El presidente Donald Trump anunció el pasado 6 de agosto la creación de la Fuerza Espacial de Combate de Estados Unidos. Su discurso resucitó la Iniciativa de Defensa Estratégica, conocida como Guerra de las Galaxias, reforzó la ampliación del Sistema de Defensa a Gran Altura (THAAD, por sus siglas en inglés), anunció la militarización del […]
El presidente Donald Trump anunció el pasado 6 de agosto la creación de la Fuerza Espacial de Combate de Estados Unidos. Su discurso resucitó la Iniciativa de Defensa Estratégica, conocida como Guerra de las Galaxias, reforzó la ampliación del Sistema de Defensa a Gran Altura (THAAD, por sus siglas en inglés), anunció la militarización del espacio y rompió el equilibrio nuclear. La creación de la Sexta Fuerza, relanzará una carrera armamentista nuclear y convencional. ¿En qué consiste la nueva tentativa norteamericana de militarizar el espacio exterior? y sobre todo ¿qué alternativas existen para conjurar ese peligro que amenaza la supervivencia de la especie humana?
Militarizar el espacio permite dominar la Tierra
El 16 de abril de 2018 Mike Pence, historiador y actual Vicepresidente de EEUU, afirmó durante el 34º Simposio del Espacio celebrado, en Colorado Springs, «forjar nuestro futuro en el espacio, nos ayuda a garantizar el liderazgo estadounidense en la Tierra». Ante un público conformado por empresarios, militares, científicos y políticos espaciales señaló, «el viernes pasado lanzamos un ataque de precisión contra las bases del dictador Bashar al Asad, fue un golpe perfecto… gracias a las empresas que han desarrollado nuestra tecnología misilística». Posteriormente añadió: les transmito la admiración y el agradecimiento de nuestro Comandante en Jefe, agradecemos a cada uno de los presentes por haber contribuido a la defensa de EEUU.
Donald Trump, el imperio contraataca
El 9 de agosto de 2018, el Presidente Donald Trump instruyó al Pentágono a crear la sexta de las fuerzas armadas estadounidenses, la espacial, que se sumará a las ya existentes: Ejército, Marina, Fuerza Aérea, Cuerpo de Marines y Guardia Costera. La Secretaria de Defensa informó que la Sexta Fuerza permitirá: acelerar la investigación y desarrollo de actividades espaciales de defensa; crear una nueva agencia de desarrollo espacial, para desarrollar una nueva generación de capacidades espaciales de defensa; establecer una fuerza de operaciones especiales; así como, crear un centro de mando para dirigir y mejorar el combate espacial. La rama militar garantizará, según la secretaría, la supremacía espacial de los sistemas militares y los sistemas de inteligencia. En días recientes también se anunció una privatización de las actividades espaciales civiles que auspiciará la expansión de los negocios vinculados a muy rentables satélites de comunicaciones (televisión, telefonía, internet, etc.) el turismo espacial y la extracción de recursos mineros del espacio exterior.
La cooperación espacial es una opción real
La carrera militar espacial no es inevitable. De acuerdo a Simon Saradzhyan , y William Tobey , existen muchos precedentes de cooperación ruso-estadounidense que podrían incluso extrapolarse para la cooperación y el desarme nuclear. Según los autores, sin el suburbio moscovita llamado Korolev, «Houston tendría problemas». El sitio lleva el apellido de Serguei Pablovich Korolev, padre de la exploración espacial rusa, y es el lugar donde se diseñaron las cápsulas que EEUU utiliza cotidianamente para lanzar y recuperar a sus tripulaciones en el espacio. EEUU también depende de Rusia para la fabricación y uso de los motores de los cohetes estadounidenses, incluso para aquellos empleados para espiar el territorio ruso (US-Rusian Space Cooperation a Model for Nuclear Security, (The Bulletin Of Atomic Scientists, 7/marzo/2017). Por su parte los fabricantes de cohetes rusos ganan miles de millones de dólares al año lanzando tripulaciones y equipo estadounidense al espacio. Rusia, requiere parcialmente del Sistema de Posicionamiento Global para que sus aviones militares custodien su territorio. Los ingenieros rusos reciben millones de dólares cada año ya sea por la fabricación de naves que lanzan tripulaciones estadounidense al espacio exterior. Después de una intensa carrera espacial, EEUU y Rusia decidieron plantearse objetivos comunes y en 1975 crearon la Misión Apolo-Soyuz y posteriormente crearon la Estación Espacial Internacional. En julio de 1975 se acoplaron en el espacio las naves Apolo y Soyuz. El proyecto permitió fotografiar un eclipse solar y probar equipos para el diseño de la Estación Espacial Internacional. La cooperación mostró que era posible suspender la carrera espacial, abaratar costos, crear confianza y abrir alternativas a la carrera armamentista en el espacio.
Aristóteles planteó que cada presente contiene muchos futuros posibles. En nuestro caso, uno de los escenarios, lamentable más probable consiste en que el gobierno de Trump intente revertir la paulatina pérdida de su hegemonía global mediante una carrera armamentista espacial que imponga su supremacía militar y genere una situación objetiva o una sensación subjetiva de invulnerabilidad ante las armas nucleares de otro país. Esa estrategia seguramente provocará que Rusia y China continúen el desarrollo de sus cohetes ultrasónicos y sus sistemas antisatélites. El segundo escenario posible, aunque mucho menos probable, consistiría en que el movimiento social global ponga en la agenda los riesgos de la militarización del espacio y la necesidad y viabilidad de respetar el Tratado sobre el Uso del Espacio Exterior para frenar la carrera armamentista en el espacio y sus consecuentes riesgos. La disyuntiva consiste en seguir viviendo en un mundo como el de la película Dr. Insólito de Stanley Kubrik o conjurar un grave riesgo para la especie humana.
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