La palabra cinismo se define como aquella actitud, ya sea de una persona o un grupo de ellas, que suele mentir o comportarse en forma hipócrita, procaz y hasta criminal. Esto, en forma contumaz, con descaro, desembozadamente, sin que ello conlleve un problema moral, político o de conciencia para estos cínicos. Así, este concepto y […]
La palabra cinismo se define como aquella actitud, ya sea de una persona o un grupo de ellas, que suele mentir o comportarse en forma hipócrita, procaz y hasta criminal. Esto, en forma contumaz, con descaro, desembozadamente, sin que ello conlleve un problema moral, político o de conciencia para estos cínicos.
Así, este concepto y su campo semántico, es perfectamente atribuible al régimen sionista, cuya sola existencia es prueba palpable de la acción de otros actores internacionales, dotados de este cinismo y que permitieron el surgimiento de Israel el año 1948. Una entidad, que junto al término de criminal, debemos asignarle claramente el de un sionismo dotado de un cinismo intrínseco, a partir de la política de ocupación y colonización, que lleva a cabo contra el pueblo palestino, desde el año 1948 a la fecha.
Un comportamiento consciente, defendido a ultranza por la casta política, militar y una sociedad mayoritariamente dotada de una visión de mundo mesiánica, racista y donde la segregación y el concepto de superioridad son partes componentes y que salvaguarda y practica una política, que representa la impudicia de llevar a cabo un proceso de exterminio del pueblo palestino, sometido a la violación de sus derechos humanos integrales, por 71 años a cuestas de el más cruel de los procesos de ocupación y colonización, que haya sufrido pueblo alguno.
¿Por qué traigo a colación este concepto de cinismo cuando parece ser de sentido común el catalogar a Israel con este y otros términos? Tal vez, porque en nuestra condición de seres humanos, dotados de razón, creemos, que incluso en entidades de la calaña del sionismo, algo de lucidez puede ser entregado para nuestra sorpresa. Pero… ¡no! resulta un objetivo fuera del alcance o del mero sentido común. La hipocresía, la impudicia son parte consustancial al que se denomina pueblo elegido y que ocupa una tierra de la cual dice ser propietario por mandato divino.
Una entidad así se considera libre de hacer y deshacer lo que le venga en gana, en función de no rendir cuentas, que para eso el mesianismo le da el aval para violar derechos humanos de otros pueblos, pasar por encima del derecho internacional, agredir, desestabilizar gobiernos considerados enemigos, formar una alianza criminal junto al imperialismo y el wahabismo. No someterse a dictado alguno y menos reconocer la jurisdicción de instituciones como la Corte Penal Internacional. Y es aquí, en esta última organización donde el cinismo sionista se expresa en toda su magnitud.
El día 19 de diciembre pasado, la Oficina de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) anunció públicamente, que se tienen las pruebas y las bases para investigar a Israel por crímenes de guerra en los territorios palestinos, tanto de Cisjordania como de la Franja de Gaza, el primero ocupado desde el año 1967 y el segundo, ocupado físicamente desde el mismo año de Cisjordania, hasta el año 2005 y posteriormente bloqueado a partir del año 2006 (hasta el día de hoy) por tierra, mar y aire. Lo dado a conocer por la CPI tuvo un nombre: la Fiscal en jefe, Fatou Bensouda, quien señaló que «después de una evaluación exhaustiva, independiente y objetiva de toda la información confiable disponible para mi Oficina, el examen preliminar de la situación en Palestina ha concluido, que se cumplen todos los criterios legales establecidos en el Estatuto de Roma para la apertura de una investigación, con una base razonable para seguir con una investigación sobre la situación en Palestina, según el artículo 53 (1) del citado Estatuto».
Artículo que señala que «el Fiscal, después de evaluar la información de que disponga, iniciará una investigación a menos que determine que no existe fundamento razonable para proceder a ella con arreglo al presente Estatuto…» y por lo señalado por Bensouda, esos motivos existen claramente sobre Cisjordania, Gaza y Al Quds Este, a pesar de que se revisará el tema de jurisdicción de la CPI pues Israel no es miembro del organismo con sede en La Haya. Cuestión que no debería ofrecer problemas pues la propia ONU y las resoluciones respecto a Palestina, señalan que estos son territorios ocupados, donde se ha exigido el retiro de las tropas ocupantes, el desmantelamiento de los asentamientos ilegales, la demolición del muro, el retorno de los refugiados entre otros puntos.
