Al cumplirse un año desde al ataque militar de Israel contra Gaza, un informe elaborado por 16 agencias de ayuda humanitaria condena categóricamente a las grandes potencias por su incapacidad para acabar con el ilegal e inhumano bloqueo de Gaza. Si bien en el informe se considera a Israel como primer responsable de las terribles […]
Al cumplirse un año desde al ataque militar de Israel contra Gaza, un informe elaborado por 16 agencias de ayuda humanitaria condena categóricamente a las grandes potencias por su incapacidad para acabar con el ilegal e inhumano bloqueo de Gaza.
Si bien en el informe se considera a Israel como primer responsable de las terribles condiciones en las que viven los palestinos (Véase: Aid report details social devastation in Gaza, 1), se denuncia asimismo la responsabilidad de la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y la ONU (conocidos como el Cuarteto), por permitir que la situación siga igual. Jeremy Hobbs, director de Oxfam y uno de los patrocinadores del informe, Failing Gaza: no rebuiliding, no recovery, no more excuses [Fracaso en Gaza: sin reconstrucción, sin recuperación, ya está bien de excusas] afirma: «Las potencias mundiales han fracasado. Han traicionado a las gentes de Gaza».
Tras años de cierre de las fronteras de Gaza y de restricciones al movimiento de personas y bienes, Israel comenzó su bloqueo total en junio de 2007. El hecho se produjo cuando Hamás, que había ganado las elecciones parlamentarias frente a Fatah en enero de 2006, se hizo con el control de Gaza para evitar un golpe de Fatah, apoyado por Israel, EE.UU. Jordania y Egipto.
Tel Aviv sólo permitía la entrada de los más esenciales alimentos y medicinas, y justificaba su bloqueo como respuesta a los cohetes Qassam disparados contra Israel. Unos cohetes artesanales que, desde el año 2000, habían producido la muerte de 13 civiles israelíes, tres de ellos niños. Ehud Barak, ministro de Defensa, declaraba: «Ahora, nuestro objetivo es debilitar a Hamás y reforzar a Salam Fayyad» [primer ministro de la Autoridad Palestina.]
A finales de diciembre del año pasado, Israel desató su operación Plomo fundido, un bombardeo aéreo de 22 días contra Gaza y una invasión terrestre a gran escala con tanques, que asesinaron a 1.393 palestinos, 347 de ellos, niños, y arrasaron gran parte de sus infraestructuras civiles y públicas.
[Desde entonces] no sólo ha resultado imposible reparar los daños, sino que incluso los escombros siguen intactos debido a la negativa israelí de permitir que trabajen las excavadoras, y lleguen materiales y maquinaria de construcción. Incapaces de reconstruir sus vidas, la mayoría de los gazíes viven en condiciones de extrema pobreza, encerrados y privados de las necesidades básicas para la vida cotidiana. Tal como señala el informe: «No se trata de un accidente, es un asunto político».
El bloqueo israelí, apoyado por Washington, es un castigo colectivo para toda la población, prohibido por el derecho internacional, y una flagrante violación de la Resolución 1860 del Consejo de Seguridad, aprobada en el momento álgido de las hostilidades a principios de 2009. Incumple, asimismo, el Acuerdo sobre libertad de movimientos, suscrito entre Israel y la Autoridad Palestina en 2005. Las agencias humanitarias centran su atención en la UE, en parte porque la mayoría de ellas son europeas, pero también por los fondos que la Unión Europea dedica a programas humanitarios y de desarrollo en Cisjordania, además de ser el principal mercado para las exportaciones de Israel
En el informe se señala que lo único que ha hecho Europa ha sido enviar cartas a Israel pidiendo que dejara llegar la ayuda humanitaria a Gaza, pero no se trata de una catástrofe natural, ni de algo nuevo. La UE apoyó los fraudulentos Acuerdos de Oslo que han permitido la expansión de las colonias israelíes en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, y han hecho imposible la solución de «dos Estados». Ha financiado con miles de millones la formación de unas nuevas fuerzas policiales para vigilar a los palestinos, suprimido cualquier oposición a Israel y colaborado con los israelíes para garantizar su seguridad. Después de la victoria de Hamás en enero de 2006, las potencias europeas se plegaron a los deseos de Tel Aviv y Washington para que declararan a Hamás organización terrorista y se negaran a mantener contacto alguno con sus dirigentes. Los observadores europeos, encargados de vigilancia de la frontera de Gaza con Egipto en Rafah, la abandonaron en junio de 2007 cuando Hamás se hizo con el control de la Franja, y dejaron que Egipto, Estado vasallo de Washington, la cerrara.
En marzo de 2008, a pesar de haber exigido una nueva reconsideración de la situación en Gaza, el Cuarteto no hizo nada y permitió que el bloqueo siguiera en vigor, incluso cuando Hamás dejó de lanzar cohetes desde junio a noviembre de 2008, momento en que Israel rompió el alto el fuego.
