Netanyahu y sus ministros quieren que mueran, pero no hay tiempo suficientes en sus vida para hacerlos desaparecer. Están en huelga de hambre desde hace más de 60 días defendiendo desde la cárcel de Israel los derechos del pueblo palestino, los suyos en particular, y los de todos los pueblos, a vivir en su tierra, […]
Netanyahu y sus ministros quieren que mueran, pero no hay tiempo suficientes en sus vida para hacerlos desaparecer. Están en huelga de hambre desde hace más de 60 días defendiendo desde la cárcel de Israel los derechos del pueblo palestino, los suyos en particular, y los de todos los pueblos, a vivir en su tierra, en paz y en libertad. Son Mohammad S Mahmmod, Al Balbool y Malik Al Qadi.
Los colonialistas israelíes quieren que el mundo entero trague la pócima de terrorismo, que el mundo se muera si es preciso, o que permanezca en silencio y acepte, como ley internacional, que no tenemos derechos y no existen los Derechos Humanos. Los sionistas presionan a los gobiernos mediante sus negocios para que no se les juzgue en los tribunales internacionales, anulen leyes con las que se les pueda perseguir, protejan a los componentes del ente sionista para que semejantes criminales estén exentos de responsabilidad. Quieren reeducar al mundo, quieren que olvidemos los derechos conquistados, quieren que consideremos el olvido como lo mejor que nos puede pasar, la pasividad ante sus crímenes, la sumisión a la bestia, el desafecto sin límites a nuestros iguales: quieren que aquel mundo derrotado de la esclavitud, se fortalezca y se haga dueño de nuestras vidas.
Pero ni con todos los palestinos y todas las palestinas, desde los recien nacidos hasta los más ancianos, metidos en sus mazmorras pueden tapar la sentencia que los organismos internacionales de justicia han emitido: los sionistas han cometido Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad, y deben comparecer ante los Tribunales; aquel de Nuremberg es el ejemplo. Por tanto, es obligación de los gobiernos que firmaron la Cuarta Convención de Ginebra poner los medios para llevarlos al banquillo de los acusados, expulsar al ente israelí de los lugares de encuentro internacional, devolver su país, Palestina, al pueblo palestino y permitir el regreso a sus hogares y su tierra a los millones de refugiados, desposeidos y dispersos por el mundo.
Aquí hay tarea para todos porque a todos nos afecta, nuestros derechos son los mismos derechos que le roban al pueblo palestino, a no ser que se prefiera el lamento tan conocido: «primero vinieron a por ellos, pero yo no hice caso, y ahora vienen a por mi y no puedo hacer nada».
Mohammad, Al Balbool y Malik llevan su huelga de hambre como método de lucha política para enfrentarse al tirano Netanyahu y sus actores, que de la mano de EEUU, Inglaterra y Francia, principalmente, mueve/n los hilos de la guerra en Oriente Medio, la 3ª Guerra Mundial que llevan a cabo.
En medio de esta vorágine terrestre causada por el imperio, Mohammad, Al Balbool y Malik, prisioneros políticos palestinos, han sobrepasado los 60 días en huelga de hambre en una de las cárceles del invasor de su país: ¿quién está poniendo el silencio a su lucha?, ¿quién se callará si Israel los mata?, ¿quiénes somos nosotros para permanecer enajenados?.
Con la mayor urgencia debemos llamar una y otra vez a las puertas cerradas de los vecinos, para que todos gritemos a los parlamentarios, golpeemos las murallas del gobierno de turno prosionista, y no dejemos de hacerlo hasta que los prisioneros anticoloniales salgan libres, o para que, en el peor caso, nadie diga después que no estaba enterado.
Mohammad, Al Balbool y Malik, os tendemos nuestra mano.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Gaza 51 días», «Dietario de crisis», «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios». Es presidente de AMANE, Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales.
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