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Comienzan las clases, comienza el Plan Bolonia en muchas facultades

Universidad de pitiminí

Fuentes: Rebelión

Escribo en domingo, día 27 de septiembre. Mañana lunes 28 comienzan las clases en la universidad, comienza el Plan Bolonia en bastantes facultades. Bolonia es un invento del mercado para colocar a la universidad a su entero servicio, eso es en esencia Bolonia, no hay que darle más vueltas. Pero como está feo decirlo, se […]

Escribo en domingo, día 27 de septiembre. Mañana lunes 28 comienzan las clases en la universidad, comienza el Plan Bolonia en bastantes facultades. Bolonia es un invento del mercado para colocar a la universidad a su entero servicio, eso es en esencia Bolonia, no hay que darle más vueltas. Pero como está feo decirlo, se presenta ante la opinión pública como la oportunidad de interaccionar entre alumnos y universidades de aquí y allá. Sin embargo, eso ya existía, siempre ha existido y en los últimos tiempos se ha intensificado mucho, lo que sucede es que la dictadura mercantil necesita colocar el conocimiento a sus pies y de paso terminar con los aspectos del saber más nocivos para sus intereses, o sea, necesita terminar con el conocimiento porque el conocimiento o es subversivo y lo cuestiona todo o no es conocimiento. ¿Dónde quedará el verdadero conocimiento, reglado, articulado, libre, dónde la auténtica libertad de cátedra? En los centros de élite porque quienes van a gobernar y dominar el mundo necesitan saber cómo funciona. También estará en Internet pero la Red es controlable y además es un galimatías sin organizar donde la gente, por lo general, va como un pato mareado de un sitio a otro para al final no sistematizar nada, salvo una cita para intentar huir de la soledad o echar un polvo.

Bolonia se está implantando a coste cero, es decir, es algo bueno, bonito y barato. Los profesores llegarán a clase y dirán, ante unos ochenta o cien alumnos (o más): «Bien, señores y señoras, bienvenidos a la modernidad, bienvenidos a Bolonia. Pasen y vean». Bolonia requiere grupos reducidos para poder aplicar una dinámica docente basada en unas pocas horas de clases presenciales en el aula y muchas de tutorías en grupos pequeños o individuales. En las clases y en las tutorías se desarrollarán y se comentarán aspectos que los profesores han apuntado en las clases presenciales, han orientado, para que, después, sea el alumno quien se busque la vida con documentación variada. Todo ello es lo que se pone en común en clase o en tutorías. Pero, ¿cómo? Se necesitan grupos pequeños para todo y, por tanto, más profesores y medios. Y no hay ni lo uno ni lo otro ni lo demás.

¿Y qué profesores tenemos en la universidad pública? Al margen de que sean muy buenos, buenos, regulares o malos, los que no son funcionarios o contratados laborales sino asociados, tienen un sueldo de entre 300 y 600 euros al mes. Sí, su dedicación es a tiempo parcial pero poseen un curriculum muy relevante y además trabajan en empresas y son de enorme utilidad a los alumnos. ¿Mostrarán mucho interés por Bolonia? Pues a veces sí, los que de verdad tienen vocación universitaria. ¿Pueden prosperar los que tengan esta vocación y quedarse en la universidad a tiempo completo para que nos beneficiemos todos de su vocación? No, por ahora, las plantillas están casi congeladas, como mucho se permite la promoción interna.

¿Y los profesores funcionarios? Estamos cargados de asuntos, la gente cree que el profesor de universidad está siempre de vacaciones o tiene muchas vacaciones pero se equivoca. El peso de la universidad lo llevamos los profesores funcionarios que abarcamos varios puestos de trabajo por un solo sueldo, de nuevo congelado: impartimos docencia, dirigimos grupos de investigación, gestionamos centros varios y departamentos por pluses ridículos, organizamos master, cursos de experto, materias de libre configuración, congresos, encuentros, seminarios, cursos varios, etc. Este verano, los profesores del departamento que dirijo en la Universidad de Sevilla se han tomado un respiro de unos veinte días y después se han tragado aviones por un tubo para ir a Europa, Estados Unidos y América Latina a asistir a congresos y dar conferencias y recibirlas. Podían estar en sus casas, son funcionarios para toda la vida pero se van por ahí y no piensen que a ganar dinero solamente, la vocación universitaria es mucho más, de lo contrario la ciencia no avanzaría porque nunca es suficiente el dinero para investigación. El mercado y ahora Bolonia ofrecen dinero sobre todo para investigar la elaboración y aplicación de tornillos y teclas a la producción pero se olvidan de las ciencias sociales y humanas, ésas que desarrollan otra clase de investigación: cómo es el mundo de hoy, cómo ha llegado a ser lo que es, y cómo intentar adecentarlo un poco. No, eso no interesa. Poco a poco me voy afirmando en que, en efecto, como decía la nobleza, por lo general no nos gobiernan y nos mandan elementos ilustrados y sensibles sino mercachifles ignorantes, muchos de ellos pegados a las ubres del Estado. Esos mercachifles, o los paramos o acabarán con todo: medio ambiente, conocimiento, dignidad, con todo. Y, en primer lugar, deberían ser ellos mismos quienes echaran de su interior a los más bodoques ya que el Estado y los gobiernos suelen estar en sus manos y no actúan sino en beneficio de sus dueños.

¿Y los alumnos en relación con Bolonia? Hay una generación muy interesante, una minoría, como siempre, pero también demasiados estudiantes que no deberían llegar a la universidad; demasiado niño mimado y engreído, demasiados papanatas que van con los papás a sacarse la matrícula y a protestar. Niños tontos de padres tontos. Forges publicó en El País una viñeta en la que un pediatra le decía a un niño en presencia de sus padres: «Ya sé lo que te pasa. Tus padres son unos tontolavas». Pues eso.


Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa de su autor, quien tiene la libertad de publicar sus textos en otras fuentes.