 de la oposición) pueden pedir una comisión parlamentaria para determinar si un miembro específico del parlamento ha incitado al racismo o ha apoyado la lucha armada, a una organización terrorista o a un enemigo del Estado de Israel. La ley no define lo que significa «apoyo». Después de que el comité haya tomado la decisión, 90 diputados pueden votar para expulsar al miembro infractor.
El apoyo a una organización terrorista, el apoyo a la lucha armada contra el Estado, el apoyo a los enemigos del estado y la incitación al racismo son delitos ya determinados como criminales bajo la ley israelí. Por otra parte, según la ley israelí actual, un miembro elegido para el Parlamento pierde su condición de parlamentario en caso de condena por tales delitos. Entonces, ¿por qué la nueva ley?
En virtud de la nueva «ley de expulsión» un miembro de la Knesset no tiene por qué ser condenado en un tribunal penal para ser expulsado. La sola criminalidad establecida por la ley penal demuestra su culpabilidad más allá de toda duda razonable, que no existe cuando un miembro de la Knesset es culpado «por otros políticos en un comité del Parlamento». Tales comités pueden gobernar como ellos elijan y a menudo lo de hacen según sus líneas partidistas, políticas y, en este caso, también étnicas y religiosas.
No existe la carga de la prueba porque nada necesita ser probado, sólo es por decisión. O en términos aún más claros, la nueva ley se convierte en la cuestión, más grave, de si un representante elegido por la gente puede ser expulsado de su cargo en un acto de exhibicionismo político partidista.
Los proponentes de la ley argumentan que la aprobación de lo que establece dicha ley -90 diputados deben votar para expulsar a otro miembro de la Knesset– significa que es casi inutilizable.
La historia nos enseña lo contrario. La «ley de expulsión» se escribió concretamente para atacar y remover de su cargo a la diputada Haneen Zoabi y a todo su partido, Balad (un partido árabe). Los políticos judíos de derecha no han hecho ningún secreto de esas intenciones, incluyendo al primer ministro Netanyahu, quien ayudó a dirigir la legislación.
Es cierto que todos los partidos de la oposición sionista en la Knesset, desde el Laborismo hasta el partido de Yair Lapid-Yesh Atid (Hay Futuro N. de T.) votaron contra la nueva ley el miércoles por la mañana. Y ciertamente podemos tomar esto como una señal de que los futuros intentos de expulsar a los miembros árabes palestinos Knesset nunca podrían pasar los 90 votos (la coalición de Netanyahu sólo controla 67 de los 120 escaños).
Pero en el pasado esa misma oposición de partidos judíos ha mostrado su disposición a volverse contra diputados de la talla de Zoabi y su partido Balad siempre que sea políticamente conveniente. En el período previo a las elecciones más recientes, los partidos de «centro» el Laborismo y Yesh Atid votaron para descalificar a Zoabi y a Balad, sobre las mismas bases contenidas en la ley para expulsarlos de la Knesset. En la elección anterior, en 2009, los dos principales partidos de «centro» de ese momento, el Laborismo y Kadima de Tzipi Livni, también votaron para descalificar a Balad y a otro partido árabe, UAL-Taal (el Tribunal Supremo anuló los dos intentos de descalificación).
Los únicos partidos israelíes que han votado sistemáticamente contra la exclusión de los partidos árabes de la Knesset son el partido de izquierda sionista Meretz y los propios partidos árabes, que juntos controlan apenas 18 escaños (13 menos de los requeridos para bloquear un voto de expulsión).
La historia ha demostrado que cuando llega el momento de ganar unos cuantos votos casi todos los partidos políticos judíos israelíes están dispuestos a volverse contra los árabes. De esta manera se ha convertido en un ritual populista de clases.
En la totalidad de sus 227 años de historia, el Senado de los Estados Unidos ha expulsado sólo a 15 senadores de elección popular. 14 fueron expulsados por deslealtad durante la Guerra Civil. Los representantes árabes elegidos en Israel actualmente, por el contrario, no están en riesgo de expulsión porque estén tomando partido en una guerra civil, están en el punto de mira político por participar en el discurso civil, por atreverse a desafiar a un sistema político que hace de los palestinos ciudadanos de segunda clase, en el mejor de los casos.
En palabras de MK Yousef Jabareen, cuando se trata de miembros palestinos de la Knesset, la nueva ley «hará que el derecho a ser elegido esté condicionado al ‘buen comportamiento'».
Fuente: http://972mag.com/new-israeli-law-seeks-to-expel-misbehaved-arab-parliamentarians/120752/
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