La esperanza que había en Yemen de que surgiera un movimiento de protesta en 2011, durante la Primavera Árabe, dio paso a la guerra civil y a una brutal invasión encabezada por Arabia Saudí. Han muerto miles de personas y varios millones están cerca de morir de hambre. Un acuerdo de paz podría ayudar a la población yemení a recuperar las esperanzas frustradas del levantamiento de 2011, en caso de que Arabia Saudí deje de exigir la victoria para sus aliados.
DF: Durante los últimos treinta años Yemen ha estado formalmente unido en un único Estado, aunque el conflicto de la última década ha acabado en la práctica con la unidad política. Sin embargo, anteriormente Yemen había estado dividido en dos Estados, ¿cuál fue el orígen de esa división?
HL: El golpe militar se conoce en Yemen como la revolución en vez de un golpe, a pesar de que objetivamente fue un golpe. Pero la mayoría de la población del país lo consideró el derrocamiento del imamato (1) y el comienzo de una república, y hoy se considera así. Se produjo tras décadas de frustración contra el imán. Los imanes gobernaron de forma muy autocrática y opresiva, sobre todo el penúltimo, Ahmad bin Yahya. Hubo muchos levantamientos, los más famosos de los cuales fueron los de 1948 y 1955, cuando grupos de las élites con estudios se opusieron al imán y trataron de derrocarlo militarmente. Se les reprimió muy duramente: se cortaron muchas cabezas y se exhibieron en público en varios lugares.
Había un régimen que muchos califican de retrógrado y comparable al que existía en Omán antes de 1970. Algunas de sus características eran una fuerte fiscalidad en todo el país, que dificultaba la vida de la población en general, y una inversión muy limitada en cualquiera de los aspectos modernos de la vida que beneficiaban a la población, como la sanidad y la educación. El imán también había enviado a varios oficiales a Irak para formarse, que volvieron con una ideología nacionalista árabe y, por consiguiente, con un sentimiento antimonárquico que les hizo estar dispuestos a librarse del imán.
Ahmad bin Yahya murió en la cama. Su sucesor, su hijo Muhammad al-Badr, era bastante progresista en varios sentidos y se esperaba que actuara mucho más dentro de un marco nacionalista árabe, pero solo duró diez días en el poder antes de ser derrocado. El motivo de que su derrocamiento se convirtiera en una guerra civil es que los revolucionarios no lo mataron, escapó y se fue al norte, donde reunió a las tribus de la zona, y recibió el apoyo del régimen saudí y de otros para contraatacar.
El líder egipcio, Gamal Abdel Nasser, apoyó inmediatamente a los revolucionarios y envió muchos soldados a Yemen. En algunos momentos llegó a haber en Yemen unos 70.000 egipcios, así como muchos asesores administrativos y militares, que en realidad eran más que asesores. Fue una guerra civil, pero con una importante implicación internacional, como la actual guerra civil. Los egipcios apoyaron al bando republicano, mientras que los saudíes y los británicos apoyaron al monárquico. El apoyo británico era un tanto menos abierto, aunque era un secreto a voces. Los británicos enviaron varias unidades del Servicio Aéreo Especial y los monárquicos incluso recibieron algo de apoyo israelí.
Para finales de 1967 o principios de 1968 la guerra civil había llegado a un punto muerto. Cuando Nasser retiró sus tropas, los monárquicos trataron de tomar la ciudad de Saná con un asedio de setenta días que todavía recuerda la población yemení, aunque este asedio no logró derrocar a los republicanos. En 1967–1969 hubo un proceso en el que se derrotó o marginó los monárquicos más extremos mientras que en el otro bando también se marginó al ala izquierda de los republicanos. En algunos casos hubo muertos.
Esto permitió el acuerdo al que se llegó en 1970 en el que los firmantes acordaron mantener la República. Sin embargo, se trataba de una “República” de republicanos de derechas y de los partidarios menos extremistas del imamato. No se permitió volver a ningún familiar del imán y al mismo tiempo se eliminó también al sector de izquierdas del movimiento.
DF: ¿Cómo logró Ali Abdullah Saleh convertirse en el líder de Yemen del Norte para finales de la década de 1970?
HL: Ali Abdullah Saleh era un oficial del ejército originario de una tribu pequeña llamada Sanhan, una rama menor de la principal confederación tribal en Yemen, la Hashid. Entre 1977 y 1978 fueron asesinados tres presidentes yemeníes, incluidos dos en el norte. El primero era Ibrahim al-Hamdi, al que todavía se recuerda y se venera en todo el país como la gran esperanza de la población yemení. Fue asesinado en octubre de 1977, cuando estaba a punto de viajar a Adén para firmar un acuerdo de unificación con el presidente del sur, Salim Rubai Ali, al que se conoce como Salmine.