Europa no desmintió las mentiras de Israel sobre que la ruptura de la tregua había sido responsabilidad de Hamás. Muy al contrario, proporcionó el pretexto para el ataque sorpresa [de diciembre-enero] justificando los crímenes de guerra de Israel como legítima defensa, y se esforzó para garantizar un alto el fuego aceptable para Washington y Tel Aviv que implicara al presidente egipcio Hosni Mubarak en la vigilancia de Gaza.
Las potencias europeas no presionaron para que la ONU impusiera sanción alguna contra Israel al negarse a ejecutar la Resolución 1860. Ni exigieron compensaciones a Israel por los daños infligidos a los proyectos financiados por la UE durante la operación Plomo Fundido, evaluados según informaciones no exhaustivas en 12, 35 millones de euros, ni por los 56 millones más en daños ocasionados desde el año 2000.
Los europeos se alinearon con Estados Unidos cuando Washington insistió en que los 5.200 millones de dólares de ayuda, comprometidos en la conferencia internacional de Sharms Sheik de marzo pasado – que en su mayoría eran compromisos adquiridos e incumplidos en la conferencia de donantes de París en diciembre de 2007 -, se canalizaran a través de su marioneta, el presidente de la Autoridad Palestina en Cisjordania, Mahmud Abbas.
No hicieron nada para garantizar que la ayuda fuera entregada cuando Israel se negó a dejar que pasaran materiales para la reconstrucción de la franja de Gaza.
Aunque contraria al bloqueo, la UE se ha plegado a las presiones de EE.UU., Gran Bretaña y otros países, y se ha negado a calificarlo de castigo colectivo. Tanto España como Bélgica, presionadas por Israel y EE.UU. han desistido de sus intentos de procesar a los líderes israelíes por crímenes de guerra. Cuando el primer ministro Gordon Brown y la cancillera alemana Angela Merkel se reunieron con el primer ministro israelí Binyamin Netanyahu, en sus declaraciones a la prensa no mencionaron ni Gaza ni el bloqueo.
En noviembre pasado, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, España y Polonia o bien votaron en contra del informe Goldstone, que ofrece pruebas de los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad de Israel, o bien se abstuvieron o ausentaron cuando se sometió a votación en la Asamblea General de la ONU.
Las potencias europeas se negaron a la petición de Golsdstone de que los Estados utilizaran sus facultades «de acuerdo con la jurisdicción universal» para llevar a Israel ante los tribunales. El gobierno británico se doblegó ante Israel cuando los palestinos presentaron una solicitud de busca y captura contra Tzipi Livni, secretaria de Asuntos Exteriores israelí y dirigente del Kadima durante la masacre de Gaza, y pidió que se revocara «la jurisdicción universal».
La historia muestra que la UE no tiene más interés que Estados Unidos en la consecución de un acuerdo que garantice las legítimas aspiraciones sociales y democráticas de los pueblos de la región. Para ella, de la misma manera que ocurre con Estados Unidos, Israel es un instrumento para la consecución de sus intereses estratégicos en esa región tan rica en reservas.
En los cinco últimos años, las relaciones políticas y económicas de la UE con Israel se han reforzado. Israel se ha convertido en uno de los mayores socios comerciales de la zona euro mediterránea. En 2007, las exportaciones de la Unión Europea totalizaron 14.000 millones de euros y sus importaciones 11.300 millones, lo que convierte a la UE en el segundo destino de las exportaciones israelíes, superado sólo por Estados Unidos. Mientras que Alemania es, en el seno de la UE, el principal inversor financiero en Israel.
A principios de diciembre, ante las protestas de Israel, la UE se retractó de su propuesta inicial, redactada por Suecia, de apoyar un Estado palestino cuya capital sería Jerusalén oriental, anexionada de forma ilegal por Israel tras la guerra de 1967. La nueva redacción del texto omite cualquier mención a Jerusalén como capital de un futuro Estado palestino.
Javier Solana, quien cesaba a finales de noviembre como Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad Común, declaró que Israel es un Estado miembro de la Unión Europea salvo en el nombre. Precisamente el mes pasado, la UE e Israel firmaron un acuerdo sobre agricultura, por el que el 80 por ciento de los productos hortícolas y el 95 por ciento de los alimentos elaborados se exportarán a la UE sin pagar aranceles.
Europol, departamento de la política europea de seguridad, también ha llegado a un acuerdo con Israel, todavía pendiente de firma por parte de los Estados miembros, a pesar de los numerosos informes de organizaciones defensoras de los derechos humanos sobre las torturas rutinarias de los detenidos en Israel, y a pesar de las leyes vigentes desde 1998 que obligan a Europol a no admitir pruebas obtenidas por medio de torturas.
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre]: http://www.lahaine.org/index.php?p=42420