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Una tumba para Gaza

Fuentes: Rebelión

Después del ataque a las torres gemelas y el pentágono el 11 de septiembre del 2001, el presidente de los EE.UU George Bush enfurecido juró venganza. Y para responder con contundencia al reto de los terroristas de al Qaeda de inmediato ordenó movilizar al ejército más poderoso de la tierra para iniciar la invasión de Iraq y Afganistán, el “eje del mal”. Una despiadada invasión del imperialismo yanqui que dejó miles de muertos, heridos, desplazados y la destrucción de incontables pueblos y ciudades.

Ahora “mar bitajón” Netanyahu, fiel cachorro de Washington, tras el certero golpe propinado por Hamas también ha jurado venganza. Parece que ha aprendido bien la lección y seguirá el mismo guion de George Bush.

Israel no sale de su asombro, todavía están en estado de shock pues Hamas y la Yihad Islámica le han enterrado un cuchillo en el corazón. Por tierra, mar y aire lanzaron la operación suicida “Tormenta de al Aqsa”. Algo imposible de creer pues burlaron a los servicios secretos más eficaces del mundo como son el Shin Bet o el Mossad. ¿Por qué la cúpula militar sionista no pudo prever este ataque sorpresa? ¿Cómo es posible que una milicia irregular ponga en jaque a la mayor potencia militar de Oriente Medio? Y para colmo la “Tormenta de al Aqsa” se desata el 7 de octubre, o sea, 50 años después del Yon Kippur. Increíblemente aprovechando unas fechas muy importantes del calendario festivo judío.

En las filas de la FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) hay 200.000 soldados y 465.000 reservistas (la más grande de su historia). Netanyahu “mar bitajón” o “señor seguridad” y sus extremistas sionistas responden a Hamas con la operación “Espadas de Hierro” ¡En nombre de Adonaí ganaremos esta batalla! Que las orugas de los tanques aplasten el maldito pueblo de Gaza. El gobierno mesiánico sionista ha sembrado la semilla del mal en tierra santa. Si quisiera Israel podría destruir a Gaza en un minuto. Tiene una impresionante capacidad armamentística ya que cuenta con los últimos avances tecnológicos en el campo militar (tierra, mar y aire). Aparte de que en sus arsenales reposan 90 ojivas nucleares (según prospecciones del Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo)

Los palestinos carecen de un país y Gaza es un enclave sin ejército oficial aunque haya logrado organizar una milicia irregular muy bien armada, entrenada, y decidida a inmolarse en el nombre de Allah. Hamas cuenta con 20.000 combatientes con armamento de contrabando procedente de Irán, Siria, Libia, Sudán y otros países de Oriente Medio. Y hace parte del eje de resistencia junto a Irán y Hezbollah. También han sido capaces de fabricar artesanalmente misiles, bombas y drones. Sus milicianos son conscientes que apenas tienen un 80% de probabilidades de sobrevivir, o sea, que irremediablemente morirán. Pero no obstante están dispuestos a convertirse en mártires pues saben que irán directo al yanna o paraíso. Hamas no reconoce la existencia del estado de Israel y lo que pretende es su aniquilación. Tras 75 años de ocupación, desplazamiento forzado, asesinatos masacres, limpieza étnica y exilio de nada valen consideraciones éticas ni morales. Esta es la batalla épica de la resistencia palestina.

La pregunta es, ¿cuántos pueblos a lo largo de la historia de la humanidad que han sido invadidos o conquistados por una potencia imperial y desaparecieron sin dejar rastro? Sin clemencia fueron aniquilados y apenas nos quedan algunos recuerdos en los museos o en las crónicas escritas en épocas pretéritas. Pero ahora tanto en el siglo XX como en el XXI la cosa es muy distinta pues los medios de comunicación de masas nos alertan sobre los crímenes de lesa humanidad y las violaciones a los derechos humanos que se cometen impunemente.

“Mar Bitajón” Netanyahu o “señor seguridad” está en una encrucijada muy difícil de resolver. Tal dilema inhibe y detiene la poderosísima maquinaria de guerra sionista ansiosa por desatar una orgía de sangre y terror sin precedentes.

El gobierno de Israel vería afectada seriamente su imagen ante sus aliados occidentales tan respetuosos de los derechos humanos. El presidente Biden en su visita a Tel Aviv le ha aconsejado contenerse y frenar esa demoledora respuesta que traería como consecuencia el incendio de una de las zonas más explosivas del planeta.

