El doctor Carlos García Valdés, en su intento por ocultar lo innegable y en su empeño por establecer una maniquea narrativa que poco tiene que ver con la «conceptualización» del modelo económico y social de Cuba, insiste en tratar de descalificar a quienes pretende refutar. (1) Parece que ya no es suficiente endilgar la etiqueta […]
El doctor Carlos García Valdés, en su intento por ocultar lo innegable y en su empeño por establecer una maniquea narrativa que poco tiene que ver con la «conceptualización» del modelo económico y social de Cuba, insiste en tratar de descalificar a quienes pretende refutar. (1)
Parece que ya no es suficiente endilgar la etiqueta de «neoliberal» que tradicionalmente el doctor ha utilizado, sino que ahora se acude al desatino -desde una perspectiva analítica- de proyectar una sombra de duda respecto a quien el doctor amonesta, sobre la base de que supuestamente el criticado habría abordado problemas «que no son los del». Supongo que el Dr. García Valdés quiso decir «que no son los de él», pero parece que se enredó con el teclado.
Cualquier manual básico de investigación social aclara que la validez de un análisis no depende de que el problema analizado sea un problema existencial del analista. Eso es parte del «abecé» de la investigación social y un desliz como ese usualmente indica la carencia de un entrenamiento adecuado como investigador.
En cualquier caso, no tiene sentido perder mucho tiempo comentando las manías descalificadoras y las lagunas de formación profesional del doctor. Es más productivo concentrarnos en el argumento central que se encuentra en discusión: ¿es el sector privado nacional crucial para el funcionamiento del agro cubano y para la seguridad alimentaria del país?
Las estadísticas oficiales de Cuba validan ese argumento de manera convincente, pero parece que al Dr. García Valdés las estadísticas «no se le dan», lo cual sería superable, o quizás es que el doctor prefiera no encontrar valor en las estadísticas, lo cual sería probablemente irremediable.
En ese sentido, lo que llama la atención no es tanto lo que considera el doctor sobre el sector privado nacional en el modelo económico socialista hacia el que se intenta transitar, algo que sería simplemente una opinión sobre el futuro, sino el empleo de un método que distorsiona hechos que han sido registrados y medidos.
Insistir en llamar la atención sobre lo que no es estadísticamente significativo, mirar hacia otro lado, o simplemente no mirar hacia ninguna parte, son componentes del procedimiento utilizado por el Dr. García Valdés para minimizar la escala y la función del sector privado nacional actual, específicamente en la agricultura. Todo eso, con independencia de la realidad.
La falsedad como asidero de una pseudo-polémica
El comentario del Dr. García Valdés critica un texto que publiqué el pasado 21 de mayo bajo el título «Los ´puristas´ de la propiedad y la ´conceptualización´ del modelo cubano» en el que identifiqué como «puristas» de la propiedad a quienes parecen identificarse con una tendencia del debate actual en Cuba que absolutiza la centralidad de la propiedad, relegando otros problemas concretos y urgentes.
Los «puristas» ofrecen una «parametración» interesada de la propiedad, con un alto nivel de abstracción y postulan que la transformación solamente debe moverse dentro de los límites estrechos de tales parámetros. Expresé que tal tendencia conduce a mantener la inercia y que no propicia una transformación del modelo. https://elestadocomotal.com/2018/05/21/los-puristas-de-la-propiedad-y-la-conceptualizacion-del-modelo-cubano/
Hay dos argumentos, falsamente atribuidos por el Dr. García Valdés a mis posiciones sobre la reforma económica en Cuba, en los que no me detendré mucho. Me limito a invitarlo a que presente las citas contextualizadas que pudieran apoyar las falsedades que el doctor ha enunciado. En realidad, esa invitación la he hecho antes.
En primer lugar, no existe la supuesta «tesis» a la que se refiere el doctor sobre mi posición favorable a limitar la propiedad socialista al mínimo y que prevalezca la empresa nacional privada de tipo capitalista. Ese es un burdo embuste, que, a fuerza de ser repetido, revela la impudicia metodológica del Dr. García Valdés. De hecho, es el tipo de cosas que arroja dudas acerca de si al doctor le queda claro lo que es una tesis. Muéstrese una cita concreta sobre esa alegada «tesis» y a partir de esa cita pudiéramos debatir. En ausencia de ella, a otro con esa historia.
