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El peligro nuclear está en Israel

Fuentes: Rebelión

Las amenazas de ataques nucleares en la región del Medio Oriente no provienen de Irán como quiere hacer ver Estados Unidos, sino de su principal aliado en la zona, Israel, que posee más de 200 artefactos de ese tipo gracias a la ayuda que le han dado Washington y varias naciones europeas. El peligro se […]

Las amenazas de ataques nucleares en la región del Medio Oriente no provienen de Irán como quiere hacer ver Estados Unidos, sino de su principal aliado en la zona, Israel, que posee más de 200 artefactos de ese tipo gracias a la ayuda que le han dado Washington y varias naciones europeas.

El peligro se encuentra en varias partes del territorio israelí y principalmente en una zona del desierto de Neguev, como detalló un amplio reportaje aparecido en octubre de 1986 en el periódico inglés Sunday Times.

Diez años antes de esa denuncia, se tenían indicios de que Tel Aviv laboraba secretamente en la fabricación de bombas nucleares, pero no existían pruebas tan claras como las aportadas por el Sunday tras entrevistar a un técnico israelí que trabajó por 10 años en uno de los laboratorios.

Mordechai Vanunu ha pasado a la historia por las revelaciones que realizó sobre la fabricación de artefactos nucleares por parte de Israel y por haber sido secuestrado en Europa por los servicios secretos sionistas (Mossad) y llevado a cárceles israelíes donde se le mantuvo incomunicado por varios años.

Vanunu, ciudadano israelí natural de Marruecos, que en 1986 tenía 31 años, laboró durante una década como técnico en el complejo nuclear de Neguev, conocido por Dimona, ubicado en una pequeña ciudad del mismo nombre. Allí aparecen varios edificios y en los pisos subterráneos, el régimen israelí produce las armas nucleares.

Contactos con estudiantes palestinos y sus simpatías pro-árabes motivaron que el Mossad lo señalara como «altamente peligroso y lo expulsara de la instalación en noviembre de 1984. Meses antes, Vanunu había logrado introducir una minicámara en el sótano secreto de Machon Dos, en el centro nuclear de Dimona, y tomar 60 instantáneas.

El técnico posteriormente abandonó a Israel vía Australia, donde en la primavera de 1986 el Sunday Times hizo contacto con él, y con sus declaraciones, planos del centro nuclear, las fotos entregadas y declaraciones de varios científicos que demostraban la veracidad de la información, el diario publicó dos páginas.

Vanunu se trasladó entonces a Gran Bretaña y en una operación bien montada, para la cual se le puso como señuelo a una mujer del Mossad que le profesó amor y le a propuso ir a Roma donde estaría más seguro, un comando del servicio secreto lo secuestro el 30 de septiembre de ese año, y lo llevó en una cárcel de Tel Aviv.

Más de una década después, Vanunu fue liberado pero se le retiene en una casa apartada, sin poder tener contactos con cualquier persona, ya sea nacional o extranjera.

El amplio reportaje del Sunday explica que la fábrica nuclear de Dimona, en el Neguev, cuenta con tres edificios de dos plantas cada uno denominados Machon Uno, Machon Dos y Machon Tres que en hebreo significa «nave autónoma de producción». Un reactor para producir plu1onio, central de oficinas, almacenes y una escuela científica forman parte del complejo.

El Machon dos, donde laboró Vanunu, tiene dos pisos sobre la superficie y seis subterráneos. Todo está previsto en la fábrica de ocho pisos. En el nivel superior se encuentran las oficinas y la planta de filtración del aire para toda la instalación, y en las plantas bajas se ubican talleres y almacenes.

Los cuartos para el personal técnico y las pizarras para el control general de la instalación se hallan en los dos primeros pisos subterráneos.

Casi todos los componentes para la confección del arma nuclear son elaborados en los pisos tres, cuatro y cinco. Algunos aditamentos como los Krytrones (mini conmutadores electrónicos que se utilizan en el mecanismo de arranque de la bomba atómica), Israel los ha adquirido a través de turbias transacciones. En este caso específico obtuvo la ayuda del negociante estadounidense Kelly Smyth, según The New York Times.

Por último, el sistema de emergencia para obstruir la producción en los niveles superiores (en caso de accidentes o roturas) se halla en el sexto y último nivel subterráneo con otros aparatos y equipos de seguridad.

Según científicos consultados en 1986 por el Sunday Times, la fábrica nuclear israelí, que dispone de tecnología francesa y norteamericana, tenía en ese entonces, capacidad para producir 40 kilogramos de plutonio al año que permitían construir 10 bombas atómicas.

La conclusión final a la que ellos llegaron después de pormenorizados análisis era que Israel poseía cerca de 200 artefactos nucleares y se había convertido, en la sexta potencia atómica mundial, después de Estados Unidos, la anticua URSS, Gran Bretaña, Francia y China. Hoy se conoce que Pakistán, India y Corea del Norte poseen esos artefactos.