La ultraderecha sionista (colonialismo de ocupación) se ha encargado en el último año de caldear los ánimos y no han cejado en su empeño de agredir a los palestinos tanto a los de la franja de Gaza como los de Cisjordania. Y es que el mejor método para desaparecerlos es expulsarlos de sus tierras como lo viene haciendo desde la Nakba en 1948. Lo ideal es repoblar los territorios ocupados con colonos sionistas (que no son nativos sino extranjeros conversos llegados desde distintos países del mundo). Ya lo dijo la primera ministra Golda Meir: “un pueblo sin tierra, es un pueblo muerto” La verdad es que también desean apropiarse a la fuerza de lo que ellos llaman Samaria y Judea, los últimos restos del naufragio palestino.

La palabra paz es una palabra hueca e impronunciable y tendremos que acostumbrarnos a hablar de guerra, guerra santa, de yihad, de operación antiterrorista o de autodefensa. Si Dios destruyó a Sodoma y Gomorra por sus pecados ahora le toca a Gaza sufrir esta bíblica sentencia. La propaganda sionista incansablemente ha predicado que todos los palestinos son terroristas.

Inspirados en el ideario del líder ultranacionalista Baruch Goldstein la orden de “Mar Bitajon” Netanyahu y sus halcones es que no quede piedra sobre piedra. Son perros rabiosos a los que les han dado de tragar pólvora. Hay que arrasar Gaza y exterminar a esos “demoniacos terroristas que viene a ensuciar la tierra prometida”. Y los muy sádicos no se conforman con una muerte rápida sino lenta, que sufran una angustiosa y larga agonía. Cortar la luz, el agua, los combustibles, la medicina o los alimentos. El pueblo israelí enfurecido le exige a su gobierno que invada de una vez por todas Gaza y cumpla la sentencia bíblica de ojo por ojo, diente por diente.

Hasta estos instantes en el lado israelí se contabilizan 1.400 muertos y casi 4.000 heridos. Es el día más letal para los judíos desde el holocausto. Una tragedia nacional pues es el ataque más grave desde su fundación en 1948. Ni siquiera se le puede comparar con la guerra del Yom Kippur que se desarrolló sobre todo en el Sinaí egipcio y en los altos del Golán.

Parece increíble que la milicia de Hamas haya puesto de rodillas a uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Y esta humillante ofensa la van a pagar muy caro. Por ahora vienen lanzado un diluvio de misiles y bombazos (se han contabilizado 6.000 en 6 días) que precederá la invasión terrestre. Entre los palestinos el número de víctimas mortales se elevan a 3.500 (de los cuales 2000 son niños) y más de 10.000 heridos. ¿Acaso las bombas inteligentes discriminan entre culpables o inocentes?

La decisión está tomada: Israel invadirá nuevamente la franja de Gaza y no hay poder en el mundo que pueda detenerlos; ni la ONU, ni el Papa, y menos EE.UU o Europa que están de acuerdo con su justiciero accionar.

El presidente Biden se ha comprometido a brindarle toda la ayuda a su aliado sionista. Y para demostrarlo ha enviado los portaviones Gerald Ford y el Eisenhower para disuadir a Irán y Hezbollah de que no se inmiscuyan en este conflicto. En todo caso la OTAN domina el Mediterráneo y está lista para intervenir en el momento menos pensado.

Se ha forjado una santa alianza judeo-cristiana, una “cruzada” contra sus enemigos árabes cuyo objetivo es derrotarlos. Las sectas fundamentalistas cristianas y evangélicas los apoyan incondicionalmente. Desde luego que esta es la mayor victoria de la propaganda sionista. Pero esto es algo incomprensible pues históricamente los judíos siempre han sido perseguidos por los cristianos que aún conservan un hondo sentimiento antisemita. Hasta el punto que el nazismo lo tomó como una justificación para materializar el holocausto. Aquel pueblo que había condenado a Cristo a morir en la cruz se merecía el peor de los castigos.

En Gaza con una superficie de 360 kilómetros cuadrados (tiene 45 kilómetros de largo y 14 kilómetros de ancho) sobreviven hacinados 2.100.000 habitantes. Esta es una de las zonas con la mayor densidad población del mundo. El 40% tiene menos de 18 años de edad. Buena parte de sus habitantes dependen de la ayuda humanitaria que les entrega la ONU y de distintas ONGs.