En segundo lugar, afirmar -como hace el Dr. García Valdés respecto al saneamiento de la empresa estatal- que mi posición consiste esencialmente en «privatizar» ese tipo de empresa, se trata de una aseveración frívola que presenta dos problemas. Por una parte, debería aportar el doctor la cita donde supuestamente he afirmado eso. O sea, volvemos a hacerle al doctor la amable sugerencia de que cambie el plano de la fabulación por el de una discusión fundamentada.
Por otra parte, decir que «el verdadero saneamiento presupone el fortalecimiento de los factores de eficiencia de la empresa estatal» revela el desconocimiento del doctor respecto a la realidad sobre la que cree estar aleccionando a otros.
En el mundo real, el saneamiento empresarial incluye mecanismos mucho más radicales que la bucólica noción que maneja el doctor sobre los «factores de eficiencia», pero no estoy seguro de que el doctor esté al tanto de ello. Pudiera ser el resultado del perfil «doctrinal» -no analítico- del trabajo que realiza el doctor. Aclaro que no tengo nada contra los profesionales del adoctrinamiento. Me limito a llamar la atención de que se trata de algo muy diferente a la investigación científica.
En Cuba, desde hace rato, el saneamiento del sector de empresas estatales ha incluido el cierre y desmantelamiento de unidades (p.ej. centrales azucareros), la entrega de importantes activos de las empresas estatales al capital privado extranjero para que este los gestione bajo diversas modalidades (p.ej. minas y hoteles), y la entrega de cientos de miles de hectáreas de tierras estatales en usufructo a productores privados nacionales.
Pero además de falsedades, el Dr. García Valdés, incurre en errores conceptuales básicos.
Empleo e inversión: el salto desde la ciencia hacia la «conversadera»
La creación de conceptos es parte del proceso de construcción del rigor de cualquier ciencia. Por esa razón, utilizar conceptos económicos como si se tratase de emitir opiniones sobre el béisbol o el futbol es un despropósito.
Las nociones del Dr. García Valdés respecto al empleo son alucinantes. Afirmar, como hace el doctor, que la destrucción de empleo neto en el sector estatal cubano no puede ser el «argumento principal» -cuando se aborda el saneamiento del sector de empresas estatales- porque supuestamente hay otros argumentos «más importantes» que el empleo, coloca al Dr. García Valdés en el lineup de economistas que esgrimen marcos teóricos anteriores a Smith y a Ricardo.
Afirmar, además, que el empleo neto que se destruye en el sector estatal es «empleo malo» no cambia en un ápice el hecho de que el sector estatal destruye empleo neto y de que otro sector debe crearlo para evitar que el país entre en una espiral aniquiladora respecto a la principal fuerza productiva del país.
Ponerle ese tipo de «etiquetas» al empleo no va a cambiar la estadística del empleo nacional, por más subterfugios (empleo malo, subempleo) que sugiera el doctor. Noventa mil empleos netos anuales perdidos en el sector estatal son noventa mil empleos netos menos, con independencia de las «etiquetas» que utilice el doctor. Es aritmética elemental con una connotación económica precisa.
Igualmente, resulta insulsa -en el contexto en que se hace- la afirmación de que el sector estatal crearía empleo mediante inversiones. Por supuesto que la inversión puede generar empleo en cualquier sector (estatal, cooperativo y privado), pero precisamente el problema concreto es que, desde hace rato, la brecha de inversión en Cuba a nivel macro, abarcando todos los sectores de propiedad, es descomunal. En caso de que el Dr. García pudiese aportar alguna idea concreta -no simplemente una perogrullada- acerca de cómo resolver una brecha de inversión de, al menos, 10 mil millones de pesos anuales, se agradecería que nos iluminase sobre los detalles de tal solución.
