Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Juan Vivanco
A estas alturas debería estar clara la dimensión real del peligro para la paz y la convivencia que representa el sionismo. En sí mismo, si no hubiera un lobby judío detrás, no sería un gran problema para la humanidad. Imaginemos por un momento un Israel aislado, enrocado en tierra de Palestina, odiado por los pueblos árabes, despreciado por los demócratas antirracistas del mundo, sin ninguna gran potencia que lo armase y defendiese, condenado un sinfín de veces por la ONU (sin vetos usamericanos), y sin la cohorte de periodistas, periódicos y televisiones que hoy lo defienden a capa y espada. La comunidad internacional habría liquidado en un abrir y cerrar de ojos el problema sionismo /Israel con una resolución de la ONU que impusiera un Estado democrático en Palestina. El problema persiste sólo porque el lobby israelí-usamericano, respaldado por gran parte de la comunidad judía (pero no toda), ha conseguido, en palabras de Sharon, «controlar» el Congreso y la cultura usamericana. Esto ha creado un monstruo imperialista al que muchos llaman USrael, que ha adoptado la ideología racista, colonialista y guerrera del sionismo, con los conservadores del Likud en el vértice del poder usamericano y bien situados en la dirección de los dos partidos políticos del Congreso.
¿Qué puede hacer el militante, el demócrata que quiera luchar contra el sionismo, contra USrael y las amenazas de guerra actuales, cada vez más graves, dada la situación en Oriente Próximo y la posibilidad de que Israel ataque a Irán y arrastre a EEUU y Europa a una guerra generalizada?
Ante todo, vencer a los enemigos internos. Es una necesidad y una característica de todos los movimientos de lucha. Es una necesidad absoluta, porque los enemigos internos, los que doran la píldora sionista, paralizan la lucha, envilecen los esfuerzos generosos, desvían de las metas justas, sabotean y hacen que descarrile el tren de la lucha por la paz. ¿Quiénes son los enemigos internos?
Son los que afirman:
- Que criticar a Israel, al sionismo o simplemente al lobby judío es «antisemitismo». En particular nos tropezamos con falsos antisionistas que dicen que luchan contra el sionismo pero defienden el «derecho de Israel a existir» como Estado judío y niegan la existencia del lobby judío o, si reconocen su existencia, lo hacen sólo para quitar importancia a su función y su poder. No en vano son contrarios a la propuesta de un Estado Democrático en Palestina.
- Que quienes denuncian al lobby judío y su poder en Estados Unidos y Europa se apuntan a la «teoría de la conspiración judía», una confabulación secreta para dominar el mundo. Sin hablar de los «Sabios de Sión», la idea es la misma. Cuidado: quienes acusan a los antisionistas de defender la teoría de una «conspiración judía» están acusándoles indirectamente de antisemitismo. No hay tal confabulación secreta judía. Todo sucede a la luz del día. El vínculo Israel-Mayoría de la comunidad judía usamericana se basa en presupuestos racistas, étnicos e ideológicos, pero también, y sobre todo, materiales, debido a los beneficios materiales comunes que obtienen Israel y el lobby con su dominio sobre la superpotencia americana.
- Que la guerra de Iraq no es una guerra sionista en beneficio de Israel, una guerra catastrófica desde el punto de vista del pueblo usamericano y de los propios intereses materiales del imperialismo usamericano.
- Que la guerra de Iraq sirve los intereses petroleros de EEUU. Cuando resulta que esta potencia habría podido obtener mucho más petróleo iraquí, mucho más, si se hubiera puesto de acuerdo con Sadam Hussein en vez de imponerle unas sanciones que redujeron a menos de la quinta parte las exportaciones de crudo iraquí. Lo mismo se puede decir de la guerra. Debido a los desórdenes y sabotajes, la producción petrolera iraquí no consigue despegar. La escasez de petróleo iraquí en el mercado mundial contribuye al aumento extraordinario del precio del petróleo. Si el precio de la gasolina está por las nubes, debemos agradecérselo a Israel.
- Que existe una espiral «guerra-terrorismo». Estas palabras son peligrosas. No hay tal guerra contra el terrorismo. Lo que hay es una guerra contra los pueblos y las naciones que no se someten a USrael. Gran parte del llamado «terrorismo» no es más que lucha de liberación. El verdadero terrorismo es la agresión de USrael contra los pueblos. En Palestina no hay terrorismo, hay resistencia al expansionismo sionista. En Líbano no hay terrorismo, hay defensa de la comunidad nacional, anhelo de emancipación de las masas chiíes oprimidas y resistencia al plan franco-usamericano-israelí para situar a Líbano en la órbita occidental sirviéndose de los cristianos maronitas y Arabia Saudí contra la mayoría chií (en fuerte aumento demográfico). En Afganistán no hay terrorismo, sino lucha contra un régimen corrupto prooccidental impuesto por la OTAN. El gobierno de Karzai está formado por traficantes de heroína y señores de la guerra. Las masas desheredadas se identifican con la resistencia talibana. En Iraq no hay terrorismo, hay lucha contra la ocupación militar angloamericana. Esta lucha está destinada a extenderse a las masas chiíes, que hasta ahora han permanecido a la expectativa, contenidas por los dirigentes chiíes que esperan a que los ocupantes eliminen para ellos la resistencia sunní.
- Que siempre es preferible un régimen laico corrupto a un gobierno islámico popular, genuino y antioccidental; da igual si lo dicen abierta o veladamente.
- Que es inevitable una guerra de civilizaciones contra el Islam por ser este «represor», «antifeminista», «fanático», «violento», «expansionista», etc.; da igual si lo dicen directa o indirectamente.
Cuidado con los que sostienen y propagan estas posiciones en el movimiento contra la guerra y en el movimiento de apoyo a Palestina. Son ellos quienes han vuelto impotente un movimiento que había movilizado a millones de personas y tenía unas posibilidades enormes. Los que han defendido o siguen defendiendo estas posiciones han seguido o siguen de forma más o menos consciente un guión sionista. La línea justa y victoriosa es la que sortea cuidadosamente estas asechanzas y estos obstáculos.