Israel se retira de Gaza en 2005 y se lo cede a la ANP. En el año 2007 Hamás ganó las elecciones y en el 2008 Israel comenzó el bloqueo del enclave. Un perverso plan de castigo colectivo cuyo fin no era otro que rendirlos. Si hacemos un profundo estudio psicológico de los habitantes de la franja de Gaza nos daremos cuenta que están bajo una situación límite: sometidos a los más altos grados de estrés postraumático, de depresión, insomnio, agorafobia, paranoia, delirios de persecución, angustia existencial como consecuencia de la violencia y el terror a que están sometidos. Sin olvidar el duelo perpetuo por sus difuntos, familiares y amigos asesinados en los bombardeos selectivos y masacres sionistas. Enfermedades mentales para las cuales no existen tratamientos ni medicinas a su alcance. Porque están sitiados y bloqueados por tierra, mar y aire. Ya no pueden soportar más la ocupación y tan dramática situación los arrastra al máximo sacrificio: el suicidio individual y colectivo. Además, están marcados por la fatalidad; son pobres, no tienen trabajo, y lo peor de todo es que han perdido toda esperanza en el futuro. No es de extrañar que hayan reaccionado de una manera irracional y violenta pues la única válvula de escape que les queda es inmolarse como kamikazes. Porque la mayoría de los milicianos de Hamas sabían que morirían en la ofensiva, no les importaba ofrendar sus vidas pues al fin y al cabo ya estaban enterrados vivos en esa maloliente mazmorra. Se ha despertado un monstruo iracundo y rabioso que los mismos judíos han creado con su infame política de hechos consumados. Es imposible detener la espiral de violencia porque se han violado todas las resoluciones de la ONU que exigían la creación de un estado palestino.

A partir de la operación “Margen Protector” en el año 2014 el gobierno de Tel Aviv ordenó construir una valla fronteriza para blindar Gaza en la que se colocaron sistemas tecnológicos de detección precoz con sofisticados sensores para prevenir cualquier infiltración. En esos 60 kilómetros de frontera se utilizaron millones de toneladas de acero y hormigón para sellarla a cal y canto. Esta es la valla fronteriza más vigilada del mundo. Gaza no es una cárcel a cielo abierto, como muchos erróneamente la describen, sino que Gaza más bien parece un zoológico de alta seguridad donde están cautivos -según las autoridades israelitas- más de dos millones de “bestias salvajes”. “Está escrito en el testamento de Abraham que este es nuestro hogar patrio, la tierra prometida de los profetas. Y la vamos a limpiar de sucios y apestosos árabes”

La operación “Espadas de Hierro” tiene como propósito localizar y destruir los túneles, bunkers, lanzaderas de cohetes y arsenales de armas de Hamas o la Yihad Islámica en Gaza. Y nada ni nadie cambiarán los maquiavélicos planes de “mar bitajon” Netanyahu de reducir a Gaza a un camposanto, a un cementerio chamuscado y polvoriento. Pero esto no es nada nuevo pues es un proceso que se viene llevando a cabo desde hace 75 años. De nada valen las conversaciones diplomáticas o las negociaciones pues no queda otra que aplicar la solución final: extirpar de una vez por todas el cáncer de Hamas.

¿Quién planeo este golpe maestro que ha dejado perplejos a Israel y los países occidentales? Desde antes del 2014 Hamas junto a la Yihad Islámica comenzaron a trabajar en la construcción de túneles más estructurados y profundos, y seguro que se venía preparando este ataque sorpresa con el visto bueno de Irán. Con mucha paciencia, discreción y sin usar teléfonos celulares, redes sociales o correos electrónicos. Solo se comunicaban por medio de mensajeros en moto o en bicicleta que llevaban la correspondencia secreta a las distintas células repartidas por la franja y que ni siquiera se conocía. Solo a base de hermetismo y disciplina pudieron neutralizar los topos o colaboracionistas del Mosad. Los cerebros de este ataque masivo sorpresa fueron los comandantes de Hamas Mohamed Deif y Yahia Sinwar. Un éxito táctico impresionante pues se dio justo cuando Israel intentaba reconciliarse con los países árabes y se encontraba a punto de normalizar las relaciones diplomáticas con Arabia Saudita (acuerdos de Abraham que se diseñaron bajo la administración Trump) Estaban más preocupados en restablecer relaciones diplomáticas con Israel sin importarles el sufrimiento de sus hermanos palestinos.

La operación “Tormenta de al Aqsa” se ha calculado con precisión para dinamitar estos diálogos secretos. Es decir, Israel pretendía establecer nuevo orden geopolítico para mantener así su dominio en Oriente Medio. Dejando eso si congelado el reconocimiento de un estado palestino libre y soberano.