Cuando la evidencia es una piedra en el zapato
Hay otros dos argumentos del Dr. García Valdés -en este caso sobre los datos económicos- que parecen indicar una deficiente formación en materia de investigación social. La evidencia desempeña un papel crucial en el análisis basado en el método científico y en la formación del conocimiento. Entrar en el «jueguito» relativista respecto a la evidencia al que parece estar invitando en doctor, nada tiene que ver con la credibilidad analítica.
Para empezar, el Dr. García Valdés parece que lleva algún tiempo sin saber cómo digerir la cifra que he citado respecto al 38% de empresas estatales que pudieran dejar de ser rentables en condiciones de devaluación de la tasa oficial de cambio. La cifra parece molestarle y quizás no sabe el doctor cómo hacer una discusión sobre el dato. He aclarado antes ese asunto, pero lo vuelvo a hacer ahora.
Primero, la fuente original de la cifra no es ninguno de mis trabajos. El dato aparece en un estudio de las Doctoras Vilma Hidalgo de los Santos y Yahima Doimeadiós Reyes, que fuera publicado en 2016 en una prestigiosa revista académica. El estudio hace referencia a un análisis anterior, efectuado por esas mismas autoras, sobre la vulnerabilidad financiera en una muestra de empresas en La Habana, efectuada de 2011, que indicó que el 38% de las empresas de empresas de la muestra pasaría a tener resultados contables negativos una vez que se ajuste el tipo de cambio. (2)
Si el Dr. García Valdés considera que tal cifra está «sobredimensionada» entonces debería discutirlo con las autoras del estudio. Ya que el doctor ha emitido un tajante juicio sobre el supuesto «sobredimensionamiento» del dato, espero con interés la cifra sobre la «dimensión» correcta que el doctor maneja.
Supongo que el doctor tenga alguna referencia cuantitativa concreta para poder sustentar lo que ha afirmado pues todo juicio acerca de un «sobredimensionamiento» requiere aportar cifras sobre las «dimensiones» que se discuten, pero quizás tal juicio no haya sido otra cosa que un mero fogonazo doctrinal del doctor. Uno más.
También debería aclarar el doctor en qué se apoya -exactamente- para alegar que «la mayoría de los economistas» coinciden con sus apreciaciones acerca de que se trata de un dato «sobredimensionado». Tal parecería que el doctor se proyecta como portavoz de algún gremio de economistas que no ha sido precisado.
Esto es interesante porque, de hecho, no conozco ningún economista que haya refutado esa cifra del estudio citado por las doctoras Hidalgo y Doimeadiós, pero espero que el doctor nos explique ese punto sobre «la mayoría de los economistas».
La construcción chapucera de una doctrina «negacionista»
Cuando se adentra en el tema del peso del sector privado en la agricultura, el Dr. García Valdés ofrece una «clase magistral» de lo que no debe hacer un economista con los datos.
Aquí el doctor arranca con una de sus acostumbradas invenciones, haciendo referencia a algo que ha salido de su imaginación pues no se encuentra en nada de lo que he escrito: una supuesta «superioridad de la propiedad privada».
Utiliza el doctor palabras gruesas para calificar las consecuencias de su invención. Dice que he utilizado un argumento «mezquino».
En realidad, simplemente he apuntado algunas estadísticas oficiales para indicar un juicio que es irrefutable: el sector privado nacional es el predominante en el conjunto de la producción de alimentos agrícolas de origen nacional.
Ya sé que es el reflejo de una realidad que no le conviene al Dr. García Valdés, pero ese es su problema.
Con mucho gusto repito los datos oficiales (3):
- En Cuba, el 78,7% de la superficie agrícola es propiedad de todo el pueblo, representada por el Estado, pero el sector estatal solamente produce el 15,1% de las viandas y hortalizas, mientras que el sector privado produce el 75,5%. (Nota: esta última cifra correspondía a 2016. Los datos actualizados para 2017 ubican el dato en 79%).
