Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
¿Cuánto vale una vida humana?
Usualmente pensamos en términos sentimentales – en recuerdos, aflicción, amor, nostalgia, de todo, en breve, lo que es demasiado profundo y valioso como para ponerle precio. Y claro, ¿hay algo en nuestro mundo que sea verdaderamente invaluable?
Como lo sabe cualquiera que haya comprado una póliza de seguro de vida, nosotros los humanos somos harto capaces de colocarle un precio a la vida – y a la muerte. En su libro «Pricing the Priceless Child,» [Tasando al niño invaluable], Viviana Zelizer nos recuerda que, en USA, a partir de los años setenta del Siglo XIX, en la era anterior a las leyes sobre el trabajo infantil, el negocio de los seguros para niños de clase trabajadora, que en aquel entonces eran bastante valiosos para las familias pobres, tuvo un enorme éxito. Por unos pocos centavos por semana, diez dólares en total, se podía, por ejemplo, asegurar a un niño de un año contra la futura pérdida para la familia de su poder de retribución.
Los tribunales participaron, evaluando el valor literal para una familia de un niño que ganaba dinero trabajando. En esos días, niños urbanos pobres morían regularmente en cantidades asombrosas bajo los cascos de los caballos, las ruedas de los tranvías, y los trenes. En un editorial de 1893, el New York Times se refirió a esto como «matanza de niños,» y los jurados reaccionaron correspondientemente. Cuando Ettie Pressman, de sólo siete años, murió bajo un tiro de caballos en 1893, mientras atravesaba la Calle Ludlow de Nueva York con su hermana de nueve años, un tribunal concedió a su padre 1.000 dólares para compensarlo por «los servicios y pagas de su hija.» («Sí,» testificó su padre, con «lo que gano y lo que ganan los niños, en conjunto, nos basta, Ganan tres dólares por semana.»)
Me acordé de esto recientemente, gracias a un informe del New York Times sobre otro tipo de «matanza de niños» – en este caso realizada por Marines de USA, quienes, a comienzos de marzo, se lanzaron a una masacre desenfrenada cerca de Jalalabad en Afganistán. Perdón, algo así en habla del Pentágono, se llama «uso de fuerza excesiva.» Un pelotón de soldados de Operaciones Especiales de los Marines en un convoy de Humbees fue emboscado por un atacante suicida en una camioneta y uno de ellos fue herido. Inicialmente, se informó que «hasta 10 personas fueron muertas y 34 heridas mientras el convoy realizaba un escape frenético, y afganos heridos dijeron que los estadounidenses dispararon contra coches civiles y peatones mientras escapaban a toda velocidad.» Los estadounidenses culparon rápidamente por algunas de estas víctimas al «fuego de militantes.» («El teniente coronel David Accetta, el máximo portavoz militar de USA en Afganistán, dijo que pistoleros podrían haber disparado contra fuerzas de USA en múltiples puntos durante el escape.»)
Más tarde, admitieron que los Marines habían utilizado esa «fuerza excesiva» de un modo notablemente excesivo y mucho después del fin de la emboscada, estableciendo un mortífero campo de fuego en seis puntos, por lo menos, a lo largo de un trecho de carretera de 16 kilómetros. Sus objetivos, según el borrador de un informe de la investigación militar de USA del incidente (obtenido por el Washington Post) fueron afganos, a pie y en vehículos que eran «exclusivamente civiles en sí» y que no se habían involucrado «en ninguna clase de conducta provocadora o amenazadora.»
Se informó que, al hacerlo, los Marines asesinaron a «12 personas – incluyendo a una niña de 4 años, a un niño de 1 año y a tres aldeanos ancianos» – e hirieron a 34. Según un informe de Carlotta Gall del New York Times, una «muchacha recién casada de 16 años fue muerta mientras llevaba un atado de hierba a la granja de su familia… Un anciano de 75 años que iba en camino a su negocio fue alcanzado por tantas balas que su hijo no reconoció su cuerpo al llegar a la escena.» (Los soldados estadounidenses se apoderaron en el acto de la cámara de un fotógrafo afgano de Associated Press quien llegó por casualidad a la escena y «borraron» fotografías, incluyendo las de «un vehículo todo terreno en el que habían matado a tiros a tres afganos.»)
El martes pasado, después de muchas protestas en Afganistán, según David S. Cloud del New York Times, el coronel John Nicholson, comandante de brigada, se reunió con la familia de los (ahora) 19 afganos que habían sido muertos y de los 50 que habían sido heridos por los Marines. Presentó la siguiente disculpa oficial: «Estoy ante vosotros hoy, profundamente, profundamente avergonzado y terriblemente apenado de que estadounidenses hayan muerto y herido a gente afgana inocente.» Y luego pagó aproximadamente 2.000 dólares por muerto a los miembros de las familias. Los militares llaman a esto «pagos de condolencia» y hacen pagos similares, por muertes juzgadas injustas, en Iraq.
Recientemente, gracias a una solicitud según la Ley de Libertad de Información, la ACLU [siglas en inglés de la Unión (US)Americana por las Libertades Civiles] obtuvo a la fuerza algunas de las solicitudes de pagos de compensación presentadas por iraquíes y afganos (y las decisiones militares sobre ellas, incluyendo las negativas de pago). Es una lectura sombría. Greg Mitchell de Editor & Publisher hizo esta descripción: «¿Qué precio fijamos (cuando pagamos) por la vida de un niño de 9 años, muerto a tiros por uno de nuestros soldados que confundió su bolsa de libros con un saco de bombas? ¿Creerás que son 500 dólares? ¿Y cuando matamos a tiros a un periodista iraquí en un puente destinamos 2.500 dólares a su viuda – no los miserables 5.000 dólares que había solicitado?