En 1995, la revista inglesa Jane´s Intelligence destapó toda la bien montada industria nuclear israelí, basada en fotos tomadas por satélites rusos y franceses.

La información detallaba que las imágenes de alta resolución producidas durante los últimos cinco años, permitían seguir la ruta nuclear de Israel hasta llegar al producto final y enumeraba las siete instalaciones:

Dimona, descrita anteriormente; Nahal Sorek, en la ciudad del mismo nombre, donde fue inaugurado el primer centro de investigaciones nucleares.

Palmajim, a pocos kilómetros de Sorek, se dedica a ensayos y pruebas de misiles nucleares como el Jericó; Yodefat, 30 kilómetros al este del gran puerto de Haifa, donde se produce el montaje y desmantelamiento de esas armas.

Eilabum, a 20 kilómetros al este de Yodefat. Allí se encuentran almacenadas las armas nucleares tácticas.

Be´er Yaakov, cercana a la ciudad de Ramla, 35 kilómetros al norte de Jerusalén, donde se fabrican misiles nucleares Jericó II; Kefar Zekharya, ubicada en las colinas de Judea funciona como el corazón del sistema ofensivo nuclear israelí y cuenta con unos 50 bunkers subterráneos que alberga cada uno bases de lanzamiento de cohetes Jericó II.

 

Estados Unidos y Francia los abastecedores

Israel, desde su nacimiento como Estado en 1948 se ha caracterizado por su agresividad y ansias expansionistas, ha estado envuelto en cinco guerras contra las naciones árabes y se ha adueñado por la fuerza de extensos territorios (entre ellos Palestina). Su sueño era producir bombas atómicas, para contener cualquier amenaza enemiga.

En 1952 el gobierno sionista creó la Comisión de Energía Atómica e inauguró el centro de investigaciones nucleares en Nahal Sorek. Aquí ya entró a desempeñar su papel Estados Unidos, que otorgó la asistencia técnica para construir el reactor de cinco megavatios.

Israel y Francia firmaron varios convenios ultrasecretos por medio de los cuales se proveía un amplio intercambio de informaciones sobre esa esfera. Con la asistencia técnica norteamericana, Tel Aviv recibió a mediados de la década del 50, un reactor de un megavatio y 10 kilogramos de uranio enriquecido.

Bajo la cobertura del programa de ayuda a otros países en el aprovechamiento de la energía nuclear, Estados Unidos donó en 1955 a Israel ayuda financiera para el desarrollo de investigaciones nucleares y le entregó gran cantidad de literatura especializada, mientras a los centros norteamericanos de Oak Ridge y Argonne Forest arribaban los primeros científicos israelíes para adiestrarse.

El acuerdo París-Tel Aviv permitió la construcción entre 1957 y 1964 del complejo nuclear de Dimona con un reactor de 24 megavatios. Según» el Sunday Times la potencia de este reactor ya había sido aumentada en 1986 hasta 150 megavatios.

 

ROBOS Y ARTIMAÑAS

Además de la ayuda material y financiera entregada por Estados Unidos y Francia para que Israel produjera su propio arsenal nuclear, ese régimen ha estado envuelto en numerosos robos, chantajes, secuestros y otras actividades afines a su idiosincrasia.

Entre estos aparece el de la Planta de Equipos y Materiales Nucleares (NUMEC) que labora para la marina de Estados Unidos. Zalman Shapiro, con amplios vínculos con los sectores militares de Tel Aviv, fundó esa fábrica en Pensilvania en 1957. De ese lugar fueron trasladados a Israel numerosos krytrones y 342 kilogramos de uranio enriquecido, cantidad suficiente para 38 bombas atómicas.

Entre octubre de 1983 y marzo de 1984 la Comisión de regulación nuclear de Estados Unidos denunció la desaparición de más de 180 kilogramos de uranio enriquecido de las fábricas de Oak Ridge y Kentucky que tuvieron el mismo destino.

Los servicios secretos israelíes secuestraron y condujeron hacia su país en 1968 el barco Schersberg, que con 200 toneladas de plomo con uranio se dirigía de Bélgica a Italia.

Existen otros muchos ejemplos de la piratería israelí para lograr el objetivo final de obtener el arma nuclear, pero la culpa fundamental la tienen las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, que han permitido que el régimen sionista alcanzara tamaña fuerza.

A principios de la década del 50 el sionista Ben Gurión había expresado la meta del naciente Estado: «Nuestra tarea es crear tal arma lo antes posible».

Cada día, en el aislado desierto de Neguev, se laboran artefactos que ponen en peligro a todo el Medio Oriente y al resto de la humanidad, como han denunciado varios científicos y estadistas mundiales como el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz.

Israel se niega a suscribir el Tratado de No Proliferación Nuclear mientras sus aliados, encabezados por Estados Unidos, con pleno conocimiento del peligroso arsenal, se callan o se hacen los ignorantes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.