- La producción nacional de algo tan importante como la comida la controla, desde hace rato, la actividad privada, y una buena parte de ello ocurre en 1 millón 200 mil hectáreas de tierras «estatales» entregadas en usufructo al sector privado.
- Como se sabe, la tierra es un medio de producción fundamental, pero actualmente el 25% de las tierras «estatales» han sido entregadas a 151 mil productores privados que controlan la producción de esa tierra, en condiciones de usufructo.
- La superficie cultivada en las empresas estatales es apenas el 19% de la superficie cultivada del país.
Nunca he dicho que lo anterior exprese la superioridad -ni en abstracto, ni en general- de la propiedad privada. Lo que he dicho es que si en Cuba existe hoy producción agrícola es porque el sector privado se ocupa de ello. Eso es lo que expresan los datos. Están ahí, por más que disgusten al Dr. García Valdés.
El Dr. García Valdés trata de «desmontar» el argumento sobre el peso de los productores privados nacionales en el agro cubano, aparentando que acude a la evidencia. En ese sentido, ha aportado cifras sobre 7 producciones específicas en las que el peso productivo mayor no las tuvo el sector privado: papas, huevos, carne bovina, carne de cerdo, cítricos, sal y azúcar. Son fuentes de alimentación importantes, sin duda.
Esos casos expresan una realidad. Sin embargo, las 7 cifras se utilizan de manera superficial. Ninguna de ellas por separado, ni tomadas de conjunto, es suficiente -como se jacta el doctor- para hacer «volar en pedazos» el argumento que he anotado antes: el sector privado nacional es el predominante en el conjunto de la producción de alimentos agrícolas de origen nacional.
Obviamente, la alimentación del ciudadano cubano no es garantizada por la producción nacional y mucho menos por la producción privada nacional, que es una parte de la producción total nacional. Aunque el balance general indica el predominio del sector privado, algunos tipos de alimentos tienen su principal fuente en el sector estatal y cooperativo, por ejemplo, en los 7 casos indicados por el doctor, y seguramente en otros casos más. Adicionalmente, el sector estatal es un factor importante para la producción privada (suministro de semillas, maquinaria, fertilizantes, pesticidas y servicios), un punto sobre el que he escrito antes y acerca del cual el Dr. García Valdés no nos descubre algo nuevo.
Por otra parte, las importaciones aportan una porción significativa de los alimentos, sobre todo en varios renglones importantes. Naturalmente, una parte considerable de esas importaciones pudieran ser sustituidas por producción nacional de manera competitiva, que es a lo que oficialmente se aspira en Cuba, de modo que, si en el corto plazo, una parte de esas importaciones aparecen hoy como una «solución» para la alimentación, sin embargo, en el mediano y largo plazo, la sustitución de esas importaciones con producción nacional sería precisamente parte de la solución duradera de la seguridad alimentaria del país.
Contrario a la afirmación infundada que hace el Dr. García Valdés, tampoco he expuesto tesis alguna acerca «del sector privado alimentando a todos los cubanos». Esa frase no la he escrito yo, sencillamente se la ha inventado el Dr. García Valdés.
Repito que lo que he hecho es tomar la estadística oficial para afirmar que el sector privado nacional aporta una parte mayoritaria del volumen de la producción nacional de alimentos, específicamente el 79% de las viandas y hortalizas.
Si se saca de las fuentes de alimentos la producción aportada por el sector privado nacional, «la cuenta» adecuada de calorías y de proteínas que necesita el ciudadano cubano no saldría por ninguna parte, a pesar de los 7 renglones y de las importaciones mencionadas por el doctor.
En el caso de la producción nacional de la papa, el Doctor García Valdés llega al extremo de hacer uno de los cálculos más extraños que he visto. Contrario a toda evidencia proporcionada por las propias tablas estadísticas que utiliza, el doctor ha afirmado que «la principal vianda del cubano» es la papa. Eso no es cierto: la papa no es, a pesar de su etiqueta como «reina de las viandas», la principal vianda producida en Cuba.