Son más de 700.000 colonos que han invadido los territorios ocupados -que según los Acuerdos de Oslo pertenecen a Palestina- En esa zona está prohibido establecer asentamientos hebreos. Cisjordania con 2.400.000 millones de habitantes está gobernada por la ANP de Al Fatah-OLP. Según la carta de fundación del partido Likud el territorio de Judea y Samaria (Cisjordania) pertenece a Israel (El mesianismo sionista) Donald Trump intentó comprar la paz entre árabes e israelíes a base de millonadas de dólares.

Democráticamente ha triunfado el extremismo, el racismo y la xenofobia. El pueblo elegido por Yahvé merece paz y tranquilidad y para protegerse de los “terroristas árabes” ha construido un muro de separación o del apartheid de casi 800 kilómetros.

El imperialismo decidió sacrificar a los palestinos para otorgarles una patria a los judíos víctimas del holocausto nazi. Los organismos internacionales como la ONU siempre prometieron una rápida solución al conflicto árabe-israelí. Aunque eso que le importa a Israel que es socio preferente de la Unión Europea y en la practica el 51 estado de los EE.UU. Verdaderamente Israel es una atalaya en defensa de Occidente. Civilización contra barbarie.

El genocidio de Gaza hace parte de un ataque sistemático contra el pueblo palestino. No podemos olvidar la masacre del campo de refugiados del Karameh en 1968, el “septiembre negro” en Jordania, el genocidio de Sabra y Chatila en el Líbano, el sanguinario exterminio del campo de palestinos de Yarmouk en Siria, la gran marcha del retorno en el 2018-2019 o el asalto contra el barco “Mavi Marmara” de la flotilla de la libertad en el 2010.

El bombardeo de Gaza se transmite en vivo y en directo por medios de comunicación del mundo entero, especialmente los programas de Al Jazeera ha llenado de indignación a la Umma islámica. Este es un peligrosísimo mensaje que agita las conciencias de los pueblos árabes y que generará oleadas de antisemitismo y antiamericanismo.

Con Arafat el pueblo palestino apostó por un proceso de paz con Israel. En el año 1993 Arafat firmó los acuerdos de Oslo con la promesa de que se reconocería un estado palestino independiente. Pero todo no ha sido más que una farsa, una mentira y lo cierto es que la política de limpieza étnica iniciada en el siglo XX aún no ha terminado. Israel ha decidido expulsar del norte de Gaza 1.500.000 de palestinos de sus hogares para dar comienzo a su operación terrestre “Espadas de Hierro”. La única salida es escapar al Sinaí egipcio por la frontera de Rafah. Eso significa que ya no volverán a Gaza pues allí solo encontrarán sus casas destruidas y saqueadas. Biden intenta presionar a Israel para que detenga la ofensiva y declare una “tregua humanitaria” para proteger a la población civil.

Estamos abocados a la crisis humanitaria más espantosa de los últimos tiempos. Solo hay que observar lo ocurrido con el bombardeo del hospital bautista Al-Ahli que ha provocado la muerte de más de 500 palestinos. Pero para agravar más la situación la UNRWA está en quiebra y no tiene fondos para hacer frente a esta nueva crisis de refugiados.

En la “Cumbre por la Paz” convocada por el presidente Al Sisi este 21 de octubre en el Cairo, reúne a dirigentes árabes y occidentales decididos a parar la guerra. “debemos actuar ahora para poner fin a la pesadilla” dijo Antonio Guterres, el secretario general de la ONU. Todos piden un alto el fuego, la entrega de ayuda humanitaria y que se insista en la creación de dos estados; el palestino y el hebreo. Una coexistencia completamente utópica pues Israel jamás aceptará la partición. Ni mucho menos darán luz verde al retorno de millones de refugiados palestinos que esperan recuperar sus tierras, sus casas, y el patrimonio del que fueron despojados en las guerras del 48 y el 67. Ya es demasiado tarde y no se pueden recomponer los errores cometidos durante 75 años que son una pesada losa imposible de remover.

Sin duda alguna Israel podrá conseguir una victoria militar, pero nunca la política. La supervivencia de Israel depende del apoyo que le brindan EE.UU y Europa.

EE.UU LANZA UNA ALERTA TERRORISTA MUNDIAL.

El presidente Biden advirtió que “Tenemos que actuar rápidamente antes de que sea demasiado tarde. Vamos a asegurar la paz y seguridad de las futuras generaciones. Es nuestra mejor inversión” El imperialismo a sangre y fuego impondrá sus principios y lo que realmente le interesa es acelerar aún más el negocio del armamentismo y de la guerra.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.