Resulta evidente que la CPI no sólo tiene jurisdicción en los territorios palestinos ocupados y bloqueados, sino también y esto aterra al sionismo, Israel puede ser investigado por la construcción de asentamientos y los colonos sionistas instalados allí, que en número de 650 mil violan la IV Convención de Ginebra en el marco de la prohibición de trasladar población ocupante (colonos) a territorio ocupado. Sume a ello las demoliciones de viviendas palestinas, la construcción del muro de segregación y aislamiento de aldeas, pueblos y ciudades cisjordanas, como también el muro que está cercando Gaza. Como también investigar lo que fue el ataque de la denominada Operación «Margen Protector» contra Gaza el año 2014 que se saldó con 3 mil palestinos asesinados, diez mil heridos y la destrucción de gran parte de la infraestructura del enclave costero.
Para dirigentes políticos palestinos como Hanan Ashrawi, miembro del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y veterana negociadora de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) frente a los israelíes el anuncio de la CPI «es un importante paso hacia adelante. Como pueblo palestino nos adherimos al Estatuto de Roma, convencidos en que los organismos internacionales deben actuar en función de la justeza de nuestras demandas. Hemos invertido confianza y fe en la Corte Penal Internacional como un lugar independiente que puede garantizarles algo de justicia y reparación, frente a la multitud de crímenes cometidos por Israel contra la Palestina ocupada».
¿Cuál fue la reacción israelí? La esperable, por supuesto, amenazas a diestra y siniestra. Ultimátum a las autoridades palestinas, exigiéndoles retirar la demanda efectuada por la ANP ante la Corte Penal Internacional el año 2015 cuando presentó su petición de ingreso ante el organismo internacional. Amenazas destempladas, agresivas, infames, como la del Ministro de Transporte sionista Bezalel Smotrich: «Dale a la Autoridad Nacional Palestina un ultimátum de 48 horas para que retira su demanda, o será destruida inmediatamente la aldea beduina Jan Al Ahmar (en la Cisjordania ocupada). Destruya – llamado a Netanyahu – Jan Al-Ahmar mañana por la mañana, y todos los días destruya otro asentamiento ilegal de árabes y europeos. En una guerra como esta, toma medidas fuertes desde todos lados», vociferó Smotrich. Lamentando que la denuncia palestina infrinja daños a la imagen de Israel en el mundo. Una imagen sostenida, sin duda, a punta de Hasbara y cientos de millones de dólares, junto a la compra de conciencias.
Se consigna que el anuncio de la fiscal de la CPI Fatou Bensouda ha generado pánico entre las autoridades israelíes, que temen que el fallo de la Corte de La Haya, al término de las pesquisas solicitadas por Palestina, resulte en masivas órdenes de arresto contra funcionarios y militares del régimen sionista. «Un reporte publicado por el canal 12 de la televisión israelí reconoce que un gran rango de los actuales y antiguos funcionarios y personal militar del régimen de Israel podría ser perseguido en el escenario mundial en el caso de que la Corte Penal Internacional (CPI) cumpla con investigar sus actividades en los territorios ocupados palestinos».
Por su parte el cuestionado primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el cínico mayor, ha mostrado su sorpresa por la decisión de la Fiscal Bensouda al afirmar que «la decisión de la Fiscal ha convertido a la Corte Penal Internacional en una herramienta política para deslegitimar al Estado de Israel. La fiscal ha ignorado por completo los argumentos legales que le presentamos». En el caso del Fiscal general de Israel, Avijai Mandelblit, éste aseguró que la CPI, si bien ha examinado de formas preliminar una solicitud presentada por Palestina, no tiene jurisdicción en Cisjordania o Gaza. «La CPI carece de jurisdicción en relación con Israel, ya que no pertenece a esta Corte y cualquier acción palestina con respecto a la Corte es legalmente inválida». Unamos a lo señalado el error israelí de considerar que la jurisdicción de la CPI no puede existir porque Palestina no es un Estado. Pero Palestina es Estado observador no miembro de la ONU desde finales del 2012.