Muy por el contrario, en 2017 la papa apenas representó el 5% del tonelaje de viandas producidas nacionalmente. De hecho, el conjunto del resto de los tubérculos y raíces supera en más de 12 veces el tonelaje de las papas. En 2016, último año para el que existen estadísticas detalladas sobre otras viandas, las toneladas de boniato superaron en más de 6 veces las toneladas de papas producidas nacionalmente, en tanto el tonelaje de malanga fue 2,3 superior al de las papas. (4)
Sin duda, la papa es un producto alimenticio muy valioso y apreciado por los consumidores cubanos, pero en términos de su volumen productivo nacional es un producto marginal: apenas el 5% de las viandas, y solo el 2,7% de la categoría «viandas y hortalizas».
Tratar de apoyar el «desmontaje» de la contribución del sector privado apoyado en el dato de una producción (las papas) donde el peso del sector privado es minoritario, pero tomando como base un producto marginal, es un «método» muy extraño, para decirlo amablemente.
Ninguna de las cifras mencionadas por el Dr. García Valdés «desmiente» que el sector privado sea fundamental en la dieta del cubano. Por el contrario, lo que indican las cifras es la confirmación de que el sector privado hace una contribución sustantiva.
Aproximadamente 8 de cada 10 libras de viandas y hortalizas producidas en tierras cubanas son el resultado del trabajo del sector privado nacional.
¿Pudieran alimentarse adecuadamente los cubanos en ausencia del 79% del volumen de viandas y hortalizas producidas nacionalmente por el sector privado?
¿Por qué razón es política de Estado en Cuba la entrega de tierra en usufructo a los productores privados? ¿Es acaso para resolver alguna otra cosa que no sea la alimentación de los ciudadanos?
Lo digo con toda responsabilidad y mirando a los datos oficiales. En ausencia de la actividad del sector privado en el agro, los cubanos no se alimentarían suficientemente. Vuelvo a la cifra del 79% del volumen de viandas y hortalizas.
Si eso no logra entenderse, o si esa realidad se escamotea para dar paso a alguna elucubración doctrinal, cualquier conversación sobre la agricultura cubana y sobre el sector privado nacional se convierte en un ejercicio de levitación intelectual, despegado de la realidad.
El subsidio: ¿otro dato difícil para los «negacionistas»?
Otra cuestión importante es la enorme escala del subsidio que el presupuesto nacional otorga a las empresas estatales que operan en el agro cubano.
La cifra más reciente del monto del subsidio total (no solo para el agro) era de 14 465 millones de pesos, identificados en el presupuesto de 2017 como transferencias a la «actividad empresarial» estatal para subsidiar la exportación y la sustitución de importaciones. (5)
Ese monto de subsidios equivale a casi la cuarta parte del gasto presupuestario del país.
Se trata de una generosidad presupuestaria descomunal pues representa un monto mucho mayor que el presupuesto de salud pública y asistencia social (10 206,2 millones) y que el de educación (8 278,4 millones).
Aunque no existe información precisa sobre el detalle de la utilización de los 14 465 millones de pesos previstos para esos subsidios, se conoce que -cuando menos- el destino de dos tercios de ese monto (9 657,4 millones de pesos) se dirige hacia el agro.
La composición de esos subsidios es la siguiente:
- Azúcar crudo: 3 575,5 millones de pesos
- Carne de cerdo: 2 765,9 millones de pesos
- Arroz: 1 497,2 millones de pesos
- Frijol: 947,6 millones de pesos
- Leche fresca: 871,2 millones de pesos
Esto significa que existe una elevada concentración de los subsidios en dos sectores del agro cubano: agricultura y azúcar.
El subsidio se emplea tanto en producciones en las que el sector estatal tiene un peso elevado, como son los casos del azúcar y de la carne de cerdo, mencionadas por el doctor, y también en situaciones en las que el aporte estatal es ínfimo, como es el caso de los frijoles. Aquí se produce una circunstancia interesante.
