«La cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia». (Arthur Schopenhauer) Todos los rumores, suposiciones y esperanzas de la oposición en Miami, financiada desde hace más de 50 años por Washington, respecto al final del socialismo en Cuba y al inicio de su desmantelamiento han sido desmentidos por […]
«La cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia». (Arthur Schopenhauer)
Todos los rumores, suposiciones y esperanzas de la oposición en Miami, financiada desde hace más de 50 años por Washington, respecto al final del socialismo en Cuba y al inicio de su desmantelamiento han sido desmentidos por el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro Ruz durante su intervención en la clausura de la Sesión Constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular el 24 de febrero último.
Allí el secretario general del partido comunista afirmó que «a mí no me eligieron presidente para restaurar el capitalismo en Cuba, ni para entregar la revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo».
Cuando crece el interés en América Latina hacia el modelo del Socialismo del Siglo XXI, que los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia están tratando de promover tomando en cuenta las peculiaridades y la idiosincrasia de cada país, hubiera sido absurdo para los cubanos iniciar su retorno al capitalismo que actualmente no solamente está atravesando una severa crisis económica sino también en lo militar y la política.
Tampoco existe un «Gorbachev cubano» para dar un beso de despedida al socialismo en la isla y, la reciente visita del primer ministro ruso, Dimitri Medvedev a la Habana significa un creciente interés de este país en apoyar al actual gobierno cubano para asegurar sus propios intereses geoestratégicos, justo cuando crece la belicosidad de Norteamérica y su monstruo, la OTAN. A la vez el pueblo cubano, a excepción de un reducido grupo de los disidentes generosamente remunerados por el departamento de Estado norteamericano y por sus homólogos europeos, no está luchando contra el sistema sino está deseoso de mejorarlo y hacerlo más efectivo.
En resumidas cuentas, no existe en la isla condiciones objetivas ni subjetivas para una contrarrevolución disfrazada de algún color elegido por los diseñadores globalizados. Lo que están iniciando los cubanos es el proceso de rearticulación de sus conceptos, estructuras e instituciones para adaptarlos a los cambios que se están produciendo en el Sistema Económico Mundial y así rectificar errores cometidos en el transcurso de su revolución. Por supuesto, no se trata de ningún desmantelamiento del sistema socialista con lo que han estado soñando durante más de 50 años sus detractores.
Para avanzar su nuevo proyecto los especialistas cubanos han estudiado el modelo chino, el vietnamita y los programas del Socialismo para el Siglo XXI. En 2009 fue convocada la consulta nacional para que el pueblo cubano exprese sus ideas sobre el futuro del país y presente quejas sobre la realidad cotidiana. Más de cinco millones del total de 11 millones de los habitantes participaron en la consulta presentando más de 3 millones de comentarios y sugerencias, relacionados en su mayoría a la distribución de alimentos, la corrupción, deterioro de las infraestructuras médicas y educacionales.
Ya en 2011 en el VI Congreso del Partido Comunista tomó la decisión, después de elegir frente al partido a Raúl Castro, para definir nuevos lineamientos del modelo de gestión económica. En el documento final que fue adoptado por el congreso afirmaron que «el socialismo significa igualdad de derechos e igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, no igualitarismo». También rectificaron que «el sistema económico que prevalecerá, continuará basándose en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios vitales de producción, donde debería regir el principio de distribución socialista «de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo».
El mayor énfasis ha sido dado al desarrollo de la agricultura. Teniendo todas las condiciones para ser casi autosuficiente, Cuba está importando el 80 por ciento de la alimentación. Para resolver el problema el gobierno decidió promover las cooperativas agrícolas privadas pero dentro del sistema socialista. Se supone que la propiedad privada llevará a la creación de la pequeña burguesía porque el capitalismo surge, de acuerdo al tratado de Lenin «Acerca del Revolucionarismo del Pequeño Burgués», de la pequeña producción, de pequeños propietarios, de pequeña burguesía.
Sin embargo, el líder y fundador del actual» movimiento moderno cooperativista socialista» norteamericano, Grady Ross Daugherty considera que «si los trabajadores son dueños de los medios de producción dentro del sistema socialista, ellos no van a necesitar el capitalismo». Las cooperativas fracasaron durante la perestroika en la Unión Soviética porque se convirtieron en puentes para las empresas capitalistas al derrumbarse el socialismo». Según Ross Daugherty, «si los trabajadores poseen propiedad privada directa y cooperativamente en un país socialista guiado por el partido de vanguardia haciendo planes macroeconómicas y de coordinación – estas empresas serían socialistas».
Hacia donde llevará a Cuba este experimento con el cooperativismo igual como la creación del trabajo por su cuenta para 181 ocupaciones como taxistas, peluqueros, zapateros, guías de turismo etc., y la distribución de 1,2 millones de hectáreas de tierra por 10 años a 132.000 propietarios, nadie puede predecir. Pero la experiencia en Alemania Democrática demostró que el sistema de pequeña propiedad privada bajo el control y planificación del Estado puede existir y ser eficiente dentro del sistema socialista, e inclusive puede aliviar al Estado de las tareas de la producción de los productos y servicios esenciales para el consumo humano.