Tras el asesinato de al-Hamdi se nombró presidente en Saná a otro oficial, Ahmad al-Ghashmi, que fue asesinado a su vez en junio de 1978, supuestamente por un agente de Salmine. Hay ciertas dudas de que realmente lo fuera: la identidad del asesino está clara porque murió en él, pero otra cuestión es si lo hizo por orden de Salmine. En todo caso, los dirigentes del sur aprovecharon la oportunidad para asesinar a Salmine y así fue como para finales de 1978 Yemen había perdido a tres presientes.
Se produjeron entonces varias maniobras en Saná. Sospecho que Saleh fue nombrado presidente con la idea de que esencialmente iba a actuar a las órdenes de diversas figuras. Cuando fui por primera vez a Saná en 1980, durante todo ese periodo y durante muchos años después todos esperábamos que hubiera un golpe de Estado a la mañana siguiente. Pensábamos que nos íbamos a despertar y a encontrarnos con que Saleh había sido asesinado. Se decía que nadie le iba a vender un seguro de vida por valor de un millón de dólares porque tendría que pagar enseguida. Por supuesto, la historia ha demostrado que era una suposición equivocada, porque ha sido presidente durante treinta y tres años.
DF: ¿Cómo fue la lucha contra el gobierno colonial británico en Adén en la década de 1960 y cuál fue el resultado de esa lucha?
HL: La situación en Adén era diferente. Después de la revolución en Saná en 1962 los nacionalistas del sur tenían un aliciente para enfrentarse seriamente al gobierno colonial británico. Durante todo ese periodo se habían producido enfrentamientos de mayor o menor importancia contra el gobierno británico, pero estaban muy localizados: la sociedad del sur de Yemen ya estaba muy fragmentada entonces.
Después de 1962 había, por una parte, la influencia del nasserismo y, por otra, el auge del movimiento sindical en Adén. Los sindicatos fueron un elemento muy importante de la política de izquierdas en esa zona y había surgido desde principios o mediados de la década de 1950. En Adén hubo un fuerte movimiento sindical desde la construcción de la refinería.
Varias personas que habían ido a estudiar a la Universidad Estadounidense de Beirut volvieron muy influenciadas por el Movimiento de los Nacionalistas Árabes (MNA) fundado en 1958. El MNA fue el predecesor de muchos movimientos de izquierda en el mundo árabe, como las dos principales organizaciones de izquierda palestinas, el Frente Popular para la Liberación de Palestina y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina, así como del movimiento en Omán, el Frente Popular para la Liberación de Omán y el Golfo Arábigo (FPLOGA).
Se combinaban dos movimientos, uno fundamentalmente rural y relacionado con el MNA, y otro urbano, proveniente del movimiento sindical. Por eso se llegó a una lucha tanto entre dos movimientos de liberación rivales como contra los británicos: el Frente de Liberación del Yemen del Sur Ocupado (FLYSO), que estaba alineado con los sindicatos y cuya orientación política era muy nasserista, y el Frente de Liberación Nacional (FLN), en el que había muchas personas pertenecientes al MNA, otras que tenían una ideología aún más claramente de izquierda y otras que tenían una visión más tribal. Era un movimiento mucho más diverso que el FLYSO.
Antes de que los británicos se marcharan en el verano de 1967 hubo más enfrentamientos entre estos dos grupos que entre cualquiera de ellos y los británicos. El FLN derrotó efectivamente al FLYSO en agosto de ese año y es una de las razones por la que los británicos negociaron la independencia con el FLN y no con el FLYSO. Otra razón era que, para los británicos y en la realidad, el FLYSO estaba estrechamente asociado al nasserismo y los británicos de entonces consideraban a Nasser poco menos que el diablo. Una tercera razón es que los británicos sabían muy poco del FLN. Si se leen los documentos o las memorias de los oficiales británicos sobre esa época, estos oficiales reconocen a menudo que básicamente no tenían ni idea de qué era el FLN.
DF: ¿Por qué tras la retirada británica Yemen del Sur quedó bajo el gobierno del FLN y después se convirtió en el único país árabe formalmente comprometido con el marxismo al estilo soviético? Más allá de la retórica, ¿qué significó verdaderamente este sistema para el pueblo sobre el que gobernaba?
HL: La segunda parte de su pregunta es más fácil. Lo que significó para el pueblo fue un nivel de vida muy razonable, de hecho, un nivel de vida por encima de las capacidades financieras del Estado, dadas sus circunstancias económicas y sus limitados recursos naturales. Es importante recordar que los dos principales recursos económicos de esa parte de Yemen eran en el puerto de Adén, cuyas actividades colapsaron con el cierre de Canal de Suez después de la guerra árabo-israelí de 1967, y la base británica que, por supuesto, se clausuró cuando los británicos se fueron.
