Resucitar a Lázaro de entre los muertos sería más fácil que revivir al presidente egipcio. Así que Obama ya tiene el plan B. Y según se modifica, el plan B se parece mucho al status quo salvo en un cambio de cara. La nueva cara es un hombre designado a dedo por Estados Unidos, Mohamed […]
Resucitar a Lázaro de entre los muertos sería más fácil que revivir al presidente egipcio. Así que Obama ya tiene el plan B. Y según se modifica, el plan B se parece mucho al status quo salvo en un cambio de cara. La nueva cara es un hombre designado a dedo por Estados Unidos, Mohamed El Baradei, un burócrata de Naciones Unidas que no ha vivido en Egipto en las últimas décadas y que es prácticamente un desconocido para el pueblo egipcio. Colocar a El Baradei en el poder mantendrá entre bastidores la maniobra política combinada con la represión militar, un plan que choca con las exigencias revolucionarias del pueblo.
Estados Unidos ya ha conseguido ganar el respaldo a su plan de la Hermandad Musulmana, el grupo más fuerte de la oposición en Egipto, que ha perdido el respeto de sus propias filas por colaborar muy de cerca con Mubarak. Recientemente, la Hermandad ha intentado en vano frenar la revolución. Ahora, han prometido apoyar a El Baradei, que es el encargado de negociar algún tipo de transición con Mubarak. El New York Times informa de que «El levantamiento de Egipto, que surgió como un movimiento de base espontáneo y dispar, comenzó a unirse el domingo, cuando el mayor grupo de oposición, los Hermanos Musulmanes, dio su apoyo a un dirigente de la oposición laica, Mohamed El Baradei, para negociar en nombre de las fuerzas que buscan el derrocamiento del presidente Hosni Mubarak… Aunque carece de apoyos significativos, Mohamed El Baradei, premio Nobel, podría servir como figura de consenso para un movimiento que ha tenido problemas para articular un programa ante una potencial transición» (30 de enero de 2011).
Los medios de comunicación estadounidenses han tratado de promover vergonzosamente a El Baradei como figura popular, tratando de asignarle credibilidad al mostrar de manera permanente imágenes suyas hablando a través de un megáfono en una protesta, aun cuando reconocen que carece de «apoyos significativos» . Pocos en Egipto saben quién es.
No obstante, Reuters informaba de que «…tenía un mandato [de quién, no lo dice] para hablar con el ejército y organizar la transferencia a una coalición de unidad nacional». Debemos asumir que el «mandato» es de Estados Unidos, que sigue maniobrando entre bastidores. Curiosamente, el mismo artículo dice que El Baradei «…pidió al presidente de Estados Unidos Barack Obama que «corte el apoyo a la vida del dictador». Pero Obama mantuvo la cautela de no abandonar a un aliado clave de Oriente Próximo. Obama instó únicamente a un cambio en la administración de Egipto para que se tuviera más en cuenta la opinión popular». (30 de enero de 2011).
Los egipcios quieren que su régimen dictatorial acabe pero Obama sólo quiere un «cambio en la administración de Egipto». Se trata de exigencias contrapuestas. En efecto, desde que comenzaron los acontecimientos en Egipto, Obama se ha dedicado a hablar diciendo una cosa y su contraria.
Su administración seguía prestando apoyo al dictador cuando se estaba disparando a los manifestantes en la calle. Obama llamó a la calma «a ambas partes», dando igual credibilidad a la dictadura asesina y a las masas de gente que exigían que se fuera. Debería ser obvio que, si los manifestantes «mostraran moderación» como Obama quiere, la dictadura permanecería.
Un editorial en Al-Yasira señalaba este planteamiento hipócrita al titular «El Presidente Obama utiliza la palabra D» [de democracia]: «… el presidente Obama se ha negado a adoptar una posición firme de apoyo al creciente movimiento a favor de la democracia… Mubarak continuaba hasta ayer siendo alabado como socio fundamental de Estados Unidos. Aún más, no ha habido llamamiento alguno para una verdadera democracia… sólo se ha sugerido al gobierno egipcio la «reforma» para que, en palabras de Obama, la gente tenga mecanismos para expresar quejas legítimas». (30 de enero de 2011).
Ello implica que la definición de Obama de «reforma» es un mero cambio de cara del régimen.
Al escribir estas líneas, Reuters ha informado de que Mubarak estaba en conversaciones con grupos de la oposición, posiblemente El Baradei. Si Estados Unidos consigue instalar a El Baradei como presidente, con un elemento de apoyo popular mediante los Hermanos Musulmanes, el ejército seguirá siendo un elemento crucial en la política egipcia, cuyo estrato superior mantiene estrechos vínculos -políticos y económicos- con el gobierno estadounidense. Pero el ejército de Egipto tampoco es de fiar. El mismo artículo de Reuters explica: «Las protestas han afectado a otras ciudades de Egipto. En Suez, en el canal, un oficial local [del ejército], el brigadier Atef Said dijo que sus tropas permitirían a los manifestantes que se expresasen libremente: «Permitiremos las protestas en los próximos días», declaraba a Reuters. «Toda persona tiene derecho a expresar su opinión». Y, escenas surrealistas de El Cairo, había soldados subidos en tanques cubiertos de pintadas contra-Mubarak: «¡Abajo Mubarak! ¡Abajo el déspota! ¡Abajo el traidor! ¡El Faraón fuera de Egipto!» A la pregunta de cómo podían permitir que la gente garabatease consignas contra Mubarak en sus vehículos, en su mayoría de fabricación estadounidense, un soldado dijo: «Las escribe el pueblo. Es la opinión del pueblo».
Este ejército tendrá difícil suprimir las inevitables protestas si El Baradei se instala como títere de Estados Unidos, porque seguirá el camino trazado por Mubarak: apoyo a la presencia militar estadounidense en la región, apoyo a la política israelí contra los palestinos, apoyo a la política estadounidense de libre mercado, apoyo a más agresiones de Estados Unidos contra países vecinos como Irán.
En resumen, cualquier régimen que siga apoyando la política de Estados Unidos será una dictadura, algo que el pueblo egipcio claramente no desea. Si los Hermanos Musulmanes apuntalan tal gobierno quedarán totalmente expuestos y desacreditados por sus propios miembros, y quedará un tremendo vacío que será llenado por la auto-organización del pueblo egipcio.
Los egipcios exigirán que Estados Unidos deje de inmiscuirse en sus asuntos internos apoyando políticamente a gobiernos impopulares, por ejemplo, otorgando dos mil millones de dólares en ayuda militar. Quienes en Estados Unidos apoyan la democracia deben exigir lo mismo.
Referencias citadas en este artículo:
http://www.nytimes.com/2011/
http://english.aljazeera.net/
http://news.yahoo.com/s/nm/
Shamus Cooke es sindicalista y colaborador del Workers Action. Fuente: http://www.uruknet.info/?p=