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Yemen, ¿un nuevo califato?

Fuentes: Rebelión

Los ataques de la coalición encabezada por Arabia Saudita parece continuaran hasta exterminar los últimos resabios de la revolución Houthi. Amparados por los bombardeos sauditas al-Qaeda para la Península Arábiga, se extiende peligrosamente hacia el estrecho de Bab-el-Mandeb, a solo treinta kilómetros donde sus hermanos africanos de al-Shabab, el al-Qaeda somalí, reverdece violentamente. Alguien parece […]

Los ataques de la coalición encabezada por Arabia Saudita parece continuaran hasta exterminar los últimos resabios de la revolución Houthi. Amparados por los bombardeos sauditas al-Qaeda para la Península Arábiga, se extiende peligrosamente hacia el estrecho de Bab-el-Mandeb, a solo treinta kilómetros donde sus hermanos africanos de al-Shabab, el al-Qaeda somalí, reverdece violentamente. Alguien parece estar necesitando un nuevo califato y quiere instalarlo en uno de los rincones más calientes del mundo. 

Con más de dos mil misiones aéreas, desde el 26 de marzo, que han provocado como mínimo tres mil muertos y doscientos mil desplazados, la coalición encabezada por Arabia Saudita junto a otros ocho países musulmanes (Kuwait, Bahréin, Emiratos Arabes, Sudán, Marruecos, Jordania, Egipto y Pakistán) englobados en la «Operación Tormenta Decisiva» contra la revolución Houthi en Yemen, no han podido quebrar la fuerte resistencia de los guerreros del sheik chií zaidi Abdul Malik al-Houthi por el que AQPA ofrece veinte kilos de oro por su captura o muerte.

Las incursiones de los F16 sauditas no han podido desalojar a los Houtíes de los territorios y ciudades conquistadas desde que comenzó la revuelta contra el ex presidente Abderabu Mansour Hadi, que tras su renuncia en enero, se exilió en Riad, desde donde dice haber reasumido el cargo, para justificar la intervención saudita.

Ningún miembro de la coalición está dispuesto a poner tropas de pie en tierra yemení, los curtidos guerreros de la milicia Ansar-Allah, podría llegar a producir demasiadas bajas para los siempre tambaleantes gobiernos de la entente. Un número significativo de muertos, lo que sin duda se producirían, agudizará todavía más las reacciones internas de los países participantes, donde ya grandes manifestaciones estallaron en contra la intervención a Yemen.

Más allá de la promesa del presidente afgano Mohammad Ashraf Ghani, al ministro saudí de defensa Mohammad bin Salman al-Saud, hijo del rey Salman de «inundar» Yemen de combatientes afganos, tras la promesa de importantes inversiones sauditas en Afganistán, lo que a casi un mes del inicio de los ataques Ghani no ha cumplido, Arabia Saudita no tiene, en un futuro próximo, la posibilidad de contar con un ejército operando en Yemen.

La única infantería con que cuenta la alianza son los miembros de al-Qaeda para la Península Islámica (AQPA) considerada la rama más letal del grupo wahabita a nivel global, fue responsable de los atentado contra la revista «Charlie Hebdo» en enero pasado, del ataque al destructor norteamericano «USS Cole» en el 2000 donde murieron diecisiete marinos, el fallido atentado contra el vuelo de Northwest Airlines en el 2009 y el atentado suicida en Saná en 2012 que causó más de un centenar de muertos. Además opera en Yemen un pequeño grupo de salafistas desprendidos de AQPA, que han hecho el bayat (juramento de lealtad) al líder de Estado Islámico el califa Ibrahim ( Abu Bakr al-Baghdadi).

AQPA, que hasta el comienzo de la «Operación Tormenta Decisiva», estaba sufriendo fuertes bajas a manos de los Houtíes, ha aprovechado los bombardeos para reposicionarse y, por ejemplo, con la ayuda de las tribus suníes locales conquistar la provincia de Hadramut, la más grande del país, tomando su capital al-Makulla. Allí asaltaron la prisión y liberaron a cientos de militantes salafistas, entre ellos el saudí Khaled Batarfi, un importante jefe de la organización. AQPA saqueó la sucursal del banco central donde se apropió de una importante cantidad de millones de dólares, tal cual hiciera en julio pasado Estado Islámico en Mosul (norte de Irak).

Milicias de al-Qaeda han lanzado ataques contra los hutíes en la ciudad de Ataq que habían tomado a comienzo de abril. En su embestida también tomaron el aeropuerto de Riyan, la base militar cercana a al-Makulla, la Brigada Mecánica 27 donde se apoderó de decenas de tanques, lanzacohetes Katyusha y armas de pequeño calibre; ocupó también la refinería de ad-Dabbah sobre el Golfo de Adén y el sector número 14 del campo petrolero de al-Masil quizás el más importante del país. Durante las operaciones aéreas sauditas se ha cuidado muy bien de no entorpecer los avances de las fuerzas de AQPA.