Una de las principales bazas del régimen de la República Democrática Popular de Yemen (RDPY [Yemen del Sur]]) fue que pudo proporcionar una buena educación, atención sanitaria, infraestructuras y trabajo en todo el país. La mayoría de la población contaba con unos ingresos que no eran extraordinarios, pero que bastaban para mantener a sus familias, gracias a subsidios para alimentos y otras ayudas básicas.
Ese es el aspecto del régimen que la gente recuerda todavía hoy como parte de “los buenos tiempos”. Otras personas recuerdan el periodo colonia británico como “los buenos tiempos”, pero sin duda quienes se acuerdan de la PDRY la recuerdan positivamente y también sus hijos y ahora sus nietos, por haber proporcionado un nivel de vida adecuado sin corrupción y sin grandes diferencias, lo que ocurrió tanto en las zonas urbanas como en las rurales (incluso entonces la mayoría de la gente era rural), a pesar del hecho de que ni la reforma agraria ni los sistemas rurales no fueran totalmente satisfactorios desde ningún punto de vista.
Por lo que se refiere a la primera parte de la pregunta, ¿por qué se convirtió en el único país comprometido con el marxismo? Por cierto, no lo llamaban marxismo, sino “socialismo científico”. Hay que tener en cuenta el periodo histórico en su conjunto. Hablamos de las décadas de 1970 y 1980, después del final formal de la disputa sino-soviética. También hablamos de lo que quedaba del impacto de la Revolución Cultural en China. En un primer momento la influencia de China fue muy grande: los debates dentro del Partido Socialista de Yemen (PSY) reflejaban esos problemas.
En mi opinión, en gran parte fue posible debido a la situación internacional en su conjunto. A partir de 1967 se produjo la derrota del nasserismo y del nacionalismo árabe, en un momento en que el baazismo (2) en Irak y Siria también estaba muy desacreditado a ojos de quienes estaban familiarizados con esos regímenes. Por lo tanto, las formas de socialismo que parecían ofrecer un futuro posible o razonable era las de Europa del este, la china o la cubana. Había una gran misión médica cubana en Adén, donde los cubanos formaron y desarrollaron la Facultad de Medicina, que tuvo un fuerte impacto desde el punto de vista ideológico.
También hay que recordar que estamos en el contexto de la Guerra Fría, de modo que a la Unión Soviética le resultaba muy conveniente tener acceso a Adén como posición naval y tener una especie de punto de apoyo en la zona, sobre todo porque el resto de la Península arábiga estaba gobernada por monarquías autocráticas, lo mismo que hoy. Aunque no es una respuesta completa, creo que los factores que he mencionado contribuyeron significativamente a ello.
DF: ¿Por qué el partido gobernante de Yemen del Sur cayó entonces en unas luchas de poder bastante sangrientas entre facciones rivales en las décadas de 1970 y 1980?
HL: La respuesta corta es ¡me gustaría saberlo! Viví ahí cinco años, que es una parte importante del tiempo que existió el régimen. Es una de las preguntas que le hacía a los dirigentes cuando tenía la oportunidad. La principal pregunta que les solía hacer y para la que nunca obtuve respuesta era por qué utilizaban modelos externos en vez de desarrollar su propio análisis marxista basado en las realidades sociales y económicas del país-
En un primer momento el faccionalismo estaba claramente relacionado con lo que acabo de mencionar. Por ejemplo, se consideraba que entre los principales líderes Salmine era un populista que seguía la línea china, mientras que se consideraba que Abdul Fattah Ismail era una especie de burócrata que seguía una línea burocrática soviética muy clara. Se consideraba que Ali Nasir Muhammad era un pragmático entre ambos. Se podría decir que un elemento era estas diferencias entre ellos.
Muchas personas afirman que se trataba meramente de una lucha tribal, pero yo no opino lo mismo. Lo que ocurrió en 1986, que fue la más sangrienta de todas las luchas, fue degenerando y se convirtió en una lucha tribal. Después de los primeros combates del 13 de enero muchas personas fueron atacadas y asesinadas debido a sus documentos de identidad y a su procedencia. Esto degeneró en una lucha tribal o en una lucha regional, pero eso no es lo que era al principio. En mi opinión, inicialmente la lucha de 1986 no fue más que una lucha de poder: “Quiero ocupar tu puesto”. Pocos meses después volví a Yemen. Unos meses antes, en octubre de 1985, yo había publicado mi libro sobre la República Democrática Popular de Yemen y muchas personas querían que escribiera un análisis de los acontecimientos de 1986 para una edición en árabe, aunque no se publicó. Pasé un mes viajando tanto por la República Democrática Popular de Yemen como por Saná, donde se había refugiado la facción derrotada, y entrevisté a todos los líderes que pude entrevistar y recopilé muchas notas que todavía conservo. Les hice varias preguntas: ¿cuáles son sus diferencias en política exterior? ¿cuáles son sus diferencias respecto a las políticas sociales, económicas y, sobre todo, rurales? Al final las respuestas llenaban páginas carentes de sentido. Llegué a la conclusión de que lo único por lo que luchaban era por conseguir la cumbre del poder, lo que sin duda es cierto para 1986.
