Traducido por Anahí Seri
Es fácil ver quiénes son los perdedores. Más difícil es determinar si hay vencedores. Durante el mes de junio se produjo un dramático enfrentamiento entre Fatah y Hamas en Gaza. Los sucesos se desarrollaron del siguiente modo: el Presidente Abbas disolvió el gobierno encabezado por Hamas, del cual formaba parte Fatah. El Prime Ministro Ismael Haniya dijo que era ilegal y se negó a reconocer la disolución. Ambas partes emplearon la fuerza contra la otra. Hamas ganó en Gaza sin ningún esfuerzo. Todos los líderes de Fatah abandonaron Gaza y se marcharon a Cisjordania, donde Abbas nombró al nuevo gobierno encabezado por Salaam Fayyad, un gobierno sin los miembros de Hamas. Ahora, Hamas tiene un control de hecho completo de Gaza. Fatah controla Cisjordania, aunque con algo menos de seguridad que Hamas en Gaza. En Cisjordania, no sólo existe Hamas, si bien por el momento de forma un poco clandestina, sino que la Brigada de los Mártires de Al-Aqsa, nominalmente integrada en Fatah, actúa autónomamente y ni está realmente bajo el control de Abbas ni aprueba su actual política.
Abbas se encuentra en una posición débil. Se ha dirigido al mundo exterior – USA, la Unión Europea, los gobiernos árabes «moderados» (básicamente Egipto y Jordania), y a Israel, pidiendo cuatro cosas: amor, dinero, armas y un avance sustancial hacia un estado palestino independiente. De momento ha recibido grandes cantidades de amor, algo, pero no todo el dinero que Israel le debe a la autoridad palestina, nada de armas (aunque es posible que venga una entrega limitada) y nada en lo que se refiere a la llamada solución final con Israel.
Abbas necesita establecer su autoridad en Cisjordania. La nueva tarea de Tony Blair consiste en ayudarle en este sentido (y no es ésa la única tarea de Tony Blair). En vista de lo poco probable que resulta que haya negociaciones serias sobre la solución final, a Abbas le va a resultar difícil. Y se enfrenta a un grave dilema: qué hacer con Gaza. Si ignora Gaza en su totalidad, y no organiza ayuda de alimentos o humanitaria para Gaza, eso significará de hecho renunciar a la unidad de un posible estado palestino. Si proporciona asistencia, eso puede menoscabar sus probabilidades de conseguir más dinero (por no hablar de armas) de quienes le apoyan en el exterior, y en particular de Israel. En mi opinión, Abbas y Fatah van a salir perdiendo mucho.
Mientras USA, la Unión Europea y tanto Egipto como Jordania están intentando volver a crear una situación en la cual se excluye a Hamas del gobierno de la autoridad palestina, tal vez pronto lamenten su éxito. Y es que, a menos que Abbas obre un milagro, hay más guerra en el horizonte, y su resultado es incierto. Dado que esto está ocurriendo en el mismo momento en que Iraq está, al fin, ante un auténtico colapso, y en el que están aumentando las voces republicanas que reclaman una reducción inmediata de la intervención de las tropas usamericanas (entre ellas las de senadores republicanos con tanto poder como Richard Lugar y John Warner), el que haya más guerra en Israel / Palestina no beneficia en absoluto a los intereses de USA, la Unión Europea, Egipto o Jordania. De modo que yo contaría también este grupo entre los perdedores.
Luego está el gran, gran perdedor – Israel. Bien es cierto que Ehud Olmert y su gabinete no parecen estar de acuerdo. Están tan empeñados en aislar a Hamas por su presunto carácter terrorista que son incapaces de apreciar ni siquiera lo que va en su propio interés. Pero obsérvese la situación de Israel. Tienen conflictos con los palestinos desde hace muchísimo tiempo. Se puede considerar un conflicto continuo desde 1997 (la primera intifada), desde 1967 (la Guerra de los Seis Días), desde 1948 (la creación del estado de Israel), desde 1917 (la Declaración de Balfour). No se trata del único conflicto de tan larga duración, pero los demás se han resuelto más o menos.
Deberíamos compara el conflicto Israel-Palestina con el conflicto Afrikaner – negros africanos en Sudáfrica, el conflicto entre Unionistas y Republicanos en Irlanda del Norte, el conflicto entre USA y China después de 1949. En cada uno de estos casos, ambos lados tenían objetivos y retóricas diametralmente opuestas. En cada uno de estos casos, cada lado tenía sus partidarios de la línea dura, quienes denominaban «extremistas» (o «terroristas») a los partidarios de la línea dura del otro lado. En cada uno de estos casos, parecía prácticamente imposible salvar la brecha entre ambos lados. Y sin embargo, en cada uno de estos casos se consiguió finalmente una solución final, una solución que al menos puso fin a la violencia.
¿Cómo se pudo llegar a eso? La solución política no se logró sino cuando en ambos lados llegaron al poder lo que los franceses denominan interlocutores válidos. ¿Qué es un interlocutor válido? Es un grupo, a menudo encarnado en un líder en particular, que tiene un apoyo sustancial, sigue una «línea dura» en su política, y por tanto está en situación de poder garantizar una solución de compromiso si se ponen de acuerdo. En Sudáfrica, la solución fue entre F.W. De Klerk y el Partido Nacionalista, por una parte, y Nelson Mandela y el Congreso Nacional Africano, por otra. En Irlanda del Norte, la solución fue entre el reverendo Ian Paisley y el Partido Democrático Unionista, por luna parte, y Gerry Adams y el Sinn Fein por otra. Las tensiones entre USA y China llegaron a su fin cuando el Presidente Richard Nixon fue a Beijing a entrevistarse con Mao Zedong.
Hay un detalle llamativo en cada uno de estos casos. Hasta el último momento, al menos uno de los dos bandos decía que nunca jamás transigiría con el otro porque eran personas infames en las que no se podía confiar. En cada caso, hicieron justamente eso. Las razones eran variadas, pero el realismo y el agotamiento fueron factores determinantes para la solución final. Y en cada caso, cada una de las partes aceptó compromisos dolorosos, y sin embargo fue capaz de mantener el apoyo de sus propios seguidores.
¿Existen a día de hoy estos interlocutores válidos en Israel / Palestina? Del lado israelí, Ariel Sharon podría haber asumido ese papel. Ehud Olmert es demasiado débil para ello. Y por el momento no parece haber un sucesor de Sharon. Del lado palestino, Hamas podría desempeñar ahora ese papel. No está claro si lo podrá desempeñar en el futuro. Por esa razón es difícil afirmar que Hamas ha sido el vencedor de la reciente confrontación. Y por esa misma razón es difícil afirmar que Arabia Saudí, que hace tan sólo unos meses había montado un gobierno conjunto Hamas-Fatah, haya salido vencedor.
¿Y ahora qué? No sólo estamos esperando a que surjan unos interlocutores válidos, sino que estamos a la espera de que los implicados reconozcan que ésa será la única manera de acabar con el conflicto. Es posible que tengamos que esperar bastante.
(Comunicación del autor por correo electrónico)
Anahí Seri es miembro de Cubadebate y Rebelión.