El califato yemení

Más allá de la importancia táctica de la toma de Hadramut, ye que parte en dos el país, y fue el santuario histórico del salafismo yemení, tiene un importante valor simbólico, ya que la provincia de Hadramut, en el valle de Doan, se encuentra al-Rubat, el pueblo ancestral de los Bin Laden, allí nació el padre de Osama, Mohammed en 1908. La provincia es una de las más áridas del pequeño país, montañosa y desértica al norte limita con el gran desierto saudí de Rub al-Jali y al sur con el golfo de Adén.

La región es una de las más estrictas del país en la observancia del islam. Por ejemplo todos los negocios deben cerrar a la hora de la oración. Las mujeres hadramis, que entre muchas prohibido no les está permitido ni siquiera conducir, han tenido tan poco contacto con el mundo exterior a la provincia, que han desarrollado un dialecto propio.

Mientras el caos favorece a wahabitas en Hadramut, en el resto del país los bombardeos de la coalición árabe contra poblaciones civiles continúan, ciudades como Saná, la capital, Adén y Taiz no han dejado de recibir ataques aéreos, con la clara intención de provocar un hartazgo en la población, y generar un levantamiento contra la Revolución Houthi, que por otro lado también esta asediada por fuerzas comprometidas con el ex presidente yemení, Abdo Rabu Mansour Hadi.

A pesar del «llamamiento» al cese del fuego de Naciones Unidas, Arabia Saudita reafirmó su intención de incrementar la operación militar ya que cuenta con el aval expreso de Washington, Londres y París y el resto del G-7 (Grupo de los siete países más industrializados Alemania, Italia, Canadá y Japón). También la ONU pidió una ayuda urgente de cerca de trecientos millones de dólares para paliar las primeras necesidades de los más de ocho millones de yemeníes afectados por el ataque saudita. El rey saudita Salman Ben Abdel Aziz, declaró que se hará cargo del costo de la operación humanitaria una vez sofocada la rebelión Houthi.

Es difícil de imaginar el fin de este nuevo conflicto, ya que la rebelión no solo incluye a la población chií, (47%) sino también a los millones de sunitas de los sectores más castigados por la dictadura proccidental de Ali Abdullah Saleh, que se extendió desde 1990 a 2012 y que según estudios de la ONU, habría amasado la pavorosa fortuna de 60.000 millones de dólares, su sucesor y ex vicepresidente, Mansour Hadi nada había hecho durante los casi tres años de gobierno para recuperar lo robado.

A nadie se le ocurre que pueda ser posible una masacre de quince o veinte millones de personas, (esperemos) pero tampoco se entiende ¿cómo se podrá contener las ansias de venganza de un pueblo armado y con entrenamiento militar tras semejante masacre? Malik al-Houthi, el líder de la revuelta ya declaró: «Cualquiera que piense que nos rendiremos está soñando».

Occidente se limita a declaraciones esquizofrénicas, por una parte llama al cese del fuego (ONU) y por otra alientan a proseguir los ataques (Obama, Hollande y Cameron). Occidente permite que Arabia Saudita se siga abasteciéndose en mercados occidentales de pertrechos bélicos, de los que muchos van a parar a manos de al-Qaeda y Estado Islámico, al tiempo que prohíbe la venta de armas a los rebeldes Houtíes, alentando así una masacre insospechada.

Occidente parece olvidar que de permitir que siga avanzando los salafistas por Yemen podrán llegar a orillas del estrecho de Bab-el-Mandeb, (la Puerta de las lamentaciones) dejando a los hombres de al-Qaeda a solo treinta kilómetros de África, donde un muy vigorizado al-Shabab, el al-Qaeda somalí desde hace tres semanas viene protagonizado una actividad que no tenía desde hace meses, y según los últimos atentados pareciera estar avanzando hacia el norte, como preparándose para dar el salto a Yemen.

Da para sospechar que alguien está pretendiendo establecer un wilayat (provincias de un califato), que sin duda va cerrar el paso de los buques petroleros que intentan llegar a Europa vía canal de Suez, echando más leña al fuego o mejor dicho: petróleo.
 

 

Guadi Calvo escritor y periodista argentino . Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. Colabora con diferentes medios escritos y radiales de América Latina. Dirige en Facebook: «Línea Internacional», «Revista Hamartia» y «Jornada Latinoamericanas», «Revista Archipielago» (México), «Caratula» (Nicaragua), «A Plena Voz» (Venezuela), Radio Madre (AM. 530) y La Señal Medios, Radio Grafica (FM 89.3); La Hora de los Pueblos ANNUR TV. Colabora con «Rebelión», «El Correo de la Diáspora argentina» y «Alainet.org».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.