La anterior lucha por el poder en 1969 fue un enfrentamiento mucho más directo entre izquierda y derecha acerca de diferentes políticas. En general se consideró que la de 1978 fue un movimiento antipopulista, contra los prochinos, en la que venció el bando más directamente prosoviético. No sé si responde a su pregunta, pero sin duda pensé entonces y sigo pensando hoy que estas luchas fueron muy contraproducentes.
Otro elemento que hay que recordar es el apoyo y el patrocinio de los saudíes, los británicos y todo tipo de fuentes a la oposición al régimen de la República Democrática Popular de Yemen, a la que claramente instigaron. El régimen tuvo que lidiar con incursiones armadas y enemigos beligerantes de todo tipo, incluidos los que habían sido derrotados al acabar el colonialismo británico, y más tarde tras las luchas de 1969, 1978 y 1986. Es indudable que tenían enemigos reales y era obvio que estos enemigos iban a utilizar medios tanto directos como indirectos para fomentar la división y las discrepancias entre los dirigentes. Pero podrían haber respondido a esas provocaciones con un frente más unido, cosa que obviamente no hicieron.
DF: ¿Cómo se produjo la unificación de las dos partes de Yemen a principios de la década de 1990? ¿Qué tipo de sistema se estableció en el nuevo Estado tras la unificación?
HL: La unificación se produjo en 1990 debido a varios factores. Durante mucho tiempo la unidad de Yemen había sido una de las consignas políticas oficiales más populares en ambas partes de Yemen. Todas las mañanas en las escuelas yemeníes los niños se ponían de pie y recitaban las consignas nacionales habituales. De los tres elementos, la unidad de Yemen era el más popular; los otros dos eran la “defensa de la revolución yemení” y la “implementación del Plan Quinquenal”. Estaba muy arraigado.
También era frecuente tener familia en la otra parte del país. Muchísimos yemeníes del sur emigraron para trabajar a Arabia Saudí y a los Estados del Golfo a través del norte, porque la República Árabe de Yemen (RAY [Yemen del Norte]) tenía un acuerdo especial con los saudíes por el que sus ciudadanos que no tenían que someterse a las regulaciones habituales para los trabajadores extranjeros, y podían ir y venir a su antojo y trabajar sin necesidad de un patrocinador. Entrar con un pasaporte de Yemen del Norte era muy conveniente para cualquiera, de modo que muchos yemeníes del sur iban a Saná para pedir un pasaporte de la República Árabe de Yemen, lo que estaba permitido.
En mi opinión, existe una nación yemení, aunque haya diferencias entre alguien del extremo oriental y alguien del extremo norte. Existen varias características comunes que comparte la mayoría del pueblo yemení. Durante décadas consideré una broma hablar de unidad árabe, nunca creí que se fuera a producir, mientras que siempre creí que la unidad yemení era una posibilidad real, porque existía esta relación cultural e histórica entre los habitantes del país de un extremo a otro, incluidas unas pocas partes que actualmente no forman parte de él.
Por supuesto, había varios elementos políticos. Por un lado, internamente, había crisis tanto en la República Democrática Popular de Yemen (RDPY) como en la República Árabe de Yemen (RAY). Para entonces Ali Abdullah Saleh llevaba diez años en el poder. Su régimen se estaba consolidando y provocaba un considerable descontento entre la población. En 1986-1987 acababan de empezar los ingresos del petróleo. Hubo un levantamiento en una región central contra su régimen. Saleh tenía problemas a los que enfrentarse.
Después de 1986 el régimen de la RDPY estaba fundamentalmente desacreditado a ojos de la población porque todo el mundo consideraba que la lucha del 13 de enero no era más que una mortífera lucha de poder en la que al menos cinco mil personas fueron asesinadas. Se habían producido migraciones masivas de las sucesivas facciones derrotadas desde 1969. Ese régimen no logró recuperar la credibilidad entre la población, a pesar de contaba con varios logros muy positivos como, por ejemplo, permitir que hubiera mucha más libertad de expresión y otros partidos políticos.
