En honor a los miles de presos políticos palestinos presos en s mazmorras del régimen sionista, quienes se han declarado en una huelga de hambre masiva
Comentando las siempre terribles noticias del Oriente Medio, un amigo me preguntaba: ¿En qué se parece un nazi a un sionista? Por un momento dudé, y luego dije: que uno habla alemán y otro hebreo. No, me respondió. Hay sionistas que también hablan alemán, aunque no creo que haya nazis que hablen hebreo. ¿Te rindes? Sí. Que el segundo está circuncidado y el primero no.
Mi expresión facial, rota entre una sonrisa irónica y unos ojos asombrados, lo obligó a seguirse explicando: lo primero que debes saber es que sionista y judío no son sinónimos. No todos los judíos son sionistas. Claro, dije, con aires de saber algo al respecto, hay judíos como Marx o Trostky que eran comunistas. Y liberales, socialdemócratas, etc., agregó.
Mientras el judaísmo, sigue explicándome, además de una religión, representa a un pueblo con una tradición cultural y étnica, el sionismo es una ideología racista que pretende la superioridad de ese pueblo («elegido de Dios») sobre sus hermanos, por obra de Abraham, los ismaelitas o árabes. El sionismo que pretende «justificar» religiosamente su predominio absoluto sobre Israel o Palestina («la tierra prometida»), a costa del exterminio y sometimiento de los palestinos.
Entonces el sionismo no data de la diáspora, inquirí a mi sapiente amigo. No. Esta ideología surgió en el siglo XIX, uno de sus fundadores fue un tal Teodoro Hezrl. El sionismo pretendía resolver el problema de los prejuicios y la persecución que sufrían los judíos sobre todo en el centro y oriente de Europa, proponiendo el retorno a Israel. Fue una ideología que convenía a los gobernantes eslavos y germanos que promovían los prejucios antijudíos.
Claro, los judíos fueron víctimas de los nazis en Alemania, afirmé con tono enfático. Sí. Los racistas europeos usaban a los judíos como chivos expiatorios de todos los males del capitalismo: desempleo, pobreza, etc. De ahí surgió el mito de la gran conspiración judía para apoderarse del mundo, expresado en «Los protocolos de los sabios de Sión».
Pero cómo se explica que las víctimas de la persecución sean ahora los perseguidores en Israel, pregunté. Al final de la Segunda Guerra Mundial los ingleses y norteamericanos decidieron matar dos pájaros de un tiro: apoyar al sionismo, fomentando la migración judía de Europa, y crear un enclave en Oriente Medio que sirviera de control a los pueblos árabes y su petróleo, en los que empezaba por entonces un movimiento de emancipación contra el colonialismo británico.
Allí no existía un estado judío, sigo de preguntón. No. Había desde la Edad Media un estado de mayoría árabe, llamado Palestina, colonizado por los ingleses. En el que, para tu asombro, convivían bastante pacíficamente judíos y musulmanes. Mis ojos pelados lo incitaban a continuar. La supuesta rivalidad eterna entre árabes y judíos es un invento moderno del sionismo. Por ejemplo, en España al inicio de la Edad Media la invasión musulmana salvó a los judíos de Toledo de la persecución cristiana. Allí coexistieron, hasta que la muy católica reina Isabel los echó a ambos.
¿Cómo surgió la actual Israel? Producto de la política inglesa y norteamericana en la región. Promovieron la migración de miles de judíos sionistas, y luego la expulsión de los palestinos mediante métodos terroristas. Por ejemplo, Menajem Beguin, Premio Nóbel de la Paz, dirigió una banda terrorista llamada «Irgún» en una masacre ocurrida el 9 de abril de 1948 en Deir-Yasin. Mataron 250 palestinos, incluso mujeres y niños.
Ya veo, así surgió la actual diáspora palestina. Claro. Otro ejemplo, Ariel Sharon, ex primer ministro dirigió la invasión israelí al Líbano en 1982, forzando la retirada de las tropas de la OLP hacia Chipre. Y cuando los civiles palestinos de los campos de Sabra y Chatila estuvieron indefensos, los masacraron. Más de 2000 víctimas entre ancianos, mujeres y niños.
Ese Sharon fue el que inició la segunda Intifada al mancillar la zona de las mezquitas de Jerusalén, considerada sagrada por los musulmanes. Ya entiendo. Su viceministro de seguridad, Gedeón Ezra, acaba de sugerir que se mate a los padres e hijos de los suicidas palestinos para que dejen de poner bombas. Y esos son los que llaman «terroristas» a los palestinos, exclamé, y propuse cambiar el tema porque la sangre me empezaba a hervir.
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