Reitero, una opinión absolutamente equivocada, pues la CPI puede investigar todo crimen de guerra y de lesa humanidad, en este caso contra Israel y para ello no hay límites de jurisdicción. El tribunal en La Haya, efectivamente, sólo puede realizar investigaciones en estados firmantes del Estatuto de Roma que lo instituyó. Israel no adhirió a ese tratado internacional, aprobado en 1998 en la capital italiana pero aquí se trata de crímenes de guerra y de lesa humanidad que son imprescriptibles y pueden ser perseguidos en todo lugar. Además, Palestina, al adherir al estatuto de Roma y al hacer suyo los territorios de Gaza y Cisjordania, hace patente que las trasgresiones a los derechos humanos y la violación del IV Convenio de Ginebra entre otras acciones del sionismo son posibles de investigar.
En esta visualización de entidades y regímenes cínicos, Washington y la administración Trump no podía ser menos. A través de una declaración emitida por el Departamento de Estado se rechazó, por considerarlo «injusta», la decisión anunciada por la CPI a través del informe de la Fiscal Bensouda, quien ve bases suficientes para investigar a Israel por acusaciones de crímenes de guerra cometidos en los territorios palestinos. «Nos oponemos firmemente a esta y a cualquier otra acción que busque atacar a Israel injustamente», expresó en un comunicado el titular del ente, Mike Pompeo.
El cinismo sionista no se queda sólo en sostener que las acusaciones son infundadas, aunque las pruebas se multipliquen por miles. No le basta con seguir presentándose ante los ojos del mundo como el victimario devenido en víctima. En el agresor que se considera agredido, la entidad dotada de síndromes peligrosos, como el de disparar y llorar, con que justifica los crímenes más atroces que se puedan cometer contra el pueblo palestino. El paroxismo del descaro llega de los propios labios del primer ministro Benjamín Netanyahu, dirigente sionista, acusado además de corrupción, quien señaló ante el Informe de Bensouda: «Este es un día oscuro para la verdad y la justicia. Esta es una decisión escandalosa e infundada». Lo escandaloso es que el sionismo siga cometiendo crímenes sin recibir el castigo que merece. Lo abusivo es que Netanyahu y todos aquellos que masacran día a día a la población palestina, gocen de libertad. Eso es inconcebible además de vergonzoso.
Y para continuar mostrando al mundo que este Netanyahu, no sólo exuda cinismo, sino también la peligrosa enfermedad del falsario dirigente mesiánico, ha expresado, sin que un ápice de vergüenza se reflejara en su rostro que «nos asombra que Bensouda sostenga que «es un crimen, un crimen de guerra que los judíos vivan en su tierra natal, la tierra de la Biblia, la tierra de nuestros antepasados», en referencia a las colonias judías en territorio palestino ocupado. Lo que oculta Netanyahu y siempre es necesario reiterarlo cuando los cínicos copan los medios de información y son apoyados además por Washington es que: Todos los asentamientos con colonos sionistas de creencia judía en Cisjordania, incluida Al Quds este e incluso en los ocupados Altos del Golán sirio son ilegales, según el derecho internacional. Y eso por más impúdico que seas, no lo puedes ocultar.
Netanyahu podrá encontrar «absurdas» las acusaciones palestinas y la decisión de investigar los crímenes cometidos bajo sus gobiernos y en general desde que nació la entidad sionista, pero sus palabras de desprecio no ocultan la necesidad de justicia, que la verdad se imponga y sobre todo la exigencia, que políticos, militares, ministros y todo aquel responsable de la muerte de miles de palestinos, de cientos de miles de heridos y detenidos y la creación de un sistema de segregación racial y exterminio al estilo del nacionalsocialismo sean juzgados y sancionados. Los crímenes del sionismo no pueden seguir en la impunidad.
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