Cada viernes desde hace meses un grupo de activistas israelíes, la mayoría judíos, se manifiestan contra los desalojos que autoriza el gobierno de Israel contra los palestinos de Sheikh Jarrah y otros barrios de Jerusalén oriental. Piden que cese la injusticia de dejar sin hogar a una población doblemente refugiada. Los vecinos de estos barrios […]
Cada viernes desde hace meses un grupo de activistas israelíes, la mayoría judíos, se manifiestan contra los desalojos que autoriza el gobierno de Israel contra los palestinos de Sheikh Jarrah y otros barrios de Jerusalén oriental. Piden que cese la injusticia de dejar sin hogar a una población doblemente refugiada. Los vecinos de estos barrios son en su mayoría personas que se vieron obligada a abandonar sus hogares con la Declaración del Estado de Israel y el estallido de la guerra de 1948 y que fueron realojados en Jerusalén por la UNWRA (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos) y el gobierno jordano. Los desalojos de estas familias no son un hecho aislado, como analizó periodismohumano en el reportaje «Israel derriba casas a su antojo».
Este movimiento de resistencia no violenta contra los desalojos incluye a distintas personas y agrupaciones políticas y no políticas, como Taayush, Peace Now, Anarchists against the Wall, Hadash, y al escritor David Grossman, un habitual en las manifestaciones. En la página web del movimiento se explica que la ocupación de estas zonas es parte de un plan de «establecer una continuidad judía» en torno a la ciudad de Jerusalén (Sheikh Jarrah, el Monte de los Olivos y Silwan). Según el alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, estos desalojos son necesarios para construir espacios como un parque arqueológico en honor del Rey David en el barrio de Silwan y desarrollar así la zona oriental de Jerusalén.
Instalando a judíos en esas zonas y expulsando a palestinos se boicotea la posibilidad de una conviencia entre ambos pueblos. Para evitarlo, los activistas de Sheikh Jarrah se acercan a las casas de los palestinos y permanecen con ellos hasta el momento del desalojo, tratando de protegerlos tanto de la policía como de los colonos, preparados para instalarse en la casa en cuanto la familia palestina es obligada a abandonarla.
(Foto: Mujer palestina frente a su puerta, entre un policía y un colono esperando a apropiarse de su casa en Sheikh Jarrah. Imagen de Activestills.org)
Otras iniciativas incluyen personarse frente a casas de altos cargos políticos y pedirles que abandonen su hogar en favor de un supuesto plan de construcción. Este martes hay prevista una vigilia frente al chalet del propio Nir Barkat, en la que se pedirá a su familia que abandone la casa en favor de un parque arqueológico. La organiza Paz Ahora, que llama a sumarse a las movilizaciones «contra la entrega de Jerusalén a los colonos.» La asociación trabaja también en la geolocalización de los asentamientos. En este mapa puede verse el avance de la judaización de la zona oriental de Jerusalén.
(Mapa de asentamientos judíos en Jerusalén Este. Imagen de Peace Now)
Yuval Drier Shilo, uno de los activistas, me cuenta desde Jerusalén que ha sido arrestado varias veces en distintas manifestaciones. En una de las últimas lograron reunir a más de 5.000 personas, «un número considerable teniendo en cuenta lo difícil que es movilizar a los judíos israelíes y conseguir que salgan a la calle a manifestarse». Ahora preparan una para el 2 de agosto, en conmemoración del aniversario de los primeros desalojos en Sheikh Jarrah, en la que esperan superar este número. Le pregunto en qué es diferente esta movilización de otras anteriores. Responde que «es la primera vez que una iniciativa conjunta entre palestinos e israelíes adquiere tanta visilidad, precisamente en el punto caliente del debate para una solución al conflicto: Jerusalén. Es la primera vez también que los medios dan tanta cobertura a una iniciativa de este tipo (puede verse aquí, aquí y aquí), y el nombre «Sheikh Jarrah» se está convirtiendo en el símbolo de la resistencia no violenta.»
Le pregunto si cree que movilizaciones como esta tendrán algún efecto. «Lo que intentamos con estas iniciativas es obligar a los israelíes a posicionarse. A no mantenerse al margen, a salir de la pasividad en la que vive gran parte de la sociedad. A elegir de qué lado están, de la justicia o de la injusticia, y a defender su postura activamente.»
(Manifestación contra el desalojo de familias palestinas en Sheikh Jarrah. Imagen de Activestills.org)
Los activistas de Sheikh Jarrah luchan también contra la presión de los judíos que sin haber vivido nunca en Israel idealizan el Estado y fantasean con sus luces sin tener en cuenta sus sombras. Hace unos meses el escritor y Premio Nobel húngaro Elie Wessel dirigió al Presidente estadounidense, Barack Obama, una carta en la que pedía aplazar el asunto de la capitalidad compartida de Jerusalén, «por ser un tema sensible, inherente al judaismo y ausente en la religión musulmana.» Los activistas respondieron con otra carta, que termina con una frase que se ha convertido en el lema del movimiento:
A nosotros, la gente de Jerusalén, no se nos puede sacrificar por las fantasías de aquellos que aman nuestra ciudad desde la distancia. La Jerusalén real, terrenal, debe ser compartida por la gente de las dos naciones que residen en ella. Sólo una ciudad compartida estará a la altura de la visión del profeta: «Sión será redimida a través de la justicia». Como entonamos en las noches de vigilia en Sheikh Jarrah: ¡Nada puede ser santo ni sagrado en una ciudad ocupada!