En 2005, los pagos iraquíes ya parecían tener un promedio de unos 2.500 dólares por una muerte injusta. Eso, por ejemplo, es lo que recibieron las familias de dos docenas de iraquíes inocentes masacrados en otra recorrida de Marines que hizo estragos en Haditha, también después de un ataque contra un convoy de Humvees en el que hirieron a un Marine. («Había desde pequeños bebés a hombres y mujeres adultos,» dijo Ryan Briones, un testigo Marine del evento. «Nunca podré sacarme eso de la cabeza. Todavía puedo oler la sangre.»)
Esta práctica no es nueva en las guerras de Bush. Durante la Guerra de Vietnam, como parte del programa de pacificación estadounidense, funcionarios de USA hicieron lo que llamaban «pagos de indemnización» por muertes injustas causadas por las fuerzas estadounidenses. En aquel entonces, USA evaluaba a los adultos vietnamitas a unos 35 dólares, mientras que las vidas de los niños valían unos 15 dólares.
No sabemos quién exactamente decidió el valor en dólares USA de la vida de una muchacha afgana de 16 años, asesinada mientras llevaba un atado de hierba a la granja de su familia, o sobre la base de qué fórmula para tasar la vida fue hecha la decisión. Sabemos mucho más sobre cómo el gobierno de USA evaluó el valor de las vidas de estadounidenses inocentes masacrados. Para eso, sin embargo, tenemos que retornar con nuestros pensamientos a las secuelas de los ataques del 11 de septiembre de 2001. La familia o el cónyuge de un ser amado asesinado ese día recibió un valor monetario del gobierno de USA – en promedio 1,8 millones de dólares, gracias al Fondo de Compensación de las Víctimas del 11 de septiembre, creado por una ley del Congreso, promulgado por el presidente Bush 13 días después de los ataques, y que entró en funcionamiento gracias a 33 meses de cuidadosa evaluación pro bono del valor de una vida estadounidense inocente por Kenneth Feinberg, supervisor del Fondo de Compensación de las Víctimas del 11 de septiembre. (Unos pocos inmigrantes ilegales que trabajaban en el World Trade Center también recibieron esos pagos, así como una cantidad mayor de extranjeros que trabajaban en el lugar.) Incluso en este caso, sin embargo, el valor monetario de la vida humana varió enormemente, porque fue calculado, como lo fuera otrora en el caso de Ettie Pressman, por mandato del Congreso, sobre la base del cálculo de la pérdida de las ganancias de por vida de la víctima.
A pesar de los montos relativamente pequeños pagados en Iraq, los pagos oficiales totales por muertes injustas, así como por heridas y daño colateral a la propiedad, causados por tropas estadounidenses, había llegado a 20 millones de dólares a fines de 2005. La cifra asciende ahora a un mínimo de 32 millones, según Mitchell de Editor & Publisher – y se considera que esa cifra es baja porque se hacen extraoficialmente pagos similares «a discreción del comandante de una unidad.» (Para propósitos de comparación, la cifra total de pagos del 11 de septiembre alcanzó unos 7.000 millones de dólares.)
No conocemos el promedio real pagado actualmente en Iraq, pero si hemos de tomar una cifra obviamente alta como 5.000 dólares y dividimos 32 millones, el número bajo total que tenemos para semejantes «pagos de consuelo,» llegamos a unos 6.400 «incidentes» (no todos muertes, aunque algunos pagos son hechos por múltiples muertes). Es una cifra sorprendente, especialmente si se considera que se trata sólo de casos en los que un iraquí realmente presentó una solicitud a las fuerzas de ocupación estadounidenses y estas aceptaron la compensación. Da una cierta indicación aproximada de lo elevada que es la cantidad de víctimas mortales en Iraq. Esos 32 millones de dólares para «pagos de consuelo» oficialmente registrados, a propósito, correspondería a sólo 18 pagos promedio por muertes (o heridas) en el World Trade Center.
Así que, ahí lo tenemos. En la versión moderna de «matanza de niños,» el gobierno por cierto ha presentado al mundo una idea del precio que la matanza recibiría según dónde mueran los inocentes:
El valor para su familia de un o una civil inocente asesinado por terroristas de al-Qaeda el 11 de septiembre de 2001 = 1,8 millón de dólares.
El valor de un civil inocente asesinado en Haditha, Iraq, por Marines de USA = 2.500 dólares.
El valor de un civil inocente asesinado por Marines de USA cerca de Jalalabad, Afganistán = 2.000 dólares.
No vayas a decir que el gobierno de USA sea incapaz de tasar el precio de la muerte de inocentes.
[Nota: Si deseas consultar algunos de los documentos de pagos de consuelo que la ACLU obtuvo, puedes comenzar con el artículo de Greg Mitchell: «Sorry We Shot Your Kid, But Here’s $500.» (Estudia a lista de ejemplos que incluye.) Para ver más, revisa «ACLU Releases Files on Civilian Casualties in Afghanistan and Iraq,» y luego abre «Claims Filed Under the Foreign Claims Act by Civilians in Afghanistan and Iraq» para revisar la base de datos de casos de la ACLU. Las cifras de pagos de indemnización de la Guerra de Vietnam fueron suministradas por Nick Turse, de Tomdispatch, experto en crímenes de guerra de USA y muertes civiles durante la Guerra de Vietnam.]
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Tom Engelhardt, que dirige Tomdispatch.com del Nation Institute («un antídoto regular para los medios dominantes»), donde apareció primero este artículo, es co-fundador del American Empire Project y, más recientemente, autor de «Mission Unaccomplished: Tomdispatch Interviews with American Iconoclasts and Dissenters» (Nation Books), la primera colección de entrevistas de Tomdispatch.
http://www.zmag.org/content/showarticle.cfm?SectionID=11&ItemID=12829