Los cambios estructurales e institucionales en Cuba también han sido acompañados por los cambios generacionales en el liderazgo del país, anunciados por el reelecto presidente Raúl Castro. Los que hicieron la revolución en Cuba hace 53 años están entregando la batuta del poder a los que nacieron en Cuba socialista y no conocieron al sistema capitalista. El promedio de edad de los miembros de la Asamblea Nacional es de 48 años y de ellos las mujeres constituyen el 48.8 por ciento y los negros y mestizos, 37.9 por ciento. En el Consejo de Ministros el promedio de edad es de 52 años y de los 31 miembros 41.9 por ciento son mujeres y 38.6 por ciento son negros y mestizos. En 10 de las 15 Asambleas Provinciales las mujeres ocupan la presidencia y el promedio de edad de los asambleístas es de 47 años.
Para facilitar una transición generacional paulatina y bien concebida sin que interrumpa de ningún tipo la continuidad y estabilidad de la nación, Raúl Castro anunció su retiro en 2018 y el nombramiento de Miguel Díaz-Canel, de 52 años de edad y de profesión ingeniero y profesor universitario de amplia cultura, al cargo de Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de los Ministros. El énfasis en el nuevo gobierno es orientado a la capacidad administrativa de los nuevos líderes para desafiar las dificultades económicas que está presentando el Sistema Económico Globalizado Mundial
A pesar de los cambios en la isla, los Estados Unidos no planifica dejar en paz a Cuba y poner el fin al embargo económico, comercial y financiero en contra del país que está manteniendo desde 1960. Según los términos del Acta Helms-Burton, impuesto por el Congreso de EE.UU. en 1996, Washington no reconocerá al gobierno cubano hasta que uno de los hermanos Castro siga permaneciendo en el poder. Esto significa que hasta 2018 no habrá ningún acercamiento entre los dos países. Al revés se espera una mayor actividad subversiva de Washington contra la isla.
Ni siquiera el presidente Barack Obama está dispuesto a retirar Cuba de la lista de los Estados auspiciadores del terrorismo donde está permaneciendo desde 1982. Actualmente la acompañan Sudán, Irán y Siria. Los recientes cambios en Cuba le parecen «insuficientes» a Washington y sus intentos de inmiscuirse en los asuntos de la isla son cada vez más insistentes. Hablan de la falta de democracia en Cuba y al mismo tiempo están suprimiendo la democracia en su propio país entregando cada vez mayor poder al complejo industrial-militar y al financiero. Mientras el gobierno norteamericano comienza su nuevo plan de austeridad que inclusive reducirá el cheque de desempleo, cuyo promedio es de 132 dólares a la semana, en 11 por ciento, mientras, la gratificación para los banqueros en 2012 llegó a 20 mil millones de dólares.
Y esto se llama democracia que los norteamericanos quieren implantar en Cuba, utilizando no solamente a sus servicios secretos y los de sus seguros servidores europeos sino a los opositores cubanos a quienes cultivan con esmero, paciencia y buena remuneración. La bloguera cubana Yoani Sánchez, que permanentemente está clamando ser la voz del pueblo cubano, es una del grupo a sueldo del Departamento de Estado, que goza del lujo de hacer una gira durante 80 días por el mundo enlodando su país y llamando a la insurrección en Cuba.
Lo paradójico es que no le pase nada en su isla bajo un gobierno «represivo», pero si hubiera hecho lo mismo en los Estados Unidos, país democrático, habría recibido 20 años de cárcel por instigar un golpe de Estado. Tampoco ve esta luchadora mimada por los globalizadores que sus compatriotas ya libres de viajar al extranjero tienen mucha dificultad para obtener la visa para EE.UU. o Unión Europea.
Pero a quien le importa la opinión de los Estados Unidos o de los blogueros mercenarios a su disposición mientras el pueblo cubano sigue su camino y el prestigio del país está creciendo día a día a nivel mundial. A la vez, la solidaridad e integración latinoamericana está también en aumento y en este proceso Habana tiene su lugar bien asegurado. En términos económicos, logró crecer en 2012 cerca del 3.1 por ciento y para 2013 se espera obtener el 3.7 por ciento.
Sus programas de alfabetización están siendo aplicados en numerosos países en desarrollo y recientemente el gobierno de Nicaragua solicitó su ayuda para mejorar su sistema educativo. Los médicos cubanos prestan sus servicios en los lugares más remotos del mundo y los logros cubanos en biomedicina son esperados con impaciencia por los especialistas en los países más desarrollados del mundo. China y Rusia compiten para ser sus aliados. Entonces su futuro depende de la voluntad de su pueblo y de la disposición de su gobierno para cumplir con el mandato popular.
Hace más de 2,000 años los clásicos del Taoísmo escribieron el libro Huainanzi dando varios consejos a los líderes para que tengan éxito en su gobernación. Escribieron que para eso «los gobernantes no deben ser duros y severos, los empleados públicos deben evitar prácticas burocráticas y estar aburridos, los intelectuales no deben ser hipócritas y los artistas no deben ser decadentes».
¡Ojalá esta sabiduría ancestral sea tomada en cuenta por los nuevos dirigentes de Cuba y de toda América Latina para el buen vivir de sus habitantes!
Fuente: http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20130302/156529119.html