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Una crítica ecologista del Foro Social Mundial de Nairobi, Kenia

Y al séptimo día, el Foro descansó

Fuentes: Rebelión

Según los teólogos, el siete es una de las cifras bíblicas que se emplean con frecuencia para trasmitir el sentido de la perfección, de lo divino, de la plenitud y de la armonía. Aplicando este concepto al séptimo Foro Social Mundial (FSM) que tuvo lugar en Nairobi, Kenia, a finales de enero pasado, sería interesante […]

Según los teólogos, el siete es una de las cifras bíblicas que se emplean con frecuencia para trasmitir el sentido de la perfección, de lo divino, de la plenitud y de la armonía. Aplicando este concepto al séptimo Foro Social Mundial (FSM) que tuvo lugar en Nairobi, Kenia, a finales de enero pasado, sería interesante preguntarse con un poco de perspectiva si este Foro tuvo algo de perfecto, divino, armónico o pleno.

Descartaremos de entrada la perfección. Como institución humana, el Foro Social Mundial no pudo escapar de su condición terrestre. El Foro mordió el fruto prohibido y se enfrentó a sus más duras contradicciones internas. Mientras los voluntarios y los participantes daban vida al paraíso altermundialista, la principal manzana de la discordia tuvo un nombre: CelTel. Aunque todavía no se ha esclarecido -ni siquiera en el Consejo Internacional del FSM- el por qué de esta fuente de financiación, la multinacional de telefonía móvil fue uno de los principales patrocinadores del evento, acogiendo con un «Making life better» y autobuses de promoción y recarga de móviles al participante de la tecnología moderna. En un estado de esquizofrenia avanzado -un puño levantado y el otro conectado al capitalismo global- se planteó una crisis aguda de coherencia y credibilidad de las quermeses alternativas.

Además, los ecologistas tuvimos que aguantar otro infierno: Petrobras. Principal financiador de la delegación brasileña, la petrolera no escatimó los medios para proclamar mediante decenas de pañuelos homónimos que «Outro mundo é possivel». Sin olvidar el especial cariño de los brasileños hacia esta empresa estatal, su peculiar trayectoria histórica y relación con el poder actual, haría falta recordar que la compañía actúa a menudo como cualquier multinacional, tanto en la biosfera del Yasuní, en Amazonia ecuatoriana, como en la hermana Bolivia.

A pesar de no ser perfecto, este Foro tuvo aspectos divinos, casi místicos. No por la trascendencia de algunos oradores -afortunadamente cada vez más minoritarios- que todavía prefieren la política retórica y dogmática a una actitud humilde de cooperación práctica, sino por la fuerte presencia de organizaciones religiosas. No nos tiene que sorprender este hecho, ya que en África en general y en Kenia en particular -donde proliferan las iglesias evangélicas, el trabajo social de campo en los suburbios se realiza la mayor parte del tiempo a través de misiones confesionales. No sólo se trata de un proceso africano sino también de un proceso internacional que está redefiniendo el mapa de las relaciones de poder dentro de los Foros y de otras cumbres alternativas.

Por otro lado, lo divino no implica la armonía. Eso no lo digo como aprendiz de teólogo sino como intérprete ya que no se consiguió poner remedio a la maldición de la Torre de Babel. Dejemos claro que en un foro donde nuestra biodiversidad linguïstica y de experiencias es parte de nuestra riqueza, sin recursos suficientes para la interpretación no hay comunicación interna posible. Por lo tanto, no hay espacio de diálogo entre participantes y poca eficacia para el FSM. Y vista la repercusión mediática externa mínima en los tentáculos de Babilonia, parece también imprescindible que pensemos de nuevo nuestra relación con los mass-media para que «otro mundo posible» sea más que el lema de unos discípulos ilustrados y que se consiga una mayor apertura y visibilidad.

