El control, casi absoluto, de los resortes políticos, mediáticos y judiciales que el gobierno de Ramón Luís Valcárcel ha conseguido en la Región de Murcia debe hacerles sentir a él y los suyos algo muy parecido a la total impunidad, pues a pesar de los numerosos escándalos, entradas y salidas de la cárcel incluidas, ni […]
El control, casi absoluto, de los resortes políticos, mediáticos y judiciales que el gobierno de Ramón Luís Valcárcel ha conseguido en la Región de Murcia debe hacerles sentir a él y los suyos algo muy parecido a la total impunidad, pues a pesar de los numerosos escándalos, entradas y salidas de la cárcel incluidas, ni la opinión pública ni la justicia les hacen, de momento, pagar unos excesos que probablemente nunca sean declarados delictivos por la justicia, pero que el más elemental sentido común calificaría como inmorales.
Son incontables los ejemplos de comportamiento inmoral por parte del gobierno regional murciano que desde 1995 viene favoreciendo descaradamente a sus amigos, pero dos ejemplifican el alcance político, económico y moral de esta forma de hacer.
La balsa Yenny
En el año 2001 la empresa Portmán Golf, propietaria de buena parte de la Sierra Minera de Cartagena-La Unión desde que en 1988 comprase activos y pasivos a la multinacional francesa Peñarroya por 100 millones de pesetas, donaba a la Región de Murcia una balsa de acumulación de estériles mineros muy próxima a la población de El Llano del Beal, la conocida como balsa Yenny. Portmán Golf, la misma empresa que despidió a todos sus trabajadores en 1991 incumpliendo sus propios compromisos, la misma que durante más de veinte años ha puesto piedras en el tortuoso camino de la regeneración de la bahía de Portmán al no sentir asegurado su negocio con una recalificación urbanística a la medida de sus megalómanas ambiciones, la misma que pidió al gobierno regional permutar 180 hectáreas del parque natural de Calblanque a cambio de una superficie parecida de terrenos contaminados por la minería en El Llano del Beal y Portmán; operación paralizada sólo por la intervención de la Comisión Europea, a finales del año 2004, y que atrincheró a Portmán Golf en su actitud de no invertir en la regeneración de la Sierra Minera (de su propiedad y responsabilidad) hasta que se regenerase la bahía de Portmán. Casualmente fue después de este varapalo de la Comisión Europea que dejó a Portmán Golf sin los réditos de un gran pelotazo urbanístico bendecido por la administración regional que Valcárcel y los suyos decidieron regenerar la balsa Yenni (donada, recordemos cuando nos hablen de urgencia y peligro, en 2001).
Al acceder a la donación el gobierno regional recogía el guante de la responsabilidad de regenerar la balsa en cumplimiento de la ley de minas de 1973 (BOE núm. 189, de 24/07/1973) que igualmente obliga a Portmán Golf a responsabilizarse de la regeneración no sólo de la Sierra Minera, sino también de la bahía de Portmán, al haber adquirido en 1988 activos y pasivos de Peñarroya, pero también sus responsabilidades sociales. Por si hubiese sido poco liberar a Portmán Golf de la responsabilidad de regenerar una balsa minera que realmente resultaba molesta y peligrosa para los vecinos de El Llano del Beal, esta empresa acabó embolsándose dos millones setecientos mil euros , por ceder una cantera abandonada para depositar los desechos mineros de la balsa, de un presupuesto total de cinco millones cuatrocientos mil euros, es decir el 50% de la factura por no hacer absolutamente nada.
De Polaris a la Paramount
Para nadie es un secreto que el gobierno regional así como la inmensa mayoría de ayuntamientos de la Región de Murcia acogieron con alborozo el boom inmobiliario. El turismo residencial de sol, playa y golf debía ser el futuro de la Región, casi cuarenta campos de golf y cerca de un millón de nuevas viviendas se iban a construir a lo largo y ancho de la provincia, sin planificar la gestión de recursos (ambientales y sociales) y sin reparar en valores ambientales (La Zerrichera, Cabo Cope, Calblanque…).
El icono de este floreciente negocio consistente en plantar césped y casas en mitad de los más inhóspitos secarrales fue Polaris World, experto por otra parte en hacerse con terrenos baratos y urbanizarlos una vez recalificados. Lo que durante casi una década pareció un negocio redondo sólo pudo crecer gracias a la financiación de bancos y cajas de ahorros que parecían confiar tanto como la mayoría de los murcianos de a píe en que el precio de la vivienda subiría y subiría hasta el infinito y en que los jubilados europeos no encontrarían nada mejor que hacer con su dinero que comprar chalets de ínfima calidad pero con un campo de golf por jardín.
Cuando entre finales de 2009 y principios de 2010 Polaris World entró en la fase previa al concurso de acreedores planteó un grave problema a la CAM, Caja Murcia, Bancaja y en menor medida al Banco Popular, aceptar como pago unos terrenos y viviendas cuyo precio de «mercado» excedía con mucho su valor real por la sencilla razón de que no se podrían vender en el mercado a menos que su precio bajase hasta límites que no cubrirían ni lejanamente la deuda; o aceptar que su cuenta de resultados los empujase casi irremediablemente a la intervención del Banco de España, intervención que en última instancia sólo han podido evitar negociando su fusión con otras entidades.
Aceptado el pago de su deuda con terrenos y viviendas Polaris World ha finalizado un buen negocio terrenos de escaso valor han financiado sus proyectos inmobiliarios y generado enormes beneficios para sus promotores. La peor parte se la quedaban a priori las cajas de ahorros que tarde o temprano tendrían que ajustar el valor de sus pasivos reconociendo el mal negocio de haber financiado a Polaris y haber aceptado el pago de su deuda en este formato, en este momento entra en juego el gobierno regional que se saca de la manga otro proyecto megalómano, en este caso la construcción de un gran parque temático bajo la marca de Paramount Pictures, que se construiría en Alhama de Murcia donde casualmente Caja Murcia, la CAM, Bancaja y el Banco Popular tienen más de cuatro millones de metros cuadrados de terreno aceptados como pago de la deuda de Polaris World. Lo curioso es que ni la empresa que daría nombre al parque, la Paramount (que cobraría por ceder su imagen de marca), ni el principal gestor de las futuras inversiones, Jesús Samper (imputado por delitos urbanísticos en la «operación Umbra») están dispuestos a aportar capital al proyecto.
El gobierno regional ya ha gastado casi dos millones de euros en la intermediación necesaria para montar el espectáculo que podríamos llamar «Bienvenido Mr. Paramount», ¿pagaremos entre todos el precio del suelo dónde se levantará, o no, el parque temático?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.