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El incendio de Guadalajara

Fuentes: Rebelión

Transcurridos unos días desde el fatídico incendio de Guadalajara donde se han quemado miles de hectáreas de monte, principalmente pino resinero, monte bajo, pastos y se perdieron once vidas humanas, que de forma altruista y desinteresada, colaboraban en las tareas de extinción del incendio, es hora de reflexionar sobre las causas del incendio y aportar […]

Transcurridos unos días desde el fatídico incendio de Guadalajara donde se han quemado miles de hectáreas de monte, principalmente pino resinero, monte bajo, pastos y se perdieron once vidas humanas, que de forma altruista y desinteresada, colaboraban en las tareas de extinción del incendio, es hora de reflexionar sobre las causas del incendio y aportar una serie de ideas para intentar evitar que cosas así vuelvan a suceder.

En primer lugar, hay que lamentar el uso político que se hacen de estas tragedias, principalmente al hilo de las personas fallecidas. Un incendio en Cáceres hace unos días ha quemado prácticamente la misma superficie y sin embargo, no ha generado tanta polémica estéril. Estéril porque la responsabilidad de estos incendios es achacable a todos los gobiernos que ha tenido España desde hace mas de 20 años.

En primer lugar, hay que asentar la escala temporal en la que nos movemos. Los bosques tienen un tiempo de desarrollo más lento que el humano. Un bosque puede tardar más de 50 años en conformar un entorno maduro, no así el sotobosque formado principalmente, en la zona en cuestión, por retamas, jara y chaparros que tardan en desarrollarse entre 10 y 20 años si antes no se desbroza y limpia.

Los incendios forman parte del ciclo natural y pensemos que cuando se producía un incendio hace unos siglos por un rayo por ejemplo, era imposible apagarlo y este podía estar ardiendo hasta que llegaban las lluvias de otoño. Lo que ocurre es que la acción humana ha cambiado la estructura y composición de los bosques, muchos de ellos formados por una única especie y al mismo tiempo, el abandono del entorno rural propicia que estos estén abandonados a su suerte, sin limpieza y acumulando gran cantidad de biomasa.

La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona achacó el incendio a la sequía y a las condiciones meteorológicas el día del incendio, unos 30 grados de temperatura, humedad relativa menor del 30% y viento de más de 30 kilómetros por hora. Pues bien, esas condiciones son habituales en el verano español. La sequía, ha reducido enormemente la reserva de humedad en el suelo porque los pastos este año apenas se han desarrollado. En consecuencia, ha sido el sotobosque junto con la resina, el responsable del paso del fuego del suelo a las copas de los árboles

El problema no ha sido la meteorología sino la falta de limpieza de estos bosques. La ministra detallo la cronología y los medios que se utilizaron para apagar el incendio desde su comienzo, pero olvido contar que medidas preventivas se habían realizado en la zona, no este año, sino desde hace 20 años. Una zona de pino resinero, con sotobosque cerrado y pasto es una zona de almacenamiento de combustible, similar a una refinería solo que sin protección; es como dejar una espita del gas abierta, basta una pequeña chispa para que se inicie la catástrofe.

Los vecinos de la zona se han quejado amargamente de la falta de limpieza de los bosques en la zona, han hablado de su abandono y degradación. Es verdad; ahora bien, también esto es muy español, como la barbacoa, solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. En cuantos pueblos de España, los vecinos han visto el abandono de sus montes desde hace años y sin embargo, no se han organizado para reclamar a sus ayuntamientos que se hiciera algo al respecto. Se piensa en los pueblos que sus gobernantes harán algo al respecto. La realidad es bien distinta: No harán nada en tanto en cuanto no lleguen esas quejas y sean continuadas en el tiempo.

Con esto, no quiero descargar la responsabilidad de los gobiernos que se han ido sucediendo en los últimos 20 años. La política de repoblación forestal con especies de crecimiento rápido como eucaliptos y pinos de alta inflamabilidad y dejando de lado especies autóctonas se ha ido sucediendo año tras año buscando la rentabilidad económica con mínima inversión en mantenimiento en la forma de limpieza de los bosques. De nuevo, la economía por encima del medio ambiente.

Como consecuencia de todas estar circunstancias, una vez que en Guadalajara el fuego llego a la zona de pino resinero formo un «tsunami» de fuego de unos 30 metros de altura, que es imparable por muchos medios que se pongan para extinguirlo. Esto es valido, sea el gobierno del color que sea. Puede que una actuación rápida de los medios de extinción hubiera evitado que llegara el fuego a esta zona, pero no se puede estar en todas partes y hay un tiempo de respuesta limitado. Se supone que estamos en alerta desde junio y sin embargo, ha habido incendios en casi todas las comunidades autónomas gobernadas por partidos de distinto signo.

En este momento y mientras los políticos siguen enzarzados en sus intereses políticos, bastante alejados, por otra parte, de los intereses ecológicos y ciudadanos, mas «gas» continua escapando en nuestros montes, esperando un descuido o la intención de algún desalmado para iniciar su trágico camino a través de los árboles, el sotobosque y el pasto.

¿Qué se puede hacer al respecto?

– La exigencia permanente a los ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y al Estado de la limpieza y mantenimiento de los bosques. Esto solo es posible organizándose.

– Un cambio en la política forestal que prime las especies autóctonas frente a las alóctonas. Por ejemplo, en una dehesa formada por encinas, alcornoques y castaños la propagación de un incendio es prácticamente imposible.

– Un cambio en la cultura forestal y social. No es admisible que bosques que han tardado en formarse ciento de años, reciban una presión humana brutal cada fin de semana o durante el periodo de vacaciones. Limitar el acceso a esas zonas como se hace por ejemplo, en el hayedo de Montejo en la sierra de Madrid.

– Iniciativas ciudadanas de repoblación y cuidado de los bosques para no dejarlo todo en manos de empresas madereras o de papel, que solo buscan su rentabilidad económica.

– Creación de una especie de «Nunca Mais» forestal. Aparte de denunciar el mal estado o descuido de los bosques, centralizaría toda la información de las zonas con mayor riesgo y pasaría esa información a un organismo competente y propondría movilizaciones en defensa de los bosques.

Incluso con todo esto, se producirán incendios, pero se facilitaría su extinción y serían muchos menos las hectáreas quemadas. En un proceso, en el que el cambio climático es ya una realidad y las predicciones auguran que España será unos de los países mas afectados y si no se adoptan desde ya medidas de precaución España podría convertirse en un desierto en unas décadas. Que lejos queda la afirmación de que en la Edad Media una ardilla podía cruzar la península Ibérica de punta a punta sin tocar el suelo, la pregunta ahora es ¿Habrá árboles donde las aves puedan hacer sus nidos?