La muerte de ciudadanos estadounidenses, causada por armas atómicas, en todo momento es un buen motivo para atacar al país que causó dichas muertes, declarar una alarma nacional, poner en alerta las fuerzas armadas, activar los silos que contienen la cohetería nuclear y hacer varias declaraciones relacionadas con el peligro que esto significa para la […]
La muerte de ciudadanos estadounidenses, causada por armas atómicas, en todo momento es un buen motivo para atacar al país que causó dichas muertes, declarar una alarma nacional, poner en alerta las fuerzas armadas, activar los silos que contienen la cohetería nuclear y hacer varias declaraciones relacionadas con el peligro que esto significa para la Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Quizás usted se pregunte ¿Cuándo comenzó la guerra? ¿En qué país murieron esos estadounidenses? ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos no ha reaccionado tomando las medidas que mencionamos anteriormente? Ninguna de esas acciones se ha realizado, debido a que las armas atómicas que causaron dichas muertes son las propias estadounidenses, en el territorio de Estados Unidos, según reveló un estudio realizado por el Dr. Lawrence Wittner, Profesor Emérito de Historia de la Universidad Estatal de New York, en Albany.
De acuerdo con dicho estudio, desde el año 1945, 107,394 empleados de plantas productoras de armas nucleares contrajeron cáncer y otras enfermedades graves. De esas personas, un poco más de 53,000 recibieron una carga excesiva de radiación nuclear, por lo que le fueron concedidos 12,000 millones de dólares en calidad de compensación, de esos, han muerto 33,480.
En estas plantas se utiliza el plutonio para la fabricación de armas nucleares, por lo que los accidentes que se originan, son regularmente fatales para los trabajadores de las mismas debido a la radiación, entre dichas plantas se encuentra la existente en el Rio Savannah, en el estado de Carolina del Sur.
Existen otras causas, también relacionadas con las armas nucleares, que han provocado la muerte de ciudadanos estadounidenses. Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos, del gobierno de Estados Unidos, entre 1951 y 1963 las pruebas atmosféricas de armas nucleares, realizadas en territorio estadounidense provocaron la muerte por padecimiento de cáncer de un poco más de 11,000 personas, aunque el Instituto de Investigaciones Energéticas y del Medio Ambiente fija la cifra en 17,000, pues incluye en las muertes aquellas personas que han inhalado o tragado partículas radioactivas. Los estudios realizados plantean que el total de personas que en Estados Unidos han contraído cáncer debido a estas causas, totalizan 80,000.
La mayoría de las pruebas nucleares que se realizan en territorio estadounidense se llevan a cabo en el desierto de Nevada. Durante la década de los años 50, del 1900, en dicho lugar se realizaron cerca de cien explosiones atmosféricas. Se calcula que cerca del 30 por ciento de las partículas radioactivas contenidas en la atmósfera fueron llevadas por el viento a poblaciones cercanas, donde viven cerca de 100,000 personas. Una de los poblados cercanos, St. George, en el estado de Utah, recibió una buena parte de estas partículas, que caían sobre los transeúntes, las respiraban, e inclusive algunos las tragaron junto con el agua que tomaban. Dentro de esas poblaciones existe un alto número de personas que padecen de leucemia y otras manifestaciones de cáncer.
Dentro de las fuerzas armadas, se calcula que 250,000 soldados han estado expuestos a las pruebas de armas nucleares, pues los mandos militares han considerado necesario que algunas de sus unidades se sitúen cerca de donde se origina una explosión nuclear, como forma de preparación para la guerra nuclear y como experimento, para conocer los efectos que ese tipo de explosión puede tener en la tropa, sus equipos y armas. Muchos de estos soldados han muerto, otros padecen de cáncer, han tenido hijos con defectos de nacimiento, o han muerto de su padecimiento. El gobierno estadounidense da una asistencia médica y compensación financiera a los soldados que han sufrido estas circunstancias.
Además de lo planteado anteriormente, el estudio realizado por el Dr. Wittner incluye la afectación que origina la producción de armas atómicas a las personas que trabajan en las minas de uranio, las que por lo regular se encuentran en el territorio de las reservaciones de nativos, los cuales trabajan en la extracción del peligroso mineral. Los estudios realizados sobre este grupo involucrado en la fabricación de armas nucleares arrojan que entre los mismos se detectan una buena cantidad de muertes prematuras provocadas por cáncer en el pulmón, otras enfermedades pulmonares, tuberculosis, enfermedades de la sangre y otras.
Si totalizamos las cifras expuestas en el mencionado informe u otras que eventualmente han sido publicadas por el Departamento de Defensa y otras instituciones del propio gobierno de Estados Unidos vinculadas a los problemas de Energía, Salud y Veteranos, la cifra de residentes en Estados Unidos afectados por distintas casusas relacionadas con la fabricación de armas nucleares, asciende a la suma de 587,394, de los cuales han muerto hasta el momento 65,480.
Esta tragedia nuclear, que anualmente cuesta la vida a un número de estadounidenses, no está directamente relacionada con la guerra, sino con la preparación para la misma. Una buena forma de salvarle la vida a estas personas y a otras más en distintos países del mundo, es logrando el desarme nuclear, total y completo.
Con esta medida no solamente se salvarán cientos de miles de personas, también se salvará el mundo en que vivimos.
Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba) [email protected]