Una de las cosas que desencadenó la unidad fue el descubrimiento de petróleo en un lugar concreto situado en la frontera entre ambos Estados yemeníes y Arabia Saudí. Se consideró, creo que con razón, que si ambos Yemen empezaban a pelearse por este petróleo, simplemente los saudíes se quedaría con él. Formar un Estado unificado era sin duda la menor opción.
Saleh estaba a favor. Pensaba (y creo que la historia le ha dado la razón) que él lo manejaría y sería el elemento más fuerte. Cuando se produjo la unificación había unos nueve millones de yemeníes de la RAY y unos dos millones de la RDPY, de modo que el equilibrio de la población era mucho más favorable al norte.
Todavía se discute en qué consistía el acuerdo de unificación, porque el Partido Socialista Yemení creía que se había acordado un sistema federal y que Saleh había engañado a su entonces líder, Ali Salem al Beidh, para lograr una unidad total. Este es el relato más generalizado y puede que sea verdad, no lo sé.
Toda la población yemení acogió entusiasmada la unidad porque era algo a lo que la gente aspiraba: poder viajar libremente y, en el caso de las personas del sur, tener acceso a los bienes materiales que se podían encontrar en el norte. Muchas personas esperaban sobre todo dos cosas de la unificación que todavía merece la pena recordar. Como sabe, el qat es una droga blanda que se consume de forma generalizada en Yemen. En la RDPY estaba regulada y solo se podía consumir los fines de semana y los días festivos. En la RAY estaba permitida todo el tiempo y se había extendido enormemente (y desde entonces se ha extendido aún más). Muchas personas de ambos Yemen esperaban que las normas del sur se impusieran en todo el país. Otro elemento que sin duda esperaban muchas mujeres era que prevaleciera el derecho de familia de la RDPY, según el cual la posición de la mujer era mucho mejor ya que, a diferencia de la RAY, le garantizaba oficialmente todos los derechos, cosa que no ocurría en la RAY.
Por supuesto, ocurrió justo lo contrario. Se extendió a todo Yemen la normativa sobre el qat que había Saná y ahora se ve a la gente masticando día y noche por todo el país. Se impuso el derecho de familia del norte, después de lo cual las mujeres del sur y, de hecho, las mujeres de todo Yemen se encontraron con que su situación se había deteriorado considerablemente.
En 1994 hubo una breve guerra civil cuando algunos sureños trataron de reafirmar su independencia. Las fuerzas de Saleh los derrotaron militarmente con la ayuda no solo de varios islamistas y “afganos”, como se les llamaba (quienes habían vuelto de la yihad en Afganistán), sino también de quienes habían sido derrotados en 1986. Es relevante hoy en día si se observa la situación respecto al Consejo de Transición del Sur y al separatismo del sur, ya que entre las fuerzas pro-Saleh estaba el hombre que más tarde sucedió a Saleh en la presidencia, Abdrabbuh Mansur Hadi, que en 1986 había estado en el bando perdedor.
Después de 1994 el régimen de Saleh que imperaba en la RAY se extendió a todo Yemen. Era un régimen en el que había una democracia formal y otros partidos políticos, pero en el que las decisiones las tomaba sobre todo una pequeña camarilla militar y en el que los beneficios iban a parar a una también pequeña camarilla de cleptócratas. Por supuesto, esto provocó un enorme descontento en el sur. En el norte tampoco gustaba demasiado, pero estaban acostumbrados.
DF: ¿Cuáles fueron, en su opinión, los principales factores que llevaron al levantamiento que acabó derrocando a Saleh a partir de 2011? En su opinión, ¿hasta qué punto Yemen tenía rasgos en común con otros países árabes que derrocaron a sus propios dirigentes en el mismo momento?
HL: Es indudable que los puntos que acabo de mencionar acerca de la frustración por el tipo de gobierno de Saleh fueron elementos fundamentales que llevaron al levantamiento. Esta frustración se debía sobre al aumento de la pobreza en todo el país. A principios de la década de 2000 vi en Yemen una pobreza que había visto en lugares como Paquistán o África Occidental, pero que nunca pensé ver en Yemen. Se debía a que no había trabajo, la población aumentaba un 3% al año mientras que los recursos no lo hacían, y los cleptócratas se apoderaban de todo cuanto podían y dejaban muy poco para los demás. Cada año se veía a más personas en la pobreza, mendigando por las calles.
Cada vez había más tensiones políticas. La política de “divide y vencerás” de Saleh afectó a todo el mundo, aunque se centraba sobre todo en el extremo norte, donde surgió el movimiento huti. Entre 2004 y 2010 hubo seis guerras entre los hutíes y el régimen de Saleh. En el sur la tensión surgió a finales de 2006 debido al movimiento separatista del sur iniciado entre los miles de oficiales militares y personal de seguridad que habían sido despedidos después de 1994 y que se había quedado sin ingreso alguno.
