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Un crimen del colonialismo que sigue impune

30º Aniversario del asesinato de Javier Fernández Quesada

Fuentes: MAGEC.info

El 12 de diciembre de 1977 fue asesinado por la guardia civil, en el hall principal de la Universidad de La Laguna, el joven grancanario, de 22 años, Javier Fernández Quesada, simpatizante del Partido Comunista Canario ( provisional ) [ PCC ( p ), independentista, que había formado Pueblo Canario Unido ( PCU ) con […]

El 12 de diciembre de 1977 fue asesinado por la guardia civil, en el hall principal de la Universidad de La Laguna, el joven grancanario, de 22 años, Javier Fernández Quesada, simpatizante del Partido Comunista Canario ( provisional ) [ PCC ( p ), independentista, que había formado Pueblo Canario Unido ( PCU ) con Células Comunistas del PCE ] y estudiante de 2º de Biológicas.

Eran las once de la mañana. Un testigo narra los hechos: «Los antidisturbios nos disparaban con balas de goma y botes de humo, nosotros respondíamos tirando piedras. En un momento determinado un grupo atravesó un camión cisterna fuera del campus. La Policía Armada lo quitó y, a partir de aquel momento, remitieron los incidentes. La mayor parte de los estudiantes se marcharon. En ese momento, se produce la retirada de las fuerzas de la Policía Armada e hicieron su aparición un grupo de Guardias Civiles, quienes desde las calles próximas al Campus comenzaron a disparar. Cuatro o cinco de ellos entraron en el Campus, mientras seguían disparando. Se desplegaron frente al edificio principal y, sin que fueran hostigados por nadie, disparaban hacia la fachada principal y hacia uno de los laterales. No dieron aviso alguno, ni disparaban al aire, a veces apuntaban con el arma al hombro. Al principio no pensábamos que fuesen balas de verdad, pero los impactos nos convencieron de la gravedad de la situación».

Otro testigo relata: «Vi como Javier caía tocado de muerte. Yo mismo acudía a recogerle, le introdujimos en la Universidad y le dejamos casi en la misma puerta. Un estudiante de Medicina le examinó y en aquel momento justo expiraba. Los estudiantes gritaron para que la Guardia Civil cesara de disparar y uno de ellos salió con una bandera blanca, pero los disparos continuaban y tuvo que refugiarse en una columna. Siguió agitando el pañuelo y gritando. Cesaron los disparos contra la puerta y apareció otra persona con las manos en alto, que descendió la escalinata como para parlamentar con la Guardia Civil. Varios guardias le golpearon y le pusieron contra la pared, donde ya había otro detenido con las manos en alto. Entretanto continuaban disparando contra la fachada, cuatro estudiantes sacaban a Javier. Mientras los Guardias Civiles se llevaban, otro Guardia seguía disparando en dirección a la calle de la trasera de la Normal. Por fin también se retiró este Guardia sin ser hostigado por nadie».

Era un momento de auge de las luchas obreras y populares, apoyadas por movilizaciones estudiantiles. Transportes de Tenerife, S.L, propiedad del cacique y hombre fuerte de la UCD en Tenerife, Leoncio Oramas, estaban en huelga desde el 13 de octubre, luchando por la consecución de una empresa pública para el transporte interurbano en la isla, por garantizar el futuro laboral de todos los trabajadores y por el cumplimiento de los pactos y promesas incumplidos por los Dramas, Tabacos y Frío.

Los 4.000 trabajadores de 15 empresas del Tabaco que había por aquel entonces, en huelga desde el día 14 de noviembre, se rebelaban contra los salarios de miseria, al tiempo que se enfrentaban a un proceso de reestructuración impuesto por el monopolio español de Tabacalera, que pretendía introducirse en el accionariado de las empresas canarias. Esta huelga acabó días después, con la imposición de un Laudo de Obligado Cumplimiento en el que se aplicó en lo salarial los nefastos Pactos de la Moncloa. Los obreros del Frío se encontraban en una larga y dura huelga que, entre otras, reivindicaban la readmisión de más de 100 compañeros despedidos.

Además del asesinato de Javier, hubo varios heridos ese día, entre ellos Fernando Jaezurría, de 18 años de edad, estudiante de 1° de Farmacia, con una bala en un brazo. O Nicolás, de 13 años, herido de bala en un hombro mientras observaba desde su colegio los acontecimientos. O los múltiples heridos por los botes de humo y balas de goma, personas, la mayoría de ellas que eran ajenas a los hechos (algunas fueron alcanzadas en sus casas), y los numerosos detenidos y golpeados en las jornadas de luto y de lucha que se sucedieron a continuación.

Canarias, que se encontraba en una aguda crisis social con una enorme conflictividad, fue invadida por más de 900 miembros de la Policía Armada -300 en Gran Canaria y 600 en Tenerife-, cuyo brutal comportamiento fue el de fuerzas de ocupación colonial. Esta fue la forma en que la que el Gobierno Español de Adolfo Suárez y Martín Villa como Ministro del Interior, y Mardones Sevilla como Gobernador Civil -actual diputado de Coalición Canaria-, aplastaron las movilizaciones que se sucedieron en nuestro Archipiélago.

Aún hoy estos luctuosos hechos continúan sin esclarecerse, a pesar de contarse con la declaración de testigos presenciales. La jurisdicción ordinaria se inhibió en favor de la jurisdicción militar, que no hizo nada concluyente, y, la Comisión de las Cortes creada al efecto e integrada por la UCD, PSOE, Coalición Democrática (hoy PP) y el PCE, abrió una investigación que de nada sirvió. Muchas son las preguntas que quedan aún sin respuesta, entre ellas si fue el Gobernador Civil, Mardones Sevilla, como máximo responsable de las Fuerzas de Orden Público, el que le dio la orden a la Guardia Civil para entrar en la Universidad disparando balas de fuego real.

Teodoro Santana, miembro del Consejo Nacional de UNIDAD DEL PUEBLO , recuerda las muchas reuniones que compartió con Javier Fernández Quesada en Las Palmas (1976): «Estábamos juntos en una célula de formación marxista del clandestino Partido Comunista Canario ( provisional ) [ PCC ( p )]. Nos reuníamos en casa de un primo suyo, Lito, en el Paseo de Madrid. Además de Javier, Lito y yo, participaban Paco Saavedra y Paco Hernández, un camarada argentino que dirigía la célula, y que hace muchos años que terminó su carrera de Ingeniería Industrial y volvió a su país. Por esa época Javier estaba haciendo la mili, por lo que tenía que andar con especial cuidado. Lo recuerdo siempre animoso y comprometido. Su muerte fue un duro golpe en lo personal, no sólo para mí, sino para toda nuestra generación. Las manifestaciones que siguieron fueron las más duras de toda la transición. Pero manteniéndonos en la misma lucha por una Canarias libre y socialista celebramos su vida y honramos su memoria».