En 2016, las empresas estatales solamente produjeron el 4,6% del volumen de la producción nacional de frijoles (6 345 toneladas, de un total nacional de 136 570 toneladas). En 2017 se registró un aumento significativo de la producción de frijoles en el sector estatal, elevando la participación de ese sector al 12,2% (16 128 toneladas, de un total de 132 200 toneladas). (6)
Un cálculo grueso, tomando como referencia la cifra de subsidios de 947,6 millones de pesos dedicada a la producción de frijol, pudiera indicar que el presupuesto nacional habría dedicado aproximadamente casi mil millones de pesos a subsidiar apenas el 12% de la producción total de frijoles en 2017.
Expresado de otra manera, cada tonelada de frijol producida por las empresas estatales en 2017 habría incluido un subsidio cercano a los 60 mil pesos (58 754 pesos/tonelada).
El «score» parece ser el siguiente: cada libra de frijol producida por las empresas estatales pudiera haber implicado un subsidio de 26,7 pesos en 2017, mientras que cada libra de frijol producida por el sector privado parecería haber recibido «cero subsidio» directo del presupuesto.
Los datos pudieran ser no exactos, pero ofrecen una idea aproximada de la situación.
¿Existe alguna duda respecto al tipo de producción que -en este caso específico- es más favorable para la «salud» del presupuesto socialista cubano?
¿Cuál es la lógica de emplear los escasos recursos del presupuesto del Estado para subsidiar el 12,2% de los frijoles producidos nacionalmente -a razón de 26,7 pesos de subsidio por libra- cuando se sabe que el 75,1% % de los frijoles es producido por agricultores privados que no necesitan subsidios?
Dos precisiones importantes. Con este ejemplo no se intenta hacer una generalización sino simplemente ilustrar un punto: el «apetito» presupuestario de la producción agrícola estatal en rubros importantes que no necesitan subsidios cuando se producen por los productores privados.
Tampoco estoy diciendo que el sector privado es más eficiente que el estatal. Sencillamente llamo la atención sobre una curiosa combinación que puede observarse, incluso cuando no se dispone de datos completos: la baja contribución de las empresas estatales en algunas producciones importantes del agro, a pesar de que esas empresas consumen grandes subsidios estatales.
¿Expresa el «negacionismo» un caso de ineptitud aritmética y estadística, o indica algo más profundo?
Lo que he expresado en mis textos anteriores es que el punto de partida de la reforma económica en Cuba debe considerar el peso predominante del sector privado en la producción agropecuaria nacional, especialmente en su componente agrícola.
Mirar hacia casos específicos, relativizando el hecho de que ocho de cada 10 libras de viandas y hortalizas producidas en Cuba se originan en el sector privado es no entender la realidad actual, pero, sobre todo, equivale a desconocer que el sector privado es un importante mecanismo para la transformación de un modelo que puede seguir siendo socialista a la vez que se aprovecha el despliegue de fuerzas productivas que puede aportar el sector privado nacional. La posibilidad de ese aprovechamiento no es una conjetura «modélica» sino una realidad del presente.
Llamar la atención sobre la importancia de que el 79% de la producción nacional de viandas y hortalizas sea producida por el sector privado no representa «defender la propiedad privada sobre la base de cuatro datos», como ironiza el Dr. García Valdés. Es simplemente apreciar la realidad tal y como es. Es preferible disponer de «cuatro datos» sobre la realidad que acudir a cuatro quimeras dogmáticas.
Quien persiste en desconocer los datos de la realidad del sector privado en la agricultura es, además de ser un «purista de la propiedad», un «negacionista» de la realidad.
Tratar de relativizar el asunto es sermonear en abstracto. Por supuesto que los productores privados nacionales ponen calorías y proteínas en la mesa. Quien no desee verlo es porque no desea hacerlo o porque no sabe contar, pero no por falta de evidencia.
¿De qué manera pudiera hacerse el «análisis holístico» del que se vanagloria el doctor mientras se mantiene la cabeza metida en la arena? En esas condiciones, eso de «análisis holístico» es una de las frases más huecas que se han lanzado en este debate.
El Dr. García Valdés, con lenguaje tremendista, hace una apelación a que me atenga a «la honestidad y la vergüenza académicas». Ya tomé nota.