La corrupción enfurecía a todo el mundo. Puede que las personas jóvenes estudiaran, pero no encontraban trabajo. En 2009–2010 Saleh trató de cambiar la Constitución para poder presentarse a las elecciones otra vez y estaba preparando a su hijo para que heredara la presidencia.
Esto nos lleva a la segunda parte de la pregunta. Saleh esperaba llegar a constituir una “monarquía republicana” según el modelo que Hafez al-Assad había logrado implantar en Siria y Hosni Mubarak no logró implantar en Egipto, y que consistía en pasar el poder a sus hijos. También en otros aspectos la frustración en Yemen era muy parecida a la de otros países: problemas económicos, pobreza, falta de democracia y de libertad.
En Yemen había mucha más libertad para decir cuanto se quería. Saleh se había dado cuenta de que se podía dejar hablar a la gente y decir lo que quisiera, siempre que esta gente no tuviera ninguna influencia. No era el caso en Siria, por ejemplo, y mucho menos en Egipto y Túnez. Pero por lo que se refiere a las reivindicaciones económicas, sociales y políticas, creo que en gran parte eran las mismas en todas partes. Diez años después hubo reivindicaciones similares en Argelia y Sudán.
DF: ¿Cómo se precipitó el país a la guerra civil tras aquel momento de apertura o esperanza en 2011 y 2012? ¿Qué papel desempeñaron las potencias extranjeras?
HL: En 2011 Saleh fue obligado a dejar el poder. El ejercito yemení se escindió. Varios partidarios de Saleh se unieron al movimiento de protesta, incluida una importante unidad militar. Entonces hubo varios enfrentamientos militares entre los partidarios de Saleh y quienes supuestamente apoyaban la revolución, lo que llevó a la intervención internacional. Había un grupo de Estados llamados Amigos de Yemen formado por la mayoría de los principales Estados del mundo y en el que se incluían miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Apoyaban la llamada Iniciativa del CCG, que posteriormente, después de noviembre de 2011, se convirtió en el Acuerdo del CCG. Uno de los términos del Acuerdo era la dimisión de Saleh, pero como este se mantuvo fuerte políticamente, no se le obligó a salir del país ni a abandonar la política. Mantuvo el control del Congreso General del Pueblo, que fue su creación política y que sigue siendo una de las principales instituciones o partidos políticos del país.
El Acuerdo del CCG creó un Estado de transición que se suponía iba a durar dos años y cuyo presidente era Abdrabbuh Mansur Hadi, que había sido vicepresidente de Saleh. Fue elegido en unas elecciones sin oposición y con un único candidato. Hadi provenía de la RDPY donde fue un miembro destacado de la facción que fue derrotada en el conflicto de 1986, de modo que se convirtió en el primer presidente originario de Yemen del Sur.
Se suponía que entre 2012 y 2014 iba a haber un Estado de transición en el que se incluían varios elementos: un gobierno de unidad nacional, la reforma del sector de seguridad y algo denominado Conferencia de Diálogo Nacional que, en caso necesario, debería elaborar una nueva Constitución y resolver los principales problemas políticos del país. Todas estas iniciativas fracasaron.
En el gobierno de unidad nacional los partidarios de Saleh contaban con una representación del 50%. Se suponía que el otro 50% se lo iban a repartir entre la oposición política formal en el parlamento formada por el partido Islah, que es una combinación de personas pertenecientes a las tribus del norte e islamistas, y toda una serie de otros partidos, incluidos los baazistas, los socialistas y los nasseristas, además de lo que se conocía como las nuevas fuerzas que habían surgido con el levantamiento: la juventud, las mujeres y la sociedad civil.
Este gobierno se ganó la reputación de ser el más corrupto de la historia de Yemen. Estaba paralizado a la hora de hacer cualquier cosa. La reforma del sector de la seguridad fracasó por diversos motivos, en particular porque no consiguió que las principales unidades de seguridad transformaran su lealtad a Saleh en lealtad al Estado. La Conferencia de Diálogo Nacional fracasó por otra serie de razones. La ONU la gestionó mal. Contaba con nueve grupos de trabajo para tratar diversas cuestiones, como los hutíes, la cuestión del sur y la nueva forma que iba a adoptar el Estado. No lograron ponerse de acuerdo sobre ninguna de las cuestiones fundamentales.