La armonía tampoco se pudo conseguir entre el propio Foro y los más necesitados de los suburbios de Nairobi, sin duda una de las paradojas más perturbadoras del FSM. Mientras los mensajes mesiánicos de justicia social surgían desde las entrañas del Foro y que nuestro ideario de lucha nos animaba a la apertura solidaria con los suburbios, no se produjo ningún milagro. Los desfavorecidos de las favelas, en mayoría niños, buscaban más el Santo Grial en los bolsillos de los asistentes que en las palabras de salvación de los más de 1.200 enriquecedores talleres.

Hablando de dinero, podemos afirmar que sí se llegó a la plenitud. De hecho, bastaba con leer las conclusiones de los periódicos locales o hablar con un compañero taxista para darse cuenta de la significación real del Foro para los autóctonos: un fuerte empuje para la economía local. Unas divisas frescas y abundantes que supieron aprovechar al máximo tanto la economía informal del agua para participantes sedientos, como la economía formal de los restaurantes oficiales -pertenecientes a un ministro keniata- y de la hostelería cuyos precios eran un insulto en comparación con el nivel de vida local.

En cuanto a la plenitud ecológica teórica -presente mediante temas como el cambio climático y el fin del petróleo- no tuvo traducción en la praxis. El reciclaje, la gestión del agua y residuos o el comercio justo no fueron los protagonistas del Edén keniata. Una fuerte contradicción cuando uno sabe que el FSM era recibido por Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz en 2004, fundadora del Green Belt Movement y que se hizo famosa por plantar árboles y luchar contra la deforestación. Una mujer ejemplar que acababa de apoyar personalmente la creación en Nairobi de la organización Jóvenes Verdes Mundiales la semana anterior. Tampoco se podía conseguir la plenitud total por la ausencia casi provocadora del entorno zapatista, una de las raíces del movimiento altermundialista.

Si el número siete significa el descanso, podríamos imaginar que el número ocho representará un nuevo comienzo. Por lo tanto, dondequiera se celebre el octavo FSM de 2009, ya sea en Amazonia, Corea del Sur, a la frontera México-EEUU o de nuevo en Nairobi, en el transcurso de estos dos años que nos separan del próximo Foro se van a plantear unos retos fundamentales que definirán una nueva etapa.

Nueva etapa teórica puesto que más allá del ideario clásico basado en la justicia social y solidaridad, cada vez se dibuja de manera más clara la aceptación de la ecología, del pacifismo y del feminismo como valores del cambio. Aunque queda mucho por hacer, vista la poca presencia de mujeres (y de jóvenes) entre los oradores, el enfoque de género, ecologista y el rechazo de la violencia como medio de lucha implican una revisión progresiva de la tradición política izquierdista dominante y una mutación del pensamiento revolucionario único hacia la pluralidad y la diversidad.

Nueva etapa práctica donde se afirma que otras vías de financiación son posibles y necesarias. No se trata de imaginar un FSM fuera del mundo sino más bien un foro que sepa disminuir sus contradicciones internas y apoyarse en las iniciativas socio-económicas en concordia con su propia Carta de Principios. No es ningún sueño pensar que es posible financiarse con la creciente economía social, solidaria y ecológica y con empresas o cooperativas que respeten unos criterios mínimos de responsabilidad social y medioambiental. Al mismo tiempo, no es ningún sueño anhelar que el comercio justo y el cuidado del entorno deban ser los pilares de cualquier «alter-evento».

Tras este breve repaso, es evidente que el FSM 2007 no habrá alcanzado la perfección divina, armónica y plena tanto en la práctica como en la teoría. Pero que quede claro, nadie se lo había pedido: la pureza ya no forma parte del ideario.

*Babels es una red internacional de Intérpretes voluntarios creada en el Foro Social europeo de Florencia

Florent Marcellesi, Coordinador de Jóvenes Verdes del Estado español, miembro de Babels* y participante en el Foro Social Mundial 2007 de Nairobi, Kenia