De mi parte, le hago al doctor una amable apelación a que trate de resolver las carencias que exhibe en metodología de investigación, en aritmética y en estadística.
No me queda claro qué parte del 79% no entendió el Dr. García Valdés, pero humildemente y con mucho gusto se lo pudiera tratar de explicar de nuevo.
Notas
1 Carlos M. García Valdés «¿La alimentación del pueblo cubano depende en realidad del sector privado rural? Esclareciendo conceptos y desmontando un fetiche». Blog Cubaeconomista, 4 de junio de 2018, https://cubaeconomista.blogspot.com/2018/06/la-alimentacion-del-pueblo-cubano.html
2 Para disipar cualquier duda, el texto más reciente puede consultarse aquí: Vilma Hidalgo de los Santos y Yaima Doimeadiós Reyes. «Sostenibilidad fiscal. Prioridad en la agenda de transformaciones del modelo económico cubano». Investigación Económica. Volume 75, Issue 298, October-December 2016, Pages 155-184. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-16672016000400155&lng=es&nrm=iso#fn5 El análisis de la muestra de empresas efectuado en 2011 puede ser consultado en: Hidalgo V, Doimeadiós Y. Fiscalidad, equilibrio externo e interno en la economía cubana: avances y desafíos. Revista Economía y Desarrollo. 2012 julio-diciembre; 148(2):48-77.
3 ONEI. Panorama. Uso de la tierra 2016. Edición Junio 2017, http://www.one.cu/publicaciones/05agropecuario/balanceusoytenencia/Panorama%20Uso%20de%20la%20Tierra%202016.pdf y ONEI. Sector Agropecuario. Indicadores seleccionados. Enero- Septiembre 2017. Edición Diciembre de 2017 http://www.one.cu/publicaciones/05agropecuario/ppalesindsectoragrop/ppales_indsep17.pdf
4 Las cifras para 2017 fueron tomadas de la Tabla 1.2. de ONEI. «Sector Agropecuario. Indicadores Seleccionados. Enero – Diciembre 2017», http://www.one.cu/publicaciones/05agropecuario/ppalesindsectoragrop/ppales_inddic17.pdf Las cifras para 2017 fueron tomadas de la Tabla 9.10 de ONEI. Sector Agropecuario. Indicadores seleccionados. Enero- Septiembre 2017. Edición Diciembre de 2017 http://www.one.cu/publicaciones/05agropecuario/ppalesindsectoragrop/ppales_indsep17.pdf
5 «El costo de un Presupuesto humanista», Granma, 2 febrero 2017, http://www.granma.cu/cuba/2017-02-02/el-costo-de-un-presupuesto-humanista-02-02-2017-20-02-34 Nota: la cifra de 14 465 millones de pesos no incluye otros tipos de subsidios como, por ejemplo, el que permite reducir los precios de los productos distribuidos de manera «normada», mediante «la libreta» de abastecimientos. El subsidio de «la libreta» se contabiliza de manera separada en el presupuesto nacional. El presupuesto nacional para 2017 incluyó gastos en subsidios por 3 mil 740 millones de pesos para cubrir la diferencia del precio minorista de los productos de la canasta de alimentos normados. Esto equivale a un promedio de 970,6 pesos anuales por hogar. Ver, «Servicios sociales concentran mayor parte del Presupuesto del Estado», Cubadebate, 17 de febrero de 2017 http://mesaredonda.cubadebate.cu/mesa-redonda/2017/02/17/servicios-sociales-concentran-mayor-parte-del-presupuesto-del-estado/
6 Los datos correspondientes a 2016 se tomaron de ONEI, Anuario Estadístico de Cuba 2016, Tablas 9.10 y 9.11, http://www.one.cu/aec2016/09%20Agricultura%20Ganaderia%20Silvicultura%20Pesca.pdf ) La fuente de las cifras para 2017 es ONEI. «Sector Agropecuario. Indicadores Seleccionados. Enero – Diciembre 2017», http://www.one.cu/publicaciones/05agropecuario/ppalesindsectoragrop/ppales_inddic17.pdf