Mientras se desarrollaba la Conferencia, que duró al menos once meses entre 2013 y 2014, los hutíes aumentaron el control que tenían de su zona de origen y se expandieron a otras zonas circundantes. También empezaron a establecer una alianza con Saleh, que anteriormente había sido su principal enemigo, pero tanto los hutíes como Saleh se oponían al federalismo, que era una de las principales propuestas del régimen de transición, y también se oponían a la existencia de dicho régimen. Tenían un enemigo común, de modo que se unieron y a principios de 2015 derrocaron al gobierno. Trabajaron juntos en una alianza en la que cada vez había más tensiones hasta que los hutíes mataron a Saleh en diciembre de 2017.
La verdadera guerra empezó en 2015. Esta guerra es ante todo un conflicto interno yemení entre toda una serie de facciones diferentes, con diferentes grupos sociales y en la que están implicados diferentes aspectos regionales. El factor internacional es adicional, un factor que empeora la situación. La intervención directa de Arabia Saudí y de la coalición de diez Estados que esta lideraba (de los cuales solo dos eran realmente significativos, la propia Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos) no hizo más que aumentar la cantidad asesinatos y empeorar la atroz situación humanitaria.
DF: ¿Ve usted algún motivo para un ligero optimismo respecto a la posibilidad de que el conflicto se resuelva y el país pueda volver a una situación más pacífica y estable?
HL: Es posible llegar a un acuerdo entre los hutíes y sus oponentes, siempre y cuando haya un cambio importante en la Resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU del 14 de abril de 2015, que ha sido el elemento determinante de la intervención de la ONU en Yemen. De hecho, exige la rendición completa de los hutíes.
Entre 2015, cuando se aprobó dicha Resolución, y hoy en día los hutíes han ido ganando terreno y ahora controlan al 70% de la población del país y tienen un gobierno eficaz en la zona que controlan. Puede que sea un gobierno horrible, extremadamente opresor y funamentalista, pero funciona. Por otra parte, cada vez son más débiles quienes se oponen a los hutíes y, sobre todo, el gobierno que cuenta con el reconocimiento internacional. Es un gobierno que apenas tiene presencia en el país, solo representa a un grupo pequeño de personas que se oponen a los hutíes.
Es posible llegar a un acuerdo entre los hutíes y los saudíes, a quienes los primeros consideran el interlocutor principal para negociar, porque al cabo de siete años los saudíes han perdido esta guerra en lo esencial. Les cuesta mucho dinero, además de que junto con otros factores, como el asesinato de Jamal Khashoggi, ha dañado enormemente su reputación. Creo que [el príncipe heredero de Arabia Saudí] Mohammed bin Salman está dispuesto a llegar a un acuerdo.
La cuestión es si se puede llegar a un acuerdo con los hutíes. Están un tanto estancados con su ofensiva actual, pero han ido progresando lentamente. Sin duda hay facciones entre ellos que quieren continuar la ofensiva, mientras que otras facciones podrían querer llegar a un acuerdo. Con todo, es posible un acuerdo de este tipo.
Aunque se llegue a un acuerdo, persistirán todos los demás problemas, desde el movimiento separatista en el sur hasta las divisiones entre los propios separatistas del sur y las diferentes facciones políticas del norte. Esos conflictos continuarán mientras no exista una política totalmente nueva en Yemen, empezando por los movimientos de base, que podrían ayudar a crear una nueva clase política que no sea una pandilla de ladrones movidos por su propio interés.
También hay que recordar que Yemen está en la Península arábiga y que los saudíes seguirán teniendo mucha influencia. Los emiratíes también han ido aumentando su influencia, que no es en absoluto positiva. Irán tiene influencia sobre los hutíes, aunque no es determinante en el sentido en el que mucha gente tiende a afirmar que lo es. De una u otra forma seguirá habiendo una implicación externa, aunque sea una manera formal de poner fin a los combates.
Unido a esto, la economía del país ha colapsado por completo, de modo que se necesitará un fuerte apoyo financiero para la reconstrucción. Temo la posibilidad de que se apliquen políticas neoliberales, de que las empresas consultoras occidentales utilicen los fondos saudíes y emiratíes en su propio interés y para crear programas de desarrollo que conviertan a Yemen en una imitación, en una versión de baja calidad de lo peor de los Emiratos (me refiero a los Emiratos pobres, no a Dubai y Abu Dhabi). No es una perspectiva halagüeña.
DF: El 1 de abril el nuevo Enviado Especial de la ONU para Yemen, Hans Grundberg, anunció que se había acordado una tregua de dos meses, ¿cómo se llegó a este acuerdo y qué implicaciones tiene a largo plazo para Yemen?
