Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Prince testifica durante una vista celebrada en el Capitolio ante el Comité para la Reforma y Supervisión del Gobierno del Congreso, octubre de 2007 (AFP)
Erik Prince, ex director ejecutivo de Blackwater y responsable de que se abriera fuego contra los civiles iraquíes, tiene una solución militarizada para el problema de los migrantes en Europa.
Empezando el año nuevo con un buen chupinazo, el Financial Times acaba de publicar un artículo de Erik Prince, el tristemente célebre fundador y ex director ejecutivo de la firma Blackwater , empresa militar privada y grupo responsable de actuaciones como la masacre de la Plaza Nisur de 2007 contra niños y civiles iraquíes.
La compañía ha emprendido una serie de esfuerzos a lo largo de estos años a fin de renovar su imagen e intentar distanciarse de connotaciones abiertamente tóxicas.
La biografía sobre Prince que presenta el Financial Times le identifica discretamente como «ex SEAL de la Marina de EEUU [y] presidente ejecutivo del Frontier Services Group (FSG)», una entidad con sede en Hong Kong.
Según su página web , FSG ofrece «servicios logísticos y de seguridad en mercados frontera «.
En una investigación de The Intercept, se informaba que las actividades de Prince en el FSG incluían afanes diversos para vender en África aviones fumigadores con armamento incorporado como parte «de lo que un colega llamó su ‘obsesión’ por construir su propia fuerza aérea privada». Al igual que muchas de las operaciones de Prince, la fachada de legalidad suele ser muy imprecisa.
Baste decir que el Financial Times no está acumulando muchos puntos en el frente ético al promocionar a un hombre cuyo modus operandi ha consistido esencialmente en convertir muerte en exterminio.
Un hombre reza en el campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, el pasado mes de diciembre (AFP)
En sus memorias «Civilian Warriors: The Inside Story of Blackwater and the Unsung Heroes of the War on Terror«, Prince escribe que en 2009 su compañía recibió, sólo del Departamento de Estado de EEUU, más de un millón de dólares por sus servicios en Iraq.
Pero ahí no incluye los copiosos contratos en Afganistán y otros lugares, incluidas las contribuciones al programa de ataques con aviones teledirigidos de la CIA.
Salvando a la Unión Europea
En su debut en el Financial Times, Prince hace sonar la alarma de que Europa está desbordada de refugiados y que «la existencia misma de la UE está en peligro». No obstante, por fortuna para la humanidad, Prince tiene «una solución que devolverá la estabilidad a Libia y mitigará la crisis», una solución que, según él, se «basa en sus muchos años de experiencia en negocios militares y civiles».
No importa que el mismo Prince haya estado implicado en gran parte de la destrucción y el caos sembrados en Iraq, Afganistán y otros lugares que ahora sirven de fuentes primarias de -sí, lo adivinaron- migración hacia Europa.
La «solución» para los refugiados propuesta por Prince implica una «asociación público-privada», un eufemismo de lo que parece ser, en definitiva, una guerra privatizada contra los refugiados. Imagina una serie de «campamentos base» para el personal de seguridad «a lo largo de una nueva valla fronteriza» en Libia, con policía de fronteras «consistente en un grupo de mentores en un contexto de cuerpos de seguridad europeos, con el apoyo de personal local entrenado en una serie de habilidades básicas clave».
Prince escribe: «Todo el personal estaría armado y se habrían acordado reglas de intervención y políticas de detención y repatriación de los migrantes. Cada base dispondría de vigilancia aérea y de búsqueda y rescate, así como vehículos armados para las fuerzas de reacción rápida. Las operaciones aéreas, así como los servicios médicos de evacuación, las llevarían a cabo operadores profesionales externos.
La ONG Proactiva Open Arms rescatando a un grupo de personas de una barca en dificultades en el Mar Mediterráneo, a unas 20 millas de la costa libia en octubre de 2016 (AFP)
Los «mentores», especifica Prince, «constituirán la estructura fundamental de la unidad encargada de proporcionar liderazgo, coordinación de inteligencia, comunicaciones y experiencia médica y logística».
En cuanto a qué entidad global debería encargarse de supervisar todo el asunto, ¿quizá algo con las palabras «servicios de fronteras» en su título?
Demasiado para una publicidad de pago.
En la realidad de Prince, la carencia actual de seguridad en las fronteras libias significa que cualquier migrante puede «viajar sin control» hasta la costa y subirse a una barca para el «breve aunque peligroso» viaje hacia Europa.
Llámenme aguafiestas, pero no me gustaría presentar el encarcelamiento, tortura y violación habitual de migrantes en Libia bajo la categoría de «viajar sin control».
Obsesión por el mercado libre
Mientras tanto, el ferviente compromiso de Prince con la paralización del flujo de determinados seres humanos no se traduce, naturalmente, en una oposición generalizada al movimiento humano.
Por ejemplo, a los mercenarios de la seguridad privada se les deberá permitir, por supuesto, que crucen las fronteras a voluntad; así como a las personas de apellido Prince que se trasladan a Abu Dhabi para montar ejércitos secretos.
En su memoria, Prince rememora con gran cariño la obsesión por el mercado libre de Ronald Reagan y la «política militar agresiva» anticomunista, citando el discurso de 1985 del Estado de la Unión de Reagan, en el cual el presidente anula una vez más cualquier pretensión de separación entre la iglesia y el Estado en EEUU: «La libertad no es la única prerrogativa de unos pocos elegidos; es el derecho universal de todos los hijos de Dios».
Pero sucede que la versión anticomunista de «libertad» significaba libertad para el capital más que para la gente, y la concepción de Prince es igualmente excluyente.
El abogado iraquí Hasan Yabar, yace herido en el hospital, el 22 de septiembre de 2007, como consecuencia de los disparos de Blackwater en la Plaza Nisur de Bagdad, mientras su esposa intenta confortarle (AFP)
Mientras Prince y su cuenta bancaria son al parecer muy idóneos para una explotación intercontinental sin límites del conflicto y la miseria, hay que detener a toda costa a los pobres mortales que huyen de la guerra y del sufrimiento económico.
La «libertad» no es una opción detectable para los iraquíes masacrados por los contratistas de seguridad estadounidenses ni para los pakistaníes asesinados por los aviones teledirigidos de EEUU.
Al final, la «solución» de Prince a la crisis de refugiados no puede apenas sorprendernos viniendo de alguien que también propuso combatir al Ebola con contratistas privados.
Y quién sabe: quizá los mercenarios tengan también la clave de la solución de otros persistentes problemas mundiales como el cambio climático, los ronquidos y la disfunción eréctil.
Pero hay una cosa bien cierta: que las «soluciones» de Prince no buscan ningún tipo de solución sino más bien perpetuar los conflictos en interés del beneficio financiero.
Al traficar con sus supuestos antídotos para las crisis, Prince es sintomático de otra mucho más profunda.
Belen Fernandez es autora de The Imperial Messenger: Thomas Friedman at Work, publicado por Verso. Es colaboradora de la revista Jacobin.
Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/blackwater-founder-returns-save-europe-refugees-243416695
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