HL: Dado que es el primer intento en seis años que logra detener los combates en Yemen, la tregua es a todas luces importante en sí misma. También implica algunas medidas importantes que mejorarán las condiciones de vida del pueblo yemení. Probablemente una de las razones de esta tregua es que los dirigentes de todos los bandos reconocieron tardíamente que no se podía salir del estancamiento militar al que se había llegado en la región de Marib, que es particularmente importante por ser el último bastión real del gobierno que tiene reconocimiento internacional. Dos años de ofensivas de los hutíes no han logrado desalojar a las fuerzas de este gobierno a pesar de las enormes pérdidas de vidas humanas. A finales de 2021, cuando parecía que los hutíes estaban a punto de vencer, la coalición demostró su determinación de defender Marib llevando allí refuerzos provenientes de todo Yemen.
Un segundo factor ha sido la frustración cada vez mayor de los actores internacionales, en particular los saudíes y los emiratíes, ante la incapacidad de sus socios yemeníes de funcionar unidos y buscar seriamente una solución. La respuesta al llamamiento del Plan de Respuesta Humanitaria de la ONU a principios de marzo fue muy pobre, puesto que se recaudó menos de un tercio de la cantidad deseada. En tercer lugar, Grundberg demostró su habilidad y determinación en sus funciones de Enviado tras ser nombrado en agosto de 2021 ya que empezó un proceso de conversaciones con las diferentes partes. Es de esperar que estas conversaciones den sus frutos en la próxima etapa.
Por otra parte, el Consejo de Cooperación del Golfo organizó lo que se presentó como un diálogo interyemení de diez días en Riad. Como era de esperar, los hutíes se negaron a participar en un encuentro que se había organizado en la capital del Estado responsable de emprender la guerra aérea en Yemen. El encuentro se convirtió en una reunión de las fuerzas antihutíes, cuyas diferentes facciones son hostiles entre sí, cuando no están envueltas en un conflicto militar entre ellas.
Aunque se esperaba que se produjeran algunos cambios en la dirección del gobierno que tiene reconocimiento internacional, el resultado fue una sorpresa que tuvo poco que ver con el encuentro en sí. El 7 de abril Hadi anunció su propia retirada y la de su vicepresidente, que serían sustituidos por un Consejo de Liderazgo Presidencial (CLP) formado por ocho hombres (y ninguna mujer). Leyó un guión preparado de una manera que recordaba a la dimisión forzada del primer ministro libanés Saad Hariri en 2017, también bajo presión saudí.
El Consejo de Liderazgo Presidencial tiene, entre otras cosas, la tarea de negociar la paz con los hutíes. Este organismo, impuesto por los regímenes saudí y emiratí sin haber consultado a los propios yemeníes, está compuesto por personas cuya enemistad es evidente. Ahora se ha reunido en Adén, pero está por ver si será capaz de funcionar eficazmente y cumplir con sus responsabilidades.
Grundberg está llevando a cabo amplias conversaciones con las partes yemeníes relevantes. Es probable que el Enviado de la ONU trate de ampliar la participación en estas conversaciones para mejorar el equilibrio de genero e incluir a figuras influyentes de la sociedad civil, lo cual es fundamental para lograr una paz verdaderamente duradera y que responda a las necesidades del pueblo yemení en lo referente a derechos, oportunidades y un nivel de vida aceptable. Está por ver si el recién creado Consejo de Liderazgo Presidencial facilitará la tarea de Grundberg o la complicará.
Ahora parece más probable llegar a un acuerdo para acabar con los combates ya que la mayoría de los líderes reconocen que es poco probable salir del actual estancamiento. Con todo, se necesitará mucho más que negociaciones entre las facciones actuales para lograr una paz duradera y un gobierno que se centre en abordar los problemas de la población en general, unos problemas que son descomunales, debido a que más del 80% de la población vive bajo el umbral de pobreza y a siete años de destrucción de las infraestructuras, tanto físicas como sociales, de Yemen.
Helen Lackner trabajó en el desarrollo rural y vivió quince años en los tres estados de Yemen. Es autora de los libros Yemen: Poverty and Conflict y de la edición actualizada de Yemen in Crisis: The Road to War will be published this year.
Daniel Finn es editor de Jacobin Magazine y autor de One Man’s Terrorist: A Political History of the IRA.
Notas de la traductora:
(1) Según el Diccionario de Islam e islamismo, de Luz Gómez García (Editorial Trotta, 2019), el imamato es la “institución que se ocupa de la dirección político-espiritual de la umma (comunidad y por antonomasia, comunidad musulmana)”.
(2) El baazismo es, según el Diccionario de Islam e islamismo, una “corriente política árabe del siglo XX que toma su nombre del partido al-Baaz al-Árabi (Resurgimiento Árabe), que se constituyó en Damasco en 1945. Los tres principios de la ideología baazista originaria son: unidad libertad y socialismo”.
Fuente: https://catalyst-journal.com/2022/06/yemen-in-purgatory
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